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Por un espacio para la crítica

Desde la dirección del portal A57 , Ana María Pinzón y Maarten Goossens , en sus comentarios al artículo Compositores e interpretes, [1] manifiestan su molestia por el hecho de que todavía exista la discusión sobre la copia, tema que al parecer les parece agotado o resuelto, pero sin decir porqué.

Existen muchísimos portales que hacen exactamente lo mismo que las muchísimas revistas de arquitectura, cuyo objeto comercial es la divulgación de arquitectura reciente, y aunque se califiquen de apóstoles de la arquitectura “de vanguardia” “nueva arquitectura” o “arquitectura emergente”, el hecho real es que ésta resulta  siendo la más fácil de vender, la más comercial, la más fácil de mediatizar. Para los que la vemos desde la otra orilla se llama simplemente “arquitectura espectáculo” y se explica claramente porque representa mejores  ingresos.

Dado que el producto que se vende en estos portales y revistas es ante todo la imagen, sin que importe de dónde viene,  ni cómo se produce, cualquier indagación en este sentido puede dañar el producto. Por este camino, la arquitectura es presentada por medio de fotos y descripciones frívolas, y cuidadosamente despojada de cualquier análisis.

La más  grave consecuencia de lo anterior  es que la información se presenta absolutamente alienada, y termina por alienar el juicio del lector sobre la arquitectura en general. Deduzco de los comentarios de los editores de A57 que es de su  interés  que la discusión sobre el plagio no continúe, porque la discusión es  algo que puede “magullar” la mercancía que pretenden vender. No es la primera vez que se trata de acallar la discusión sobre este tema que afecta a las mal llamadas vanguardias colombianas y latinoamericanas.

En cambio, encontramos que los portales y espacios de crítica, donde se razone sobre la arquitectura de manera intelectual, se cuentan con los dedos de una mano: Vitruvius en Brasil , el desaparecido Crítica y Arquitectura  de Mario Rosaldo  y Bazar Americano en Argentina. [2]

La SCA ha evitado, por no decir vetado, cualquier discusión del tema  en Bienales y Congresos. Otros mercaderes de la imagen, como Miquel Adriá, editor de Arquine, han tratado también de eliminar  la discusión, calificando incluso de  “reaccionarios” a quienes hemos argumentado y discutido de manera abierta en la Web [3]. Adriá aparentemente estaría preocupado porque una discusión como ésta trastoque el orden establecido en la mediatización de su ya bien definido nicho en el mercado arquitectónico.

Ana María pregunta: ¿Cuál es el objetivo de esta discusión? Hasta el momento he asumido que pregunta para decir indirectamente que la misma no tiene sentido, pero puede ser que su curiosidad sea genuina.

Pues bien, el tema del plagio es simplemente un fragmento de una discusión más amplia sobre el “estado del arte” en la arquitectura colombiana e iberoamericana; tema que comprende no sólo problemas relacionados con las formas de proyección, en los cuales se inscribe el plagio, sino también sobre temas abiertos hace mucho tiempo e igualmente resueltos a medias como la identidad –local, nacional o regional– o la existencia o inexistencia de la vanguardia en Latinoamérica.

El pensamiento crítico  permite, entre otros, develar lo que no se aprecia en la superficie, hacer claros los procesos de generación y producción en la proyección arquitectónica. He aquí  la importancia de la existencia de lugares para el  pensamiento crítico y  la discusión.

Torre de Babel intenta ser uno de estos lugares. Un espacio para dilucidar en torno a las ideas y planteamientos que están en la base de la arquitectura que producimos hoy en día. Nos interesa tanto discutir sobre lo que se produce como sobre los procedimientos e ideologías que rigen la producción; nos interesa, en contraposición a esta frívola abundancia mediática, ofrecer un espacio de carácter intelectual para arquitectura.

Aprovecho para reiterar que Torre de Babel  es un portal abierto a todas las colaboraciones, desde cualquier ideología. Sólo se necesitan argumentos y todos son bienvenidos.

Guillermo Fischer

[1] http://torredebabel.info/blog.php/?p=1405

[2] http://www.vitruvius.com.br/revistas/browse/arquitextos

http://www.bazaramericano.com/arquitectura/index.htm

[3] http://www.elpais.com/articulo/arte/sicarios/

orquideas/elpepuculbab/20080621elpbabart_8/Tes

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Plagio y moral

Isaac Broid y Felipe Assadi hace poco participaron en el concurso para el Conjunto de Artes Escénicas de Guadalajara, con una propuesta que a todas luces es casi idéntica al proyecto de la Biblioteca de Santo Domingo Savio, de su amigo Giancarlo Mazzanti, proyecto que ya había sido objeto de debates por variadas causas, sobre todo, por su impresionante parecido al proyecto de concurso de David Chipperfield para el Centro multimedia de Hong Kong. La línea continúa y la falta de citación también.

I. Broid y F.Assadi: Conjunto de Artes Escénicas de Guadalajara, 2009
G.Mazzanti, Biblioteca Santo Domingo Savio, 2007
D.Chipperfield, Hong Kong University, concurso, 2003

Este doble parecido no dejaría de ser eso, un parecido, de no ser porque Broid y Assadi no dan explicaciones al hecho en su memoria del concurso; como no la dio Mazzanti en el suyo, en el que además “reutilizó” en lugar de “citar” la memoria de Chipperfield.

Evidentemente, con esta intencionada reutilización del proyecto de Mazzanti; me arriesgo a suponer que Broid nos quiere mostrar algo:

Que el repertorio formal de la arquitectura está agotado y que simplemente no queda más por hacer que reciclar. O bien, ¿será  mostrarnos –a quienes nos hemos quejado y a quienes les parece una queja injustificada– la validez ética en el campo de la arquitectura de retomar ideas proyectuales de otros autores y presentarlas como propias?

En principio, si se trata de demostrar que la arquitectura agotó sus temas, estaría de acuerdo con Broid-Assadi, más no estaría de acuerdo con que esto justifique la reproducción estilística de manera ligera, como es este caso, sin que haya una reflexión y maduración de las ideas, que de existir, le aportaría sin duda al desarrollo de la arquitectura.

Como parece que lo que vemos en la secuencia de Chipperfield, pasando por Mazzanti y terminado por ahora en Broid y Assadi, no se trata de la utilización de una tipología que implica evolución, sino más bien de un modelo, en los  términos clásicos de Quatremere de Quincy: “El modelo, entendido según la ejecución práctica del arte, es un objeto que debe repetirse tal cual es. El tipo es por el contrario, un objeto según el cual cada uno puede concebir obras que no se parecerán en nada entre sí. Todo es preciso y está dado en el modelo. Todo es mas o menos vago en el tipo…” [1], remitiendo de paso, los proyectos de Mazzanti y Broid al campo  del  zeitgeist,  o, a la frivolidad de la moda.

El utilizar la creación ajena sin reconocer la fuente es condenado actualmente por la sociedad capitalista, donde aparece el concepto de la propiedad privada, del cual se deriva el derecho a la propiedad intelectual; concepto inexistente en la antigüedad y que hace su aparición con la revolución industrial.

