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Menos Bicentenario y más Independencia, bis

Mayo 26 – 2011

Respuesta a Hugo Modragón

Bien Hugo, me alegra que podamos empezar algo que pueda llegar a llamarse un debate. Estaba esperando que apareciera en El Espectador este artículo escrito por mí. http://www.elespectador.com/impreso/bogota/articulo-272752-menos-bicentenario-y-mas-independencia. Sabía que vendría acompañado de una respuesta del contratista, y necesitaba ver si había algo nuevo que me obligara a cambiar de opinión o a tener que rectificar algo. Todo sigue igual. Dice Confase que «sí hay diseños», que los hay «desde julio de 2010», y que «respetan» la propuesta de Salmoma. Diseños claro que hay; el problema es lo que proponen. También es un problema, porque es falso, que estos diseños tengan algo que ver con el planteamiento de Salmona. Además, está el hecho de no tener licencia.

Respondo a algunos de sus reclamos acerca de lo que hago y dejo de hacer en mi “sugerente, pertinente y descuidado” texto, Arquitectura arrogante, en defensa del Parque de la Independencia. Comencemos por aclarar que me opongo al proyecto de Giancarlo Mazzanti para el Parque del Bicentenario porque considero que maltrata el Parque de la Independencia. Defiendo un espacio patrimonial de Bogotá, y para ello hablo negativamente de un proyecto de arquitectura. Las cuestiones legales, políticas y económicas son accesorias. Si estuviera aprobado o fuera diseñado por cualquier otra persona, me opondría igual.

Ante la eventual falta de claridad de mi parte en la formulación del problema, copio lo que escribí en el artículo: “El proyecto para el Parque del Bicentenario restituirá la continuidad que se perdió, hacia 1950, con el tajo que generó la apertura de la avenida 26. El nuevo parque debía cubrir el túnel, pero el proyecto vigente ocupa más del doble de superficie y deforesta una parte del actual Parque de la Independencia”. A lo cual hay que añadir: apropiándose del Quiosco de la Luz.

En lugar de sugerir una una conspiración, planteo un debate de carácter arquitectónico. Lamentablemente, el aspecto arquitectónico se entremezcla con la denuncia de una operación que ha sido manejada de manera oscura. La denuncia fue motivada por la lectura de un informe de la Silla Vacía en el que Pablo Medina le preguntó al arquitecto del parque por el proyecto en cuestión, y éste se negó a dar información, alegando un acuerdo de confidencialidad con el IDU. Consulté con un abogado y, en efecto, en un proyecto público, no puede haber un acuerdo de tal tipo. Me apoyo, además, en el resultado de una reunión formal entre los vecinos del parque y Planeación Distrital, en la cual quedó claro que en Planeación recibieron el proyecto, le hicieron los comentarios del caso, lo devolvieron, y no volvieron a saber del mismo. Esto significaría que el proyecto no tiene licencia. De tenerla, sin embargo, la prueba le corresponde al contratista. Hay que ser poco perspicaz para no entender que el IDU, el IDPC, el contratista y el arquitecto, han actuado con dilaciones frente a la comunidad, presumo que para conseguir entretanto el aval que su proyecto necesita.

Pasemos a lo importante. Me pide argumentos. Tengo un único argumento al que trato de darle vueltas como una mosca. Se resume en que la arquitectura del nuevo parque es equivocada para el lugar en el que está. Lo demás son arandelas.

Me gustaría que usted, y quienes le encuentran virtudes al proyecto propuesto para el Parque del Bicentenario, las expongan con claridad. Por mi parte, algunos de los adjetivos que he utilizado contra el proyecto son: invasivo, desmedido, arrogante e irrespetuoso. Con variaciones sobre lo mismo.

Invasivo y desmedido porque se autoasignó más del doble del área que le correspondía. Arrogante e irrespetuoso porque toma una actitud para la cual es más importante la arquitectura que llega, que el entorno patrimonial existente al que desprecia.

En otro lugar podría ser una maravilla. En el sitio en el que está, con las características paisajísticas que tiene, y por la significación cultural que arrastra, está en el lugar equivocado.

