Septiembre 14 – 2011
Como Presidente de la Fundación Rogelio Salmona, socia de Rogelio Salmona S.A durante 25 años y en nombre de la Fundación Rogelio Salmona, me permito dar a conocer nuestra opinión respecto al proyecto del Parque Bicentenario, del que tanto se ha escrito, comentado y cuestionado. Lo hacemos porque consideramos que hay aspectos muy importantes que no se han tenido en cuenta en la realización de ese proyecto, en los que vale la pena hacer énfasis y, de paso, dar a conocer nuestra visión frente a lo que está sucediendo.
Debemos recordar que a Rogelio Salmona se le debe el rescate de un Parque que se había convertido en maloliente botadero e incineradero de basuras. Tuve la oportunidad de participar en una de las últimas etapas de remodelación del mismo. Como socia de Rogelio Salmona S.A., pude seguir de cerca la propuesta del Plan Maestro del Parque de la Independencia y su intención de unir los costados norte y sur de la Avenida 26, pretendiendo cerrar esa «gran herida» -como la llamaba Rogelio-, que se le había infligido a la ciudad con la apertura de los que en su tiempo se llamaron «los huecos de la 26».
Salmona trabajó insistentemente, a lo largo de muchos años, proponiendo proyectos con los cuales buscaba recuperar lo perdido con ese corte artero que partió en dos esa importante zona de la ciudad, de gran valor histórico. Pensó que, con la propuesta del Plan Maestro para el Parque de la Independencia, lograría finalmente su cometido: unir sutilmente ese trozo de Bogotá, y permitir así que se volviera a integrar el Parque de la Independencia al centro de la ciudad, como lo había sido históricamente desde 1910.
El llamado proyecto Parque Bicentenario, diseñado por Giancarlo Mazzanti, pretende intervenir un entorno emblemático de la ciudad que es el resultado de muy diversas confluencias históricas, lo cual de partida constituye una intervención urbana de gran trascendencia. Su punto de partida incuestionable, debería comprometer el respeto por ese entorno privilegiado que constituye un fragmento prodigioso de nuestros cerros tutelares, pero también del respeto a edificios emblemáticos que lo enriquecen, tales como el kiosco de la Luz, la Biblioteca Nacional, el edificio de apartamentos de Vicente Nasi, el Museo de Arte Moderno, el edificio Embajador y las Torres del Parque. Pero, sobre todo, del respeto por el Parque de la Independencia que junto a todos ellos, es testimonio de diferentes episodios de la historia de la ciudad y como tal, uno de los patrimonios públicos más valiosos.
Ese es el reto mayor de un proyecto urbano: aparte de mejorar su entorno, hacerlo reconociendo y respetando su historia y la escala de las edificaciones existentes, además de propiciar relaciones donde los elementos naturales y urbanos establezcan una relación muy delicada y sutil con la geografía. Sólo así se logra una integración sabia y respetuosa del proyecto con el lugar. De otra manera, lo nuevo o novedoso termina volviéndose arbitrario y ajeno, un agente que lejos de unir y articular, termina detonando ruptura, induciendo disgregación.
Eso, a nuestra manera de ver, es lo que está sucediendo con el actual proyecto del Parque Bicentenario: lejos de colmar una ilusión colectiva, un anhelo ciudadano por recomponer las fracturas, se convierte en un tremendo desacierto. Ello sucede porque se arroga el derecho de desatender los sedimentos que laten en el lugar. Un proyecto que desconoce la sutileza y se impone de manera irrespetuosa, que se concibe como un hecho aislado que desconoce los valores del entorno, apropiándose de un área importante del Parque de la Independencia y con ese gesto, desoye a la ciudadanía y se irrespeta la historia y la tradición.
Es así como esa posibilidad de construir con lo público, e integrar ese importante sector de la ciudad, terminará convirtiéndose en un referente de «lo que nunca ha debido ser» porque, como diría Rogelio Salmona:
En arquitectura la libertad necesita coherencia, y en todo proyecto de creación y de recuperación del espacio público es imprescindible poner en evidencia elementos autónomos que desde su autonomía, han de relacionarse unos con otros para llegar a una espacialidad deseada.
Solo así un proyecto público terminaría siendo un aporte a la ciudad, aceptado por la comunidad y apropiado por ella.
María Elvira Madriñán
Presidente
Fundación Rogelio Salmona
En Arquitectura las imágenes son una sinapsis de las ideas y propuestas, creo conveniente para una mayor ilustración de legos, doctos y extraños que de alguna manera en este medio y todos los que sea posible se muestre esa propuesta del Plan Maestro que elaboró el Maestro Salmona con el fin de ayudar a conciliar la más adecuada intervención, mientras tanto y dadas las especiales circunstancias de una ciudad acéfala y desorientada, exaltada por populismos y supuestas buenas intenciones en estas épocas pre-electorales ante el silencio y la desidia terminaremos perdiendo todos.
FPT
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No le falta, ni le sobra una coma. Para los interesados el Plan Director del Parque de la Independencia está contenido en el Decreto 398 de 2008. Este no fue tenido en cuenta por las obras de Transmilenio de la 26 (que le pegaron el primer tarascazo al Parque -dentro de los más recientes-) y ha sido desconocido por completo por el proyecto del Bicentenario.
