Febrero 27 – 2012
Recibí la invitación con el entusiasmo y la curiosidad que producen avisos de página entera en los principales medios, reportajes pagados, etc. Los conquistadores españoles nos querían regalar los espejitos y abalorios de la buena arquitectura española!!
Corrí a la maloca a ponerme el taparrabos de los domingos para salir a darles la bienvenida y recibir las preciadas chucherías. Mientras me acomodaba las plumas de guacamaya, resolví impaciente repasar la invitación que en resumen decía: Desde los años 70 “la buena arquitectura de la capital solo se ve esporádicamente”. Bogotá”ha crecido desmesuradamente y sin planificación” y “brilla por su estética pobre, desordenada, que poco tiene para proponer al debate urbanístico mundial”. “El último edificio emblemático de Bogotá, la torre Colpatria, se terminó en 1979”. Uno de los obstáculos para el desarrollo de Bogotá es “la mentalidad provincial”. “Por más de 30 años la arquitectura bogotana le ha dado la espalda al mundo”.
El panorama se presentaba desolador: ¿cómo era que yo había vivido casi sesenta años en esa ciudad sin darme cuenta? Y más adelante preguntaba:”¿ Es usted arquitecto de talla internacional? Asista a nuestra convocatoria”. Me tocó entonces revisar mi “talla”, para lo cual recurrí a la marquilla de mi camisa: Decía “L”, que supongo quiere decir “Local”, o sea de “mentalidad provincial”. Yo no era de “talla internacional”. Pensé entonces maliciosamente que tal vez adobando mi humilde proyecto de 8 casas en Costa Rica con una dosis similar de pedantería, prepotencia, vanidad y egolatría a la de la invitación, podía aparentar “talla internacional. Algo así: “Proyecto para ocho magníficas e importantes residencias enclavadas en el paisaje de un pequeño país en el corazón de Centro América, cuya formidable arquitectura ha despertado generosos comentarios entre algunos de sus propietarios, y ha merecido que los nativos la califiquen como la mejor arquitectura de la cuadra, y posiblemente una de las mejores del mundo”.
Pero en ese momento me asaltó una duda- con esta inseguridad hasta las dudas asaltan-: Y si me rechazaban, ¿podría a mi edad soportar el golpe y la vergüenza? Pero si no me inscribía me perdería la oportunidad de conocer “uno de los arquitectos más importantes del siglo XXI” como lo anunciaba la convocatoria. Tal vez podría pararme en la puerta y verlo entrar, y con suerte podría tocarlo. ¿Y si este genio también estuviera “investigado por la Fiscalía española por los presuntos delitos de administración desleal, apropiación indebida, estafa y falsificación en documento mercantil “como lo está el ex presidente del proyecto BD Bacatá, según afirma la revista Semana, y alguien me ve junto a él en un país donde es delito acercarse a dos metros de un delincuente?
Decepcionado y haciendo uso de mi pequeño saldo de altruismo, me resigné a dejarles el espacio a mis colegas de “talla internacional”. Entonces caí en cuenta de que esos arquitectos eran los mismos provincianos que en los últimos treinta años solo habían hecho “esporádicamente” buena arquitectura, responsables de que Bogotá haya “crecido desmesuradamente y sin planificación “y brille “por su estética pobre, desordenada, que poco tiene para proponer al debate urbanístico mundial”, por lo tanto tampoco clasificaban. Pensé entonces como última posibilidad en firmas de arquitectos jóvenes que todavía no fueran responsables de la debacle de Bogotá, pero tuvieran una destacada y reconocida participación en concursos internacionales, como el Taller 301. Pero entonces encontré en el texto de la invitación una malévola frasecita que decía: “Solo se necesita ser arquitecto o arquitecta, con un proyecto emblemático en el país”, y “el último edificio emblemático de Bogotá, la torre Colpatria, se terminó en 1979”, cuando los jóvenes no habían nacido.
Finalmente consulté la invitación para saber quién era el arquitecto cuyos conocimientos no podríamos asimilar por incapacidad nuestra. Su nombre era Sergi Balaguer. Repasé mentalmente mi lista de “los arquitectos más importantes del siglo XXI”, y no lo encontré. Tampoco encontré a la telonera, Winka Dobbeldman. Culpando a mi ignorancia, revisé la lista de ganadores del premio Pritzker: tampoco estaba. Finalmente consulté libros recientes de arquitectura de” los más importantes” y no apareció.
