Facultad de Artes: el arte de estafarte

Por: Willy Drews

En: crítica -

Noviembre 22 de 2013

El tema de la formación del arquitecto es apasionante, al menos para algunos de nosotros. Por eso esperábamos ansiosos la apertura del concurso del diseño del nuevo edificio para la Facultad de Artes de la Universidad Nacional. Y, finalmente, “llegó la hora dulce y bendecida”. El pasado 18 de noviembre aparecieron las bases del esperado concurso en la página web de la Facultad con su carga de golpes bajos. El primer golpe que se recibe al leerlas es que no es un concurso: es un sistema para recibir ofertas y comprar cinco anteproyectos, al precio que le vino en gana al promotor. Él mismo lo aclara en las bases cuando dice: La presente invitación no da lugar a licitación ni a concurso alguno. Se trata de una solicitud de oferta […].

El segundo golpe es que no hay ganador: la Universidad compra y recibe los cinco anteproyectos y los guarda. Después decide si contrata con cualquiera de los autores el desarrollo del proyecto. O decide no contratar.

El tercer golpe se recibe al leer cuánto pagan por los anteproyectos contratados. Para analizar esta cifra, es necesario recurrir a la materia del pénsum de arquitectura que cada vez se mira con más desdén: las matemáticas. Pero en este caso con las cuatro operaciones –¿son cuatro?– basta. Veamos primero los términos para después analizar las cifras, para aquellos aspirantes a “oferentes” (así llaman en las bases a los concursantes) que no lo han hecho.

El proceso comprende dos etapas:

– Primera etapa, evaluación habilitante: etapa de ideas, y

– Segunda etapa, evaluación y asignación de puntaje: etapa de anteproyecto arquitectónico.

Posteriormente se “compran” los anteproyectos que obtengan los siguientes puntajes, por las siguientes sumas:

– Propuesta con asignación de 100 puntos:          $78’646.840

– Propuesta con asignación de  90 puntos:           $62’917.472

– Propuesta con asignación de  80 puntos:           $47’188.104

– Propuesta con asignación de  70 puntos:           $31’458.736

– Propuesta con asignación de  60 puntos:           $15’729.368

TOTAL                   $235’940.520

Analicemos las cifras a la luz de las tarifas de la Sociedad Colombiana de Arquitectos (Decreto 2090 de 1989), partiendo de los siguientes supuestos:

– Primera etapa (evaluación habilitante). Se presenta un esquema básico. Cantidad de oferentes (Arquitectos independientes, Firmas de arquitectos, Consorcios, Uniones temporales): 20 (pueden ser más).

– Segunda etapa (evaluación y asignación de puntaje). Se presenta un anteproyecto. Cantidad de oferentes: 7 (5 a 10 según las bases).

– Área construida: 19.000 m² (según las bases).

– Costos directos del edificio: $60.000 millones (según las bases).

– Cantidad de anteproyectos comprados: 5.

El valor de los honorarios del proyecto, según tarifas de la SCA (categoría “C”) es de: $1.986’148.000.

El valor de los honorarios del anteproyecto es de $ 297’947.000.

El valor de los honorarios del esquema básico es de $ 139’030.000.

Total de los honorarios correspondientes al trabajo de los oferentes (20 esquemas básicos y 7 anteproyectos): $ 4.866’472.000.

Es decir que el valor que reciben los cinco escogidos no cubre el valor de un anteproyecto. La Universidad recibe trabajos por valor de casi cinco mil millones de pesos y cinco privilegiados reciben un reembolso de doscientos treinta millones. Y yo me pregunto: ¿vale la pena gastar neuronas y dinero para participar en un concurso que no tiene ganador, para un edificio que tal vez no se haga? Y si se hiciera: ¿vale la pena construir un edificio para formar profesionales que después serán explotados por la misma escuela que los formó? Uno de los valores que se intenta inculcar en los estudiantes de arquitectura es la ética profesional. ¿Y dónde está la ética de quien los forma?

Es triste sentirte explotado. Pero más triste aún cuando quien te explota es tu propia madre.

 

Willy Drews

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9 pensamientos en “Facultad de Artes: el arte de estafarte

  1. Sergio Elías Aguía Gutiérrez

    Según lo expuesto en la presentación de la Invitación pública con-bog-010 de 2013, realizada el 22 de noviembre pasado en la Universidad Nacional, el presupuesto del contrato para el diseño arquitectónico definitivo de la nueva sede principal de la Facultad de artes de la sede Bogotá es de $1.448´034.180 (Mil cuatrocientos cuarenta y ocho millones treinta y cuatro mil ciento ochenta pesos).

