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El Show va a comenzar

Acaba de terminar la primera fase de un importante concurso arquitectónico internacional para los Bogotanos. Se trata de la selección de las cinco Firmas o Consorcios de Arquitectos que presentarán una propuesta para el Centro internacional de Convenciones de Bogotá, escogidos dentro de una lista de noventa candidatos de gran prestigio mundial. Es de destacar y aplaudir que entre los seleccionados aparecen arquitectos colombianos altamente calificados  que con seguridad sabrán sudar la camiseta y propondrán un proyecto digno y destacado. Hasta aquí el texto parece un comunicado de prensa con final feliz de cuento de hadas, que no justifica el tiempo malgastado en escribirlo, ni en leerlo.

Pero el cuento no es tan colorín colorado. Hay un diablito que se esconde entre las bases del concurso, y que obliga a una segunda mirada. Cito a continuación algunos apartes de la información divulgada por los promotores:

“Centro Internacional de Convenciones de Bogotá, un espacio de talla mundial que se convertirá en ícono de la ciudad y permitirá promover internacionalmente a Bogotá, así como atraer el turismo corporativo y de negocios para mejorar la competitividad de la ciudad.”

“Según Consuelo Caldas, Presidenta Ejecutiva de la CCB, con este proyecto la Cámara de Comercio de Bogotá y Corferias esperan mostrar a Bogotá como una ciudad dinámica, incluyente y sostenible que se convierta en un ícono urbano de la talla de la Torre Eiffel de París, el Teatro de la Ópera de Sydney o del Museo Guggenheim de Bilbao.”

“Durante la primera etapa del concurso, se elegirán los cinco (5) candidatos que presenten el mejor diseño conceptual. Para esta elección se calificará, entre otros aspectos:

• Innovación en el diseño

• Sostenibilidad  medioambiental.
• Incorporación del Centro de Convenciones al entorno.
• Cumplir o exceder el estándar LEED GOLD o similares.
• Debe alinearse al proceso de transformación del área de influencia INNOBO y tener una presencia visual que lo haga único en su género.”

“Las instalaciones deberán tener una presencia visual única”.

Hurgando en estos apartes  y buscando al diablito, encontramos lo siguiente: Dos veces se refieren al edificio como un icono de la ciudad y un  icono urbano, y otras dos se pide una presencia visual que lo haga único y una presencia visual única. Dentro de los aspectos a calificar no se menciona en ningún momento la calidad arquitectónica, la funcionalidad o la economía, entendida ésta como la óptima utilización de las técnicas y materiales más adecuados. Preocupa entonces que se esté esperando, no el mejor edificio, sino el más vistoso. Es decir, una muestra más de la funesta arquitectura mediática. Si lo que se busca con la arquitectura es el espectáculo, para promover internacionalmente a Bogotá y atraer al turismo,  no saldría más barato contratar unos payasos?

Hace un par de meses escribió Miguel Mesa un artículo sobre la arquitectura imponente, y decía: “Las arquitecturas imponentes son esas que parten la ciudad, la anulan y son signos de inequidad”…”Pero los edificios imponentes son impotentes: no saben nada de la geografía, el clima o el urbanismo. Edificios herméticos que aterrizan impávidos en la calle y se mantienen con aire acondicionado en el trópico”. Hasta aquí Miguel.

Yo comenté en esa oportunidad y por este mismo Blog: “Seamos justos, Miguel. La verdadera arquitectura imponente (que la hay) no es culpable de que le adjudiquen el criticado adjetivo; nace sin pretensiones y su calidad, el cumplimiento de la función para la cual fue creada, la estética resultante de la ética de su diseño y la aceptación y cariño de sus usuarios durante años (ojalá muchos) la convierten, sin quererlo, en imponente”…. “Nos referimos entonces a esa arquitectura mediática que nace del arquitecto pedante, la enaltece la revista de moda,… que se destaca por ser la más ostentosa, o la más cara, o la más alta, o la más absurda, o la del mayor voladizo innecesario. Son los falsos positivos de la arquitectura”.

