Archivo de la etiqueta: Amira Abultaif Kadamani

Arquitectura ¿sostenible? en las periferias de Bogotá y Medellín

Junio  26 – 2010

El instituto Cité de l’Architecture concedió recientemente un premio a Giancarlo Mazzanti por la sostenibilidad de sus edificios. Desde una concepción “técnica” de la sostenibilidad, el jurado reconoce algo que los edificios no tienen. Desde una supuesta concepción “social” de la sostenibilidad, el jurado celebra algo que no le corresponde a los arquitectos: que en Colombia, en lugar de museos para atraer el turismo como el Guggenheim de Bilbao, se hacen edificios para resolver problemas sociales, desde unas políticas para la cuales una arquitectura de primera calidad se ha considerado fundamental.

Reporta Enrique Atonal que: “el arquitecto franco colombiano Giancarlo Mazzanti recibe este martes, en París, el Premio internacional de arquitectura sustentable. Se trata de un [premio] que entrega anualmente el instituto Cité de l’Architecture y que recompensa a cinco arquitectos contemporáneos por sus innovaciones a favor de la defensa del medio ambiente, de las energías renovables y en la edificación de una sociedad más ética.” Por su parte, el propio arquitecto le explica a Atonal que: “El premio me lo dan, básicamente por el trabajo ético, civil y social en que concierne a proyectos de arquitectura actual. Tiene que ver con proyectos como la Biblioteca de España en Santo Domingo Savio en Medellín; y con colegios y preescolares en la periferias de Bogotá: proyectos en zonas con problemas, deterioradas y con bajos ingresos; proyectos institucionales que transforman sectores de la comunidad”[1]

Al comparar lo que se entiende por sostenibilidad en cada caso, o el periodista reporta unos componentes que el premio no tiene, o el arquitecto olvidó mencionar los componentes técnicos relacionados con el premio, o al jurado le pareció suficiente una concepción según la cual un supuesto énfasis sobre “lo social” bastaba para resaltar el gran acontecimiento de que en Colombia se está promoviendo y construyendo arquitectura de primera calidad, como parte de unos programas contra la pobreza y la desigualdad.

La arquitectura premiada es “icónica” y como tal de alta visibilidad y recordación. Esa fue la intención proyectual, ese fue el motivo por el que ganó el concurso, ese el motivo por el cual se ha publicado en más de un centenar de revistas internacionales, y sobre todo, esa es la causa del orgullo que los usuarios de barrio y los habitantes de Medellín sienten por este singular y meritorio edificio. Al fin y al cabo, la producción de formas con capacidad emblemática y simbólica siempre ha sido un objetivo para ciertos arquitectos, y un mérito artístico para la mayoría de los críticos. Pero los programas de desmarginalización de barrios con la colaboración de arquitectura de primera calidad podrían funcionar con opciones estéticas opuestas al protagonismo “icónico”, como la eventual invisibilidad “orgánica” o “mimética” de un edificio. En cualquier caso, se trataría de decisiones estéticas tomadas por un arquitecto, en respuesta a programas de mejoramiento social que responden a unas políticas culturales.

Hasta hace poco, este tipo de edificios, cuando se hacían, quedaban en manos de empleados oficiales sin la capacidad para tomar decisiones estéticas tan importantes como la de construir un ícono o un anti-ícono; y mucho menos con la capacidad intelectual para realizarlos. Pero cuando un jurado premia a un arquitecto por los méritos de un programa social y político, y a un edificio por unos méritos técnicos que no tiene, comete el error de incumplir una premisa que parecería elemental: que si un edificio se ha de premiar por su sostenibilidad social, debería cumplir con una mínima excelencia técnica.
____________________

Entre los inventores de la sostenibilidad que son los economistas, hay moderados, radicales e intermedios, pero mandan por lo general los que generan mayores índices de desarrollo económico, más dividendos en la bolsa y más impuestos para las administraciones nacionales y locales. El concepto preferido de los ganadores había sido tradicionalmente el Desarrollo económico, a secas; pero esta concepción del desarrollo se volvió motivo de escándalo cuando se aceptó que en su versión cruda actuaba como un depredador silencioso: una especie de Jekyll en los bancos y un Hyde en la atmósfera que algún día nos dejará sin qué respirar ni qué comer, a todos.

