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Cuando Goliat premió a David, o David se premió a sí mismo

Oct 7,  2012

En una curiosa Bienal Internacional de Arquitectura donde la gran mayoría de los pabellones no mostraban contenidos de arquitectura y conformaban “instalaciones” más propias de una Feria de Arte, las autoridades decidieron premiar justamente la falta de una participación protagónica de la arquitectura.

 

El 29 de agosto el Jurado de la Bienal de Venecia otorgó el Primer Premio “El León de Oro” a la reconstrucción de un Bar venezolano que hipotéticamente estaba en la azotea de la Torre David de Caracas un edificio inconcluso invadido por okupas. El Bar era la instalación de un Pabellón del conjunto auspiciado por el curador Mr. David Chipperfield y formado por el llamado Urban-Think Thank integrado por Justin McGuirk de Londres, Alfredo Brillembourg y Hubert Klumpner, junto al fotógrafo holandés Iwan Baan. El proyecto de la torre David inconclusa fue del arquitecto Enrique José Gómez y del constructor David Brillembourg (primo del premiado) con oficinas en Nueva York y Zurich. El Bar, denominado “Gran Horizonte” era considerado como un “pop-up” punto de encuentro informal en la Bienal[1].

 

Cabe aclarar que este stand, ubicado en la zona del Arsenal, no representaba oficialmente a Venezuela, cuyo Pabellón, realizado por Carlo Scarpa hace más de medio siglo en la zona de los jardines, tenía una Exposición denominada “Ciudad Socializante vs. Ciudad Alienante” con un catálogo con textos de Juan Pedro Posani y el Ministro de Vivienda Ricardo Molina acompañado por pinturas de Domenico Silvestre y un audiovisual con los testimonios de María Sojo. Esta era la versión oficial del Gobierno de Hugo Chávez en la Bienal. Las personas que atendían este Pabellón nacional desconocían la existencia del Bar de arepas y parrillada que complementaba el imaginario latinoamericano que Mr. Chipperfield y sus amigos habían montado.

 

El rascacielos inconcluso Torre de David tiene 45 pisos con 190 metros de altura y residen allí cerca de 3000 personas que ocuparon el espacio dentro de las políticas fomentadas por las carencias de vivienda. Carencias estas determinadas por el proceso de urbanización, la pobreza, los avatares de las inundaciones y derrumbes que asolaron la ciudad de Caracas en los últimos años. La reorganización de los modos de vida, la decoración de los ambientes que recoge el fotógrafo y los nuevos hábitos de esta “arquitectura sin arquitectos” es lo que ha terminado siendo curiosamente premiado por una Bienal de Arquitectura.

 

Aunque pueda parecer “políticamente correcto” este rescate de una respuesta ante la crisis de vivienda del continente, lo que se está premiando aquí no era realmente la solución del problema sino una iniciativa de emergencia que termina convirtiéndose en un camino, prestigiado por este Premio, para resolver sin compromiso del Estado ni de la sociedad, mediante la invasión y la ocupación, unas formas de supervivencia carentes de los adecuados servicios y las condiciones mínimas de habitabilidad.

 

“La Torre de David testimonia el fracaso del neoliberalismo y la capacidad de sobreponerse a las situaciones de los más pobres y marginados de la sociedad, de modo que también representa una oportunidad de reconsiderar cómo se crean las comunidades urbanas”, explican los autores del proyecto[2]. Se omite según opina el Diario El Universal de Caracas que la llamada Torre de David “no es precisamente una construcción “abandonada” u “ocupada” -como la llama Brillembourg- sino “invadida”. O que el edificio se ha convertido en una estructura infranqueable hasta para las autoridades policiales”[3]. La Torre, que pasó a manos del estado luego de la crisis económica de 1994 debió haber sido reciclada o terminada para dar solución adecuada a las carencias de vivienda, pero, como señalaba Juan José Pérez Rancel en 2011 con aquella ocupación del edificio, comenzada en el 2007, “la promiscuidad cobró venganza y se instaló en las alturas, para alumbrar como un faro a la ciudad, proclamando el fracaso del populismo, de los falsos redentores, de la planificación, de la modernidad. El triunfo de la modernidad inconclusa sobre la posmodernidad prematura”[4].