Estaremos entonces condenados a convivir con un gran banano ó una gigantesca alcachofa? Yo personalmente espero que no. Confío en que la alta calidad de los participantes produzca unos diseños de calidad igualmente alta. Y el jurado, serio y responsable, escoja el proyecto arquitectónicamente mejor, que si propone una buena arquitectura representativa de este siglo que está comenzando, se convertirá automáticamente y por sus propios méritos, en Icono.

Mientras tanto, ocupemos cómodamente nuestras butacas, mientras se levanta el telón. El Show va a comenzar.

WILLY DREWS

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La guerra de las falacias

TRAGEDIA ANUNCIADA EN DOS ACTOS, CINCO FALACIAS, TRECE PREGUNTAS Y UNA CONCLUSION.

imagen: COLOMBIABOGOTA

 

PRIMER ACTO: Se abre el telón. La escena se desarrolla en la Calle 19 de Bogotá. Día: Cualquier día de enero de 2011, entre semana. Hora: 7 p.m.

Trato pacientemente de recorrer en mi automóvil, paso entre paso, los escasos 350 metros que separan la carrera Tercera de la Séptima. A la altura del Hotel Bacatá se me acerca un indigente que mientras me “limpia” el parabrisas con un trapo sucio en la mano izquierda, me arranca con la derecha un cocuyo. Después se aleja tranquilamente por entre los buses, con su típico trotecito de ratero. Finalmente llego a la carrera Séptima. En el recorrido me he gastado diez minutos, y $ 85.000 pesos de un cocuyo. Cae el telón.

SEGUNDO ACTO: Se abre el telón. La escena se desarrolla en un centro comercial de Bogotá. Día: sábado 11 de abril de 2011. Hora: 4 p.m.

Comparto con medio centenar de curiosos y compradores potenciales, una carpa donde se ofrece la gran oportunidad para los privilegiados que se decidan a invertir en un megaproyecto de 76 pisos según la vendedora, ( 66 según página Web), 114.384 M2 construidos, 396 apartamentos, 117 oficinas, hotel de 364 habitaciones, 30 locales comerciales, centro de convenciones para 1.500 personas, y 750 parqueaderos. Se llama BD BACATA Bogotá downtown. Lo de downtown no es solo pedantería. Es para que los clientes crean que están comprando en Manhattan, y no en la calle del Cartucho, que es lo que se imaginarían si se utilizara la palabra centro. La realidad está más cerca de la segunda que de la primera. Este proyecto desata la guerra de las falacias. Cae el telón.

FALACIA UNO: SI TIENE LICENCIA DE CONSTRUCCION, EL PROYECTO ESTA BIEN.

La licencia solo implica que el proyecto cumple con las normas. Sin embargo, esto no siempre es cierto, sobre todo ahora que la corrupción es rampante y, según el filósofo, es inherente a la condición humana. El código penal obliga a presumir la inocencia, y en el caso de esta licencia, yo obediente la presumo. Pero el mismo código no me prohíbe hacer preguntas.
Cumplir con las normas no quiere decir que necesariamente estas sean buenas. El Índice de Construcción es del orden de 25. Este Índice es más grande que el de Dios, sumado al de Adán, en la cúpula de la capilla Sixtina. Cómo se logró este superíndice? Existe otro sitio de la ciudad donde esté permitido? Y la súper altura? Donde más está aprobada? Por donde se moverá el enorme tráfico peatonal y vehicular generado por el proyecto? Por la saturada calle 19 ó por las calzadas de seis metros, ya insuficientes, de la carrera quinta y la calle 20? El estudio de tráfico que se exige a todos los proyectos de alto impacto se hizo? Qué solución milagrosa fue propuesta y aprobada?.

FALACIA DOS: PARA RECUPERAR EL CENTRO ES NECESARIO GENERARLE ACTIVIDAD.