Se nos ha adoctrinado, como anota Stanley Fish de manera práctica en dos columnas publicadas en el New York Times :

“Estos últimos años ha existido un sinnúmero de asaltos a la noción de la originalidad, desde campos tan diversos como la teoría literaria, la historia, los estudios culturales, la filosofía, la antropología y las ciencias del Internet.

La autoria intelectual individual, como nos lo han dicho, es una invención reciente de una cultura burguesa obsesionada con el individualismo, los derechos individuales y el mito del progreso. Todos los textos son palimpsestos de textos anteriores; no ha existido  nada nuevo debajo del sol desde que Platón y Aristóteles, y ellos no eran nuevos tampoco; todo pertenece todos. En períodos anteriores las obras de arte fueron producidas en talleres por los equipos; el artesano principal pudo haberlos firmado, pero eran productos comunales. En algunas culturas, incluso valoran mas la imitación de modelos estándares que el trabajo que se destaque por la innovación. …” [2]

Aclara Fish que el problema del plagio atañe sobre todo al mundo académico, dado que para otros como  los científicos, historiadores o periodistas profesionales, el usar material ajeno sin acreditarlo es algo inconcebible. En cambio, en el campo de la música o la novela, la línea que delimita lo incorrecto y lo posible, comienza a ser difusa; y como añado yo, en el campo de la arquitectura es aun más borrosa.

Sin embargo, mientras en las artes plásticas, como en la música y la literatura la forma de calificar el plagio esta más o menos definida, en arquitectura aparentemente no existe una medida exacta para hacerlo, y esto es aprovechado de manera descarada por quienes lo ejercen. Tal vez la dificultad de establecer el plagio en arquitectura  se encuentre en la manera en que opera la arquitectura desde sus orígenes, en clara contravía del  concepto de propiedad intelectual capitalista.

En las sociedades primitivas el diseño arquitectónico hace parte de la cultura colectiva, y trabaja sobre  tipos arquitectónicos que van evolucionado con  la cultura de manera holística, así vemos en las tribus indígenas el edificar con cantos y rezos que trasmiten toda la información necesaria para este fin, sin que exista el concepto de autoría individual.

Si bien conocemos los nombres de los autores de las obras canónicas de la antigüedad clásica, es claro que trabajan bajo principios operativos proyectuales basados en el tipo como herramienta de diseño.

En la Roma clásica, el saber heredado de la cultura griega y los propios desarrollos romanos es compilado en códices como el de Vitruvio, que a su vez es reeditado por Felipe II en las Leyes de  Indias.[3]

En el Medioevo, el tipo llega a ser la manera principal de hacer arquitectura, y la aparición misma del Gótico el resultado de la obtención de conocimiento de una comunidad técnica por medio del ensayo y error, que termina por edificar un tipo arquitectónico novedoso.

En el Renacimiento se trabaja sobre tipologías y estilísticas clásicas

basadas en los antiguos códices romanos.

En el Barroco encontramos el renacer de la tratadística con sinnúmero de autores nuevamente operando con la tipología y una nueva estilística

En el siglo XVIII comienzan a aplicarse las normas que regulan la propiedad intelectual, como una consecuencia derivada de la propiedad material que genera capital.

El Movimiento Moderno, que paradójicamente buscaba una reforma social radical por medio de una arquitectura basada en la innovación como objetivo, construye una estilística comunal que buscaba significar la ruptura con la historia.

La dificultad para discernir y calificar el plagio en arquitectura yace como vemos en el carácter comunal de la creación arquitectónica a lo largo de la historia.

El plagio es un problema que atañe la esfera de la ética del individuo, dado que la moral colectiva no tiene claridad sobre lo que constituye plagio en el campo de la arquitectura.

Para Fish la investigación en la academia esta construida sobre la originalidad y el deseo de progreso del pensamiento “usted puede entonces decir que estas suposiciones y los resultados que se esperan –nuevas miradas, soluciones a problemas– serán destruidas si los estudiantes e investigadores toman la salida fácil y simplemente  copian algo que algún otro ha hecho ya.” [2]

En lo particular, y siguiendo a Fish, me tiene sin cuidado el problema moral de la copia en arquitectura, al fin y al cabo quien lo practica, más que todo, se engaña a sí mismo; mi preocupación está en el campo de lo profesional y académico.

El problema real, es que esta conducta no le aporta un ápice al crecimiento intelectual del individuo “que pierde una oportunidad para mejorar su habilidad de razonar o adquirir herramientas de habilidad”. [2]

Pero más grave aun es el daño que el plagio le hace a la arquitectura como epistemología, que al ser despojada de su capacidad de investigación y exploración pierde toda oportunidad de desarrollo intelectual.

En un medio en el que las revistas de decoración posan de arquitectura; las revistas de arquitectura posan a su vez de culturales; y las revistas culturales hacen lo propio posando de intelectuales, amén de las Bienales de Arquitectura, parecen encontrarse todas en plan de festejo del plagio, sólo resta que  quienes estamos vinculados a la academia, nos preocupemos por evitar esta práctica del reciclaje encubierto de vanguardia, como un asunto profesional; buscando que por lo menos en la academia se desarrollen nuevas soluciones y nuevas miradas, en busca de una arquitectura que resista el calificativo de vanguardia. En principio, todos estamos de acuerdo que se necesita una arquitectura contemporánea. No estamos de acuerdo con los procedimientos para lograrla, ni con los medios para publicitarla.

Guillermo Fischer

[1] Antoine Quatremere de Quincy, Dictionnaire historíque de l´Architecture, Paris, 1832
[2] Stanley Fish, Plagiarism Is Not a Big Moral Deal y The Ontology of Plagiarism: Part Two, new York Times, 2010
http://opinionator.blogs.nytimes.com/2010/08/09/plagiarism-is-not-a-big-moral-deal/
http://opinionator.blogs.nytimes.com/2010/08/16/the-ontology-of-plagiarism-part-two/
[3] http://revistas.ucm.es/ghi/02116111/articulos/QUCE8585120083A.PDF

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El cliente

Como lo dijo el gran arquitecto norteamericano del  XIX, Henry Hobson Richardson, el primer principio de la arquitectura (trabajo o deber, hay varias versiones) es conseguir el encargo, en lo que insistió, décadas después, el húngaro Marcel Breuer: “Un pintor hace algo y entonces lo vende; un arquitecto lo vende primero y después lo hace” (Sargent, Profile of Marcel Breuer, c.1971). Los negociantes de propiedad raíz se dicen promotores para disimular, las escuelas de arquitectura se quedan si mucho en los usuarios, y los historiadores del arte los llaman mecenas. Pero poco se habla de los clientes pese a que reúnen en una sola persona (y sus familiares y amigos y asesores ad hoc) al promotor y el usuario, y a que el éxito de un arquitecto es convertirlos en mecenas que utilizaran asiduamente sus servicios.