Mediante cálculos y proyecciones propios de su oficio, los economistas llegaron a la visión apocalíptica según la cual la situación planetaria será in-sostenible, relativamente pronto. Aceptaron la obligatoriedad de introducir en sus cálculos el equilibrio de los sistemas dinámicos, o la homeostasis, y del cartesianismo tradicional de sus representaciones se convirtieron al neoeuclideanismo para producir una imagen como la del célebre triángulo que se utiliza para explicar en qué consiste la sostenibilidad.[2]

El triángulo implica que la eficiencia y el crecimiento no son suficientes para obtener riqueza, sino que para lograr estabilidad se requiere tener en cuenta “lo social” y “lo ambiental”. Lo social, compuesto por la pobreza y la cultura; y lo ambiental, compuesto por los recursos naturales, la biodiversidad y la basura, incluida la nuclear. Implica también que a largo plazo, por mucho dinero en el banco, acciones en la bolsa o cosas en la casa, nadie va a poder vivir en el gigantesco basurero que la economía cruda venía promoviendo. En cambio, si la economía fuera sostenible, a todos nos iría mejor.

Imposible no estar de acuerdo. Pero quedan dilemas de improbable solución a la vista, por ejemplo: “¿Qué pasará a largo plazo con el medio ambiente, si un gran número de personas no puede satisfacer actualmente sus necesidades domésticas básicas? Si no se tiene acceso al agua potable y se necesita leña para hervir el agua, ¿se preocupa uno por la deforestación? O si se tiene que manejar o viajar una gran distancia para ir a trabajar todos los días, ¿estaría uno dispuesto a mudarse a otra ciudad o a cambiar de trabajo para no contaminar el aire con los gases de escape del vehículo?”[3]

Desde hace décadas la arquitectura también reconoce unos dilemas propios que recientemente se han vuelto tema de primera página. Los arquitectos, conscientes del despilfarro energético y los altos índices de huella de carbono generados por ciudades y edificios, se han ido convenciendo de que la arquitectura debería también ser sostenible. Sin embargo, estar conscientes no implica que se haga “algo” o se sepa qué hacer. De momento, vamos en creer que se trata de “algo” muy importante y que, en efecto, algo se debería hacer. Con miras a saber qué hacer, un premio como el reciente debería alegrarnos por la implicación de tener en casa un experto mundial en el tema. Sin embargo, el premio no se debe a que los edificios mencionados sean ejemplos mundiales en utilización de recursos o reducción de huella de carbono, sino a que éstos son ejemplos de Sostenibilidad social.
____________________

En otro informe periodístico, Amira Abultaif Kadamani emula un encomio para la biblioteca España formulado anteriormente por Miquel Adriá, según el cual los sicarios se reemplazaron por orquídeas.[4] Para Kadamani: “Haber logrado que el antiguo fortín inexpugnable de los sicarios de Pablo Escobar en los 80 se convirtiera en atracción turística y orgullo para los habitantes de Santo Domingo Savio, barrio de la Comuna Uno de Medellín, más que una hazaña fue un hito”. Conservando la lógica de la oración, diría Kadamani que debido a la arquitectura de un arquitecto, el barrio ya no es un fortín de sicarios sino una atracción turística; y aunque esto suene a hazaña, no lo es porque es un hito. Este tipo de argumentación mediante la cual un edificio se convierte en un soldado que combate el narcotráfico y la guerrilla, equivale a reafirmar la parodia según la cual si hay dos personas y dos pollos, y una de las dos se come los dos pollos, se incrementa el consumo per cápita del país, la pobreza disminuye y el PIB aumenta. Se trata obviamente de un argumento en el que de una premisa no se sigue la otra, a pesar de que todo el aparato publicitario dedique a ello sus mejores estrategias. Y aún si el PIB engorda, por más que la falaz conclusión se repita cien veces, alguien se queda sin pollo.