Falso. Muchos centros de ciudad se han deteriorado por exceso de actividad. Quien haya recorrido la calle 19 al medio día o al final de la tarde en calidad de peatón, o peor aún en automóvil, habrá sufrido en carne propia el efecto de la superpoblación. Aumentar la actividad producirá entonces mejoras en el sector, o contribuirá a su proceso de deterioro?

FALACIA TRES: LA INVERSIÓN EN FINCA RAÍZ SE VALORIZA.

La crisis del año 97 demostró que la valorización no siempre se puede garantizar. Lo que sí se puede garantizar es la desvalorización cuando las condiciones del entorno se desmejoran, como yo creo que sucederá con la implantación de este complejo. Los compradores pueden llevarse una sorpresa cuando traten de alquilar un apartamento u oficina, y descubran que quienes están en este momento en un sector con problemas de movilidad, no quieren venirse para otro con problemas de inmovilidad.

FALACIA CUATRO: EL GRAN PROYECTO VALORIZA EL SECTOR.

No hay razón para pensar que el sector aledaño, que se vea perjudicado por la llegada del gran edificio, pueda experimentar alguna valorización.

FALACIA CINCO: UN SOLO RASCACIELOS NO HACE DAÑO.

El cuento del verano y el pajarito no se aplica al desarrollo urbano. Aquí una “golondrina” de ese tamaño si hace tragedia. Más aún cuando los vecinos pueden sentirse con el derecho a hacer lo mismo (que lo tienen) y sigan el ejemplo.

CONCLUSION:

Una construcción de tan alto impacto no puede implantarse impunemente en cualquier sitio de la ciudad, sin analizar a fondo sus consecuencias. Los rascacielos han pasado de moda por ineficientes, y solo se construyen donde la opulencia y la prepotencia los exigen, o donde su finalidad es lavar dinero. Quienes quieren Dubaitizar el centro de Bogotá, lo más que lograrán será Panamatizarlo. Y hacerlo morir en el intento.

Definir el responsable de este descalabro no es fácil. Serán los promotores que son como el amor de los marinos, que besan y se van? O los que lo autorizaron? O los entes de control que no controlaron? O quienes legislaron mal ?. Lo que sí es fácil de establecer es quien es la víctima. Somos los ciudadanos que veremos impotentes como colapsa el centro por culpa de quienes creen, o nos quieren hacer creer, que lo están mejorando.

Como no tengo un culpable a quien acusar, me desquito con la educación primaria deficiente. A mí me enseñaron que había seres vivos y animales irracionales. Lo que no me explicaron es que entre los vivos estaban los promotores, y entre los irracionales los inversionistas.

Detesto ser agorero, pero me muero de ganas de decir: Se acordarán de mí. Yo se los dije.

Willy Drews

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La mala Memoria

Enero 30-2011

Yo prefiero los proyectos amnésicos, pero una de las exigencias de los concursos arquitectónicos es presentar una “memoria”. Y como no existe un consenso sobre qué significa en estos casos la palabra “memoria”, cada participante presenta su versión.

Algunas son del modelo: “en el primer piso queda la secretaría, la oficina de radicación, el auditorio, etc…” que repiten en prosa los planos dibujados, en el supuesto de que los jurados son retrasados mentales.

Otras resumen los pensamientos que el arquitecto tiene atragantados y necesita expulsarlos aunque no tengan nada que ver con el concurso. Por ejemplo: “La responsabilidad del arquitecto es crear los espacios para las actividades del hombre. Debemos establecer entonces cuáles son estas actividades, pero antes debemos definir al hombre, etc. …”

Un tercer grupo, con el cual me identifico, supone que un proyecto bien presentado se explica solo, y la memoria debe complementar o aclarar solamente lo que los planos no pueden mostrar.