    Como en el régimen de contratación de la UN no está incluida la figura de concurso arquitectónico, se realiza una invitación pública para “la elaboración de diseños de anteproyecto arquitectónico para
    la nueva sede principal de la Facultad de Artes y ordenar su entorno en
    la Universidad Nacional de Colombia –Sede Bogotá”; la primera etapa de dicho proceso culminará con la selección de 5 propuestas; de las cuales tras una segunda etapa se escogerá la que obtenga el mayor puntaje, con cuyo proponente se firmará el contrato para el diseño arquitectónico definitivo.

    Los 5 proponentes que participen en la segunda etapa (según su calificación) recibirán los pagos mencionados en este artículo; sin desmedro del presupuesto del contrato para el diseño arquitectónico definitivo.

    La presentación de la convocatoria fue un evento público, al cual podía asistir cualquier persona interesada en informarse sobre el tema; aclaraciones adicionales se pueden gestionar a través del correo señalado en los pliegos y el la página web: http://www.nuevosespaciosparaartes.unal.edu.co

    Para un gremio habituado a la modalidad de concursos arquitectónicos aplicada por nuestro Estado, o por la SCA, de una sóla etapa a realizar en 20 días hábiles, sin reconocimiento alguno salvo al ganador; puede resultar extraño un proceso juicioso de 4 meses de duración y dos etapas, en el cual se remunere a los 5 finalistas, según la idoneidad de su propuesta (adicionales al contrato). A nivel mundial no lo es, de hecho es la modalidad más aplicada para grandes proyectos.

  2. Benjamin Barney

    Facultad de Artes
    Como lo demuestra claramente Willy Drews, fue el arte de estafarte. El
    concurso para la nueva sede de la Facultad de Artes hubiera podido ser
    el mejor buen ejemplo para recuperar la práctica de los concursos de
    arquitectura en el país. Pero prefirieron estafarnos a todos pues
    semejante despropósito ¿qué hay detrás? será con los dineros de los
    contribuyentes. Es provocar un perjuicio patrimonial a la Nación
    mediante engaños y con el ánimo de no pagar, y la pregunta es entonces
    ¿quién se va a lucrar?
    Que vergüenza
    Benjamin Barney-Caldas

  3. German Tellez Castaneda

    Es grotesco, pero no es nuevo esto de «hacerle el quite» por parte, nada menos, que de la benemérita Universidad Nacional, a un concurso de diseño propiamente dicho mediante lo que pasa por ser, según su autor, una solicitud de oferta (!). Se requeriría todo un volumen para describir y documentar la historia de las estafas,engaños, componendas, «convenios», trampas, avivatadas, «aceitadas de mano», etc. que ha ido al paso de nuestra profesión y acompañando en la sombra de lo sospechoso a ésta a través del tiempo. Lo del reemplazo del 2° edificio de la Facultad de Artes de la UN me recordó, en esto de la compra de 5 anteproyectos por menos del precio de uno, un caso similar de los años 70. Un colega, conocido nuestro y hasta compañero de viaje en los 60, decidió aprovechar la insólita ocasión de lo que los medios dieron en llamar «El Mundial de Senior», cuando hubo rumores de que Alfonso Senior, el dueño del equipo Millonarios e influyente directivo del fútbol de la época de Eldorado, lograría traer a Colombia el certamen de la Copa Jules Rimet.

    Se anunció como un hecho que sería necesario ampliar el estadio de el Campín y construir a su alrededor una «ciudadela» deportiva que incluía un hotel de 1000 habitaciones (!). Nuestro colega, que se movía ágilmente en los medios políticos y oficiales, sacó a relucir la idea de comprar 5 anteproyectos, (ignoro aun quien pagaba ésto) a precio de liquidación total, para el magno proyecto del escenario en Bogotá del Mundial de Senior. Esto, sin correr los riesgos que implica la idea de la UN de solicitar ofertas a ver qué resulta. Esto se haría sin la participación ni el conocimiento de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, con la cual nuestro personaje mantuvo durante toda su vida una amable y civilizada pero intensa guerra profesional. A aquella, la teórica organización del Mundiale le presentaría el hecho cumplido de un aparente «concurso» cuyo jurado ad hoc ya habría escogido uno o una mescolanza de dos o tres de los anteproyectos adquiridos previamente.