Las Pirámides no existirían sin el faraón Zoser ni el templo de Hatshepsut sin la Reina. Ni el Partenón sin Pericles ni el Panteón sin Adriano. Ni Santa Sofia sin Justiniano ni Sainte Dennis sin el abate Suger ni San Pedro sin varios Papas. La Alhambra sin los reyes Nazaríes ni El Escorial sin Felipe II ni Versalles sin Luis XIV ni Brasilia sin Juscelino Kubitschek. Ni el centro Pompidou sin Pompidou. Y fueron las Capuchinas Sacramentarias del Sagrado Corazón de Jesús las que permitieron que Luis Barragán realizara su estupenda capilla de Tlalpan en Ciudad de México. Como dice Raúl Ferrera, su colaborador, en su libro sobre la misma, la presencia del cliente en el éxito de una obra arquitectónica es fundamental “para que se realice la belleza y la conjunción natural de todos los materiales que la producen”.

Son muchas las conjunciones de cliente y arquitecto que han dejado hitos de la arquitectura.  Eusebi Güell y Antoni Gaudi. El doctor Dalsace y Pierre Chareau. El padre Couturier, el doctor Curutchet y Pierre y Eugenia Savoie con Le Corbusier. Edith Farnsworth y Ludwing Mies van der Rohe (pese al pleito). Harry Gullichsen y Alvar Aalto. Jonas Salk y Louis Kahn. Frank Lloyd Wrigth y Edgar Kaufmann, quien auspició por insinuación de su hijo esa obra maestra que es la Casa de la cascada. O cuando el arquitecto es su propio cliente como en los Taliesin de Wright, la casa en Muuratsalo de Aalto, la de cristal de Philip Johnson, la de Barragán o la de Óscar Niemeyer o la de Rogelio Salmona, que si que supo cultivar sus clientes, o cuando otros arquitectos son los intermediarios como en algunas de sus obras maestras.

Es imprescindible en los clientes un mínimo de cultura y sobre todo sensibilidad a ambientes, espacios y volúmenes. Que sepan comunicar sus deseos y necesidades, sueños, expectativas y posibilidades, buscando del arquitecto una obra memorable. Como se ha dicho, que digan el “qué” e incluso que insinúen (respetuosamente) soluciones pero que dejen al arquitecto el “cómo”. Deben tener paciencia con él, y confianza en su idoneidad y experiencia. Por eso se dice que no se escoge un proyecto sino un arquitecto. Lo que les llevará a respetar sus ideas que les explicará con textos, dibujos y maquetas o animaciones enseñándoles arquitectura . Sin clientes no hay edificios, y aunque buenos arquitectos siempre hay, sin buenos clientes no hay buena arquitectura ni construir es placentero.

Benjamin Barney

publicado en El País, Cali 05/08/2010

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El vacío del diseño


David Dillon


El siguiente es un extracto de un texto del crítico norteamericano David Dillon, recientemente fallecido, tomado de una alocución dirigida al Concejo de Ejecutivos del Componente Arquitectónico en Richmond, Virginia en Agosto del 2008. Su validez y vigencia para el medio profesional y gremial colombiano es total y por tal razón debería ser divulgado en la Bienal Iberoamericana a tener lugar en Medellín. La traducción de GERMÁN TÉLLEZ, Hon. F. AIA, fue hecha sobre el editorial de Robert Ivy, F.AIA, publicado en el número de Julio 2010 de la revista Architectural Record. Si la situación en los Estados Unidos es como la analiza David Dillon, qué se podría pensar de la que existe en Colombia?.


“…existe un enorme vacío de crítica o comentarios serios sobre diseño, en el cual la arquitectura, el arte más público de todos, está perdiendo contacto con su público – con su base de clientela, si se quiere – y tiene cada vez menos influencia sobre el planeamiento y diseño de nuestras comunidades.

Para reafirmar lo obvio, los periódicos norteamericanos están en una modalidad reductiva , con sus utilidades y su franja del mercado publicitario en radical disminución. Una de las áreas en mayor peligro es la del cubrimiento del arte y la arquitectura. Este cubrimiento está siendo marginado o eliminado a través del país…

Esto es desastroso pues los críticos periodísticos son la primera línea del cubrimiento arquitectónico, siempre más a tiempo y con frecuencia de manera más comprensiva que en las revistas de diseño. Los periódicos son donde el público obtiene la mayor parte de su información sobre arquitectura y también sobre planeación urbana, desarrollo comunitario, conservación de vecindarios y otros temas sobre los cuales se preocupa. Las fuentes electrónicas de información no pueden  ni comenzar a llenar esta brecha, lo que significa que la conversación se ha detenido sobre la mayoría de estos temas de importancia vital. El diálogo y el debate han cedido su lugar a un silencio ensordecedor.

Sin embargo, no creo ni por un segundo que el público no se preocupe ya por la arquitectura y el urbanismo o que estos se hayan tornado en temas propios de escasos círculos de tertulia. Observen la proliferación de comités de revisión de proyectos y planeación que han surgido en todo el país…Que esto indique que el público se apasiona por el diseño o está mortalmente asustado de lo que los arquitectos le podrían hacer a ellos, es un asunto muy diferente.

Lo que está haciendo falta en todas partes es un lenguaje común y un esquema compartido de referencias para hablar sobre estos temas. Los arquitectos y el público habitan mundos muy diferentes cuando se trata de identificar y analizar los asuntos que realmente importan en nuestras comunidades.

La revista ARCHITECTURAL RECORD, para la cual he escrito durante 15 años, recientemente entrevistó a seis críticos a escala nacional respecto de qué era lo más importante para los residentes en cada región del país. Casi sin excepción, los temas claves fueron públicos y cívicos – vivienda a costo accesible, planeamiento regional, acceso a transporte público, conservación de vecindarios y zonas históricas, congestión urbana, crecimiento urbano desordenado y espacios abiertos. La Arquitectura con A mayúscula, como sería, por ejemplo, a lo que están dedicados ahora Rem Koolhaas o Frank Gehry, a duras penas quedó en el último lugar de la lista (subrayado del traductor). Lo que equivale a decir que hay una gran desconexión por ésta época entre lo que hacen los arquitectos y publican las revistas y lo que el público hace o lo que realmente capta su interés.

Correctamente o no, el público percibe que la profesión es mayoritariamente indiferente a sus preocupaciones. Piensa que los arquitectos están interesados principalmente en la arquitectura como un arte, la arquitectura como un negocio o en defender la autonomía de la profesión, que ha sido ya mayormente entregada o despilfarrada, al paso que se ven a sí mismos como guardianes del dominio público y de los elementos sociales y comunales de la arquitectura y el diseño urbano.

Admito que esta es una división simplista, pero la brecha de comunicación es real  y los arquitectos y los periodistas llevan mucha de la responsabilidad por haber creado esa zanja, así como en la tarea de cerrarla. …debemos revivir el diálogo con el público sobre los temas de diseño. Arquitectos y revistas de arquitectura están buscando ahora caminos para recuperar influencia y ganar autoridad, que no es lo mismo que poder.