Fraternal saludo,

Juan Luis Rodríguez

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Hugo Mondragón López says:
2011/05/23 at 5:34 pm

Estimados lectores

Mi amigo Juan Luís Rodríguez nos propone en esta oportunidad un artículo muy sugerente y pertinente (me parece pertinente discutir una intervención en un lugar tan importantes y simbólico de la ciudad), sin embargo, creo haber detectado algunos flancos descuidados en su argumentación.

En primer lugar, sería necesario seguir creyendo en la “Teoría de las Conspiraciones” para aceptar como razonable la argumentación de Juan Luís. Una conspiración en la que estarían involucrados: Opaín, IDU, IDPC, SCA y Giancarlo Mazzanti.

Si el argumento quisiera ir en esta dirección (y me parece legítimo que así sea) me parece que cualquier afirmación que no esté fundamentada en el examen y exposición de documentos concretos no pasa de ser una opinión. Y si esa opinión es una acusación, no pasa de ser una ligereza.

Si efectivamente hay un “asalto” como nos quiere convencer Juan Luís, a mi me hacen falta documentos, pruebas, datos concretos que efectivamente nos muestren que hay una conspiración orquestada entre las partes implicadas en el asunto.

Esto me parece particularmente delicado porque la crítica como instrumento de denuncia (un instrumento que me parece valiosísimo en las sociedades democráticas) queda en entredicho, se desgasta y pierde efectivadad si quien la ejerce no aporta las pruebas que sustentan su denuncia.

Esto lo saben, por manual, los periodistas que se dedican al periodismo de investigación.

Expresadas mis preocupaciones sobre este primer nivel de significación del argumento, debo decir que hay al menos otra cosa más que no me gusta.

Se puede expresar de la siguiente manera: no se pueden revolver peras con manzanas.

Me explico.

Se trata de una crítica al oportunismo de Opaín o a la ineficacia de la Administración Pública representada en el IDU y la IDPC?, Se trata de una crítica a la irrelevancia y al silencio complaciente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, o al modelo de contratación que pone a los arquitectos a trabajar para unos contratistas que históricamente han demostrado desconocer el significado de la palabra ética? O, finalmente, se trata de una crítica al ejercicio profesional de un arquitecto, que a estas alturas y con tantas condiciones estructurales impuestas no se le puede acusar más que de ser un esclavo de sus propias circunstancias?

Cualquiera de las anteriores me parece interesante como campo de indagación, sin embargo, en un texto tan breve como el que nos presenta Juan Luís, no se puede pretender hacer una crítica de todas las anteriores sin correr el peligro de que la crítica se torne superficial.

Hemos tenido muchas conversaciones con Juan Luís, con quien nos une una amistad fraternal, y en nuestras conversaciones aparece con mucha frecuencia la necesidad no sólo de escribir una nueva historia de la arquitectura colombiana (la que está escrita es un edificio totalmente agrietado y mal construido), sino también sobre la necesidad de ejercer una Nueva Crítica en la que, entre otras cosas y por norma general, los nombres propios estén siempre al pie de página. Sin embargo, en esta oportunidad, esta condición ha sido violada intencionalmente.

Me parece innecesario -dado el contexto que nos dibuja este artículo- apuntar con el dedo acusador a Mazzanti, quien como hemos visto, a mercer de la voracidad de los privados, frente a la inoperancia de los organismo estatales, sin el respaldo del gremio y con un modelo de contratación que lo convierte en empleado del contratista, trata de hacer arquitectura por entre las fisuras de un corsé cada vez más apretado e inmovilizante.

Me parece que hay cruzadas más nobles y urgentes y están sugeridas en el propio artículo.

Pensar que Mazzanti es el malo de la película es una distracción.
Y además, en cualquier película, cuando un malo es muy malo, uno termina por no creerse el personaje.

Light, copión, tropicaloide, revistero, farandulero, oportunista… ¿De cuántas cosas más vamos a acusar a Mazzanti? A esta altura está convertido en un verdadero demonio de la arquitectura en Colombia. Mazzanti “El Coco”.

Con ánimo disciplinar y mostrando una posible salida crítica, me hubiese gustado que en el artículo se discutiera el problema de la historia y el tiempo de ese lugar -sin prejuicios conservacionistas- para preguntarse: Qué significa intervenir en el Parque de la Independencia? y desde las posibles respuestas a esta pregunta juzgar el proyecto en construcción.