Regresé a la invitación y encontré que el arquitecto Balaguer era el diseñador de la pirámide – truncada- promovida como BD Bacatá. La pregunta entonces fue: Si uno de “los arquitectos más importantes del siglo XXI” diseña un edificio que no respeta el entorno, mezquino con la ciudad, que no ofrece un metro de espacio público, que atenta contra la movilidad, y muestra errores elementales de tamaño y funcionamiento de los espacios, ¿Qué nos puede enseñar? Y ¿Qué se puede esperar entonces de los arquitectos de estupidez normal como uno?.
Deprimido, empiezo a guardar las plumas y el taparrabos, mientras del lagrimal se escurre una lágrima furtiva que resbala por la mejilla decorada con pintura de achiote. Perdí al nacer la oportunidad de ser arquitecto español, y acababa de perder, con mis colegas de la tribu, la oportunidad de aprender de arquitectos españoles a ser buenos arquitectos. Aceptemos con tristeza que no tendremos más remedio que seguir haciendo la arquitectura de porquería que desde el año 1979 nos caracteriza, en esta ciudad de porquería que “brilla por su estética pobre”.
WILLY DREWS
Se siente un alivio al ir a los debates y ver que hay posibilidades de hacer algo intentando frenar este tipo de desarollos y de atentados contra nuestra ciudad. Otra cosa es la realidad en la que las autoridades de la ciudad van contracorriente y tristemente se siente un ambiente de impotencia cada vez mayor. Les remito este artículo para que nos preocupemos por el futuro no solo de la 19 con 4rta, sino también por el centro Bavaria y muchos otros puntos que están en la mira de la fiebre de la que creo es una mal llamada y encapuchada «Renovación Urbana».
http://www.eltiempo.com/publirreportaje/vamos-a-pensar-en-la-bogota-del-futuro_11210861-4
Estimado Willy, si tu talla escueta y esbelta de ciclista no alcanza a dar la altura»internacional», que puedo decir yo, simple discípulo y antiguo colaborador de tu «atalleir» que en plena «edad de los árboles» (cuando uno ya no crece más para arriba y antes de crecer como la cola de las vacas, crece a lo ancho) que solo tengo el titulo de «ArquiTerco 4×4», que solo tiene talla «Inter-Municipal», por que eso si de norte a sur, de oriente a occidente he metido mi lápiz y mis líneas en varios y variados proyectos y obras de pequeña altura en muchos lugares de nuestra extensa geografía; y las pocas cosas que he intentado hacer, al otro lado de las fronteras y del «charco» se han quedado el «baúl de los recuerdos» (planoteca).
Según BD Bacatá en los últimos 30 años, la arquitectura bogotana le ha dado la espalda al mundo, eso quiere decir que todo mi ejercicio profesional según ellos ha sido en el oscurantismo y que el «profeta catalán» vendrá ahora a redimirnos del pecado..? Entonces me preguntó Maese Willy, si también, y en contra de tus enseñanzas y las de otros maestros que trataron de iluminarnos, les dimos la espalda a los bogotanos o al resto de los usuarios de nuestros espacios..?
Por qué esa si sería una más grave acusación, una cosa es darle la espalda al mundo, otra cosa es olvidarnos del ámbito local, de las determinantes de tiempo y lugar, de las limitaciones de los recursos, de los impactos de nuestros proyectos y en particular de las incidencias que estos espacios tienen en nuestros usuarios; aceptar eso sería decir que sobredimensionamos las proporciones para satisfacer nuestro ego, o que por el contrario para demostrar rentabilidades a los inversionistas sacamos el mayor número de espacios, con el mínimo de esfuerzo y materiales.
