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Hace rato que no reto

 

 

“…y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres

como en las noches lúgubres el llanto del pinar.

El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,

y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.

Mas hay también ¡Oh tierra! Un día…un día…un día…”

Porfirio Barba Jacob

 

…en que amanecemos tan desafiantes, tan desafiantes, que quisiéramos desvestirnos en una cabina telefónica y salir con una capa y una letra en el pecho a desafiar malhechores; o si las fuerzas no nos alcanzan para ser Superhéroes, embestir molinos con un caballo flaco y un escudero gordo; pero si tampoco llegamos a caballeros andantes, al menos retar a todos los que conocen ó deberían conocer el proyecto aprobado por la curaduría 4 para el rascacielos BD Bacatá en Bogotá.

 

Comienzo con el Sr. Comprador de uno de los 396 apartamentos, y lo reto a que me diga si examinó detenidamente el proyecto antes de pagar entre $ 5.404.500 y $ 7.845.063 por metro cuadrado, y comparó precios con lo ofrecido en los sitios más caros de Bogotá, por ejemplo el barrio La Cabrera (estrato 6), donde según la revista Propiedades y Remodelación Nª 19 de junio de 2011, aparece el “Precio del metro cuadrado en Bogotá.” entre $ 5.500.000 y $ 6.800.000, con “acabados lujosos como pisos en mármol o similar, enchapes y grifería de lujo, fachada de estrato alto y cocina tipo europeo”.

 

Sospecho que no lo hizo puesto que compró, y paso entonces a explicarle como es el acceso, según aparece en el plano aprobado A.01.01. Se llega a un vestíbulo en el primer piso y de allí se pasa al hall de ascensores que mide (léalo bien), un metro con cincuenta de ancho!  O en otras palabras, aproximadamente el equivalente a dos hojas del periódico El Tiempo extendidas en el piso! Cuando llega el ascensor, usted tiene que recostarse contra la pared del fondo para que quienes llegan puedan salir!. Como contra la pared solo caben 17 personas y en el edificio habitan aproximadamente mil, los demás que aspiren a subir en ese momento tendrán que hacer cola en el vestíbulo, o pedir un turno, o solicitar cita telefónica con anterioridad. Este mini espacio se repite en todos los pisos.

 

Yo sé que si lo reto a que se imagine que pasa si en ese momento llega un trasteo, me va a contestar que no hay problema pues el trasteo entra por el sótano: veamos que pasa entonces con el camión del trasteo. Cuando va llegando, se encuentra una cola de varias cuadras de algunos de los 737 vehículos que tratan de entrar por una puerta (entrada y salida) que mide seis metros!, (plano  A.0101) espacio que ni siquiera alcanza para un vehículo entrando, otro saliendo, cabina de control, máquina expendedora de tiquetes, separador, andén de protección, vigilante y perro. Para que se haga una idea de la situación, lo reto a que se imagine la entrada vehicular a cualquier centro comercial, (Centro Andino, por ejemplo) un sábado en la tarde; elimínele dos de las tres entradas y una de las dos salidas, y agréguele a la actividad comercial 396 apartamentos, 138 oficinas, y un hotel de 542 habitaciones. Espero le haya quedado claro.

 

Asumamos en vía de discusión, que el camión del trasteo lleva un santo al volante, quien después de esperar las  horas que sea necesario logra acercarse a la puerta y trata de llegar al segundo sótano donde hay 4 puestos de descargue con una altura de dos metros con cincuenta (planos A.1.-2  y A.02.05). No lo logra. No cabe el camión. Entonces usted decide hacer el trasteo en su automóvil y al llegar al estacionamiento asignado (con servidumbre) no puede pasar pues su compañero de desgracia (mejor dicho, de servidumbre) se fue de vacaciones y no dejó las llaves. De todas maneras no habría podido sacar el trasteo pues escasamente puede abrir parcialmente las puertas de un lado, en un puesto de dos metros con veinte de ancho, pegado  contra una cortina de concreto (planos  A.1.-2 a A.1.-6, ejes C a R, 11 a 13). La solución, Sr. Comprador, es que venda el carro, el sofá, el piano y la cama doble, y haga el trasteo en taxi y arrastrando dos maletas y una camándula. La camándula es para que pida que no haya un temblor ó un incendio, pues evacuar mil personas asustadas de un edificio de 55 pisos por dos escaleras, no es tarea fácil.

