Ana Tostões
Traducción de Liliana Ruíz
En 1966, cuando Aldo Rossi publicó La arquitectura de la ciudad, activó un poderoso e profundo mecanismo de gran impacto en la cultura arquitectónica. Personaje del mundo de la arquitectura y de la cultura, Aldo Rossi promueve la refundación de la disciplina arquitectónica, elaborando una propia metodología que alcanza una amplia repercusión internacional. La búsqueda de una continuidad en la arquitectura fue uno de los elementos principales de su acción y el argumento que me interesa tratar. Este artículo tiene como objetivo analizar e interpretar la consecuencia de los textos de Aldo Rossi, a través de La arquitectura de la ciudad, y por tanto de la teoría que realizó de tal modo que se entendiera su repercusión en el tiempo y en el espacio.
Arquitectura en continuidad
La contemporaneidad de Aldo Rossi está en la conciliación con el pasado que introduce en la cultura arquitectónica, seguido por lo que significó la ruptura que resultó del radicalismo de las vanguardias de principios del siglo XX. Esta visión de la arquitectura como continuidad pacífica entre arquitectura contemporánea y arquitectura del pasado, aunque se entiende cómo pasado el reciente Movimiento Moderno, introdujo un elemento nuevo en el siglo XX: el valor de una larga permanencia. Este sentido de durée crea una relación con el pasado pero al mismo tiempo con el futuro en cuanto sugiere una metodología de trabajo. De este modo, crítica e historia vienen a ser considerados instrumentos de proyecto.
Siguiendo la línea de enseñanza de Ernesto Nathan Rogers, Rossi desarrolló y profundizó en tres temas claves para la construcción de la cultura arquitectónica del futuro: 1) la importancia del contexto, ya sea que se trate de las pre-existencias ambientales o ya sea del paisaje urbano; 2) el papel crucial de la historia de la arquitectura y, desde este punto de vista, el deber de continuar la enseñanza de los maestros antiguos y modernos; 3) el carácter central de la discusión sobre las tradiciones en la ciudad europea y la idea de monumento.
1) La defensa de la tradición hecha con rigor y con un espíritu progresista creó un dato nuevo: una obra dirigida a la tradición y al contexto en el cual se insertaba era más moderna que una obra que siguió acríticamente un estilo internacional. Este postulado negó la dicotomía entre la tradición y la modernidad que el esquematismo moderno había formulado. Esta dicotomía se volvía inútil porque la esencia de la creación moderna volvía a basarse en la reinterpretación de la tradición. A su vez, la tradición era entendida como un orden que llega a otro orden, más amplio y nuevo, a través de la crítica racional(1).
2) La relación privilegiada con la historia es considerada como un mecanismo disciplinar. Rossi enfrenta y reconoce los maestros de todas las épocas. Sin preconceptos fue capaz de entender y descubrir el valor de las contribuciones tan diferentes de Loos o de Mies, Boullée o Violet-le-Duc, o del turinense Antonelli. Le interesaron Adolf Loos y Mies van der Rohe porque fueron (entre los modernos) los que establecieron mejor la continuidad de la arquitectura con el propio pasado. Es decir que lo que le seducía de la personalidad de Loos era su ser como arquitecto capaz de crear una relación entre las grandes cuestiones: la cultura local, el artesano, la historia, el teatro y la poesía. Mies fue el único capaz de concebir las arquitecturas y los objetos cotidianos que trascienden tiempo y función.
3) La continuidad critica inherente al contexto defendido en el cuadro moderno de los años cincuenta, integra el contexto urbano y da lugar a la difusión de las ideas expresadas en La arquitectura de la ciudad. Esta posición coloca la cultura del lugar, el concepto del genius loci, desarrollado por Norberg Schulz2, al centro del proyecto urbano. La arquitectura va a encontrarse entre los bienes culturales del hombre y es percibida como la posibilidad de creación de lugares significativos3. La cultura del lugar promueve el estudio de la tradición tipológica y formal de cada contexto. En la defensa de un nuevo formalismo, basado tanto en principios de renacimiento como en el racionalismo italiano de los años veinte y treinta, Rossi define la ciudad como un conjunto de “artefactos urbanos”.
