La Modernidad Urbana en Paris se debió al Barón de Haussman, quien entre 1852 y 1870 bajo el gobierno de Napoleón III transformo la capital francesa en la “Ciudad Luz” que todos admiramos por sus grandes avenidas, plazas y puentes; la leyenda urbana habla de este Perfecto de Paris disparando un mortero y ordenando que desde ese punto hasta el lugar donde cayó el proyectil se trace una línea recta y se tumbe a lado y lado 100 metros para el nuevo bulevar.
En realidad no fue tan azaroso, había primero una visión militar de acabar con las callejuelas estrechas y tortuosas de Paris, donde los “Miserables” exaltados por Víctor Hugo fácilmente creaban barricadas y con el mismo “pavé” o empedrado le ganaban batallas a las tropas napoleónicas, con las nuevas avenidas los soldados llegaban al galope en 10 filas e impedían rápidamente los motines; por otro lado estaba la visión higienista para poder construir las redes de acueducto y alcantarillado y sanear así la ciudad que botaba sus excretas a las calles con un grito previo.
Y había también una tercera visión Estética, la de obligar al particular a construir un perfil homogéneo, un primer piso con mezanino y cuatro pisos más que rematan en una cubierta a 45 grados de donde sobresalen las chimeneas; conformando así “calles muro” que delimitan los Bulevares, y dan una escala propia a la ciudad.
Paris con el tiempo ha cambiado y evolucionado, pero afortunadamente persiste esa visión urbana de pensar en grande, de mantener claros sus trazados y hacer obras monumentales que trascienden de lo local a lo global y son referencias obligadas para todo el mundo; mientras tanto en Bogotá y pese a los cambios urbanísticos que la han marcado y transformado como ciudad moderna se insiste en pensar pequeño, en contradecir las decisiones ya tomadas para hacer osada demagogia como no construir la Avenida ALO y luego ante argumentos contundentes y antecedentes técnicos se hace el cambio alegremente para retroceder otra vez, demostrando que es más el capricho del Alcalde de turno, de dejar su impronta, de hablar por hablar, que su mínimo conocimiento de la ciudad y de sus problemas.
Para 1948, como preparativos de la Conferencia Panamericana se propuso, delimito y construyo la Avenida de las Américas con un ancho de 100 metros, 2 calzadas de 2 carriles y una amplia zona verde donde se implantaron algunos monumentos que remataba en la glorieta de Banderas y conectaba el Aeródromo de Techo con la ciudad, las controversias entonces fueron notables por el ancho de la Avenida, paso el tiempo y pese a la reubicación del aeropuerto la Avenida de las Américas ha demostrado ser un eje importante del desarrollo urbano del occidente de Bogotá, su amplitud le ha permitido evolucionar y adaptarse a los distintos requerimientos de la ciudad, no ha tenido Bogotá aparte de la Autopista Norte, la Avenida Eldorado y la Avenida Centenario o calle 13 otras avenidas de este ancho, y salvo los trazados de la Avenida Longitudinal Occidental o ALO, la Avenida El Polo, no hay más.
Nos acostumbramos a pensar en chiquito, llevamos años en donde cualquier calle con un separador de 40 centímetros o sin él, se le llama “Avenida”, donde nos quejamos de la inmovilidad pero hace rato no se soluciona las intersecciones viales de los grandes corredores con puentes y pasos a desnivel, si no con semáforos descoordinados, que casi siempre en hora pico son contradecidos por los agentes de tránsito que a punta de pito y manotones pretenden agilizar el tráfico.
Pequeños pueblos de nuestra geografía hace rato tomaron la decisión de hacer “variantes” o vías periféricas que permiten que los flujos regionales no entren a sus cascos urbanos y generen impactos a la movilidad interna y detrimento a sus vías, Bogotá está atrasada en controlar y encausar esos flujos y una de las soluciones planteada hace más de 30 años y aprobada hace 12 años es la Avenida ALO, (Acuerdo 13 de 1998) que con 50 Km por el occidente permitiría que los flujos intermunicipales que vienen del occidente del país continúen hacia el norte o hacia el oriente sin entrar a la ciudad, es parte de un anillo circunvalar que requiere Bogotá para evitar que por sus calles ya congestionadas y destrozadas continúen pasando tractomulas, camiones, buses y vehículos particulares que no quieren y no deben pasar.
Esa es la Avenida ALO, la misma que el Alcalde Petro en campaña le manifestó su oposición alegando el impacto ambiental sobre los humedales que debe atravesar, ahora como Alcalde en osada propuesta demagógica pretendió urbanizar sus terrenos con vivienda de interés social, colegios y universidades; ante el debate y las contradicciones, ahora dice que mejor la hace.
Si en Paris, los funcionarios que sucedieron al Barón de Haussman hubieran decidido por protagonismo personal o político, por ese afán a veces irracional de los políticos de dejar su impronta, olvidar los trazados y cambiar las reservas viales para la construcción informal de la ciudad, Paris no sería Paris….
Y Bogotá seguirá siendo la aldea con ínfulas de ciudad, donde el Alcalde despacha en el llamado “Palacio Lievano”, diciendo hoy una cosa y mañana otra totalmente distinta y opuesta, no pasa un mes de su mandato y la ignorancia crasa de la ciudad se destaca, sus promesas se deshacen y si bien hay que anotarle sus rectificaciones que ya lo perfilan como el “Alcalde Clutch” (mete la pata y hace el cambio) Bogotá seguirá 4 años más.. cada día más lejos de las estrellas.
Francisco Pardo