 

El siguiente turno es para el Sr. Comprador de una  oficina, y el reto es que me confiese si estaba enterado de los precios del mercado. El precio del metro cuadrado de oficinas en el BD Bacatá en este momento, varía entre  $ 4.150.913 y $ 5.308.000 dependiendo del piso (dato de la oficina de ventas 30 6 2011). En la página 66 de la revista Propiedades y Remodelación ya citada, aparece el “Precio del metro cuadrado en oficinas de Bogotá.” Para las mejores oficinas (tipo AAA) en la zona más cercana al centro, el Centro Internacional, con mejor ubicación, menos problemas de movilidad y mayor demanda,  se estima un valor por metro cuadrado entre $3.900.000 y $4.100.000.

BD Bacatà

Torre Caja Madrid

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si usted la compró para su uso personal  no se preocupe, resígnese;

Si la compró para alquilar o revender, preocúpese;

Si la compró para estar en uno de los edificios más altos del mundo, desilusiónese: en la página Emporis, hay doscientos de más de 239 metros;

Si la compró por la originalidad del edificio, no se emocione tanto; consulte como referencia el proyecto de Norman Foster, Torre Caja Madrid.

 

El Sr. Comprador de un FiDi  del Hotel sabe que “Los FiDis no son una inversión financiera: no garantizan una rentabilidad ni su redención en un plazo determinado”, pues así  lo aclara la propaganda. Yo le tengo un reto: Que confiese si antes de comprar, se enteró de cuales son las principales características del Hotel. Si no fue así yo lo entero. El hotel ofrece 542 habitaciones (según la primera propaganda) o 364 (según la última), repartidas en 57 pisos. En siete de ellos (43 a 49) hay siete habitaciones por piso; en cuatro (53 a 56) hay tres suites por piso, y en los últimos cinco, solo un apartamento por piso!. Esto hace costosa e ineficiente su operación. Sin embargo los promotores calculan las utilidades con base en una tarifa de $ 270.000 para el primer año. Reto a un operador hotelero a que me diga si cree que podría ser competitivo con este hotel, esa localización y esa tarifa, teniendo en cuenta que el Hotel Ibis, por ejemplo, nuevo, eficiente y ubicado en un mejor sitio, tiene en este momento una tarifa de aproximadamente $ 112.000.

 

Y como si esto no fuera suficiente

El Hotel Tequendama queda en frente.

Y si este argumento no lo conmueve,

Compare el Centro Internacional con la calle 19.

 

Finalmente decidí hacerme un auto-reto: Tratar de recordar si en mis 52 años como profesional y profesor había conocido un proyecto con un mayor desprecio por lo funcional, un menor sentido de las proporciones, y un comprador, que no está en capacidad de entender planos, más confiado. Mi respuesta fue no. Ante esta auto-derrota solo me queda retar a cualquier profesor de cualquier semestre de taller de diseño, de cualquier Facultad de Arquitectura, a que califique este proyecto.

 

Amamos los ritos. Nuestro complejo tercermundista nos lleva inevitablemente al rito de adorar, de rodillas y en silencio, los ídolos arquitectónicos que nos llegan de fuera, por ser “los más”: Los más grandes, los más raros, los más  feos, o los más malos; o simplemente por ser una muestra apabullante de invasión extranjera. (Se dice invasión ó inversión?). Y después del rito de adorar, compramos.

 

Hace rato que no reto, pero hoy he roto un rito.

 

 

Willy Drews

 

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No voy a hablar de Bogotá

 

No voy a hablar de Bogotá, porque no la habito. Si bien la conozco y admiro particularmente muchas de sus zonas y la brillante intervención de algunos de sus arquitectos, no vivo en ella. Conozco sin embargo el valor histórico de sus barrios y de sus monumentos. Ciudad bella, bien emplazada.

Conozco otros centros urbanos que han sido agredidos por causas venales, por no decir la misma causa. París y Milán, Roma y Barcelona son sólo algunas pocas que han recibido “la gracia”: lo que nos cuentan es el progreso. Progreso sospechoso…pero tampoco voy a entrar en el discurso de legitimar o censurar. Deseo atenerme a los hechos: certezas en el orden de la física, de la química, de la climatología.

Está probado con cifras que la construcción de un edificio de altura genera costos constructivos mayores que la edificación que se mantiene en los 4 pisos tradicionales. No se obtiene con la altura mayor densidad, si se mantienen las reglas del respeto por los linderos. El derecho al sol, a las corrientes naturales de aire, a las vistas deben ser iguales para todos. Pero también está comprobado que los edificios en altura, quitan el sol a sus vecinos, alteran las visuales y el paisaje y alteran las corrientes de aire. Como si esto no bastara, como gigantes acaparan la energía eléctrica y los servicios derivados, el gas, el agua; saturan los desagües y alteran el curso del agua de lluvia.

