Junio 3, 2013
Las colombianas son contemporáneas y su problema es no ser ciudades. Como dice Sylvia Patiño de Cali, lo eran mas cuando eran pueblos. Sin mayores inconvenientes como tales, casi todas lo eran, aparte de Cartagena, Santafé o Popayán. Sus problemas crecieron con ellas: sobre población sin tradición urbana, y carencia de servicios, equipamiento, vías y transporte, mas contaminación, basuras, escasez de agua e inseguridad, y amenaza de terremoto o inundaciones. Y por supuesto la creciente fealdad de su paisaje urbano y natural. Todo lo cual lleva a una iniquidad que supuestamente preocupa, pero no su origen en la falta de lo verdaderamente urbano arquitectónico.
Crecieron demasiado rápido y hoy son muy grandes y conurbadas con pueblos vecinos fuera de su jurisdicción. Ya Barranquilla y Cartagena tienen un millón de habitantes, Medellín tres y Bogota ocho, cuando hace un siglo apenas tenía trecientos mil y era la mas poblada. Hoy quince tienen mas, incluyendo a Buenaventura. En el valle del río Cauca, además de Cali, con tres, están Palmira y Tulúa, pero desapareció el tren y se abandonó su sistema de ciudades, que funciono tan bien durante la primera mitad del siglo XX. Y los recientes Planes de Ordenamiento Territorial, POT, no son a largo plazo y se modifican presionados por los propietarios del suelo urbano y sub urbano.
Ciudades invadidas por carros y puentes en las últimas décadas, pero que no cuentan con andenes amplios y arbolados, pues se conservaron las reducidas aceras de antes, que eran para pocos peatones y proteger las fachadas del agua de los aleros y del paso de carruajes. Y desde luego una ciudad sin andenes es toda una contradicción, pues toda actividad urbana comienza y termina caminando. Como al usar un Sistema Integrado de Transporte Urbano, que en Colombia no son sistemas ni, en consecuencia, integrados. Aquí lo “contemporáneo” es, pues, el desorden edilicio y del transito y transporte, que ahora llaman “movilidad” como si la palabra obrara el milagro.
Después de la Segunda Guerra Mundial lo europeo dio paso al American way of life: automóviles, suburbios, malls, aire acondicionado, iluminación permanente, congeladores y la obsolescencia programada de lo construido. Pero nuestros “ciudadanos”, notoriamente en Cali, parte de cuyo centro es todo un zoco, aun no tienen urbanidad. Pero si caímos pronto en el consumismo urbano, propiciado por la moda y la publicidad. Surgieron toda clase de comercios en las principales avenidas, invadiendo pórticos, antejardines y andenes, obligando a caminar muchas veces por las calzadas, como en los pueblos de donde vinieron la mayoría de sus nuevos habitantes.
“Ciuadadanos”, periodistas y autoridades solo ven lo económico o “social”, como si apenas contara lo que pasa, y no que pasa en ciudades y barrios, en sus edificios, calles, plazas y parques. Y ni hablar de su belleza, que se considera un lujo o se confunde con lo aparatoso, mientras “desarrollo”, “moderno” o “progreso” significa acabar con el patrimonio. Solo queda enseñarles urbanismo y urbanidad, pero las escuelas de arquitectura guardan silencio y muchos de sus demasiados egresados están es al servicio del negocio inmobiliario. Además de nuevos programas de urbanismo, construcción e interiores, tendría que haber también arquitectura como cultura general.
Benjamin Barney Caldas
No es que «mal de muchos…», pero tu descripción de las ciudades colombianas, Benjamín, y la acertada observación de Sylvia lamentable aplica a muchas, si no todas, las del resto del continente; y hablo del continente que va desde lo más norte de Canadá hasta lo más austral de Argentina…
Ese y no otro es nuestro gran reto y todo indica que el de las generaciones que nos siguen y las que las seguirán. Un país sin ciudades, un país no verdaderamente urbano, no puede tener urbanidad ni ser propiamente civil y civilizado. Mientras no alcancemos ese estado puede que hayamos incrementado la población y el tamaño de nuestras ciudades pero no habremos CRECIDO, pues el crecimiento no es simplemente un asunto de tamaño sino de intensidad; esa que tenían muchos de los pequeños pueblos (tampoco es cosa de endosar la nostalgia es un evasivo «todo tiempo pasado fue mejor», que muchas cosas malas había también y varias nos han traído a este presente…) en su densidad de interacción humana. Que es al final de lo que trata y lo que se propone no sólo la ciudad sino la civilización toda.
Gracias por el texto y el espacio para desahogar angustias que al compartirlas no aminoran pero se «metabolizan» algo…
Me permito compartir el texto en las redes en las que participo
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