Por eso seguramente es que, para «legalizar» lo ya actuado pretenden modificar el decreto y ya hay un proyecto muuuuy avanzado.
El Decreto 398 de 2008 por el cual se adopta el Plan Maestro de el «Parque la Independencia» , hace referencia directa a la propuesta de el Arquitecto Rogelio Salmona. (ARTÍCULO 3º. DESCRIPCIÓN)
Pero esta es información de importante pero para las acciones jurídicas… El análisis de la Presidenta de la Fundación Rogelio Salmona, cuidadoso y mesurado, es absolutamente contundente… Las nuevas heridas al parque, a su estructura, conformación, vegetación, historia y significados, ni unen, ni son sutiles.
Juan Luis Moreno Carreño
El proyecto de Salmona no pasó de un planteamiento, pero se puede ver ampliando una de las dos pequeñas «imágenes» publicadas en El Malpensante, a la izquierda, debajo de la imagen de la portada:
http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=1913
Al ampliar la otra imagen también se puede ver cómo fue el proyecto de Mazzanti. Proyecto con el cual buscaba, y en mi opinión sigue buscando, engatusar incautos que no tienen la menor idea del valor patrimonial del Parque de la Independencia; empezando por él, pasando por el IDPC y terminando con el Ministerio de Cultura.
¿Cómo es ahora el bendito proyecto que «le cambiará la cara a Bogotá»? Esto no se ha podido saber porque lleva un año en modificación.
Por lo pronto:
– El proyecto de Salmona consitía en tapar la 26, conservar los árboles del Parque de la Independencia y sacar a flote una quebrada.
– Entre tanto, el proyecto de Mazzanti consiste en duplicar arbitrariamente el área de intervención, talando cuanto árbol se le interponga para imponer un capricho formal. Necedad que está a punto de convertir una parte del Paraque Independencia, en parte del desafortunada e innecesariamente llamado Parque del Bicentenario.
El mundo al revés.
Al leer este articulo quedo preocupado. Las verdad no he podido ver imagenes del proyecto de Mazzanti, pero en base a los articulos y debates sostenidos en esta pagina(Sin respuesta del principal llamado a debatir), siento la necesidad de apoyar la solicitud de estudiar el proyecto para no tener que arrepentirnos por lo que permitimos que sucediera sin intentar impedirlo. Apoyo la necesidad de debatir las intenciones de estos arquitectos que tanto aportan a nuestra vocacion pero que en su afan de cumplir compromisos no se toman un segundo para respírar, tomar aire y reflexionar sobre sus proyectos y si realmente expresan lo que ellos quieren decir.
Me considero un arquitecto joven con muchas ganas de mostrar mis experiencias y lo que llevo recorrido y quisiera que las oportunidades fueran mas democraticas pero mientras eso sucede quisiera recomendar este proyecto que encontre en internet y que llamo mi atencion al mismo tiempo que leia este articulo. la direccion es: http://www.plataformaarquitectura.cl/2011/09/23/en-construccion-inauguran-ampliacion-de-notre-dame-du-haut-de-le-corbusier-por-renzo-piano/
Algunos arquitectos remiten el debate a un problema barrial promovido no por el proyecto de Mazzanti, sino por una serie de señoras desocupadas que no están de acuerdo con darle paso a «la modernidad» de una propuesta positivamente agresiva de uno de los más reconocidos y mejores «urbanistas» de este país.
En medio de todo esto y a través del debate público que se ha extendido en redes sociales, reuniones y demás, el asunto ha venido adquiriendo significado e importancia desde la apropiación social del patrimonio urbano y ambiental, a tal punto que de un lado ha dejado al desnudas la desidia e irresponsabilidad de las instituciones que deben cuidar los bienes patrimoniales y del otro, la carencia de conocimiento e interés por lo urbanístico dentro del gremio de los arquitectos y especialmente por parte de las universidades y de la «sociedad colombiana de arquitectos».
Mientras tanto, la preocupación netamente ingenieril y presupuestal del IDU, que ya tiene una larga tradición en todas sus intervenciones, siempre gana la partida.
No hay mecanismos útiles para que se ejerza un control de estos fenómenos por parte de los ciudadanos.
La aproximación de Mazzanti al proyecto no está lejana a la de los ingenieros del IDU, cuando consideran oportuno generar culatas a lo largo de una troncal. El nivel de comprensión urbanístico del lugar es el mismo.
Quizás todo nazca de considerar que el «parque bicentenario» es un proyecto arquitectónico y de acudir a las herramientas que le son propias, cuando en realidad se trata de un proyecto de ciudad, un proyecto urbanístico que conceptualmente y metodológicamente exigen un conocimiento más depurado, complejo y sofisticado, a tal punto que el resultado se traduzca en una intervención respetuosa y moderada. Estos dos últimos términos no parecen compaginarse con el continuo deseo de querer trascender mediáticamente que siempre ha demostrado Mazzanti.