Poder es la capacidad de lograr que algo ocurra o no ocurra u ocurra de modo diferente. Autoridad es otra cosa. Autoridad significa que su trabajo es leído, se le escucha, se habla sobre este y se le presta atención. Influencia o autoridad no vienen de detener en seco el proyecto X  sino de lograr una gradual agudización de las percepciones comunales respecto de buena calidad de diseño y por ello mismo, elevar el nivel de las expectativas públicas sobre lo que es aceptable y lo que no lo es.

La gran crítica Ada Louise Huxtable dijo alguna vez que el público conoce sus derechos respecto de la ley o la seguridad social o la salud y está al día en todo aquello a lo cual tiene derecho cívico. Pero no sabe nada de aquello a lo que tiene derecho en arquitectura, diseño urbano o políticas del medio ambiente. El trabajo principal de una buena revista de diseño es el de ayudar a educar al público respecto de sus derechos en estos asuntos, pues en fín de cuentas su mejor aliado es un público ilustrado y preocupado y su más poderosa arma es la habilidad para poner la opinión pública al servicio del buen diseño.”         

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OBSERVACIONES SOBRE LA CIUDAD ANÁLOGA


Matteo Agnoletto

Traducción de Nancy Rozo

Como en todas las ciudades existentes, también la città análoga de Aldo Rossi, una ciudad sin lugar ni tiempo, es el éxito de un largo proceso de gestación, que subyace en un acto de fundación y un intenso periodo de sucesivas estratificaciones, en este caso la naturaleza teórica y conceptual. Al enunciar los fundamentos de la teoría de la “ciudad por partes”, Aldo Rossi había renunciado a aceptar la peligrosa ruptura entre arquitectura y ciudad, y por consiguiente entre proyecto y realidad que a mediados de los años sesenta se instituía a través del trabajo de los radicales y el descubrimiento de la utopía, como una posible alternativa al funcionalismo y a la doctrina de los maestros del International Style.

La otra, contraria a la modernidad de la búsqueda rossiana -una tercera modernidad formulada con rigor disciplinar en las páginas de L’architettura della città2- reconoce en primer lugar el tejido urbano como un hecho independiente, irreproducible, heterogéneo y no clasificable en esquemas geométricos normatizados y absolutos. Observada como una “gran obra”, la ciudad es analizada en su variedad morfológica en cuanto resultado imprevisto de una combinación arbitraria y polivalente de arquitecturas individuales, medida ya sea en la dimensión espacial a través de sus “fragmentos” físicos constitutivos, o en la temporal con “los momentos diferentes” que contribuyeron a su periodización y a su exasperada conformación. El segundo asunto intrínseco filtrado con la teoría de la “ciudad por partes” fuera de cada modelo urbano unitario y preconstituido de derivación clásica. En el descarte entre el tradicional hábito de dibujar la ciudad limitada e identificada a través de una voluntad de forma – la forma urbis de Palmanova y de la Ville Radieuse- y la nueva visión moderna del mosaico de Rossi orientada hacia la concatenatio, el mensaje es a final de cuentas explícito: la ciudad no puede ser pensada en su totalidad o por fuera de una forma espacial cumplida. Esta pérdida de verdades totalitarias incluidas anteriormente en el modelo avala la recuperación de la pluralidad, privilegiando la complejidad en vez de la linealidad e introduciendo lo indeterminado en sustitución de la unidad metropolitana, de ascendencia hipodamea y gropiusiana. Traduciendo el conocimiento descubierto en Boullée al plano urbano, Aldo Rossi intuye que la ciudad, como no tiene una sola y obvia atmósfera, produce infinitas tensiones y nexos destruidos entre las cosas. Su estructura expresa muchos caracteres, algunas veces autoreferenciales, condicionando la comprensión, fundada sobre la diferencia de los hechos urbanos, construida sobre sectores morfológicos y alimentada por formas autobiográficas e inconscientes, tejiendo una relación insuperada entre forma e imagen indiferente de la función. Estas “partes”, además descomponibles en “piezas”, están clasificadas en elencos formales y predispuestas para ser colocadas en un orden alternativo y no previsto, a través del procedimiento aditivo. La puesta punto de la teoría de la “ciudad por partes” es para Rossi un expediente didáctico que se revelará en grandes actuaciones operativas desde allí a años después, especialmente por organizar la estructura de sus estudios, impuesta sobre el análisis urbano y sobre códigos relacionales que construyen la ciudad, tomados y aplicados en el proyecto. La persistencia y las permanencias urbanas deducidas por Poëte y Levedan, los elementos primarios y fijos de los monumentos y las tramas continúas de la residencia, “piezas de ciudad” unidos a la experiencia, refundan los procesos compositivos con los materiales provenientes de la ciudad, volviendo vana cada tentativa de mera ilusión y gratuita creación. En l’architettura della cittá este paso de la pura teoría a la aplicación proyectual aparece sin resolver, ni puesto de manifiesto. Si en el libro más conocido de Aldo Rossi, la teoría analítica todavía es un razonamiento acerca de la problemática de la arquitectura explicada siguiendo el planteamiento del tratado más que del manual, la acción para conseguir la obra, necesita de un mayor grado de precisión y profundización epistemológica. Tal acción se obtiene con la tesis paralela de la città analoga, que de escritura se transforma en dibujo y después en proyecto, estableciendo las bases para una metodología de la composición avanzada, coherente con las propias premisas y estructurada sobre principios artísticos y tipológicos consolidados.