Hay también un grupo imposible de definir que trataré de mostrar, con base en apartes verídicos (lo juro) de memorias de un concurso que me correspondió juzgar:

– «Criterios Arquitectónicos: Descubrir la planta profunda y esculpir el espacio vacío»
– “Plazoleta del volver a ser”
– “Materiales: Uso austero aprovechando materiales intrínsecos, sin ornamentos…”
– «El edificio es una pieza urbana que se encaja con suavidad rotunda en el tejido del sector…»
– “Hacia un edificio simbólico jerárquico y potente. Un edificio fluido, elemento de convivencia,”
– “La expresión espacial del proyecto está referida a las propiedades de los cuerpos y los fluidos. Dando una identidad matérica a cada cuerpo, el usuario reconoce e identifica las actividades a través de la arquitectura.”
– “Fachadas sutiles convertidas en …polvo, en humo, en aire, en sombra….en nada.”

Yo invito humildemente a que alguien me explique, en un lenguaje elemental:

– ¿Qué es una planta profunda y cómo se descubre?
– ¿Qué se necesita para esculpir un espacio vacío?
– ¿En qué consiste una plazoleta de volver a ser?
– ¿Cuáles son los materiales intrínsecos?
– ¿Qué tan suave es una suavidad rotunda?
– ¿Cómo se sostiene un edificio fluido?
– ¿La identidad matérica es interesántica?
– ¿Una fachada en polvo es lavable?
– ¿Una fachada en nada es lo mismo que nada de fachada?

Termino esta categoría con la increíble explicación (memoria) que da el diario El Mundo de España, del proyecto del arquitecto Enric Ruiz-Geli para el nuevo restaurante El Bulli, del famoso Chef Ferrán Adrià. Según El Mundo, Ruiz-Geli “Para diseñarlo, ha partido, como ya hace Adrià en su cocina, de las partículas a través de un complicado sistema de escaneado que permite obtener un mapa de moléculas en movimiento del aire y los objetos del solar de Cala Montjoi en el que está el restaurante, a partir del cual ha diseñado las formas de los nuevos espacios”, explica “El Mundo”.

Yo no puedo creer que alguien pueda decir semejante chorrada (estupidez diríamos por acá) y quedarse serio. Pero como no estoy viendo la cara del Sr. Ruiz-Geli, y presumo que habrá algunos que le crean aunque no lo entiendan (a eso lo llaman fe) le otorgo el beneficio de la duda, y poniéndome a su altura, trataré de formular unas preguntas cuyas respuestas espero me iluminen el camino de la comprensión:

– ¿Cómo se escanea el aire en movimiento?
– ¿Qué moléculas se obtienen?
– ¿Cómo se dibuja un mapa de moléculas de aire en movimiento y objetos del solar?
– ¿Cuál es la forma de estos espacios aeroescanomolecularesobjetoformos resultantes de un mapa de moléculas de aire en movimiento y objetos del solar?
– ¿En esos espacios aeroescanomolecularesobjetoformos se pueden poner mesas y asientos, e inclusive almorzar?
– ¿Si el proceso es reversible, se puede obtener una molécula de DNA escaneando un restaurante?

Este esperpento es una muestra de la logorrea que por medio de sus publicaciones, un grupo de pararquitectos-parafilósofos-paracadémicos españoles está exportando a sus colonias del otro lado del mar. A mi modo de ver, se trata de una peligrosa pandemia que se extiende como el cólera entre arquitectos y estudiantes.

La pregunta concluyente es: ¿Por qué estos personajes utilizan este lenguaje? Yo tengo tres respuestas.

Primero, porque pretenden burlarse de media humanidad. Y lo están logrando.

Segundo, porque necesitan destacarse y como no pueden lograrlo con sus proyectos, lo intentan con su blablablá. Y también lo están logrando.

Tercero, porque saben que el lenguaje claro es transparente, y permite ver que más allá de las palabras, no hay ninguna idea.

Cuando nuestra famosa reina de belleza dijo que Confucio inventó la confusión, se equivocó. La inventó un arquitecto español.