Siguiendo los principios compositivos de los arquitectos de la Ilustración, Rossi crea una obra total y sorprendentemente moderna, proponiendo una morfología urbana basada en el contexto histórico, sobre un número limitado de tipos de edificios, y sobre lo que llamó una “arquitectura autónoma” de formas geométricas abstractas, que evocan recuerdos y memorias accionadas por medio de la analogía. La valoración del monumento resulta una pieza fundamental para definir la imagen y el carácter de la ciudad e implica una visión de la ciudad radicalmente diferente a la del Movimiento Moderno(4). Expresando la voluntad de evocar los monumentos como definición de la memoria de la ciudad, el pensamiento de Rossi (y también su arquitectura) demuestran que el objetivo de la arquitectura de la segunda mitad del siglo era querer estabilizar una comunicación entre la arquitectura y las personas, que se pueda alcanzar a través del instrumento de la memoria. Así la memoria, de la tradición de la historia, puede ser un instrumento, el medio para restablecer la capacidad comunicativa y cultural de la arquitectura. Transformándose, de este modo en un método creativo para el diseño contemporáneo.(5)
El proceso científico
La arquitectura es concebida como un proceso de conocimiento. La necesidad de orden y de conocimiento científico junto con la voluntad de crear mecanismos claros de actuación a partir de la crítica y de la historia, alimentan la visión de un proceso científico adaptado a la arquitectura. La arquitectura de la ciudad es un momento de síntesis con un objetivo muy claro: la comprensión científica de la ciudad como hecho construido, el estudio de sus leyes de formación, de sus procesos de transformación, de la permanencia de su significado.
Rossi enriquece la herencia de los tratados urbanos (Marcel Poëte, Pierre Lavedan) con la introducción del proceso científico. Demostrando la posibilidad de trabajar con rigor y objetividad, ha desarrollado el concepto de la ciencia aplicada a la arquitectura, demostrando la importancia del conocimiento objetivo como soporte del proyecto.(6)
La arquitectura de la ciudad tuvo una influencia y un papel representativo similar al de los tratados de la época clásica. Con el objetivo de entender la arquitectura en relación con la ciudad – la gestión política, la memoria, las reglas, el trazado, la estructura catastral– el acercarse a las cuestiones sobre la morfología urbana y la tipología constructiva han constituido la base científica para el análisis y la actuación en la ciudad distinguiendo aristotélicamente dos elementos bases en la ciudad: la esfera pública y la privada. La consideración ya sea del monumento como edificio o espacio público que surge puntualmente en la ciudad promovido por diversos esfuerzos colectivos, ya sean las áreas residenciales, o la habitación que forma el tejido básico de la ciudad pensada a partir de la lógica de la repetición, han adquirido una enorme importancia en cuanto han constituido un instrumento de base para la intervención en la ciudad.
La “critica tipológica” y la “analogía” son expresiones de un proceso en acción que, como la ciudad, se construye sobre algunos puntos fijos y que como esa se modifica sobre sus propios trazos.
La analogía acompaña la investigación rossiana entendida como una facultad de la imaginación estimulada por el estudio lógico-analítico: solo la imaginación exalta los conocimientos fragmentarios y la estructura de los elementos dispersos. La ciudad analógica surge como una operación lógico- formal que, utilizando el mecanismo de la memoria, es capaz de mostrar a través de la imagen la esencia de las ciudades.
Memoria y nostalgia: una profesión poética(7) (Tanto racional como inconsciente)
Rossi mira el trabajo como una descripción de las cosas y de nosotros mismos. En la escena de esta fascinación por el tiempo, la Autobiografía científica (1981) constituye una recreación de su mundo de formas, objetos y sensaciones. Como si fuese costumbre decir, el uso de la memoria se basa en la analogía, una operación lógico-formal que define este carácter científico, lógico, histórico, urbano y público. Pero también un carácter biográfico, poético, fantasioso y personal.
Rossi quiso tomar el hilo del tiempo y de la tradición usando sus textos para mantener esta continuidad en el tiempo. Como el Tratado del Renacimiento (la síntesis, fijada al tiempo, de una historia) revela los valores de la antigüedad clásica, reformulando, rehaciendo, recreando Rossi retoma esta reformulación en un modo contemporáneo colocando (como hicieron Alberti y Palladio) teoría y practica al mismo tiempo. Los textos no pueden ser separados del diseño y la arquitectura. Las obras en poco tiempo se vuelven modelos, referencias reproducibles que refuerzan su pertinencia, su capacidad de funcionar como signos transmisibles y reconocibles.