Las ideas iniciales relacionadas con el tema de la analogía aparecen de manera difusa en libros colectivos y con más frecuente periodicidad en los primeros Quaderno azzurri al final de los años sesenta, intensificándose en el octavo (VIII), del 10 de julio de 1971, en los días en los que se desarrollaba con Gianni Braghieri el proyecto del Cementerio de Módena, admirable opción por los mecanismos análogos, cuando Rossi escribe: “Sistematización de los apuntes para la città analoga, dudas sobre la ejecución o conclusión de este libro- La città analoga como la acción paralela”3. En 1973, simultánea a las primeras impresiones y a las afortunadas traducciones de L’architettura della città, aparece en el colofón de las ediciones Franco Angeli, indicada como “próxima a salir” en la colección de libros dirigida por Massimo Scolari, un texto esperado de Aldo Rossi, titulado La città analoga4, “una especie de proyecto, de obra directamente de tendencia […] no siendo todavía un libro de proyectación como había intentado, sino un libro con mayores indicaciones con respecto a la arquitectura de la ciudad”. El anuncio fue hecho en Architettura Razionale, volumen que recoge las contribuciones a la Sección encargada a Aldo Rossi por la XV Trienal de Milán y momento de identificación de la Tendenza5. Durante esa misma muestra en Milán6, Arduino Cantàfora representa la sugerencia de Rossi, en el lienzo prospectivo de la città analoga: mezclando arquitecturas rossianas con edificios anónimos, monumentos urbanos y citas afectivas a proyectos de Behrens, Loos, Boullée, Hiberseimer – lenguajes entre lenguajes– la ejemplificación pictórica de Cantàfora declara la intención del maestro. El gran óleo es la primera traducción gráfica del concepto rossiano, todavía empírico y en fase de perfección, que aplica explícitamente la técnica combinatoria de las visiones fantásticas de Canaletto, de algunos pintados por William Marlow y John Soane, de los cuadros pintorescos y del paisaje inglés que suman arquitecturas de diferente estilo y aparentemente pertenecientes a tiempos diferentes al del núcleo de la composición. La complejidad de los contenidos propios de las temáticas y de las operaciones que justifican la città analoga permite que se relacione sin cambios con la historia. Saliendo del laberinto de la improvisación y de la casualidad, satisfacen el haber seleccionado el terreno cierto de la consciencia, la trama plural preseleccionada por Rossi distingue la poética de la monotonía perfectamente lineal, repetitiva y estática de cierta arquitectura similar en la que se basan Giorgio Grassi y Vittorio Gregotti, transformándola fácilmente en reconocible. Además de las referencias al naturalismo7, al pintoresquismo, al surrealismo de Breton, la città analoga se traduce en simulacro expresivo de la ciudad informal, reflejando sus reglas, basada en hechos urbanos de la realidad más que en las ilusiones de las ideas, el antimodelo que asegura la decadencia de los instrumentos racionalistas de control urbano, una especie de contramanifiesto al pensamiento de los intérpretes del Movimiento Moderno, alegoría según la definición de Manfredo Tafuri, pero también metáfora y similitud en continuidad con los caprichos del setecientos distinguiéndose de los collages y de los ensamblajes de las vanguardias8. Se propone como exacto corolario de la teoría de la “ciudad por partes”, teniendo en cuenta el anillo de la conjunción entre teoría y practica, la planta de la cittá análoga se convierte en solución operativa que permite extraer simultáneamente de la historia y la realidad de las ciudades invariantes formales y signos semánticos, para recomponer y restituir una nueva convivencia por medio del proyecto. Los tiempos de la ciudad son los que deben ser comparados en el mismo plano, extrayendo de proyectos autobiográficos y de la arquitectura del pasado, las partes y las zonas de la cittá analoga, en su definitiva pero no última representación veneciana. La città analoga, como todas las ciudades reales, tiene misterios y contradicciones, aceptando entre sus mallas agitadas las interferencias electrizantes entre la inadvertible presencia de la iglesia de Ronchamp y las fantasías piranesianas, entre la fuente de Segrate y la línea serpenteante del jardín schinkeliano, entre una sinécdoque de la Gallaratese y los fragmentos de la ciudad de Cesariano, expresando las secuencias temporales de la historia, privada de jerarquía de valor, dejando a la memoria personal y colectiva los criterios de selección. La correspondencia instaurada entre los términos de la realidad y del proyecto justifica también la manipulación de las formas por medio de la imagen, evitando la arbitrariedad y la invención, en favor del empleo de situaciones conocidas y ya dadas. La limitatio lingüística de los elementos utilizados por Rossi es igualmente empleada en los proyectos y fijada en los innumerables bocetos elaborados como diseños paralelos, posteriores o integrados en la investigación proyectual, de las heliografías de la Venecia análoga a las coloridas series de composiciones urbanas con monumentos y de las Geometrías de la memoria, derivados de los contenidos de la cittá analoga. La conjugación de formas extraídas de la ciudad y la transferencia de los objetos a un entorno complementario de arquitectura para hacerle participes de nuevos eventos determina un conjunto de composiciones articuladas, que se basan en la técnica de la naturaleza muerta adoptada en la pintura, retomando las colecciones de objetos de Giorgio Morandi, las visiones metafísicas de Giorgio De Chirico y los paisajes industriales de Mario Sironi. De tal modo que, las repeticiones lexicales, el choque formal, la adición de los elementos de un ábaco construido apriori establecen el método que soporta magistralmente resumido en la tavola veneciana, la superficie lisa sobre la cual se apoyan los emblemas de la ciudad y síntesis de la que emerge inconscientemente el mundo en el cual se actúa, sin que los actores de la arquitectura mediática lo comprendan. Este collage muestra con claridad el pensamiento insistente que Rossi ya había anunciado seis años atrás, a propósito de una lectura de la ciudad de Padova: “Yo creo que el modo más serio para actuar en la ciudad, o para entenderla, que no es muy diferente, es el de medir entre la ciudad real y la cittá analoga, que esta sea la proyección auténtica de la ciudad”9

La incomprendida inactualidad de Aldo Rossi es de naturaleza estilística e iconográfica, sustancialmente ignorando la implicación de su pensamiento respecto al debate contemporáneo. Observando su arquitectura, se encuentra insistentemente un fondo preciso, coincidente con la ciudad real como lo prueban muchos de sus dibujos. La arquitectura corriente no exige este fondo, del cual puede paradójicamente cortarse, desarrollándose por gestos autónomos respecto a la presencia de la ciudad y colocándose entre sus espacios intersticiales con superficial indiferencia. La actual cultura dominante no busca raíces en el palimpsesto urbano: por una parte está atenta a una mímesis natural y orgánica con el paisaje, por otra parte se libera de la realidad mediante espectaculares acrobacias formales. Los principios y las metodologías inherentes a la città analoga introducen algunos mecanismos compositivos verificados por diversos autores de diferente escuela y formación, permanecieron inalterados y compactos hasta el inicio de los años noventa, después de la preocupante crisis en la que todavía se encuentra la arquitectura de la ciudad. A diferencia de las actuales técnicas proyectuales, la forma de Aldo Rossi no es singular ni única, ni modificable y mutable. A la fijación y al recurso de los tipos rossianos se opuso la aleatoriedad y la improvisación de las formas contemporáneas. En realidad, una rama de la arquitectura actual muestra el éxito de una cierta actitud que hunde sus raíces, más o menos deliberadamente, en la misma narración, sin embargo el resultado madurado aparece débil respecto a sus ambiciosas premisas y vaciado por su coercitiva fuerza teórica y critica. El razonamiento del edificio en sí, sobre la arquitectura que construyéndose autónomamente busca una adhesión a la ciudad se desvanece con la caída de la confirmada falta de esta relación. La arquitectura se transforma en una figura inefable, forma inconclusa y no más vector capaz de interactuar con la estructura urbana. Entre la experiencia de esta tercera modernidad, velozmente indagada en sus casos mas emblemáticos, emergen trazos de una inesperada continuidad, ante la que parece oportuno relajarse.

