En alguna oportunidad reservamos, basado en imágenes de internet, habitaciones en un hotel del los Estados Unidos. El edificio, según la imagen, estaba frente al mar, con maravillosas vistas y acceso inmediato a la playa.
Al llegar, nuestra sorpresa fue enorme al darnos cuenta que no estaba localizado frente al mar sino a tres cuadras de distancia; tampoco tenía vista al mar sino a los edificios del lado opuesto de la calle; mucho menos tenía acceso directo a la playa. En los folletos que se ofrecían el vestíbulo, aparecía la misma imagen del internet.
Al reclamar, nos dieron la razón y admitieron que había algún tipo de “error” en la publicidad. Como resultado, nos devolvieron el dinero y nos consiguieron tarifas especiales en un hotel frente a la playa. Estuvimos tentados a entablar una demanda, pero no quisimos perder los pocos días de vacaciones en esta gestión. Posteriormente nos informaron que hacerlo es más sencillo de lo que uno piensa.
¿Se trataba de fraude? ¿Publicidad engañosa, tal vez? ¿Estafa? ¿Trampa o mentiras? No lo sé con precisión, pero algo de todo esto había.
Recientemente se ha inaugurado con gran despliegue la torre Trump que se construyó en Panamá, enorme edificio que con un aire parecido al Burj Al Arab de Dubai, y que en la publicidad para ventas siempre se ha mostrado en imágenes como las que se adjuntan: playa, palmeras, yates, extraordinarias vistas y aislamientos generosos. Las imágenes lo muestran como una torre que se yergue solitaria en medio de jardines.
La realidad dista mucho de lo que se ofrece: no hay playa ni palmeras, se está frente a una bahía muerta y olorosa. En las tardes de sol la zona hiede a raíz de las descargas sanitarias de cantidades de construcciones de la ciudad. Dicen que la bahía será saneada, pero es cuestión de varios años. No hay los tales jardines, y los aislamientos son absolutamente risibles. A lado y lado se elevan torres de casi la misma altura con separaciones de pocos metros, y los apartamentos con vista son proporcionalmente pocos.
El ingreso a la Torre Trump se hace por una sola vía, de carácter local, que sirve a otras torres de enorme tamaño (50, 60 o más pisos). El tráfico es ya inmanejable en horas pico, y ahora será un infarto total. La infraestructura vial y de servicios está rebasada. Cabe mencionar que las otras torres no están completamente habitadas. El curioso fenómeno de ventas totales pero ocupación baja, algo común en la ciudad, ha evitado la catástrofe urbana que se presentaría de estar ocupadas todas las unidades.
Como ilustración se anexa fotografía del día de la inauguración, cuando las lluvias inundaron las calles y aislaron a los asistentes durante varias horas, con Presidente de la República y Sr. Trump abordo. Las alcantarillas fueron incapaces de absorber las lluvias, y al no haber vías alternas el caos fue total. Dicen que las alcantarillas se ampliarán, pero también será cuestión de años.
¿Se trata de fraude? ¿Publicidad engañosa, tal vez? ¿Estafa? ¿Trampa o mentiras? No lo sé con precisión, pero algo de todo esto puede presentarse. Ignoro que sentirá quien compró a distancia y viaja a conocer lo que le vendieron. Es que parece que todo vale en la publicidad, y a muchos de los compradores no parece interesarles lo que compran; simplemente compran.
Todo lo anterior, tan solo para recordar que en Bogotá se desea construir una enorme torre en el centro de la ciudad. Le hacen publicidad como si fuera un logro o algo benéfico para el sector. No se requieren demasiados estudios para saber lo que sucederá. Los únicos beneficiados serán los promotores y algunos de los primeros inversionistas, pero nada se aportará a la calidad de vida de la ciudad. Por el contrario, los problemas que se ocasionarán serán mayúsculos.
Es que no basta el hecho de que sea un buen negocio para algunos; es necesario que la zona se beneficie con la presencia de una intervención de tan alto impacto. Creo que muchos estamos a la espera de que nos informen acerca de cuáles son los beneficios que se aportarán con esta desproporcionada construcción.
Ojalá después no se descubra que hubo algo indebido en el proceso: algo como fraude, publicidad engañosa, mentiras o tal vez trampas. No lo sé con precisión y ojalá no sea el caso, pero algo de todo esto puede presentarse y debemos estar alertas.
Carlos Morales Hendry
Arquitecto.
Me extraña que mi amigo, colega y exalumno Carlos Morales Hendry no hubiera notado con anterioridad, dada la formidable perspicacia que siempre ha tenido respecto de los temas de la arquitectura, que un enorme porcentaje de la arquitectura contemporánea está conformada por publicidad construida. No se trata ya, como se decía poéticamente, de música congelada sino de música (¿sonsonete?) que suena – para usar los calificativos empleados por el colega Morales en «Torre de Babel», – a fraude, engaño publicitario, estafa, trampa y mentiras. ¿Qué importan la ciudad o los ciudadanos, cuando de lo que hay que hablar y «rockear» es de «íconos», de «hitos» de lo «emblemático», de «pensar en grande», de imaginarias vistas y formas de vida idealizadas. ¿Cómo se atreve Carlos Morales a mencionar el tema de la venganza de las aguas negras contra los propios productores de éstas en el caso de Miami, que es el mismo de otros lugares del Caribe?.