Me gustaría conocer el significado de algunos términos propuestos por Juan Luís como “ligereza urbanística” o “ligereza arquitectónica”. Qué quieren decir en este caso particular, en dónde reside esa ligereza y cuáles son sus síntomas.

Me gustaría saber por qué: “cuando uno va y ve en el sitio lo que están por hacer queda petrificado”. Creo que esta sola frase da para todo un artículo que nos hiciera recorrer imaginariamente y a través de una descripción, la aberración inenarrables que está por construirse.

También habría agradecido el ahorro de ciertos clichés, aunque se hayan usado como ironias. Hasta cuando seguiremos con el discurso en contra de las “publicaciones internacionales”, que mientras más internacionales más perversas y sospechosas. Hasta cuando vamos a explicar un mal proyecto por el afán de su arquitecto de “pasar a la historia e impartir conferencias” (en el extranjero, seguro) para presentarse como un “salvador”.

Estimados lectores, después de leer el artículo que nos presenta Juan Luís, no pude hacerme a una imagen del proyecto en el lugar, no supe que pasó con el kiosko de la luz, tampoco del destino de los viejos y peligrosos árboles, no entiendo qué es lo que está tan mal, ni por qué debería apoyar a Juan Luís en su cruzada contra un proyecto que debería merecer nuestro desprecio y desaprobación.

Yo propongo: peras con peras y manzanas con manzanas.

De este artículo pueden salir muchos más, que situen la discusión en campos relacionados pero diferenciados: Así, se podría escribir una crítica que sitúan el proyecto en el campo de la ética, otro que lo hace en el campo del derecho urbanístico, otro más en el campo gremial, y otros en el campo del proyecto urbano y/o del proyecto de arquitectura.

Esta diferenciación me parece urgente para saber hacia donde y por qué razones específicas apuntar con nuestro dedo acusador.

Hugo Mondragón L.

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¿Y el P.O.T.?

Entre las muchas omisiones que no se le anotaron a Samuel Moreno Rojas para suspenderlo en la Alcaldía de Bogotá, esta la «Revisión del POT»: trabajo inconcluso y errante que tras 3 años no ha llegado a nada, bueno salvo un oneroso gasto en honorarios, estudios, planos y sobre todo mucha prensa.. para tapar las irregularidades y hacer autobombo de cada declaración del «burromaestre».

La excusa fue tratar de acomodar la ciudad al Metro, su proyecto bandera; sin embargo cada vez que un grupo de proponentes daba una alternativa del trazado, salían las observaciones de legos y expertos que obligaban al Alcalde a dar marcha atrás o cambiar sin mayor razón técnica trazados y  presupuesto, acortando siempre para evitar entrar en controversia; tanto que algunas personas terminamos por denominarlo el «Alcalde Clutch», por que cada vez que metía la «pata» hacia el cambio.

Al parecer, los consultores, el Alcalde y sus asesores nunca leyeron el POT y menos el Plan Maestro de Movilidad, donde estaba ya esbozado y previsto el Metro como una etapa a largo plazo, con pre-requisitos como el Sistema Integrado de Transporte Publico SITP y varias Fases de TransMilenio que permitirían entonces valorar  la movilidad urbana para determinar de acuerdo con tendencias del desarrollo urbano las mejores alternativas para que el Metro si se justificaba entonces, fuera el complemento.

Y una revisión que la misma Secretaria de Planeacion había programado para desarrollarla en 6 meses, por la falta de objetivos, de gerencia y de una visión concertada, se fue alargando y diluyendo, luego de 3 años sigue aun peligrosamente en pañales, tanto que ya varias entidades académicas y gremiales han solicitado que se suspenda el trámite, y mas ahora ante la ausencia del Alcalde.

Mientras tanto, la incertidumbre que generó el proceso, representó una baja notable en la inversión privada en la ciudad. Basta ver por ejemplo los 21 Planes de Renovación que no arrancaron, y muchos otros proyectos que se quedaron entre el tintero; los que si aprovecharon y pescaron en «río revuelto» fueron varios especuladores inmobiliarios que ofrecieron y vendieron predios e inmuebles con la excusa falsa de que el nuevo POT traería cambios en las UPZ, con aumentos de alturas y densidades en ciertas zonas de la ciudad.