Entonces Willy, nos tocará ir con prevención de que no nos deslumbren con su sabiduría, sus espejos y sus cuentas de colores; el guayuco dominguero de pronto deja a la vista muchas carnes no lo recomiendo, así que mejor tocará llevar un poncho paisa, esa capa del hidalgo que se rompió para ser ruana, pero más liviana, menos gruesa, la que sirve como «mulera» para tapar los ojos de las acémilas para que no se asusten con la carga que colocan sobre su espinazo, esa tela que bien terciada sirve de bandera, de toalla y de almohada y cuando hay menester sirve para citar al toro y pegar carrera.
EL LEVANTADOR DE PESAS
Siguiendo con las inquietudes de Willy Drews, y para no sentirme tan ignorante, me propuse encontrar antecedentes del arquitecto diseñador de la torre BD Bacatá, clasificado por el promotor como uno de los más destacados del mundo. Procedí a buscar en libros los nombres de arquitectos españoles importantes del Siglo 20 y del Siglo 21. Empecé por donde toca, comienzos del Siglo 20. De inmediato se topa uno con nombres como Antoni Gaudí y Jose Maria Jujol, pero no encontré a nadie que correspondiera al perfil del arquitecto del BT Bacatá. Es probable, me dije, que no pertenezca a esas generaciones y por lo tanto no figura ni en los textos ni el índice de libros de ese entonces. Curiosamente, ninguno de esos arquitectos se consideraba el más importante del mundo o del siglo. Había en ellos altas dosis de modestia.
Procedí entonces a consultar otros libros sobre generaciones más recientes de arquitectos. Aparecieron nombres como José Luis Sert, Jose Antonio Coderch, Fernando Higueras, Francisco Sáenz de Oiza, Rafael Moneo, Antonio Fernández Alba, Guillermo Vásquez Consuegra, Juan Navarro Baldeweg, Oriol Bohigas, Enric Miralles, y muchísimos más, pero tampoco aparece de manera destacada (ni en los textos ni en los índices) ninguno que correspondiera al perfil del arquitecto del la torre BD Bacatá. Creo que, otra vez, estaba buscando donde no debía. Cabe mencionar que, curiosamente, ninguno de ellos se consideraba, ni en las entrevistas ni en sus escritos, el mejor arquitecto del mundo, de España o del siglo. También había grandes dosis de discreción y pudor.
Como no me rindo fácilmente, me dirigí al “Atlas de arquitectos importantes del Siglo 21”, que a pesar de que este siglo tan solo tiene una década, ya está publicado. Allí sí empieza a haber algunos que se consideran bien importantes a nivel de país, continente y planeta. Pero tampoco había nada. Pensé entonces que podría buscar bajo “especialistas en interpretación de normas urbanas” o “expertos en plusvalía”, o tal vez “diseñadores de espacio público”, o hasta “técnicos en diseño de estacionamientos”. Y no encontré nada!!
Pero luego en Internet, donde aparece todo, pude ver la obra de la firma del arquitecto del BD Bacatá. Normal y correcta, pero nada que la destaque como para ser de las más importantes del mundo. Para explicarlo de manera clara, no son obras para gastarles fotografías. Centros deportivos, hoteles, vivienda, todos proyectos correctos y, creo, cumplidores de las normas y exigencias locales. Sin duda hay mucha megalomanía de por medio. En primer lugar el Promotor, que debido a problemas muy profundos que desconocemos, se desdobla en diferentes personalidades: Mesías, redentor, genio planificador, experto en normas urbanas, ágil negociante, y quien sabe cuantas más. Pero, en segundo lugar, el arquitecto también puede contagiarse del mismo problema si no le pide a su jefe que lo deje de manosear ante la opinión pública de manera tan descarada y ridícula.
Entonces me acordé que el promotor de la torre BD Bacatá insiste a los cuatro vientos que el arquitecto clasificado como uno de los más importantes del mundo había elevado una Plaza de Toros para colocar debajo de ella alguno de sus proyectos. Esta tarde buscaré en libros y enciclopedias deportivas bajo “halterofilia” (levantamiento de pesas). Sin duda allí encontraré algo que nos explique la verdadera importancia del arquitecto.
Para cerrar, un comentario que no sé si viene al caso. Churchill se refería a Clement Atlee, primer ministro durante un corto tiempo, como “una persona modesta, con una trayectoria modesta que ampliamente justifica su modestia”.
Carlos Morales Hendry