    Para evitar el riesgo de una solicitud abierta, la idea fue conseguir 5 arquitectos o grupos de arquitectos para hacer otras tantas propuestas, sin tener un programa definido o la certidumbre de que habría un gran desembolso de alguien a cambio de semejante sainete. Para enorme sorpresa mía, fui abordado por nuestro colega para encabezar uno de los «equipos» que elaborarían esos esquemas ficticios. Por supuesto me negué de plano, pero otros colegas y amigos se mostraron interesados. Para que todo se hiciera en secreto y no hubiera problema con la exigencia de gastos y honorarios por parte de firmas o arquitectos independientes, todos trabajarían en la misma oficina, alquilada para la ocasión por nuestro colega. Las variantes de diseños, «a la manera del «mono» Martínez; de Cuéllar, Serrano, Gómez; de Obregón Valenzuela, etc.» estaban preestablecidas. Tan extraordinaria iniciativa murió por sustracción de materia, no sé cómo ni cuando ni con perjuicio de quién, pero la labor de anteproyectos simulados avanzó considerablemente. Lo único que me consta fue lo que presencié, en compañía de nuestro difunto amigo, – y llevado por él – el arquitecto Rafael Gutiérrez. En una oficina muy extensa mucha gente, alguna conocida nuestra, dibujaba apresuradamente versiones de la Ciudadela Deportiva para el Mundial de Senior , hacía maquetas grotescas de plastilina y cartón corrugado. Tapaban rápida e ingenuamente con trozos de cartulina los dibujos que estaban haciendo para que nosotros, posibles espías, no viéramos qué estaban haciendo.

    En esa época, eso sí, esa comedia urbanística y arquitectónica parecía más pintoresca que otra cosa . La de ahora inaugura la etapa histórica de la estafa institucionalizada, del engaño en serio. Y la de la estafa que nos merecemos.

    La intrahistoria de la profesión de arquitecto en Colombia es rica en episodios ante los cuales no se sabe si reír o llorar. algunos son payasadas ridículas, otras son «raponeo» profesional, algunas clasifican como delitos penales.

    GERMAN TELLEZ C.

  4. Willy Drews Autor

    Giancarlo Puppo

    No te quepa la menor duda de que se presentarán
    un montón de mensos a ese concurso…esto, entre nosotros.
    Tu denuncia es impecable. Lo peor es el método. Supongamos
    que no pudieran pagar el honorario que corresponda,
    cuánto más honesto sería decirlo, pedir disculpas y proponer
    algún tipo de remuneración diferente, qué se yo,
    ¡te educamos a tus hijos o a tus nietos!
    Pero lo artero y solapado, que sale a flote rápidamente…
    es que son unos tramposos, unos aprovechadores que no tienen
    ningún respeto por el profesional y, como dices bien,
    si estos son los educadores, por favor que vayan a educar a la
    cárcel, van a tener buen material.

  5. Willy Drews Autor

    RESPUESTA A SERGIO ELIAS AGUIA
    Estimado colega:
    A continuación algunas aclaraciones a su comentario:
    La primera es que los datos de mi artículo fueron copiados de las Bases publicadas en la página Web de la Facultad. Desconozco si en la reunión de presentación se presentaron datos diferentes o se modificaron las Bases.
    Dice Usted que “El presupuesto del contrato para el diseño arquitectónico definitivo de la nueva sede principal de la Facultad de artes de la sede Bogotá es de $1.448´034.180”. Este dato no aparece en las bases, ni esta incluido en la disponibilidad presupuestal que, según las Bases (páag. 11) es de $ 235’940.520.
    Más adelante Usted afirma que “tras una segunda etapa se escogerá la que obtenga el mayor puntaje, con cuyo proponente se firmará el contrato para el diseño arquitectónico definitivo”. Las Bases dicen otra cosa en la pag.13, hablando de la compra de los cinco Anteproyectos: “Le permitirá a la Sede Bogotá….contar con opciones (los subrayados son míos) para la selección del diseño arquitectónico definitivo”. Y aclara en la pág. 29: “Al final de esta etapa, la Sede Bogotá adquirirá máximo cinco diseños a nivel anteproyecto arquitectónico entre los cuales la Universidad podrá en el futuro determinar por selección directa la contratación de un OFERENTE para desarrollar el Diseño Arquitectónico definitivo”. Es decir que la Universidad se reserva el derecho de contratar o no el diseño definitivo, con cualquiera de los cinco anteproyectos adquiridos.
    Finalmente Usted concluye: “Puede resultar extraño un proceso juicioso de 4 meses de duración y dos etapas, en el cual se remunere a los 5 finalistas, según la idoneidad de su propuesta (adicionales al contrato). A nivel mundial no lo es, de hecho es la modalidad más aplicada para grandes proyectos”. El proceso juicioso de cuatro meses confirma que, para tal cantidad de trabajo, los honorarios pagados son ínfimos. Si a esto se agrega que se exigen además presupuestos que (pág. 61) “no superen por exceso ni por defecto un 5% del costo directo”, obliga al oferente a desarrollar el anteproyecto a una etapa prácticamente de proyecto con especificaciones y cantidades de obra o, lo más probable, a presentar un presupuesto mentirosamente ajustado.
    Es cierto que esta modalidad se aplica a nivel mundial. Pero las buenas convocatorias se diferencian de la que nos ocupa en que el jurado, que se anuncia con las bases, sí escoge un proyecto ganador con base en puntos asignados según puntajes previamente anunciados, y en cada ronda se cancelan honorarios acordes con el trabajo presentado.
    Desafortunadamente también existen a nivel mundial convocatorias que atropellan a los arquitectos. Pero eso no justifica una más.
    Cordial saludo