En la anexión identificada por Rossi para extinguir la distancia invisible entre el sentido del proyecto de la arquitectura y la ciudad, entendida como escenario de su aparición obligatoria, la cittá analoga concreta como necesaria fórmula resuelta de la ciudad consolidada. En la dimensión analógica fue recogida la existencia de la forma original, pero no originaria, de la ciudad, perdida con la toma del poder de las manifestaciones contemporáneas que dejaron de lado la teoría urbana. Respecto a esta ausencia, sus resonancias se transmiten enparalelas posiciones proyectuales que no se desvían del pensamiento rossiano, de tal modo que los espectros se alejan de su temida e irrecuperable interrupción. De la misma manera se justifica la crisis con respecto a la que evaluar las incomprensibles formas que ignoran esta relación entre ciudad, proyecto y realidad. Las sedimentaciones radicadas en la historia de un método fundado sobre la reescritura de los elementos preescogidos y sobre la asociación de las partes se encuentran desde la época Romana: Villa Adriana, el Palacio de Diocleciano en Spalato, ciertos encausti pompeyanos son fracciones de ciudad articuladas, concebidas a través de combinaciones de estructuras tipológicas y formales predefinidas. El mismo enfoque de episodios privado de reglas ordenadoras aparece en los grabados del puerto de Alicarnasso de las ediciones del tratado de Vitrubio, ejemplificando el alma de la ciudad antigua como artful confusion para retomar una aguda definición de Manfredo Tafuri. El valor de la forma en sí de la arquitectura particular, vista y restituida individualmente, contribuye a indicar la sustancia de la ciudad como resultante de la arquitectura, estableciendo en la soledad de las formas el legado de los sistemas urbanos. Pero respecto a la analogía débil de las texturas usadas por Robert Castell en el rediseño de las villas romanas, de los desmembramientos actuales de Piranesi en el Campo Marzio, residuo de una ciudad pensada por fragmentos y gobernada por la pura invención de sus alusivas arquitecturas, o de la ciudad—selva de Milizia, que ve renacer la casa primitiva en el contexto caótico y desordenado de la estructura urbana entre una muestra de estilos tomados y usados libremente, la ciudad de Rossi no convive con el sueño del arquitecto, contrariamente buscando una coexistencia entre “cosas” verdaderas y “cosas” imaginarias con el fin de traducir y explicar las técnicas con las cuales se compone espontáneamente la ciudad visible. Un paso que se dilata a la Propuesta arquitetónica para el este de Roma firmada por Carlo Aymonino con Costantino Dardi para la Trienal de 1973, construida mediante el emparejamiento de la autocitación de arquitecturas ya diseñadas y la dislocación de artefactos extraídos de la historia e instalados en la periferia romana. El proyecto de Aymonino, el primero en solucionar a nivel proyectual las técnicas de la città analoga, se mantiene en un realismo crítico operativo atento a los fenómenos urbanos, ubicados en el espacio como lugares centrales caracterizados por un reconocimiento morfológico específico y un nuevo uso de los ejemplos seleccionados. El trabajo por medio de la citación y de la desterritorialización del original es el mismo que algunos años mas tarde verifica James Stirling para Roma interrotta (1978). Aportando creaciones temáticas a la planta del setecientos de Nolli, Stirling ve en el nuevo contexto prototipos y formas de proyectos propios resistematizados con el método “con—texturologico—associativistico”. Entre el Tevere y el Gianicolo, la colosal mezcla de las obras stirlingianas procede por reiteración y adaptación de los propios objetos encontrados, ya aparecidos en otras situaciones, dialogando de cerca con Colin Rowe, que con Collage City subraya algunas cualidades urbanas que la città analoga había evidenciado: la acumulación de los signos, la aparición del lleno a expensas del vacío, la acumulación formal, el valor puntual de la arquitectura singular son los principios de esta tercera modernidad terminada ulteriormente por Oswald Mathias Ungers con la “estrategia de los lugares complementarios” y la “ciudad archipiélago”. Lasumatoria de los conjuntos urbano y el montaje tipológico de Ungers reescriben con fragmentos la ciudad compuesta, confluyendo en la idea de la “ciudad en la ciudad”, magistralmente refigurada en la planta de las manzanas urbanas de Berlín discutida en la Sommerakademie en 1978 y en el proyecto complementario de Kulturforum. Tal descomposición documentada con el desmontaje y el sucesivo reagregarse de las piezas, se ramifica directamente por los dispositivos que preside al paradigma de la cittá analoga. Halando los propios razonamientos iniciales del proyecto de Berlin de Ungers, en el cual está personalmente involucrado, Rem Koolhaas habla de “una versión actualizada de un paisaje de Caspar David Friedrich —selva teutónica atravesada por las carreteras de Arizona— en sustancia una segunda Suiza”.

Con estas referencias dispares y con las contaminaciones entre hechos distantes en el tiempo y el espacio, evocados a la manera de Proust y ensamblados en un nuevo proyecto, Koolhaas dirige ese proceso compositivo que se perpetuará en las páginas de S, M, L, XL ilustrado con los diagramas para la Exposición Universal de París y en la enunciación de la teoría de la tabula rasa. Un proceso extremamente complicado y verificado en sus intermedias y agitadas demostraciones avanzadas con las hipótesis para la ciudad de Melun-Senart y el parque de La Vilette. En este último ejemplo, la teoría de la “ciudad por partes” es una vuelta cartesiana a través de la reunión de las “fasce” (franjas) temáticas empleadas como dispositivos formales. La idea de congestión y de la densidad presente en los bocetos de Rossi es declaradamente interpretada y amplificada por la cultura proyectual patrocinada por Rem Koolhaas. No por casualidad, Cohen habla de la metrópolis de OMA como de una “sorprendente composición de repertorio a partir de un collage de proyectos heteróclitos” y del montaje de los episodios singulares a través de “scripts impredecibles” empleando un “proceso de descontextualización” de ciertas arquitecturas transformándolas en nuevas e inéditas “unidades”. Koolhaas, continua Cohen, “rinde homenaje a la dimensión experimental de proyectos consignados por la historia […] que restituye una oportunidad operativa”. Mientras Rossi prefiere limitase a los arquetipos arcaicos de la historia -primeros elementos irreducibles- y a las formas encontradas y descritas en su vida -formas de afecto, ligadas a la memoria personal- el ventilador de las propias citaciones, desandando las impresiones probadas, Koolhaas se basa en el pasado reciente, saqueando el inventario formal producido por el Movimiento Moderno. Las formas son dispuestas sobre el plano de la ciudad de forma imprevista, sin una geometría organizadora, deslizándose a través de los dibujos de Rossi y llamando la plop architectura de Philip Johnson, por el cual los edificios se disponen en la ciudad como si fuesen “hechos caídos” casualmente. De la misma forma son reconducidas las abstracciones teóricas de las pinturas de Daniel Libeskind, los dibujos de ciudad de Franco Purini, los emplazamientos urbanos de John Hejduk para el área de Prinz-Albrecht-Palais en Berlín (1984), el Atlantis de Leon Krier (1987), las recientes Patchwork Metropolis de Willem Jan Neutelings, el After Sprawl de Xaveer de Geyter, el complejo residencial Toolenburg-Zuid de Steven Holl. En este sentido, en la heterotopía sostenida por la cittá analoga, la devastación de la sintaxis que tiene unidas las cosas ylas formas es aceptada como dato de hecho incontestable. La diferencia consiste en el diálogo convincente realizado por Aldo Rossi con esta situación, recurriendo a la teoría y a las reglas de la realidad para garantizar el suceso, mientras el pensamiento contemporáneo se pierde en la producción trabajada de imágenes. Sobreentendiendo los cuatro hombres del desierto puestos por Rossi al centro de la tavola de la cittá analoga encaminados a pie hacia un horizonte iluminado cuyo objeto no es desconocido, la arquitectura contemporánea decide recorrer senderos oscuros, cuando la vía hacia la ciudad conocida ya está trazada, demostrándose segura ante quien la ha querido devorar sin arrogante presunción.