 

El Colegio de Arquitectos de Venezuela consideró el Premio como una acción política otorgada a un “sofisticado happening para europeos ociosos” donde el Jurado, integrado por cuatro arquitectos europeos y uno estadounidense hablan de “nueva comunidad”, “nueva identidad” y de un “modelo inspirador” que sin dudas está premiando más a los habitantes que a los arquitectos[5]. Inspirados en la “Civilización del espectáculo” que predominaba claramente en los Pabellones de la Bienal, esta decadente premiación de Goliat al pobre David es claramente una burla que testimonia la caricatura que ciertos sectores de la intelectualidad arquitectónica adjudican a nuestra realidad americana.

 

Esta realidad de postergadas respuestas de calidad hoy celebradas de esta forma insultante requiere entender, como dice claramente Anaxtu Zabalbeascoa, que “no se trata de censurar la intervención ciudadana. Al contrario, se trata de evitar convertirla en una moda que acabe con ella”[6]. En el mismo sentido el arquitecto venezolano Henry Vicente reflexionaba aludiendo a esta admiración por el supuesto éxito de las ocupaciones en momentos en que Europa se sacude en sus propias crisis, parece “que estamos negociando con espejitos al revés, ahora somos nosotros los que los vendemos”[7]. La presencia del Pabellón fue acompañada por un libro (que no estaba accesible a los visitantes) y que se remitió al Jurado. El mismo fue editado por Lars Müller Publishers de Suiza, que también contrató al fotógrafo para comparar Brasilia con Chandigarh (2010).

 

El cineasta Thaelman Urgelles, escribió un artículo donde decía: “El premio ¿es acaso un sarcasmo, una crítica del espanto a través de la ironía? Pues no, el premio se confiere con toda la sinceridad del curador y los jurados europeos, quienes nos miran a los latinoamericanos como especímenes de su particular espeleología social o, peor dicho, no pierden la oportunidad de alimentar su arrogancia al celebrar nuestra miseria y descomposición, elevándola a la categoría de arte”. Para el arquitecto Jimmy Alcock, Urgelles habla de la visión que Europa tiene de nosotros[8].

 

El ex Decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, Marco Negrón detallaba aspectos de este proceso de ocupación del edificio: «Antes de la invasión, sin que ninguna autoridad interviniera para impedirlo, fue sometido a una intensa depredación por comerciantes informales que cargaron con todo lo que fuera transportable y tuviera valor. Sobre la vida interna del complejo, donde se calcula que habitan unas 700 familias en 28 de sus 45 pisos, se han tejido toda clase de historias difíciles de comprobar debido a la extraterritorialidad de facto de que goza la infraestructura; debe suponerse sin embargo que, como ocurre en toda la ciudad, se trata de una población mayoritariamente trabajadora y de conducta normal, agobiada por necesidades perentorias que, frente a una prolongada crisis, la inoperatividad del Estado y el oportunismo del Gobierno, encontró esa alternativa para resolver sus problemas más esenciales aun de manera extremadamente precaria”.

 

 “La determinación de esas personas, su coraje para no rendirse frente a la adversidad y la incompetencia oficial, son sin duda merecedores de los mayores elogios, no así la solución: los autores del libro sostienen, sin sonrojarse, que la Torre es “un símbolo del fracaso del neoliberalismo” cuando en verdad se trata de la consagración del capitalismo más salvaje: una pequeña oligarquía en la frontera del delito -la que lideró la ocupación- que ejerce su dominio sobre la mayoría en un territorio del que el Estado ha desertado, exactamente igual a como ocurre con los “pranes” en las cárceles o los azotes de “barrio” en muchas zonas populares. En un gesto de chocante demagogia Venecia ha premiado el atraso, la quiebra de la civilización, la miseria transformada en espectáculo al gusto de un público frívolo que ha agotado no sólo la creatividad sino hasta la mínima sensibilidad humana”[9].

 

Cabe señalar que la Torre David, a pesar de la buena voluntad de sus ocupantes que dicen haber expulsado a “los malandros”, tiene sus problemas. Fue recientemente allanada para buscar a un diplomático secuestrado y para decomisar armas. Un testimonio contemporáneo señala que “los malandros circulan en motos por las rampas de los estacionamientos, cobran peaje a toda hora a quien quiere bajar o subir; suceden más de cuatro violaciones diarias a niños y niñas, jóvenes y mujeres; han caído al vacío más de cuarenta niños (de meses y de pocos años de edad); se trafica todo el tiempo con drogas; roban a quienes regresan de sus trabajos, etc”. Lo ratifica también el arquitecto Oscar Tenreiro al decir: “no figuran en el panorama los dramas de niños caídos al vacío, de extorsiones diarias a manos de delincuentes, de venta de espacios, de promiscuidad, de complicidad con autoridades complacientes; más que ignorancia es idiotez”[10].