  6. Carlos Nino

    Siempre he pensado, que aunque es común no significa que sea correcto, es una vergüenza que desde la academia, y mas aun desde la UN se presente un desdén y desprecio al ejercicio del Diseño. A manera personal y si sirve para crear sociedad no regalo mi Diseño, y menos si me gano la obra del mismo. A lo sumo se descuenta los Honorarios de supervisión, por que se encuentran implicitos. He visto con trágica frecuencia que profesionales y estudiantes no conocen el 2090, y ademas no conocen las cartillas del ejercicio profesional que ha publicado la SCA, salen al mercado laboral sin herramientas comerciales (independientemente que las apliquen o no son unas guías valiosas). Exhorto a los académicos como ejercicio de crear sociedad, exigirles a los estudiante leer el 2090.

  7. mauricio pinilla

    Con todo respeto, pero todos deben una disculpa a Rodrigo Cortés. Antes de lanzarse locamente a cuestionar la iniciativa, han debido informarse mejor sobre sus condiciones.

  8. Willy Drews Autor

    Respuesta a Mauricio Pinilla
    Estimado Mauricio:
    Consideras que “todos deben una disculpa a Rodrigo Cortés”. Te aclaro lo siguiente:
    1- La información que fue publicada en la página web de la Facultad no llevaba ninguna firma, por lo tanto considero que es una información de tipo institucional y desconozco su(s) autor(es). Pido disculpas a quien corresponda si utilicé términos que puedan ofenderlo, pero sostengo mi posición relacionada con el contenido de las bases.
    2- “No es un concurso. Es un sistema para recibir ofertas y comprar cinco anteproyectos”.
    3- No hay ganador: La Universidad compra cinco anteproyectos, y después decide si contrata ó no con cualquiera de los autores el desarrollo del proyecto.
    4- “El valor que reciben los cinco escogidos no cubre el valor de un anteproyecto”.

    Cordial saludo

    WILLY DREWS

  9. Jose J Vasquez

    Comentario para: El arte de estafarte

    Este caso es parecido a al gestión de algunos alcaldes de municipios próximos a Bogotá que en vez de abrir convocatorias a concursos de diseño arquitectónicos durante la planeación de edificios para uso publico o institucional, deciden mejor, recurrir a cualquier universidad privada o publica con el objeto de adquirir en circunstancias oscuras los diseños para hospitales, centros de salud, colegios, bibliotecas o auditorios y una vez obtenidos los planos, son adoptados por las oficinas de Planeación Municipal para abrir licitaciones de construcción, obviando todos los costos por concepto de diseño.

    Esta parece ser la zancadilla más grande a los derechos que tenemos los Arquitectos al trabajo digno y a recibir una remuneración justa al ejercicio Profesional. También suele ser el municipio el perdedor porque estos edificios normalmente; carecen de un análisis solido urbanístico dado que sus predios obedecen a negociaciones resultantes de intereses privados. En últimas los usuarios terminan pagando las consecuencias, al contribuir con Impuestos y Valorizaciones que no compensan muchas veces unos servicios o comodidades, equivalentes a los costos exorbitantes invertidos por los entes municipales y resultantes de arregladas interventorías.

    Este es otro modelo de “estafarte.”

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