Valdría la pena que los entes de control, en especial la Procuraduría, evaluaran, independiente de los miles de millones de los estudios contratados cuanto ha representado negativamente para la ciudad la incertidumbre generada por la alargada y desorientada Revisión del POT, y si a esto le agregamos los costos de disfuncionalidad urbana que ha generado el desorden de las obras publicas mal programadas, sin el debido control y seguimiento, tendríamos que las perdidas generadas por el «carrusel de la contratación»  son mínimas y por tanto llevaderas.

 

FRANCISCO PARDO TELLEZ

Arquitecto 4 x 4

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La mala Memoria

Enero 30-2011

Yo prefiero los proyectos amnésicos, pero una de las exigencias de los concursos arquitectónicos es presentar una “memoria”. Y como no existe un consenso sobre qué significa en estos casos la palabra “memoria”, cada participante presenta su versión.

Algunas son del modelo: “en el primer piso queda la secretaría, la oficina de radicación, el auditorio, etc…” que repiten en prosa los planos dibujados, en el supuesto de que los jurados son retrasados mentales.

Otras resumen los pensamientos que el arquitecto tiene atragantados y necesita expulsarlos aunque no tengan nada que ver con el concurso. Por ejemplo: “La responsabilidad del arquitecto es crear los espacios para las actividades del hombre. Debemos establecer entonces cuáles son estas actividades, pero antes debemos definir al hombre, etc. …”

Un tercer grupo, con el cual me identifico, supone que un proyecto bien presentado se explica solo, y la memoria debe complementar o aclarar solamente lo que los planos no pueden mostrar.

Hay también un grupo imposible de definir que trataré de mostrar, con base en apartes verídicos (lo juro) de memorias de un concurso que me correspondió juzgar:

– «Criterios Arquitectónicos: Descubrir la planta profunda y esculpir el espacio vacío»
– “Plazoleta del volver a ser”
– “Materiales: Uso austero aprovechando materiales intrínsecos, sin ornamentos…”
– «El edificio es una pieza urbana que se encaja con suavidad rotunda en el tejido del sector…»
– “Hacia un edificio simbólico jerárquico y potente. Un edificio fluido, elemento de convivencia,”
– “La expresión espacial del proyecto está referida a las propiedades de los cuerpos y los fluidos. Dando una identidad matérica a cada cuerpo, el usuario reconoce e identifica las actividades a través de la arquitectura.”
– “Fachadas sutiles convertidas en …polvo, en humo, en aire, en sombra….en nada.”

Yo invito humildemente a que alguien me explique, en un lenguaje elemental:

– ¿Qué es una planta profunda y cómo se descubre?
– ¿Qué se necesita para esculpir un espacio vacío?
– ¿En qué consiste una plazoleta de volver a ser?
– ¿Cuáles son los materiales intrínsecos?
– ¿Qué tan suave es una suavidad rotunda?
– ¿Cómo se sostiene un edificio fluido?
– ¿La identidad matérica es interesántica?
– ¿Una fachada en polvo es lavable?
– ¿Una fachada en nada es lo mismo que nada de fachada?

Termino esta categoría con la increíble explicación (memoria) que da el diario El Mundo de España, del proyecto del arquitecto Enric Ruiz-Geli para el nuevo restaurante El Bulli, del famoso Chef Ferrán Adrià. Según El Mundo, Ruiz-Geli “Para diseñarlo, ha partido, como ya hace Adrià en su cocina, de las partículas a través de un complicado sistema de escaneado que permite obtener un mapa de moléculas en movimiento del aire y los objetos del solar de Cala Montjoi en el que está el restaurante, a partir del cual ha diseñado las formas de los nuevos espacios”, explica “El Mundo”.