 

Los méritos de haber logrado un sistema de uso de electricidad y abastecimiento de agua potable, no impiden verificar la odisea de quienes habitan un edificio de esa altura sin ascensores y con carencias de todo tipo, unidas a estas circunstancias de degradación social.

 

Mientras tanto en Venezuela se comienza a poner en tela de juicio la conducta del grupo Urban Think-Thank por actuaciones anteriores. Aparentemente obtuvieron un financiamiento cercano al medio millón de dólares del Kulturstiftung des Bundes (Fundación Cultural de Alemania) para un proyecto llamado Caracas Case: Cultura Urbana Informal. Una manera interesante de estudiar la pobreza con cuantiosos recursos. También se les menciona como utilizando, sin dar el crédito correspondiente, los estudios que sobre la Torre David hicieron Ángela Bonadies y Juan José Olavarría[11].

 

Pero también están presentes las reflexiones sobre el significado de este Premio en la hora actual. Tenreiro acota que: “Se dice que ha premiado la miseria, lo cual en el caso que nos ocupa a los venezolanos no puede ser más cierto. Pero lo más significativo es que ha dejado muy en claro la hipocresía que cunde en estos espacios, la ignorancia, la frivolidad. Pero eso no es nuevo. Lo nuevo, para mí al menos, es verlo tan claro. La historia es la misma de siempre. Somos vistos como casos de estudio. Los europeos cultos se dan el lujo de ignorar o pasar por alto (para eso los ayudan los arribistas de aquí), que no hay posible autopromoción de los pobres que no pase por una búsqueda incesante de perfeccionamiento de la democracia”[12]

 

En definitiva un Premio que muestra más el desconcierto de una Europa que sale de la euforia de la “Arquitectura Milagrosa” de los “lápices de oro” de un Star system que ha saqueado, con la complicidad de los políticos y otros arquitectos protagonistas del arribismo y del doble discurso, la economía pública de varios países de aquel continente[13].

 

El poderoso Goliat europeo premió a David en Venecia o, en realidad, David Chipperfield se premió a sí mismo, usando el imaginario de la pobreza latinoamericana como la nueva excusa vanguardista.

 

Arq. Ramón Gutiérrez.

CEDODAL. Argentina

Publicado originalmente en: Entre rayas


[1] Véase Il Giornale dell´Architettura, Venecia, 28 de agosto de 2012.

[2] Bosco, Roberta. “Venecia rompe con la arquitectura espectáculo”. El País. Madrid, 27 de agosto de 2012.

[3] Falcón, Dubraska. “La Torre David fue reconocida con el León de Oro en Venecia”. El Universal. Caracas, 30 de agosto de 2012

[4] Pérez Rancel, Juan José. “Metamorfosis. La venganza en la Torre de David”. Revista Medio Informativo, Facultad de Arquitectura, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 24 de junio de 2011.

[5] Colegio de Arquitectos de Venezuela. Declaración sobre la XIII Bienal de Arquitectura de Venecia. Caracas, septiembre de 2012.

[6] Zabalbeascoa, Anatxu. “Frente a la vanidad, latinidad”. El País, Madrid, 12 de septiembre de 2012.

[7] Idem.

[8] Alcock, Jimmy. Croquis CAV. Caracas, 23 de septiembre de 2012.

[9] Negrón, Marco. “Venecia. La miseria como espectáculo”. Croquis CAV, Caracas, 11 de septiembre de 2012.

[10] Tenreiro, Oscar. “El triunfo del Cinismo”. Croquis CAV, Caracas,  2 de septiembre de 2012.

[11] Pintó, Matías y Pintó, Mateo. “LEÓN DE chORO”. En http://latorrededavid.blogspot.com.ar/

[12] Tenreiro, Oscar. El triunfo del cinismo. Op. Cit.

[13] Moix, Llatzer. Arquitectura milagrosa. Hazañas de los arquitectos estrella en la España del Guggenheim. Barcelona, Anagrama, 2010.

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Plagio y moral

Isaac Broid y Felipe Assadi hace poco participaron en el concurso para el Conjunto de Artes Escénicas de Guadalajara, con una propuesta que a todas luces es casi idéntica al proyecto de la Biblioteca de Santo Domingo Savio, de su amigo Giancarlo Mazzanti, proyecto que ya había sido objeto de debates por variadas causas, sobre todo, por su impresionante parecido al proyecto de concurso de David Chipperfield para el Centro multimedia de Hong Kong. La línea continúa y la falta de citación también.

I. Broid y F.Assadi: Conjunto de Artes Escénicas de Guadalajara, 2009
G.Mazzanti, Biblioteca Santo Domingo Savio, 2007
D.Chipperfield, Hong Kong University, concurso, 2003

Este doble parecido no dejaría de ser eso, un parecido, de no ser porque Broid y Assadi no dan explicaciones al hecho en su memoria del concurso; como no la dio Mazzanti en el suyo, en el que además “reutilizó” en lugar de “citar” la memoria de Chipperfield.

Evidentemente, con esta intencionada reutilización del proyecto de Mazzanti; me arriesgo a suponer que Broid nos quiere mostrar algo:

Que el repertorio formal de la arquitectura está agotado y que simplemente no queda más por hacer que reciclar. O bien, ¿será  mostrarnos –a quienes nos hemos quejado y a quienes les parece una queja injustificada– la validez ética en el campo de la arquitectura de retomar ideas proyectuales de otros autores y presentarlas como propias?

En principio, si se trata de demostrar que la arquitectura agotó sus temas, estaría de acuerdo con Broid-Assadi, más no estaría de acuerdo con que esto justifique la reproducción estilística de manera ligera, como es este caso, sin que haya una reflexión y maduración de las ideas, que de existir, le aportaría sin duda al desarrollo de la arquitectura.

Como parece que lo que vemos en la secuencia de Chipperfield, pasando por Mazzanti y terminado por ahora en Broid y Assadi, no se trata de la utilización de una tipología que implica evolución, sino más bien de un modelo, en los  términos clásicos de Quatremere de Quincy: “El modelo, entendido según la ejecución práctica del arte, es un objeto que debe repetirse tal cual es. El tipo es por el contrario, un objeto según el cual cada uno puede concebir obras que no se parecerán en nada entre sí. Todo es preciso y está dado en el modelo. Todo es mas o menos vago en el tipo…” [1], remitiendo de paso, los proyectos de Mazzanti y Broid al campo  del  zeitgeist,  o, a la frivolidad de la moda.

El utilizar la creación ajena sin reconocer la fuente es condenado actualmente por la sociedad capitalista, donde aparece el concepto de la propiedad privada, del cual se deriva el derecho a la propiedad intelectual; concepto inexistente en la antigüedad y que hace su aparición con la revolución industrial.

Se nos ha adoctrinado, como anota Stanley Fish de manera práctica en dos columnas publicadas en el New York Times :

“Estos últimos años ha existido un sinnúmero de asaltos a la noción de la originalidad, desde campos tan diversos como la teoría literaria, la historia, los estudios culturales, la filosofía, la antropología y las ciencias del Internet.

La autoria intelectual individual, como nos lo han dicho, es una invención reciente de una cultura burguesa obsesionada con el individualismo, los derechos individuales y el mito del progreso. Todos los textos son palimpsestos de textos anteriores; no ha existido  nada nuevo debajo del sol desde que Platón y Aristóteles, y ellos no eran nuevos tampoco; todo pertenece todos. En períodos anteriores las obras de arte fueron producidas en talleres por los equipos; el artesano principal pudo haberlos firmado, pero eran productos comunales. En algunas culturas, incluso valoran mas la imitación de modelos estándares que el trabajo que se destaque por la innovación. …” [2]

Aclara Fish que el problema del plagio atañe sobre todo al mundo académico, dado que para otros como  los científicos, historiadores o periodistas profesionales, el usar material ajeno sin acreditarlo es algo inconcebible. En cambio, en el campo de la música o la novela, la línea que delimita lo incorrecto y lo posible, comienza a ser difusa; y como añado yo, en el campo de la arquitectura es aun más borrosa.

Sin embargo, mientras en las artes plásticas, como en la música y la literatura la forma de calificar el plagio esta más o menos definida, en arquitectura aparentemente no existe una medida exacta para hacerlo, y esto es aprovechado de manera descarada por quienes lo ejercen. Tal vez la dificultad de establecer el plagio en arquitectura  se encuentre en la manera en que opera la arquitectura desde sus orígenes, en clara contravía del  concepto de propiedad intelectual capitalista.

En las sociedades primitivas el diseño arquitectónico hace parte de la cultura colectiva, y trabaja sobre  tipos arquitectónicos que van evolucionado con  la cultura de manera holística, así vemos en las tribus indígenas el edificar con cantos y rezos que trasmiten toda la información necesaria para este fin, sin que exista el concepto de autoría individual.

Si bien conocemos los nombres de los autores de las obras canónicas de la antigüedad clásica, es claro que trabajan bajo principios operativos proyectuales basados en el tipo como herramienta de diseño.

En la Roma clásica, el saber heredado de la cultura griega y los propios desarrollos romanos es compilado en códices como el de Vitruvio, que a su vez es reeditado por Felipe II en las Leyes de  Indias.[3]

En el Medioevo, el tipo llega a ser la manera principal de hacer arquitectura, y la aparición misma del Gótico el resultado de la obtención de conocimiento de una comunidad técnica por medio del ensayo y error, que termina por edificar un tipo arquitectónico novedoso.

En el Renacimiento se trabaja sobre tipologías y estilísticas clásicas

basadas en los antiguos códices romanos.

En el Barroco encontramos el renacer de la tratadística con sinnúmero de autores nuevamente operando con la tipología y una nueva estilística

En el siglo XVIII comienzan a aplicarse las normas que regulan la propiedad intelectual, como una consecuencia derivada de la propiedad material que genera capital.

El Movimiento Moderno, que paradójicamente buscaba una reforma social radical por medio de una arquitectura basada en la innovación como objetivo, construye una estilística comunal que buscaba significar la ruptura con la historia.

La dificultad para discernir y calificar el plagio en arquitectura yace como vemos en el carácter comunal de la creación arquitectónica a lo largo de la historia.

El plagio es un problema que atañe la esfera de la ética del individuo, dado que la moral colectiva no tiene claridad sobre lo que constituye plagio en el campo de la arquitectura.

Para Fish la investigación en la academia esta construida sobre la originalidad y el deseo de progreso del pensamiento “usted puede entonces decir que estas suposiciones y los resultados que se esperan –nuevas miradas, soluciones a problemas– serán destruidas si los estudiantes e investigadores toman la salida fácil y simplemente  copian algo que algún otro ha hecho ya.” [2]

En lo particular, y siguiendo a Fish, me tiene sin cuidado el problema moral de la copia en arquitectura, al fin y al cabo quien lo practica, más que todo, se engaña a sí mismo; mi preocupación está en el campo de lo profesional y académico.

El problema real, es que esta conducta no le aporta un ápice al crecimiento intelectual del individuo “que pierde una oportunidad para mejorar su habilidad de razonar o adquirir herramientas de habilidad”. [2]

Pero más grave aun es el daño que el plagio le hace a la arquitectura como epistemología, que al ser despojada de su capacidad de investigación y exploración pierde toda oportunidad de desarrollo intelectual.

En un medio en el que las revistas de decoración posan de arquitectura; las revistas de arquitectura posan a su vez de culturales; y las revistas culturales hacen lo propio posando de intelectuales, amén de las Bienales de Arquitectura, parecen encontrarse todas en plan de festejo del plagio, sólo resta que  quienes estamos vinculados a la academia, nos preocupemos por evitar esta práctica del reciclaje encubierto de vanguardia, como un asunto profesional; buscando que por lo menos en la academia se desarrollen nuevas soluciones y nuevas miradas, en busca de una arquitectura que resista el calificativo de vanguardia. En principio, todos estamos de acuerdo que se necesita una arquitectura contemporánea. No estamos de acuerdo con los procedimientos para lograrla, ni con los medios para publicitarla.

Guillermo Fischer

[1] Antoine Quatremere de Quincy, Dictionnaire historíque de l´Architecture, Paris, 1832
[2] Stanley Fish, Plagiarism Is Not a Big Moral Deal y The Ontology of Plagiarism: Part Two, new York Times, 2010
http://opinionator.blogs.nytimes.com/2010/08/09/plagiarism-is-not-a-big-moral-deal/
http://opinionator.blogs.nytimes.com/2010/08/16/the-ontology-of-plagiarism-part-two/
[3] http://revistas.ucm.es/ghi/02116111/articulos/QUCE8585120083A.PDF

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Medellín, capital de la arquitectura de vanguardia de segunda mano

Julio 4, 2010

El proyecto ganador en el concurso para la ampliación del Museo de Arte de Medellín,  proyecto de 5-51 Supersudaca Perú, tiene una sorprendente  semejanza  con el proyecto de Herzog & de Meroun para la ampliación del Tate en Londres: un apilamiento de cajas rectangulares,  anexadas  al volumen lineal de las antiguas plantas industriales. Los interesados pueden apreciar la similitud en las imágenes de ambos proyectos, que incluyo a continuación:

5-51 supersudaca Perú

Herzog & De Meuron, Tate 2

El proyecto escogido en este concurso es el de mayor impacto mediático, siendo desechadas propuestas originales de mayor valor arquitectónico, y por consiguiente, menos arquitectura-espectáculo, como las de Alejandro Aravena, Juan Herreros, Rafael Iglesias y  Enrique Norten.

