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Carta abierta a Francisco Pardo

Estimado Pacho:

Puedes, si quieres, poner en tu blog la presente . Por mi parte, la enviaré a Torre de Babel. Se trata de algunas precisiones en un tema poco grato del cual ya estoy harto, de modo que debo fijar mi posición en algo que se nos fue de las manos a todos hace rato. Con ésto quiero que pongas en contexto mi indignación en la crónica que titulé El Flautista de Hamelín.

Cuando comenzó lo que hoy podemos llamar l’ affaire Mazzanti o debate Biblioteca España-Bienales expuse en Torre de Babel que la cuestión de la originalidad de autoría creativa o la “copia” o el canon compositivo, etc. eran fenómenos históricos de vieja data en arquitectura, muy matizados hoy circunstancialmente, por lo que no quise pronunciarme sobre la filiación de una obra del arquitecto Mazzanti que no conocía personalmente. Luego de visitarla y desencantarme por completo respecto de ésta pasé, a otras consideraciones distintas de insistir sobre si en efecto el arq. Mazzanti estaba (o no) plagiando alguna otra obra anterior o simplemente diseñaba, como tantos otros, tomando de la historia muy reciente y de aquí y allá para formar lo que muchos consideran un inaceptable coctel o club sandwich arquitectónico en algunas o todas sus obras. Esto ya no me interesa grandemente. Que Mazzanti plagie o copie o sea un incomprendido creador de maravillosa arquitectura –según el ángulo desde el cual se mire- no me parece que sea el punto a tratar. Pienso que razón tienes al solicitarle a Guillermo Fischer más calma en el asunto de un posible plagio de algún rasgo constructivo en una de sus obras. Creo que le hemos dado a Mazzanti y sus “cocinados” más importancia de la que realmente tienen.

Pienso también que el edificio de Fischer y sus asociados es buena y aceptable arquitectura y el de Mazzanti no pasa de ser un mediocre ejemplo de construcción comercial, al menos en su insignificante aspecto exterior. Para mí, ahí termina el asunto. Nos equivocamos quienes hemos intervenido en lo que algún colega llama “la paliza” a Mazzanti. Probablemente estamos dando palos, pero de ciego, en este caso.

¿De qué se trata entonces? Repasemos la historia. El arq. Mazzanti recibe el encargo profesional de diseñar una biblioteca pública en una comuna de Medellín. En lugar de producir una edificación modesta y discreta, pero funcional y utilitaria, capaz de integrar sin dificultad su presencia en un medio urbano que no puede ser más hostil a cualquier forma construida distinta de la de más viviendas de ocasión, decide que su papel como arquitecto no es ese sino el de aprovechar esa insólita ocasión para cobrar fama y celebridad personales mediante un proyecto de relumbrón, extraño y exótico, brutalmente contrastante con su entorno. Al relumbrón irritante, eso sí, lo separa una muy tenue línea divisoria de la más exquisita banalidad.

Para ello proyecta unas formas escultóricas enormes que pueden ser o no copias, evocaciones o innovaciones de otro proyecto internacional similar ya existente. Dentro de este espectacular y pretencioso envoltorio, como si se hubiera acordado a última hora del objeto original del encargo profesional que le hicieron, Mazzanti coloca, mal que bien, una pequeña biblioteca que no puede ser más convencional ni conformista, la cual no se saluda con su extraño contenedor, es decir con la rèclame destinada a atraer la atención crítica y publicitaria sobre una obra que, de otra manera, no tendría mayor importancia.

Unos colegas, quizá bien intencionados, señalan entonces, vehementemente, el posible plagio y con ello le otorgan una celebridad polémica al arq. Mazzanti que, por decir lo menos, es muy discutible. Mazzanti replica que él ve la misión del arquitecto (el arquitecto es él, claro está) sobre la tierra como una entronización del coctel formal construido como resultado de alguna incomprensible “ciencia proyectual” o como se diga en argot vanguardista. Entonces, Mazzanti ¿qué es, un arquitecto genial o un copista de 3a clase? Cada quién puede tener su propia idea al respecto.