Yo no puedo creer que alguien pueda decir semejante chorrada (estupidez diríamos por acá) y quedarse serio. Pero como no estoy viendo la cara del Sr. Ruiz-Geli, y presumo que habrá algunos que le crean aunque no lo entiendan (a eso lo llaman fe) le otorgo el beneficio de la duda, y poniéndome a su altura, trataré de formular unas preguntas cuyas respuestas espero me iluminen el camino de la comprensión:

– ¿Cómo se escanea el aire en movimiento?
– ¿Qué moléculas se obtienen?
– ¿Cómo se dibuja un mapa de moléculas de aire en movimiento y objetos del solar?
– ¿Cuál es la forma de estos espacios aeroescanomolecularesobjetoformos resultantes de un mapa de moléculas de aire en movimiento y objetos del solar?
– ¿En esos espacios aeroescanomolecularesobjetoformos se pueden poner mesas y asientos, e inclusive almorzar?
– ¿Si el proceso es reversible, se puede obtener una molécula de DNA escaneando un restaurante?

Este esperpento es una muestra de la logorrea que por medio de sus publicaciones, un grupo de pararquitectos-parafilósofos-paracadémicos españoles está exportando a sus colonias del otro lado del mar. A mi modo de ver, se trata de una peligrosa pandemia que se extiende como el cólera entre arquitectos y estudiantes.

La pregunta concluyente es: ¿Por qué estos personajes utilizan este lenguaje? Yo tengo tres respuestas.

Primero, porque pretenden burlarse de media humanidad. Y lo están logrando.

Segundo, porque necesitan destacarse y como no pueden lograrlo con sus proyectos, lo intentan con su blablablá. Y también lo están logrando.

Tercero, porque saben que el lenguaje claro es transparente, y permite ver que más allá de las palabras, no hay ninguna idea.

Cuando nuestra famosa reina de belleza dijo que Confucio inventó la confusión, se equivocó. La inventó un arquitecto español.

Willy Drews

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Comentarios sobre Arquitectura IMPONENTE

Diciembre 11-2010

Miguel Mesa dedica su columna “Una cosa más” (Revista Arcadia 63) al tema de la arquitectura IMPONENTE. Se sorprende de que lleguemos a preferir “lo abstracto sobre la vida de la cosa, lo que tiene valor de cambio (cálculo, mesura) sobre lo que tiene valor de uso (animación, función)”. La arquitectura “imponente, lo es casi con seguridad porque se ha impuesto a algo o a alguien”, lo cual la hace antipática “Se trata de arquitecturas más estilísticas y enfrascadas que oportunas o vitales”. “Las arquitecturas imponentes son esas que parten la ciudad, la anulan y son signos de inequidad”.”Pero los edificios imponentes son impotentes: no saben nada de la geografía, el clima o el urbanismo. Edificios herméticos que aterrizan impávidos en la calle y se mantienen con aire acondicionado en el trópico”. Hasta aquí Miguel.

Seamos justos, Miguel. La verdadera arquitectura imponente (que la hay) no es culpable de que le adjudiquen el criticado adjetivo; nace sin pretensiones y su calidad, el cumplimiento de la función para la cual fue creada, la estética resultante de la ética de su diseño y la aceptación y cariño de sus usuarios durante años (ojalá muchos) la convierten, sin quererlo, en imponente. Es el caso del Partenón, el Taj Majal, Santa Sofía, la Torre Eiffel, la Opera de Sídney, y otras más, no muchas, que se convierten además en obras emblemáticas de una ciudad o un país.

Nos referimos entonces a esa arquitectura mediática que nace del arquitecto pedante, la enaltece la revista de moda, y finalmente el público borrego califica automáticamente de imponente. Es esa arquitectura nouvelera, hadidnutil, koolhaastiada, gehrympactante que se destaca por ser la más ostentosa, o la más cara, o la más alta, o la más absurda, o la del mayor voladizo innecesario. Son los falsos positivos de la arquitectura.

Pero hay días en que somos tan móviles, tan móviles,… que nos damos cuenta de que el hecho de que un edificio en forma de supositorio afecte la silueta de Barcelona, no lo convierte en imponente. Y empieza el derrumbe de esa falsa arquitectura.

Entretanto las ciudades crecen albergando no solamente los edificios prepotentes, sino también aquellos que se acomodan discretamente en el paisaje urbano respetando la historia, la geografía, la cultura y las características del entorno, conformando espacios acogedores y socializantes. Es esa arquitectura aaltodenada, jacobsencilla, sisaccesible, salmonamable, moneoportuna, que se agradece poco y se publica con desidia para la inmensa minoría.