La máquina de la memoria evoca otras arquitecturas y refiere a otros lugares y situaciones. Rossi insiste en la idea que “los lugares son más fuertes que las personas, el ambiente más fuerte que el evento”(8). Es esta posibilidad de permanencia que vuelve el paisaje o a las cosas construidas superiores a las personas. El pensamiento lógico y científico, el deseo de rigor, se enriquece con los datos de la memoria y de la nostalgia, así se profundiza el pensamiento lógico a través del pensamiento analógico.(9)
Conclusión o paradoja de Rossi
Rossi ha buscado superar una arquitectura de la transformación, de la ligereza y transparencia para recuperar la memoria de la ciudad. Una ciudad formada por un repetitivo tejido residencial y una singularidad representada por los monumentos. Una arquitectura capaz de recuperar el sentido público del monumento, basado en la lógica morfológica de los estilos cultos y monumentales y lejos de la lógica productiva, más funcional que monumental y cerca a la lógica de la repetición y adición de la habitación. La primera paradoja es que en su búsqueda de las reglas y orden trabaja con el collage, con un componente simbólico, con la libertad del objet trouvé. Dirigiendo la dimensión inconsciente hacia la producción poética, Rossi agrupa la dimensión racional y la inconsciente, la que se escapa del dominio estrecho de lo racional. Su búsqueda de razón y orden(10) está hecha sin dogmas, es heterodoxa y antiescolástica. En esto se encuentra su complejidad y universalidad.
El concepto de partida de La arquitectura de la ciudad es la crítica hecha al funcionalismo ingenuo sobre la estela de la contribución de Adorno.(11) La cuestión del valor dogmático del Movimiento Moderno y de su ruptura muchas veces simplista con la tradición ha estimulado en Rossi un modo científico de contestar el principio moderno que hace corresponder esquemáticamente forma y función: “ la forma perdura y preside la construcción de tal modo que las funciones se modifican constantemente”.(12)
En la coherencia de esta reflexión de Rossi se encuentra la segunda paradoja. Fue gracias a la apertura del camino de la historia y de la memoria que fue posible crear las condiciones para una nueva mirada dirigida también a la moderna tábula rasa con la historia y con el lugar. Esta visión permite mirar las obras de referencia del Movimiento Moderno como parte de una memoria que es importante preservar. Una “lección” que ha rescatado la memoria, incluyendo la historia presente, la de hoy. Una lección que ha visto en el concepto de transformación un motor del proyecto (13), que repone el tiempo de larga duración en la arquitectura y en el pensamiento arquitectónico. Que reintegra la memoria, del teatro de la memoria, la objetividad sistemática y científica del teatro científico, y que de este modo ha conseguido repercusión internacional como un teatro del mundo (14). Científico porque es analítico y objetivo, poético, fantasioso y nostálgico, este proceso mental ha construido una visión de la arquitectura pensada en la continuidad.
Notas
1 A. Rossi, Il concetto della tradizione nell’Architettura neoclassica di Milano, Societá, 1956.
2 Véase C. Norberg Schulz, Genius Loci, Electa, Milán 1999.
3 La arquitectura contemporánea portuguesa, denominada “Escuela de Porto” está en deuda con estos principios que guiaron un desarrollo conceptual iniciado en los años cincuenta con Tavora, pero también con Teotonio Pereira, en el sentido más realista, y que fueron hechos internacionales por la figura y las obras de Siza Vieira.
4 Pero que integra algunas contribuciones de los años cuarenta alrededor de Gideon como alternativa de la idea de ciudad racionalista basada en la concepción mecanicista y reductora, expresada en la Carta de Atenas, pero también en algunas experiencias llevadas a cabo como las de Neue Frankfurt, el monumento no existía de acuerdo con el lado épico y heroico de las vanguardias.
5 La noción de transformación de la inspiración en elementos concretos del lugar, será fundamental por ejemplo para la evolución de la arquitectura portuguesa, véase el caso del edificio del banco de Oliveira de Azemeis de A. Siza.
6 La historia pasa a ser disciplina base en la información del proyecto, como en el análisis que pasa a ser considerado la historia como fuente para la definición de los criterios. La historia es percibida como parte de este proceso científico a través de la lectura en “longue durée” que confirma, desde el Renacimiento, que la creatividad arquitectónica se crea a partir de la historia.
7 Vease K. Frampton, Poesía y transformación, en Álvaro Siza, profesión poética, Electa, Milán, 1986.
8 Se refiere a Collage Autobiografía científica de Max Planck, autor de la física moderna 9 Y es precisamente cuando insiste en la analogía y en la fuerza de la memoria que
Rossi se aleja de la tradición realista de Ernesto Nathan Rogers.
10 Y por esto aparece continuamente catalogado de forma simple como neoracionalista sin referencia a la complejidad de su obra.
11 T.W. Adorno, Minima Moralia e depois Théorie esthétique, Klincksieck esthétique, Paris 1995 [1974]
12 Cifr. Autobiographie Scientifique
13 C. Martí Aris, La cimbra y el arco, Caja Arquitectos, Barcelona 2005
14 El Teatro del Mundo construido para la Bienal de Venecia en 1979. Se trataba de un artefacto que navegaba sobre una embarcación desde el lugar en el cual había sido montado hasta su parada efímera en la Dogana creando “evocaciones y ecos de las arquitecturas que durante el viaje entraban en su campo de acción” ibid.
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