Ese gesto nos regresa a la cuestión básica: además de estar en la tierra como humildes servidores de la sociedad que nos da trabajo, ¿los arquitectos debemos gesticular y fastidiar para que nadie olvide nuestra vanidosa condición de semidioses, de misteriosos gurús de las formas construidas, y para que nadie olvide que somos muy capaces, si nos permiten, de destruir toda una ciudad, construyendo? Sigo con la historia: como nunca antes, independientemente de qué tan valiosa pueda ser la obra del Arq. Mazzanti, los medios de comunicación, azuzados o no por éste y por sus seguidores y patrocinadores, se lanzan sobre un personaje que aparentemente estaban requiriendo de urgencia y lo elevan al cielo (por ventura estaremos haciendo un convenientísimo mártir o por lo menos un héroe de segunda clase de Mazzanti?). La vanguardia arquitectónica y constructiva colombiana, atenta a descubrir lo que la puede impulsar y beneficiar, descubre en Mazzanti el personaje “icónico” que presumiblemente – con la ayuda de periodistas y universidades norteamericanas, – llevará la arquitectura colombiana por el “buen” camino. Éste se presta con gran sentido de la oportunidad a los excesos publicitarios de periodistas, funcionarios oficiales y gremiales y compañeros de academia a un grado que ningún arquitecto colombiano había alcanzado previamente y menos en plena juventud.

Sólo Rogelio Salmona, ya en los últimos años de su vida y su meritoria labor, tuvo una celebridad mediática vagamente similar a esto que presenciamos actualmente. No es posible,actualmente y en vista de lo anterior, distinguir qué puede ser periodismo interesado de veras por el tema y qué, publicidad o propaganda pagada. Las dos cosas se parecen hoy como gotas de agua y no por culpa del arq. Mazzanti. Este simplemente aprovecha en beneficio propio el desagradable clima mediático de su época.

Esto, en sí, puede ser igualmente reprochable o elogiable. Encuentro muy significativo y muy de la época que un estudiante de arquitectura me contestara con displicencia a una pregunta mía sobre las razones que había tenido para plantear en determinada forma su proyecto : …es que como ahora todo vale…¿Complejo de culpa o instinto defensivo?

Para ciertas capas de la estructura social, los arquitectos somos semidioses, magos, chamanes. Para otras, ojalá minoritarias, somos payasos o farsantes, cómplices de cuanto desastre urbanístico padezcan nuestras ciudades o artistas geniales incomprendidos para siempre. Ante la gravedad de esa cuestión, ¿qué importa que el arq. Mazzanti y otros copien o no? ¿o que la alharaca propagandística haya invadido también lo que antes era algo más discreto y tolerable?

GERMAN TELLEZ C

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Callejuelas, avenidas…y reculadas

La Modernidad Urbana en Paris se debió al Barón de Haussman, quien entre 1852 y 1870 bajo el gobierno de Napoleón III transformo la capital francesa en la “Ciudad Luz” que todos admiramos por sus grandes avenidas, plazas y puentes; la leyenda urbana habla de este Perfecto de Paris disparando un mortero y ordenando que desde ese punto hasta el lugar donde cayó el proyectil se trace una línea recta y se tumbe a lado y lado 100 metros para el nuevo bulevar.

Avenida ALO Reserva actual sector norte

 

En realidad no fue tan azaroso, había primero una visión militar de acabar con las callejuelas estrechas y tortuosas de Paris, donde los “Miserables” exaltados por Víctor Hugo fácilmente creaban barricadas y con el mismo “pavé” o empedrado le ganaban batallas a las tropas napoleónicas, con las nuevas avenidas los soldados llegaban al galope en 10 filas e impedían rápidamente los motines; por otro lado estaba la visión higienista para poder construir las redes de acueducto y alcantarillado y sanear así la ciudad que botaba sus excretas a las calles con un grito previo.

Y había también una tercera visión Estética, la de obligar al particular a construir un perfil homogéneo, un primer piso con mezanino y cuatro pisos más que rematan en una cubierta a 45 grados de donde sobresalen las chimeneas; conformando así “calles muro” que delimitan los Bulevares, y dan una escala propia a la ciudad.

 

AVENUE DE L'OPERA, PARIS. CAMILLE PISSARRO 1898

Paris con el tiempo ha cambiado y evolucionado, pero afortunadamente persiste esa visión urbana de pensar en grande, de mantener claros sus trazados y hacer obras monumentales que trascienden de lo local a lo global y son referencias obligadas para todo el mundo; mientras tanto en Bogotá y pese a los cambios urbanísticos que la han marcado y transformado como ciudad moderna se insiste en pensar pequeño, en contradecir las decisiones ya tomadas para hacer osada demagogia como no construir la Avenida ALO y luego ante argumentos contundentes y antecedentes técnicos se hace el cambio alegremente para retroceder otra vez, demostrando que es más el capricho del Alcalde de turno, de dejar su impronta, de hablar por hablar, que su mínimo conocimiento de la ciudad y de sus problemas.