Más allá de replicar la falacia de Adriá, Kadamani le pregunta a Mazzanti ¿Qué es la arquitectura bioclimática? Responde Mazzanti que la arquitectura bioclimática consiste en: “recoger el agua lluvia, utilizar las condiciones ambientales exteriores para generar corrientes de aire y ventilación en vez de usar aire acondicionado. Pero creo que el tema debe ir mucho más allá, y eso implica una forma diferente de entender la sociedad y el medio ambiente. La sostenibilidad no consiste sólo en mejorar las condiciones energéticas, en no tumbar árboles o en ponerle pasto al techo de un edificio. Eso es bastante ingenuo.”[5] Parecería entonces que la definición deja de ser ingenua cuando se incorporan “lo social” y “lo ético”; con lo cual no habría problema si con ello no se sacudieran unos y otro, de “lo técnico”. En realidad, la respuesta minimiza los aspectos técnicos del tema, del mismo modo que las estadísticas falsean los resultados del consumo de pollo, y del mismo modo que lo hace el jurado para poder premiar “lo social”.

Mediante el olvido voluntario de la “defensa del medio ambiente y las energías renovables”, el jurado parece afirmar, una vez más, el valor icónico de los edificios y el valor de los proyectos de inclusión social mediante los cuales las alcaldías de Bogotá y Medellín han resuelto monumentalizar la periferia y dignificar la vida de los habitantes marginales. Asumiendo que cualquier organización está en su derecho de premiar al que le parezca, ¿nos equivocamos al no entender que el premio a la sostenibilidad es para las alcaldías de Bogotá y Medellín por la inclusión social, llamada para el caso sostenibilidad social; y nos equivocamos al creer que la sostenibilidad arquitectónica es apenas un disfraz inventado por el jurado para justificar el premio a unos edificios que además de importantes considera emocionantes? O ¿se equivoca el jurado al olvidar la diferencia entre una imprecisamente llamada arquitectura social y una eventual arquitectura sostenible, preocupada, en principio, o por principio, en resolver asuntos relacionados con el consumo energético, la utilización de materiales y el mantenimiento de un edificio?

En mi opinión, se equivoca el jurado. Impresionado tal vez por fotos y hechos como que si un edificio ha sido publicado más de un centenar de veces, “por algo tiene que ser”, se olvida que uno no come yerba sólo porque “millones de vacas no pueden equivocarse”. Se olvida también que la sostenibilidad arquitectónica tiene unos componentes mínimos como los definidos por un estándar como el LEED; un reconocido sistema internacional para medir técnicamente la sostenibilidad a partir de variables como ahorro de energía, eficiencia en el consumo de agua, reducción de emisiones de CO2, mejoramiento de las condiciones ambientales interiores y sensibilización en el manejo de recursos y desperdicios.[6] Se olvidan de todo, tal vez, porque como ya es frecuente con estos jurados, no conocen los edificios y los juzgan como proyectos de taller o de concurso, a partir de imágenes y discursos.

Juan Luis Rodríguez

NOTAS

1 http://www.espanol.rfi.fr/americas/20100511-el-arquitecto-colombiano-giancarlo-mazzanti-recibe-premio-en-francia

2 http://ioc3.unesco.org/icam-lac/images/upload/enfoqdesarrollosostenible.pnghttp:

//www.google.com.co/images?hl=es&q=desarrollo+sostenible&um=1&ie=UTF-8&source=univ&ei=T08ATLiBOIP68AamkoHwDQ&sa=X&oi=image_result_group&ct=

title&resnum=7&ved=0CEQQsAQwBg

3 http://www.worldbank.org/depweb/spanish/sd.html

4 http://www.elpais.com/articulo/arte/sicarios/orquideas/elpepuculbab

/20080621elpbabart_8/Tes

5 http://www.eltiempo.com/culturayocio/credencial/

arquitectura-hay-que-deshacerse-de-la-arquitectura-del-miedogiancarlo-mazzanti_77292051

6 http://www.usgbc.org/DisplayPage.aspx?CMSPageID=1988

LEED is an internationally recognized green building certification system, providing third-party verification that a building or community was designed and built using strategies aimed at improving performance across all the metrics that matter most: energy savings, water efficiency, CO2 emissions reduction, improved indoor environmental quality, and stewardship of resources and sensitivity to their impacts.

Comparte este artículo: