Diciembre 14 – 2011
El pasado 22 de noviembre, en el Museo del Chicó, asistí a un debate sobre el Bacatá Bogotá Downtown –BD-Bacatá– el rascacielos de 67 pisos que está por brotar en la calle 19 con carrera 5. Hubo dos presentaciones: una sobre la torre para hotel, vivienda, comercio y oficinas; y otra sobre los sótanos para parqueo y abastecimiento. Después de las presentaciones y las intervenciones, los asistentes quedamos con el mal sabor de un edificio que abusa en especulación, incumple las normas en exceso, no genera un centímetro adicional de espacio público, y sobrecarga, también en exceso, la ya saturada red vial de la zona. Para quienes consideramos que la torre de Avianca en el Parque Santander también está en el lugar equivocado, el día que la nueva operación de “renovación urbana” irrumpa en el perfil del centro de la ciudad, veremos el Avianca como un Hobbit.
La presentación de la torre (Willy Drews) nos ilustró ampliamente en seis aspectos: No cumple con el Plan Parcial obligatorio. No cumple con los aislamientos exigidos. No cumple con la altura resultante de aplicar las normas sobre aislamientos. No cumple con el índice de construcción. No pagó la plusvalía correspondiente a la mayor edificabilidad. Y para rematar, son múltiples las inconsistencias entre lo que dice el texto de la licencia y los planos aprobados. Lo que a mí más me sorprendió fue ver cómo se “inventaron” que la norma de aislamientos se puede “interpretar” para generar escalonamientos y aumentar la altura, como si estuviéramos en Nueva York.
Si algo ha sido claro dentro de la ambigüedad normativa bogotana es que el aislamiento se cuenta a partir del nivel del terreno, o a partir del nivel de la plataforma de empate con el vecino, cuando la hay, como en este caso. En realidad, la sorpresa no es tanto la propuesta de los especuladores, pues al fin y al cabo esa es su razón de ser, sino que la Curaduría se haya prestado para un estrujamiento tan forzado de la norma. Con semejante precedente, dentro de poco empezaremos a ver escalonamientos «creativos» por toda la ciudad.
Después de las tristezas de lo que se verá camino al cielo, la presentación de los sótanos (Juan Luis Moreno) nos aterrorizó con los problemas para los seis niveles de catacumbas que tendrá el edificio más alto de Colombia. Los parqueos están dimensionados a partir del Decreto 1008 de 2000 (dimensiones mínimas por cupo = 2.20 por 4.50 metros), en lugar de haberse dimensionado a partir del Acuerdo 20 de 1995 (dimensiones mínimas por cupo = 2.50 por 5.00 metros). Dejando de lado los problemas con los cupos para furgonetas y minusválidos, hay dos modos de afirmar que todo el parqueadero está mal dimensionado: uno es jurídico, en tanto el Acuerdo 20 de 1995 no ha sido derogado y es de superior jerarquía al Decreto 1008 de 2000, así este último sea posterior en el tiempo; el otro problema es funcional, pues a menos que uno tenga un Clío, un Aveo, o si a uno le ha ido muy bien, una Mini Cooper, la mayoría de los automóviles que se utilizan hoy en día no caben en un espacio de 2.20 por 4.50. Peor aún: como la estructura del edificio es de pantallas de concreto, y no de columnas, la mayoría de los cupos quedará encajonada entre muros, de manera que cada carro tendrá únicamente la posibilidad de abrir una puerta. Si la puerta es la de la conductora y ésta va de falda y tacones, mi solidaridad anticipada con la contorsionista.
Cualquiera de los incumplimientos, omisiones o contradicciones mencionados, debería bastar para una revocatoria de la licencia y la apertura de una investigación por presunta corrupción. No obstante, como el proyecto está aprobado por la Curaduría No. 4, siendo prácticos, o cínicos, que para el caso es lo mismo, todos intuimos que si la dirección a seguir es Paloquemao, para cuando la obra esté terminada habrá dos torres de altura similar: una torre en concre–vidrio, importada de España, en un lugar equivocado de la calle 19 de Bogotá; y otra torre de folios amarrados con piola, acumulando apelación sobre apelación, en los juzgados de Paloquemao.
Los problemas que generará ET Bacatá se desprenden de unos pocos principios equivocados. Tres para ser exactos: 1. Querer ser lo que no se puede. Esto es, querer ser como Nueva York, sin metro ni Central Park, y sin una norma para escalonamientos. 2. Utilizar las normas que no se debe. Es decir, que si se tienen dos normas a disposición, utilizar la peor, para luego batirse a punta de hermenéutica jurídica con el que se atraviese, hasta que los opositores se agoten, o se quiebren, o se cumpla el vencimiento de términos. 3. Entre dos referentes, utilizar el peor. Así, en lugar de tomar como modelo un parqueadero, modelo años 50, como el del Centro Internacional, preferir los depósitos para carros, modelo años 80, de algún conjunto de vivienda en Cedritos. Una época sin consideraciones para minusválidos ni furgonetas de abastecimiento dentro de los parqueaderos. Una época en la que las camionetas tipo burbuja se llamaban mafionetas. Y una época que visualizaba un futuro automotor para el siglo XXI dominado por los descendientes de los Renault 4, 6 y 12, este último como carro de alta gama.
Un boca a boca callejero cobra especial vigencia para explicar este proyecto: lo que interesa a promotores y curadores es construir y facturar, respectivamente, la mayor cantidad de metros cuadrados. Para ello, como aprendí en el debate del Museo del Chicó, unos y otros dan lo mejor de sí para encontrar “el esguince jurídico”; al tiempo que la Curaduría da lo mejor de sí para satisfacer al cliente.
La buena noticia es que la Secretaría Distrital de Movilidad -SDM- está estudiando el caso. Si exige lo que debería exigir, el proyecto BD-Bacatá disminuirá necesariamente su área construida, por el sencillo motivo que si se acoge a los requerimientos que la ciudad necesita, no le cabrán los vehículos que el proyecto necesita para mantener su elefantiasis.
Es cierto que todo promotor tiene derecho a hacer negocios, y es apenas justo que el ET-Bacatá sea un buen negocio. También es cierto que todo negocio necesita límites, en especial cuando la ciudad tiene poco que ganar y tanto que perder. Para definir con claridad estos límites, y ante la laxitud de la Curaduría que le otorgó la licencia, confiemos en la SDM.
Juan Luis Rodríguez
Juan Luis
El tema de la vigencia del acuerdo 20 del 95, es decir el codigo de construccion de Bogota, es mas grave que solamente el tamaño minimo de los parqueaderos, son muchas mas normas que los constructores se pasan por la faja y los curadores con el visto bueno de Planeacion aprueban. Lado minimo de patios, anchos minimos de escaleras, salidas de emergencia etc. Si lo que usted dice, que ese motivo es suficiente para declarar ilegal la licencia de la torre BD Bacatá, se caerian con la licencia de la torre las licencias de miles de edificios construidos desde el 95 hacia aca. Lo unico que ha sido derogado del acuerdo 20, es el tema de sismo resistencia que fué superado por la NSR desde 1998. El resto de temas, un juez de la república recientemente, respondiendo una demanda de nulidad interpuesta obviamente por Camacol, le dijo al distrito que esta vigente y debe hacerlo cumplir; en la administración que acaba poco les importó.
Ojala, uds los editores del blog abrieran el debate a semejante tema que junto con asuntos como la inundación de los proyectos de metrovivienda en valle aluvial y reserva forestal de la cuenca alta del rio Bogotá, superan ampliamente el tema del BD Bacatá.
Apreciado Juan Luis Rodriguez, lo malo para nuestra ciudad es la falta de inversión en infraestructuras, los politicos corruptos, la falta de confianza en el pueblo colombiano y la gente como usted que se dedica a poner palos en las ruedas de los demas!!! un poco de objetividad y hablemos de como están las obras públicas que tenían que estar acabadas para el Mundial sub 20, hablemos de como está el asfaltado de nuestra ciudad, hablemos de que el dorado se nos qued chico!!
Que existan dos normas vigentes que regulan lo mismo, y que sean contradictorias es un problema, sobre todo si el Decreto es más reciente, pero de menor jerarquía. En tal caso este Decreto debería estar anulado. Es muy difícil ejercer la profesión si las normas no son claras. Quienes hemos estudiado el Acuerdo 20 sabemos que esta norma es obsoleta, confusa y que contradice muchas otras normas. Estamos en mora de que se reforme esta Norma y que se armonice con la NSR. Claro si algún día sale la versión final de la NSR, que en su última versión ha tenido muchos problemas y muchas reformas, sobre todo el capítulo J y K.
Mi llamado es para que las normas urbanísticas y técnicas sean de calidad y que no se presten para confusiones. De ser así nos ahorraríamos tanto debate.
Ahora un consejo, si alguien quiere interponer un recurso contra cualquier proyecto, en el Acuerdo 20 encontraran un arma infalible. Me atrevería a decir que cumplir con esta norma es todo, es casi un imposible.