Para 1948, como preparativos de la Conferencia Panamericana se propuso, delimito y construyo la Avenida de las Américas con un ancho de 100 metros, 2 calzadas de 2 carriles y una amplia zona verde donde se implantaron algunos monumentos que remataba en la glorieta de Banderas y conectaba el Aeródromo de Techo con la ciudad, las controversias entonces fueron notables por el ancho de la Avenida, paso el tiempo y pese a la reubicación del aeropuerto la Avenida de las Américas ha demostrado ser un eje importante del desarrollo urbano del occidente de Bogotá, su amplitud le ha permitido evolucionar y adaptarse a los distintos requerimientos de la ciudad, no ha tenido Bogotá aparte de la Autopista Norte, la Avenida Eldorado y la Avenida Centenario o calle 13 otras avenidas de este ancho, y salvo los trazados de la Avenida Longitudinal Occidental o ALO, la Avenida El Polo, no hay más.

Nos acostumbramos a pensar en chiquito, llevamos años en donde cualquier calle con un separador de 40 centímetros o sin él, se le llama “Avenida”, donde nos quejamos de la inmovilidad pero hace rato no se soluciona las intersecciones viales de los grandes corredores con puentes y pasos a desnivel, si no con semáforos descoordinados, que casi siempre en hora pico son contradecidos por los agentes de tránsito que a punta de pito y manotones pretenden agilizar el tráfico.

Pequeños pueblos de nuestra geografía hace rato tomaron la decisión de hacer “variantes” o vías periféricas que permiten que los flujos regionales no entren a sus cascos urbanos y generen impactos a la movilidad interna y detrimento a sus vías, Bogotá está atrasada en controlar y encausar esos flujos y una de las soluciones planteada hace más de 30 años y aprobada hace 12 años es la Avenida ALO, (Acuerdo 13 de 1998) que con 50 Km por el occidente permitiría que los flujos intermunicipales que vienen del occidente del país continúen hacia el norte o hacia el oriente sin entrar a la ciudad, es parte de un anillo circunvalar que requiere Bogotá para evitar que por sus calles ya congestionadas y destrozadas continúen pasando tractomulas, camiones, buses y vehículos particulares que no quieren y no deben pasar.

Esa es la Avenida ALO, la misma que el Alcalde Petro en campaña le manifestó su oposición alegando el impacto ambiental sobre los humedales que debe atravesar, ahora como Alcalde en osada propuesta demagógica pretendió urbanizar sus terrenos con vivienda de interés social, colegios y universidades; ante el debate y las contradicciones, ahora dice que mejor la hace.

Si en Paris, los funcionarios que sucedieron al Barón de Haussman hubieran decidido por protagonismo personal o político, por ese afán a veces irracional de los políticos de dejar su impronta, olvidar los trazados y cambiar las reservas viales para la construcción informal de la ciudad, Paris no sería Paris….

Y Bogotá seguirá siendo la aldea con ínfulas de ciudad, donde el Alcalde despacha en el llamado “Palacio Lievano”, diciendo hoy una cosa y mañana otra totalmente distinta y opuesta, no pasa un mes de su mandato y la ignorancia crasa de la ciudad se destaca, sus promesas se deshacen y si bien hay que anotarle sus rectificaciones que ya lo perfilan como el “Alcalde Clutch” (mete la pata y hace el cambio) Bogotá seguirá 4 años más.. cada día más lejos de las estrellas.

Francisco Pardo

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¿Y el P.O.T.?

Entre las muchas omisiones que no se le anotaron a Samuel Moreno Rojas para suspenderlo en la Alcaldía de Bogotá, esta la «Revisión del POT»: trabajo inconcluso y errante que tras 3 años no ha llegado a nada, bueno salvo un oneroso gasto en honorarios, estudios, planos y sobre todo mucha prensa.. para tapar las irregularidades y hacer autobombo de cada declaración del «burromaestre».

La excusa fue tratar de acomodar la ciudad al Metro, su proyecto bandera; sin embargo cada vez que un grupo de proponentes daba una alternativa del trazado, salían las observaciones de legos y expertos que obligaban al Alcalde a dar marcha atrás o cambiar sin mayor razón técnica trazados y  presupuesto, acortando siempre para evitar entrar en controversia; tanto que algunas personas terminamos por denominarlo el «Alcalde Clutch», por que cada vez que metía la «pata» hacia el cambio.

Al parecer, los consultores, el Alcalde y sus asesores nunca leyeron el POT y menos el Plan Maestro de Movilidad, donde estaba ya esbozado y previsto el Metro como una etapa a largo plazo, con pre-requisitos como el Sistema Integrado de Transporte Publico SITP y varias Fases de TransMilenio que permitirían entonces valorar  la movilidad urbana para determinar de acuerdo con tendencias del desarrollo urbano las mejores alternativas para que el Metro si se justificaba entonces, fuera el complemento.

Y una revisión que la misma Secretaria de Planeacion había programado para desarrollarla en 6 meses, por la falta de objetivos, de gerencia y de una visión concertada, se fue alargando y diluyendo, luego de 3 años sigue aun peligrosamente en pañales, tanto que ya varias entidades académicas y gremiales han solicitado que se suspenda el trámite, y mas ahora ante la ausencia del Alcalde.

Mientras tanto, la incertidumbre que generó el proceso, representó una baja notable en la inversión privada en la ciudad. Basta ver por ejemplo los 21 Planes de Renovación que no arrancaron, y muchos otros proyectos que se quedaron entre el tintero; los que si aprovecharon y pescaron en «río revuelto» fueron varios especuladores inmobiliarios que ofrecieron y vendieron predios e inmuebles con la excusa falsa de que el nuevo POT traería cambios en las UPZ, con aumentos de alturas y densidades en ciertas zonas de la ciudad.

Valdría la pena que los entes de control, en especial la Procuraduría, evaluaran, independiente de los miles de millones de los estudios contratados cuanto ha representado negativamente para la ciudad la incertidumbre generada por la alargada y desorientada Revisión del POT, y si a esto le agregamos los costos de disfuncionalidad urbana que ha generado el desorden de las obras publicas mal programadas, sin el debido control y seguimiento, tendríamos que las perdidas generadas por el «carrusel de la contratación»  son mínimas y por tanto llevaderas.

 

FRANCISCO PARDO TELLEZ

Arquitecto 4 x 4

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¿Cuándo fue la última vez que dijo NO?

Es una pregunta a boca de jarro, que aprendí a hacer en reuniones sociales y hasta laborales para romper el hielo y extender una campaña, mejor una cruzada para rescatar el «Derecho a decir que NO».

Nos hemos acostumbrado a decir que SI a casi todo, nos da pena ofender a alguien diciendo que NO tenemos tiempo para atender su llamada, para ir a la reunión inútil del Comité, hemos perdido incluso ante los meseros que nos traen la sopa fría o salada, o ante los presidentes cuyas rémoras los consideran los únicos salvadores, nos da miedo decir que NO nos convencen las acciones y omisiones de los Alcaldes, que NO queremos más telebobelas de mafiosos y tetas siliconadas, y a toda hora terminamos asintiendo idiotamente, por que nos da pena decir que NO entendemos, o que NO sabemos y eso que tenemos a San Google a la vuelta de un click.

Y así como nos apena decir que NO, nos enfurece que alguien nos diga NO, lo consideramos un desafío y estamos dispuestos a casar peleas de trogloditas con el fin de imponer nuestras ideas, así sepamos que NO tenemos la razón o que puede existir otra solución; dibujamos planos para sintetizar nuestras propuestas arquitectónicas y se los enseñamos a analfabestias de la geometría descriptiva que son nuestros potenciales clientes (los del billete) y como el mejor culebrero y yerbatero, vendedor de específicos y de ilusiones los convencemos con adjetivos de valoración de espacios, flujos dinámicos, equilibrio de masas y volúmenes, cromatismo y elementos de control ambiental y social de que NO nos digan que NO y nos permitan desarrollar con todo su presupuesto y algo más la idea genial.

Alguna vez me pregunte si en los animales además de razas y familias existía un idioma universal, o si este se mantenía solo entre las especies, es decir que las gallinas francesas pueden hablar con las colombianas, que las chibchas se entienden con las llaneras, etc. por que para mí suenan igual, ponen un huevo y cacarean como los arquitectos, es una reacción universal, aunque lo hacen más cuando hablan del próximo proyecto (perdón huevo)

Como nadie me ha resuelto la duda de la universalidad lingüística de las gallinas y de la arquitectura, algunos arquitectos aparte de concebir espacios, de dibujar proyectos y construir obras les da por falta de oficio de convertir la sinapsis espacial en complicados axiomas de profundas vaguedades bien cacareadas, que como las palabras, fuera de contexto muchas veces, de los cantantes de rock, de los lideres espirituales y políticos o de los entrenadores de fútbol se elevan al mármol y se convierten en leyes universales como «más es menos» o «perder es ganar un poco»

Guillermo Fischer esta tratando de decir que NO, que NO entiende o NO comparte las propuestas de la sinapsis de Mesa, tranquilo ya somos más, sin embargo como bien lo anota Willy Drews el tema y el problema son distintos, es nuestro lenguaje universal gráfico incapaz de transmitir una idea espacial?

Un concepto tridimensional y funcional, requiere de la complicada transmutación en un axioma o en una frase de cajón?

Francisco Pardo Téllez
Arquitecto 4×4

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