Tomado de Arqhys
La definición de estas áreas emblemáticas se apoyará en la pugna por la supremacía de una ciudad sobre las otras; la arquitectura como representación juega un papel primordial. La arquitectura representativa que sea capaz de atraer inversiones debe ofrecer confianza y una imagen de ciudad pujante. Se forman zoológicos de íconos arquitectónicos de probada fuerza mediática que servirán de imagen publica para la ciudad, ayudando a su posicionamiento en las redes de ciudades de servicios y turismo. La elección del arquitecto de estos nuevos emblemas es significativa. Desde el momento en que se decide la construcción de un nuevo edificio, complejo o modificación de la ciudad, cada paso se convierte en un espectáculo que empieza por la decisión del lugar hasta la elección de los posibles arquitectos y el desarrollo del proyecto. El futuro edificio es real tanto en la virtualidad de los medios de comunicación especializados como en los de comunicación de masas. Se consume la arquitectura antes que exista el edificio matérico. En el universo cambiante de las tendencias estéticas, los ciclos de vigencia se acortan con la misma rapidez que se eleva el umbral de la novedad. La arquitectura finge producir el mundo que la consume.
El acortamiento de los períodos de vigencia de una determinada estética esta invariablemente supeditado a su ingreso en el complejo sistema de la novedad, de la noticia de la ultima hora; nada que no sea extraño como novedad será reseñado por los grandes medios de comunicación. Se trata de un doble juego extremadamente peligroso; aquello aparentemente hace que una arquitectura y una ciudad existan su difusión y su reconocimiento es lo que también puede hacer que sucumba o desaparezca como un fuego de artificio. La búsqueda del ícono o emblema no es un hecho exclusivo de la iniciativa privada. Los museos son el caso más emblemático del cambio de política respecto a la ciudad. Un equipamiento urbano ya no se piensa para ser usado por la ciudad, sino como un elemento diferencial en las tablas de la calificación empresarial urbana y en el potencial turístico de la ciudad. Para la existencia de un museo, sea publico o privado, se necesita la fuerza mediática que los convierta en focos de peregrinación. Poco importa qué se expondrá y cómo, pues el envoltorio vacío parece suficiente en la lógica de usar y tirar. Para que la cultura sea rentable como un parque temático debe atraer a las masas por su grandilocuencia, como si se tratara de las catedrales del nuevo milenio.
Las ciudades-museos que hacen su aparición en la escena urbana como verdaderas fortalezas, el Getty Museum en los Ángeles de Richard Meier, o la ciudad de las artes y las ciencias en Valencia de Santiago Calatrava, son otro elemento segregado y potencializador de la especulación urbana en su entorno inmediato. En los últimos años se han propagado los grandes edificios emblemáticos, construidos por arquitectos de prestigio, que no limitan su actuación a una ciudad o un país, sino que proyectan para todo el mundo, con la única singularidad del propio bagaje de imágenes acuñadas por el arquitecto y, por tanto, reconocibles. A diferencia de los centros de ocio y consumo, donde la imagen esta más estereotipada y tipificada y la firma es importante como marca de empresa y no como obra de arquitecto con prestigio ‘crítico’, pues se siguen pautas del manual, que dependen mas de la eficacia del marketing y de la capacidad de sorprender y entretener dentro de códigos reconocidos de estrategias ya probadas, más que de construir una verdadera propuesta arquitectónica. Los emblemas urbanos necesitan del nombre de un arquitecto reconocido mediáticamente, pues se constituyen en noticias culturales por medio de su nombre, otorgando otro tipo de impacto social a la noticia y avalando la operación. Por ello, parte de la efectividad de la inversión y de la convalidación del proyecto reside en la elección del arquitecto. La elección de un arquitecto de reconocido prestigio (y extranjero) aumenta la atracción de los media por el nuevo proyecto, edificio o inversión.
La transformación de las empresas con la intromisión masiva de los medios de comunicación de masas ha producido el advenimiento de la ciudad de consumo, de la ciudad electrónica y telemática, etc., y con ello se cumple, definitivamente, la desaparición de sus funciones tradicionales. Por ello, la ciudad pasa a ser emblema, pero no de si misma o del poder político y publico, sino de las empresas que la moldean; desde la silueta de la ciudad hasta el cambio de normativas de usos y superficies según conveniencia del inversor y promotor privado. La primacía de lo privado sobre lo público tergiversa y pervierte las relaciones sociales del uso del espacio urbano. La arquitectura propuesta como emblema se convierte en un icono y, por tanto, en objeto; se banaliza también como complejidad, también desaparece la arquitectura y, de más de está decirlo, puede desaparecer también el arquitecto. La incapacidad de relacionarse con el lugar y de enraizar con lógicas de entretejido urbano convierte a estos centros en una sumatoria de objetos que, independientemente de su posible calidad arquitectónica aislada, generan un área urbana de fácil degradación, al imposibilitar su apropiación cotidiana y doméstica. Sin esta apropiación no hay ciudad, sino pura estenografía vacua.
Luisa García
República Dominicana