Eso no se dice, pues atenta contra los criterios ortodoxos del «desarrollo», el «progreso» y otras charlatanerías y ventas de específicos similares. Supongo que no convendría decirles a los bañistas de las playas de Cartagena, a qué distancia del borde de la playa y a qué profundidad desembocan las alcantarillas de Bocagrande, de Castillogrande o de Marbella. Con gran astucia, la maquinaria mediática ocultó el affaire de la desaparición de buena parte de los tubos que se iban a colocar para alejar la porquería de los bañistas de la ciudad Heroica, de manera que en Macondo, todo sigue igual. Pero la publicidad arquitectónica y urbanística sigue abriéndose paso a punta de engaño, estafa, trampa y mentiras. La verdad y la realidad, es decir, el show o el desfile de modas sigue ahí, con si el asunto no fuera con ellos.
GERMAN TELLEZ C.
«Descrestivas» era en términos coloquiales lo que aprendimos a hacer en clase de perspectiva, muchas fachadas o vistas parciales de las construcciones eran tan insípidas que colocar en un primer plano una sugestiva muchacha o un automóvil ultimo modelo ayudaban bastante a tapar el proyecto; hoy en día los «renders» permiten con los distintos programas de presentación transparentar figuras humanas para dar escala, o mejor aún colocarlas hiper-sexis con la mejor edición de Photoshop que obligan a muchos pensar que a su nuevo apartamento llegaran en abundancia esas mujeres o que frente a minúsculas viviendas de interés social será posible estacionar los vehículos de alta gama de los propietarios.
No son solo las descrestivas de edificaciones y ambientes, también están las de los alimentos, nunca he logrado que el plato que pago en cualquier restaurante se parezca en frescura, tamaño y abundancia al de la foto colocada en el menú encima del cajero, la única vez que acertó coincidir fue en el viejo «Cream-Helado» de la 32 donde decía que el plato tenia 3 langostinos y efectivamente solo eran 3, del resto tamaño y frescura a quejarse al «mono de la pila»
http://www.laalternativaencartaya.es/wp-content/uploads/2011/03/CAMPEONATO-NACIONAL-DEL-CINISMO-300×187.jpg
Nos estamos acostumbrando a vender ilusiones, somos incautos compradores y productores de mentiras; hace años en una reunión con los compañeros de colegio luego de las añoranzas, de brindar por los ausentes uno de ellos que volaba ya por instrumentos, me increpo fuertemente:
-Los Arquitectos, las putas y los sastres son de la misma calaña…!!!
Sorprendido y más por curiosidad le pedí una explicación
-La mejor hetaira, es aquella que le susurra al oído que en toda su larga vida de placer, el momento que ha pasado con usted es el mejor y el más inolvidable – fue explicando mi viejo compañero- cuando su barriga le impide verse los zapatos y debe recurrir al sastre, este lisonjero sacará del fondo de su bodega un apolillado paño rayado y se lo venderá como el más caro de los ingleses recién importados, por que con él usted al igual que el emperador del cuento infantil, usted se verá impecable y elegante y nadie percibirá el prominente y temblosos abdomen…
-Y los arquitectos..? -pregunté
-Ah ustedes recién colocan sobre la mesa los «monitos» (entonces no había computadores portátiles) comienzan a decirle que esa casa entre medianeras será un palacio, que toda la ciudad vendrá a maravillarse de la fachada, que su casa la publicaran en libros y revistas de arquitectura y sociedad, nunca le cuenta que luego todos se asombraran de como el presupuesto se incremento 4 veces en la obra y si así fuera usted se sentirá como todo un maharajá con derecho a tener un harén con 5 viejas como las de la perspectiva y que pese al costo de la obra los Porshe, BMW y Jaguar que están allí dibujados estarán siempre en lo garajes…
Asentí tímidamente y antes de responderle, él concluyó:
-Putas, sastres y arquitectos te endulzan el oído.. y uno de pendejo paga…!
Trumposos los hay en todo: hay trumposos en la política, trumposos en la administración de justicia, trumposos en las obras públicas, los ciudadanos hacen trumpas constantemente, estas son apenas unas trumpas más en un escenario que promete con certeza el apocalipsis.
No es de extrañarse, como todo lo que el monetarismo toca, la arquitectura es una prostituta.
Cada vez es más evidente que la arquitectura no responde a la humanidad ni a sus preocupaciones o necesidades, al menos mientras el dinero sea el rey y el mercado la ley.
El engaño publicitario no es ni la punta del iceberg.