La intención de seleccionar un proyecto de carácter mediático queda corroborada con el otorgamiento del segundo puesto para el escandalosamente ruidoso proyecto de Izaskun Chinchilla.

Izaskun Chinchilla

El resultado de esta premiación  resulta absolutamente lógico, dada la participación en el jurado de Lorenzo Castro y Camilo Restrepo, quienes pertenecen al grupo arquitectónico mediático que produce la mayoría de proyectos públicos en Medellín, y que se autocalifica de vanguardia.

Alejandro Aravena (Elemental)

Rafael Iglesias

Juan Herreros

Enrique Norten

Desde  el éxito turístico del Guggenheim de Bilbao, y de los proyectos en Paris de la época Mitterrand, hacer espectáculo con la arquitectura es una operación estratégica de la política para hacerse visibles y «vender» una ciudad mundialmente.

Nuestra versión tercermundista de esta práctica es aún más sofisticada, ya que no solamente se logra construir íconos arquitectónicos que generan turismo, sino que al adjudicarle una dedicación social se logra un mayor reconocimiento en los medios internacionales.

Esta practica implica hacer proyectos cuya fortaleza está en la imagen y en su capacidad de ser mediatizada ampliamente; desgraciadamente, en la gran mayoría de proyectos de este tipo en nuestro medio, al priorizar la imagen externa, se sacrifica la calidad ambiental de sus espacios, y quienes tienen que sufrir las regulares condiciones de estos espacios, amén de su carencia de sostenibilidad, son las mismas clases desprotegidas a quienes desvergonzadamente se les publicita su beneficio.

Las beneficiarias reales de esta operación de mercadotecnia político-arquitectónica, son las imágenes de políticos y arquitectos.

Esto me lleva a preguntar: ¿cómo representar de manera adecuada, seria, profunda y contundente las transformaciones que se están dando en otras ciudades como consecuencia de acciones sociales y de mejoramiento de los contextos más deprimidos? ¿cómo lograrlo sin caer en la frivolidad, en la moda, en el gesto fútil y pasajero?

Tal vez la respuesta está en el mismo concurso: la arquitectura pura y dura como la de Aravena, Herreros, Iglesias y Norten es una muestra de que lo que es posible, arquitecturas que hablan de ellas mismas, sin llegar a la triste solución de reciclar arquitecturas foráneas de vanguardia, y las cuales celebran los medios como si fueran el colmo de la creatividad y la originalidad.

Con este hecho, Medellín ha terminado por contener la más interesante colección de piezas de arquitectura no originales, inspiradas en piezas de vanguardias foráneas previamente  publicitadas.

Hacer un tour de estos edificios, tal vez sea una buena oportunidad para quienes se interesan en la arquitectura de vanguardia y quieran ahorrarse unos pesos y poder conocer varias piezas de arquitectura mediática en boga en solo lugar. Incluyo para los interesados la lista de proyectos para este tour en Medellín, acompañados por su símil foráneo:

-Biblioteca España en Santo Domingo Savio, Medellín, Giancarlo Mazzanti

Centro Multimedia City University Hong Kong-David Chipperfield (proyecto)


-Estadios para Juegos Suramericanos en Medellin-Giancarlo Mazzanti, Felipe Mesa

Ciudad de la innovación ,Navarra-Kohle, Oiza y Araujo


-Plaza Mayor, Medellín -Giancarlo Mazzanti, Daniel Bonilla.

Museo Universitario de Alicante-Alfredo Paya


-Plaza Mayor, Medellín ,Auditorio-Giancarlo Mazzanti, Daniel Bonilla.

Aula  Magna Universidad Central de Venezuela, Caracas-Raul Villanueva, Alexander Calder


-Parque Explora-Alejandro Echeverri

Casa PR 34, Mexico D.F. – RojkindArquitectos


Guillermo Fischer


Imágenes:
Concurso MAM, Medellin: Revista av proyectos numero 035
Herzog de Meuron
http://www.dezeen.com/2007/04/01/tate-modern-2-by-herzog-de-meuron/

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