El mantenimiento de un edificio en altura es mucho mayor que el de uno más bajo: más elevadores, más bombas de elevación de agua, mayor exposición al frío y al calor = mayor cantidad de energía. Mayor peligro en caso de accidentes. Pero también menor disponibilidad para el uso de sistemas pasivos de aclimatación, sin uso de energía agregada.

Algunas compañías alemanas desalientan a sus clientes entrar en esos edificios. Es fácil hacerlo, el seguro aumenta.

Pero hay otros factores: salvo en sitios donde no la dejan erigirse, la torre inevitablemente se convierte en protagonista. El protagonista que es más alto que la Mole Antonelliana en Turín, la otra que se aloja en el agua, a cien metros de la costa en Liguria (el alcalde la vetó, el arquitecto lo trató de idiota retrógrado), las torres de vidrio  que son la “cocina solar” de los libros de la Biblioteca Nacional de Francia… la lista es inacabable.

Precisamente porque las torres son protagonistas, cada arquitecto estrella quiere la suya, y cada alcalde cree que prestandole su ciudad, la favorece. Un círculo de snobismo que, apareado al de los que compran sea porque “es moderno”, sea porque tiene vista, sea porque es caro, hace que cada una y todas nuestras ciudades esté amenazada por esta peste. Los alcaldes se favorecen, los arquitectos también; lástima, los habitantes no.

A los habitantes de Bogotá me dirijo, los que son ciudadanos no a los simples espectadores urbanos:

no se dejen engañar por propuestas “únicas, inolvidables” que darán prestigio a su vida, que elevarán su status (y sus gastos);

no se dejen engañar por el cuento de la contemporaneidad, ese cuento era viejo ya en la Roma Imperial. La modernidad es proteger nuestras ciudades, no dejarlas a la merced del despojo, del lucro sin escrúpulos, que ha dañado centenares de centros urbanos.

sean curiosos, busquen, investiguen. Hay urbanistas que han estudiado este fenómeno, que lo han denunciado. Nikos Salíngaros, Stefano Serafini, Piero Pagliardini en Italia, Francia, Estados Unidos, Inglaterra…

Protejan su ciudad, lo merece.

Este es un llamado, no un consejo y viene de alguien que no tiene intereses allí, salvo uno: que la belleza de esa ciudad no se pierda por la especulación, en beneficio de otros, no el de ustedes por cierto.

Protéjanse, salven su ciudad: les pertenece, no dejen que se la roben.

Por si no saben de qué hablo: ¡Es del Centro Bacatá de Balaguer y Asociados que estoy hablando!

 

Giancarlo Puppo,

Buenos Aires, abril de 2011

 

 

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La guerra de las falacias

TRAGEDIA ANUNCIADA EN DOS ACTOS, CINCO FALACIAS, TRECE PREGUNTAS Y UNA CONCLUSION.

imagen: COLOMBIABOGOTA

 

PRIMER ACTO: Se abre el telón. La escena se desarrolla en la Calle 19 de Bogotá. Día: Cualquier día de enero de 2011, entre semana. Hora: 7 p.m.

Trato pacientemente de recorrer en mi automóvil, paso entre paso, los escasos 350 metros que separan la carrera Tercera de la Séptima. A la altura del Hotel Bacatá se me acerca un indigente que mientras me “limpia” el parabrisas con un trapo sucio en la mano izquierda, me arranca con la derecha un cocuyo. Después se aleja tranquilamente por entre los buses, con su típico trotecito de ratero. Finalmente llego a la carrera Séptima. En el recorrido me he gastado diez minutos, y $ 85.000 pesos de un cocuyo. Cae el telón.

SEGUNDO ACTO: Se abre el telón. La escena se desarrolla en un centro comercial de Bogotá. Día: sábado 11 de abril de 2011. Hora: 4 p.m.

Comparto con medio centenar de curiosos y compradores potenciales, una carpa donde se ofrece la gran oportunidad para los privilegiados que se decidan a invertir en un megaproyecto de 76 pisos según la vendedora, ( 66 según página Web), 114.384 M2 construidos, 396 apartamentos, 117 oficinas, hotel de 364 habitaciones, 30 locales comerciales, centro de convenciones para 1.500 personas, y 750 parqueaderos. Se llama BD BACATA Bogotá downtown. Lo de downtown no es solo pedantería. Es para que los clientes crean que están comprando en Manhattan, y no en la calle del Cartucho, que es lo que se imaginarían si se utilizara la palabra centro. La realidad está más cerca de la segunda que de la primera. Este proyecto desata la guerra de las falacias. Cae el telón.

FALACIA UNO: SI TIENE LICENCIA DE CONSTRUCCION, EL PROYECTO ESTA BIEN.

La licencia solo implica que el proyecto cumple con las normas. Sin embargo, esto no siempre es cierto, sobre todo ahora que la corrupción es rampante y, según el filósofo, es inherente a la condición humana. El código penal obliga a presumir la inocencia, y en el caso de esta licencia, yo obediente la presumo. Pero el mismo código no me prohíbe hacer preguntas.
Cumplir con las normas no quiere decir que necesariamente estas sean buenas. El Índice de Construcción es del orden de 25. Este Índice es más grande que el de Dios, sumado al de Adán, en la cúpula de la capilla Sixtina. Cómo se logró este superíndice? Existe otro sitio de la ciudad donde esté permitido? Y la súper altura? Donde más está aprobada? Por donde se moverá el enorme tráfico peatonal y vehicular generado por el proyecto? Por la saturada calle 19 ó por las calzadas de seis metros, ya insuficientes, de la carrera quinta y la calle 20? El estudio de tráfico que se exige a todos los proyectos de alto impacto se hizo? Qué solución milagrosa fue propuesta y aprobada?.

FALACIA DOS: PARA RECUPERAR EL CENTRO ES NECESARIO GENERARLE ACTIVIDAD.

Falso. Muchos centros de ciudad se han deteriorado por exceso de actividad. Quien haya recorrido la calle 19 al medio día o al final de la tarde en calidad de peatón, o peor aún en automóvil, habrá sufrido en carne propia el efecto de la superpoblación. Aumentar la actividad producirá entonces mejoras en el sector, o contribuirá a su proceso de deterioro?

FALACIA TRES: LA INVERSIÓN EN FINCA RAÍZ SE VALORIZA.

La crisis del año 97 demostró que la valorización no siempre se puede garantizar. Lo que sí se puede garantizar es la desvalorización cuando las condiciones del entorno se desmejoran, como yo creo que sucederá con la implantación de este complejo. Los compradores pueden llevarse una sorpresa cuando traten de alquilar un apartamento u oficina, y descubran que quienes están en este momento en un sector con problemas de movilidad, no quieren venirse para otro con problemas de inmovilidad.

FALACIA CUATRO: EL GRAN PROYECTO VALORIZA EL SECTOR.

No hay razón para pensar que el sector aledaño, que se vea perjudicado por la llegada del gran edificio, pueda experimentar alguna valorización.

FALACIA CINCO: UN SOLO RASCACIELOS NO HACE DAÑO.

El cuento del verano y el pajarito no se aplica al desarrollo urbano. Aquí una “golondrina” de ese tamaño si hace tragedia. Más aún cuando los vecinos pueden sentirse con el derecho a hacer lo mismo (que lo tienen) y sigan el ejemplo.

CONCLUSION:

Una construcción de tan alto impacto no puede implantarse impunemente en cualquier sitio de la ciudad, sin analizar a fondo sus consecuencias. Los rascacielos han pasado de moda por ineficientes, y solo se construyen donde la opulencia y la prepotencia los exigen, o donde su finalidad es lavar dinero. Quienes quieren Dubaitizar el centro de Bogotá, lo más que lograrán será Panamatizarlo. Y hacerlo morir en el intento.

Definir el responsable de este descalabro no es fácil. Serán los promotores que son como el amor de los marinos, que besan y se van? O los que lo autorizaron? O los entes de control que no controlaron? O quienes legislaron mal ?. Lo que sí es fácil de establecer es quien es la víctima. Somos los ciudadanos que veremos impotentes como colapsa el centro por culpa de quienes creen, o nos quieren hacer creer, que lo están mejorando.

Como no tengo un culpable a quien acusar, me desquito con la educación primaria deficiente. A mí me enseñaron que había seres vivos y animales irracionales. Lo que no me explicaron es que entre los vivos estaban los promotores, y entre los irracionales los inversionistas.

Detesto ser agorero, pero me muero de ganas de decir: Se acordarán de mí. Yo se los dije.

Willy Drews

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