Milan Kundera afirma en “El arte de la novela”: “Antaño, yo también consideré que el porvenir era el único juez competente de nuestras obras y de nuestros actos. Sólo más tarde comprendí que el flirteo con el porvenir es el peor de los conformismos, la cobarde adulación del más fuerte. Porque el porvenir es siempre más fuerte que el presente. El es el que, en efecto, nos juzgará. Y por supuesto sin competencia alguna.”

Creo en Kundera y, aunque sin competencia, confío en que el porvenir, ese juez duro e insobornable, sepa distinguir entre la buena arquitectura que produce mejores ciudades, y la falsa imponente que las deslumbra por un día.

Willy Drews

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Por una crítica fundamentada y enriquecedora

(una respuesta propositiva a «Por un espacio para la crítica», Guillermo Fischer, Torre de Babel, 2 de noviembre de 2010)

En Colombia, la gran mayoría de arquitectos tenemos un conocimiento insuficiente de la arquitectura que produce en nuestro propio país, ya sea ésta buena, regular o mala. Con esto en mente y considerando que esta situación de desinformación es grave, se ideó y gestó A57 / Arquitectura en Colombia.  Conscientes de lo negativo que puede resultar publicar sólo proyectos y especialmente sólo imágenes de algunos proyectos, decidimos ampliar el espectro de lo que es y lo que puede ser arquitectura al incluir diferentes secciones como actualidad, crónica, reseña, opinión, entrevista, publicaciones etc. En cuanto a la sección “Proyecto”, nuestra posición es clara: Creemos que se deben publicar obras que, por alguna u otra razón pueden resultar interesantes, arquitecturas que no se parecen necesariamente entre sí, y que se deben publicar de una manera que permita al lector entender algo de lo que está detrás del proyecto y después hacer su propio análisis y tomar una posición al respecto: por eso hemos procurado no sólo publicar imágenes, sino texto que, bajo el formato entrevista,  da voz a los arquitectos sobre diferentes aspectos de una obra.

Creemos que en Colombia hace falta interacción y debate sobre la arquitectura local y los temas de agenda pública que les incumben a los arquitectos. Cualquier iniciativa en este sentido merece ser escuchada, independiente del tema, y en este sentido A57 cumple un papel activo divulgando constantemente lo que aparece publicado en otros medios, uno siendo Torre de Babel. Creemos que la interacción y la opinión se producen en lugares físicos y virtuales, en medios impresos y electrónicos, entre amigos y entre colegas. Nosotros hemos intentado promover esta interacción tanto como hemos podido, porque ahí es que surge la actitud crítica, la toma de posición frente a un tema.

Notamos que la comunidad de arquitectos colombianos no está acostumbrada a buscar -y tomar- la crítica o una  opinión como un medio para enriquecerse intelectualmente. Una crítica constructiva se diferencia de un ataque personal por fundamentarse en conocimiento de causa; en el estudio y la valoración de la información pertinente y sobretodo por adoptar una actitud propositiva al respecto. En este sentido, el papel de medios de comunicación y difusión como A57 -y Torre de Babel- es  apostar por una crítica constructiva, un intercambio respetuoso de ideas, un debate donde los participantes, cualquiera que esté dispuesto a hacerlo,  pueda expresar su opinión y adoptar una posición respecto a un tema sin ser atacado por ello.

Nuestros comentarios en el artículo “Compositores e intérpretes”, realizados a título personal no deben interpretarse como una descalificación del trabajo de Torre de Babel ni de ninguno de sus escritores, sino invitaciones a participar de un debate pertinente, donde no se trata de establecer quien tiene o no  la razón, sino de intentar argumentar ideas y de  buscar la crítica de la obra más que de la imagen de la obra.

Esperamos que Torre de Babel y todos los arquitectos acepten este reto  y  los invitamos a seguir intercambiando ideas y experiencias desde A57.

Maarten Goossens y Ana María Pinzón

A57 / Arquitectura en Colombia – info@a57.org

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Por un espacio para la crítica

Desde la dirección del portal A57 , Ana María Pinzón y Maarten Goossens , en sus comentarios al artículo Compositores e interpretes, [1] manifiestan su molestia por el hecho de que todavía exista la discusión sobre la copia, tema que al parecer les parece agotado o resuelto, pero sin decir porqué.