 

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TRANSFORMACIÓN Y PERMANENCIA: LA CONTEMPORANEIDAD DE ALDO ROSSI


Ana Tostões

Traducción de Liliana Ruíz

En 1966, cuando Aldo Rossi publicó La arquitectura de la ciudad, activó un poderoso e profundo mecanismo de gran impacto en la cultura arquitectónica. Personaje del mundo de la arquitectura y de la cultura, Aldo Rossi promueve la refundación de la disciplina arquitectónica, elaborando una propia metodología que alcanza una amplia repercusión internacional. La búsqueda de una continuidad en la arquitectura fue uno de los elementos principales de su acción y el argumento que me interesa tratar. Este artículo tiene como objetivo analizar e interpretar la consecuencia de los textos de Aldo Rossi, a través de La arquitectura de la ciudad, y por tanto de la teoría que realizó de tal modo que se entendiera su repercusión en el tiempo y en el espacio.

Arquitectura en continuidad

La contemporaneidad de Aldo Rossi está en la conciliación con el pasado que introduce en la cultura arquitectónica, seguido por lo que significó la ruptura que resultó del radicalismo de las vanguardias de principios del siglo XX. Esta visión de la arquitectura como continuidad pacífica entre arquitectura contemporánea y arquitectura del pasado, aunque se entiende cómo pasado el reciente Movimiento Moderno, introdujo un elemento nuevo en el siglo XX: el valor de una larga permanencia. Este sentido de durée crea una relación con el pasado pero al mismo tiempo con el futuro en cuanto sugiere una metodología de trabajo. De este modo, crítica e historia vienen a ser considerados instrumentos de proyecto.

Siguiendo la línea de enseñanza de Ernesto Nathan Rogers, Rossi desarrolló y profundizó en tres temas claves para la construcción de la cultura arquitectónica del futuro: 1) la importancia del contexto, ya sea que se trate de las pre-existencias ambientales o ya sea del paisaje urbano; 2) el papel crucial de la historia de la arquitectura y, desde este punto de vista, el deber de continuar la enseñanza de los maestros antiguos y modernos; 3) el carácter central de la discusión sobre las tradiciones en la ciudad europea y la idea de monumento.

1) La defensa de la tradición hecha con rigor y con un espíritu progresista creó un dato nuevo: una obra dirigida a la tradición y al contexto en el cual se insertaba era más moderna que una obra que siguió acríticamente un estilo internacional. Este postulado negó la dicotomía entre la tradición y la modernidad que el esquematismo moderno había formulado. Esta dicotomía se volvía inútil porque la esencia de la creación moderna volvía a basarse en la reinterpretación de la tradición. A su vez, la tradición era entendida como un orden que llega a otro orden, más amplio y nuevo, a través de la crítica racional(1).

2) La relación privilegiada con la historia es considerada como un mecanismo disciplinar. Rossi enfrenta y reconoce los maestros de todas las épocas. Sin preconceptos fue capaz de entender y descubrir el valor de las contribuciones tan diferentes de Loos o de Mies, Boullée o Violet-le-Duc, o del turinense Antonelli. Le interesaron Adolf Loos y Mies van der Rohe porque fueron (entre los modernos) los que establecieron mejor la continuidad de la arquitectura con el propio pasado. Es decir que lo que le seducía de la personalidad de Loos era su ser como arquitecto capaz de crear una relación entre las grandes cuestiones: la cultura local, el artesano, la historia, el teatro y la poesía. Mies fue el único capaz de concebir las arquitecturas y los objetos cotidianos que trascienden tiempo y función.

3) La continuidad critica inherente al contexto defendido en el cuadro moderno de los años cincuenta, integra el contexto urbano y da lugar a la difusión de las ideas expresadas en La arquitectura de la ciudad. Esta posición coloca la cultura del lugar, el concepto del genius loci, desarrollado por Norberg Schulz2, al centro del proyecto urbano. La arquitectura va a encontrarse entre los bienes culturales del hombre y es percibida como la posibilidad de creación de lugares significativos3. La cultura del lugar promueve el estudio de la tradición tipológica y formal de cada contexto. En la defensa de un nuevo formalismo, basado tanto en principios de renacimiento como en el racionalismo italiano de los años veinte y treinta, Rossi define la ciudad como un conjunto de “artefactos urbanos”.

Siguiendo los principios compositivos de los arquitectos de la Ilustración, Rossi crea una obra total y sorprendentemente moderna, proponiendo una morfología urbana basada en el contexto histórico, sobre un número limitado de tipos de edificios, y sobre lo que llamó una “arquitectura autónoma” de formas geométricas abstractas, que evocan recuerdos y memorias accionadas por medio de la analogía. La valoración del monumento resulta una pieza fundamental para definir la imagen y el carácter de la ciudad e implica una visión de la ciudad radicalmente diferente a la del Movimiento Moderno(4). Expresando la voluntad de evocar los monumentos como definición de la memoria de la ciudad, el pensamiento de Rossi (y también su arquitectura) demuestran que el objetivo de la arquitectura de la segunda mitad del siglo era querer estabilizar una comunicación entre la arquitectura y las personas, que se pueda alcanzar a través del instrumento de la memoria. Así la memoria, de la tradición de la historia, puede ser un instrumento, el medio para restablecer la capacidad comunicativa y cultural de la arquitectura. Transformándose, de este modo en un método creativo para el diseño contemporáneo.(5)

El proceso científico

La arquitectura es concebida como un proceso de conocimiento. La necesidad de orden y de conocimiento científico junto con la voluntad de crear mecanismos claros de actuación a partir de la crítica y de la historia, alimentan la visión de un proceso científico adaptado a la arquitectura. La arquitectura de la ciudad es un momento de síntesis con un objetivo muy claro: la comprensión científica de la ciudad como hecho construido, el estudio de sus leyes de formación, de sus procesos de transformación, de la permanencia de su significado.

Rossi enriquece la herencia de los tratados urbanos (Marcel Poëte, Pierre Lavedan) con la introducción del proceso científico. Demostrando la posibilidad de trabajar con rigor y objetividad, ha desarrollado el concepto de la ciencia aplicada a la arquitectura, demostrando la importancia del conocimiento objetivo como soporte del proyecto.(6)

La arquitectura de la ciudad tuvo una influencia y un papel representativo similar al de los tratados de la época clásica. Con el objetivo de entender la arquitectura en relación con la ciudad – la gestión política, la memoria, las reglas, el trazado, la estructura catastral– el acercarse a las cuestiones sobre la morfología urbana y la tipología constructiva han constituido la base científica para el análisis y la actuación en la ciudad distinguiendo aristotélicamente dos elementos bases en la ciudad: la esfera pública y la privada. La consideración ya sea del monumento como edificio o espacio público que surge puntualmente en la ciudad promovido por diversos esfuerzos colectivos, ya sean las áreas residenciales, o la habitación que forma el tejido básico de la ciudad pensada a partir de la lógica de la repetición, han adquirido una enorme importancia en cuanto han constituido un instrumento de base para la intervención en la ciudad.