Existen muchísimos portales que hacen exactamente lo mismo que las muchísimas revistas de arquitectura, cuyo objeto comercial es la divulgación de arquitectura reciente, y aunque se califiquen de apóstoles de la arquitectura “de vanguardia” “nueva arquitectura” o “arquitectura emergente”, el hecho real es que ésta resulta  siendo la más fácil de vender, la más comercial, la más fácil de mediatizar. Para los que la vemos desde la otra orilla se llama simplemente “arquitectura espectáculo” y se explica claramente porque representa mejores  ingresos.

Dado que el producto que se vende en estos portales y revistas es ante todo la imagen, sin que importe de dónde viene,  ni cómo se produce, cualquier indagación en este sentido puede dañar el producto. Por este camino, la arquitectura es presentada por medio de fotos y descripciones frívolas, y cuidadosamente despojada de cualquier análisis.

La más  grave consecuencia de lo anterior  es que la información se presenta absolutamente alienada, y termina por alienar el juicio del lector sobre la arquitectura en general. Deduzco de los comentarios de los editores de A57 que es de su  interés  que la discusión sobre el plagio no continúe, porque la discusión es  algo que puede “magullar” la mercancía que pretenden vender. No es la primera vez que se trata de acallar la discusión sobre este tema que afecta a las mal llamadas vanguardias colombianas y latinoamericanas.

En cambio, encontramos que los portales y espacios de crítica, donde se razone sobre la arquitectura de manera intelectual, se cuentan con los dedos de una mano: Vitruvius en Brasil , el desaparecido Crítica y Arquitectura  de Mario Rosaldo  y Bazar Americano en Argentina. [2]

La SCA ha evitado, por no decir vetado, cualquier discusión del tema  en Bienales y Congresos. Otros mercaderes de la imagen, como Miquel Adriá, editor de Arquine, han tratado también de eliminar  la discusión, calificando incluso de  “reaccionarios” a quienes hemos argumentado y discutido de manera abierta en la Web [3]. Adriá aparentemente estaría preocupado porque una discusión como ésta trastoque el orden establecido en la mediatización de su ya bien definido nicho en el mercado arquitectónico.

Ana María pregunta: ¿Cuál es el objetivo de esta discusión? Hasta el momento he asumido que pregunta para decir indirectamente que la misma no tiene sentido, pero puede ser que su curiosidad sea genuina.

Pues bien, el tema del plagio es simplemente un fragmento de una discusión más amplia sobre el “estado del arte” en la arquitectura colombiana e iberoamericana; tema que comprende no sólo problemas relacionados con las formas de proyección, en los cuales se inscribe el plagio, sino también sobre temas abiertos hace mucho tiempo e igualmente resueltos a medias como la identidad –local, nacional o regional– o la existencia o inexistencia de la vanguardia en Latinoamérica.

El pensamiento crítico  permite, entre otros, develar lo que no se aprecia en la superficie, hacer claros los procesos de generación y producción en la proyección arquitectónica. He aquí  la importancia de la existencia de lugares para el  pensamiento crítico y  la discusión.

Torre de Babel intenta ser uno de estos lugares. Un espacio para dilucidar en torno a las ideas y planteamientos que están en la base de la arquitectura que producimos hoy en día. Nos interesa tanto discutir sobre lo que se produce como sobre los procedimientos e ideologías que rigen la producción; nos interesa, en contraposición a esta frívola abundancia mediática, ofrecer un espacio de carácter intelectual para arquitectura.

Aprovecho para reiterar que Torre de Babel  es un portal abierto a todas las colaboraciones, desde cualquier ideología. Sólo se necesitan argumentos y todos son bienvenidos.

Guillermo Fischer

[1] http://torredebabel.info/blog.php/?p=1405

[2] http://www.vitruvius.com.br/revistas/browse/arquitextos

http://www.bazaramericano.com/arquitectura/index.htm

[3] http://www.elpais.com/articulo/arte/sicarios/

orquideas/elpepuculbab/20080621elpbabart_8/Tes

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