La “critica tipológica” y la “analogía” son expresiones de un proceso en acción que, como la ciudad, se construye sobre algunos puntos fijos y que como esa se modifica sobre sus propios trazos.

La analogía acompaña la investigación rossiana entendida como una facultad de la imaginación estimulada por el estudio lógico-analítico: solo la imaginación exalta los conocimientos fragmentarios y la estructura de los elementos dispersos. La ciudad analógica surge como una operación lógico- formal que, utilizando el mecanismo de la memoria, es capaz de mostrar a través de la imagen la esencia de las ciudades.

Memoria y nostalgia: una profesión poética(7) (Tanto racional como inconsciente)

Rossi mira el trabajo como una descripción de las cosas y de nosotros mismos. En la escena de esta fascinación por el tiempo, la Autobiografía científica (1981) constituye una recreación de su mundo de formas, objetos y sensaciones. Como si fuese costumbre decir, el uso de la memoria se basa en la analogía, una operación lógico-formal que define este carácter científico, lógico, histórico, urbano y público. Pero también un carácter biográfico, poético, fantasioso y personal.

Rossi quiso tomar el hilo del tiempo y de la tradición usando sus textos para mantener esta continuidad en el tiempo. Como el Tratado del Renacimiento (la síntesis, fijada al tiempo, de una historia) revela los valores de la antigüedad clásica, reformulando, rehaciendo, recreando Rossi retoma esta reformulación en un modo contemporáneo colocando (como hicieron Alberti y Palladio) teoría y practica al mismo tiempo. Los textos no pueden ser separados del diseño y la arquitectura. Las obras en poco tiempo se vuelven modelos, referencias reproducibles que refuerzan su pertinencia, su capacidad de funcionar como signos transmisibles y reconocibles.

La máquina de la memoria evoca otras arquitecturas y refiere a otros lugares y situaciones. Rossi insiste en la idea que “los lugares son más fuertes que las personas, el ambiente más fuerte que el evento”(8). Es esta posibilidad de permanencia que vuelve el paisaje o a las cosas construidas superiores a las personas. El pensamiento lógico y científico, el deseo de rigor, se enriquece con los datos de la memoria y de la nostalgia, así se profundiza el pensamiento lógico a través del pensamiento analógico.(9)

Conclusión o paradoja de Rossi

Rossi ha buscado superar una arquitectura de la transformación, de la ligereza y transparencia para recuperar la memoria de la ciudad. Una ciudad formada por un repetitivo tejido residencial y una singularidad representada por los monumentos. Una arquitectura capaz de recuperar el sentido público del monumento, basado en la lógica morfológica de los estilos cultos y monumentales y lejos de la lógica productiva, más funcional que monumental y cerca a la lógica de la repetición y adición de la habitación. La primera paradoja es que en su búsqueda de las reglas y orden trabaja con el collage, con un componente simbólico, con la libertad del objet trouvé. Dirigiendo la dimensión inconsciente hacia la producción poética, Rossi agrupa la dimensión racional y la inconsciente, la que se escapa del dominio estrecho de lo racional. Su búsqueda de razón y orden(10) está hecha sin dogmas, es heterodoxa y antiescolástica. En esto se encuentra su complejidad y universalidad.

El concepto de partida de La arquitectura de la ciudad es la crítica hecha al funcionalismo ingenuo sobre la estela de la contribución de Adorno.(11) La cuestión del valor dogmático del Movimiento Moderno y de su ruptura muchas veces simplista con la tradición ha estimulado en Rossi un modo científico de contestar el principio moderno que hace corresponder esquemáticamente forma y función: “ la forma perdura y preside la construcción de tal modo que las funciones se modifican constantemente”.(12)

En la coherencia de esta reflexión de Rossi se encuentra la segunda paradoja. Fue gracias a la apertura del camino de la historia y de la memoria que fue posible crear las condiciones para una nueva mirada dirigida también a la moderna tábula rasa con la historia y con el lugar. Esta visión permite mirar las obras de referencia del Movimiento Moderno como parte de una memoria que es importante preservar. Una “lección” que ha rescatado la memoria, incluyendo la historia presente, la de hoy. Una lección que ha visto en el concepto de transformación un motor del proyecto (13), que repone el tiempo de larga duración en la arquitectura y en el pensamiento arquitectónico. Que reintegra la memoria, del teatro de la memoria, la objetividad sistemática y científica del teatro científico, y que de este modo ha conseguido repercusión internacional como un teatro del mundo (14). Científico porque es analítico y objetivo, poético, fantasioso y nostálgico, este proceso mental ha construido una visión de la arquitectura pensada en la continuidad.

Notas

1 A. Rossi, Il concetto della tradizione nell’Architettura neoclassica di Milano, Societá, 1956.

2 Véase C. Norberg Schulz, Genius Loci, Electa, Milán 1999.

3 La arquitectura contemporánea portuguesa, denominada “Escuela de Porto” está en deuda con estos principios que guiaron un desarrollo conceptual iniciado en los años cincuenta con Tavora, pero también con Teotonio Pereira, en el sentido más realista, y que fueron hechos internacionales por la figura y las obras de Siza Vieira.

4 Pero que integra algunas contribuciones de los años cuarenta alrededor de Gideon como alternativa de la idea de ciudad racionalista basada en la concepción mecanicista y reductora, expresada en la Carta de Atenas, pero también en algunas experiencias llevadas a cabo como las de Neue Frankfurt, el monumento no existía de acuerdo con el lado épico y heroico de las vanguardias.

5 La noción de transformación de la inspiración en elementos concretos del lugar, será fundamental por ejemplo para la evolución de la arquitectura portuguesa, véase el caso del edificio del banco de Oliveira de Azemeis de A. Siza.

6 La historia pasa a ser disciplina base en la información del proyecto, como en el análisis que pasa a ser considerado la historia como fuente para la definición de los criterios. La historia es percibida como parte de este proceso científico a través de la lectura en “longue durée” que confirma, desde el Renacimiento, que la creatividad arquitectónica se crea a partir de la historia.

7 Vease K. Frampton, Poesía y transformación, en Álvaro Siza, profesión poética, Electa, Milán, 1986.

8 Se refiere a Collage Autobiografía científica de Max Planck, autor de la física moderna 9 Y es precisamente cuando insiste en la analogía y en la fuerza de la memoria que

Rossi se aleja de la tradición realista de Ernesto Nathan Rogers.

10 Y por esto aparece continuamente catalogado de forma simple como neoracionalista sin referencia a la complejidad de su obra.

11 T.W. Adorno, Minima Moralia e depois Théorie esthétique, Klincksieck esthétique, Paris 1995 [1974]

12 Cifr. Autobiographie Scientifique

13 C. Martí Aris, La cimbra y el arco, Caja Arquitectos, Barcelona 2005

14 El Teatro del Mundo construido para la Bienal de Venecia en 1979. Se trataba de un artefacto que navegaba sobre una embarcación desde el lugar en el cual había sido montado hasta su parada efímera en la Dogana creando “evocaciones y ecos de las arquitecturas que durante el viaje entraban en su campo de acción” ibid.

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