Willy Drews

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Expresar una idea, con o sin plastilina

Enero 17 – 2011

Por petición de Guillermo Fischer, quien me dice que publicará una serie de comentarios previamente rechazados por él, compacto en un único texto los dos comentarios que hice sobre el texto Charlatanería. Reitero mi intención de propiciar una discusión sobre un tema tan importante como la escritura.

Willy Drews

DOS EN UNO

Reconozco que no entiendo una buena parte de los Aforismos de Felipe Mesa citados por Guillermo Fischer, pero lo atribuyo a mi formación arcaica y, como dice el ya citado Cantinflas, a mi “falta de ignorancia”.

Admiro la arquitectura de Felipe y respeto su pensamiento. Presumo perogrullescamente que si así escribe es porque así lo entiende y cree que lo entendemos. Una explicación en sus propias palabras, o de un lector desprevenido que lo haya entendido sería de gran utilidad para quienes, como yo, todavía necesitamos que nos expliquen muchas cosas con plastilina.

Si esto se logra, podríamos dejar de lado temporalmente el tema personal de los Aforismos y centrarnos en el tema general que considero real y académicamente trascendental: La manera adecuada de transmitir una idea.

Existen, creo, dos enfoques:

El primero es utilizar un lenguaje claro y preciso, buscando llegar al mayor número de lectores con diferentes niveles educativos y culturales, sin sacrificar el concepto. Intentarlo es de valientes y lograrlo es de sabios.

El segundo es hacer uso de cultos grafismos cuyo ordenamiento propone una aclaración holística conceptual, que descarta la simple génesis primigenia del producto intelectual del cerebro, para remplazarla por un metalenguaje encriptado donde la semántica de los signos utilizados supere la capacidad del intelecto medio.

A la gran minoría de las inquietas mentes de los pretendidos receptores del sofisticado mensaje, nos asalta la duda (por que a este nivel conceptual las dudas pueden alcanzar estados delictivos) de si la pretendida meta del pensante transmisor es profundizar en los recónditos fundamentos filosóficos del pensamiento planteado, o por contra se trata de succionar bucalmente el albo y nutritivo líquido de las glándulas mamarias del macho de un ave canora, reconocidamente de corto vuelo y definitivamente domestica. O sea, mamar gallo.

Sigo creyendo que este debate es importante en la medida en que se despersonalice y se utilicen los Aforismos de Mesa solamente como un pretexto para discutir el tema de fondo: ¿Cómo se debe escribir la arquitectura? ¿En qué términos? ¿Para quien se escribe? El lector, estudiante, profesional ó profano está entendiendo lo que estamos escribiendo?

No estoy de acuerdo con los términos utilizados por Fischer (charlatanería, culebrero) que pueden hacer pensar que se trata de un problema personal y desviar el interés de una discusión académica que por su importancia puede ser enriquecedora. Hay que evitar que se llegue a malinterpretar el planteamiento de un portal abierto que, lo ha dicho el mismo Fischer, no debe albergar ataques personales, insultos, opiniones anónimas, ni intereses particulares.

Invito, pues, a opinar sobre el tema propuesto: ¿Cómo transmitir una idea?

Willy Drews

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La Bienal Imaginaria


 

La novela histórica es un género literario que permite decir mentiras sobre hechos históricos que también, en la mayoría de los casos, no son ciertos. Los novelistas escriben mejor que los historiadores, por lo cual las mentiras de los primeros terminan imponiéndose sobre las de los segundos, y escribiendo una nueva historia más mentirosa aun. Por eso muchos creen que la Pola fue linda, que Beethoven era un perro San Bernardo y Leonardo un actor de cine o una tortuga ninja.

Envalentonado con la esperanza de que se vuelvan historia, puedo escribir los textos más simples esta noche, escribir por ejemplo una breve novela histórica (breve es mejor) sobre una imaginaria Bienal Colombiana de Arquitectura.

El 31 de agosto de un año que no diré, el jurado de la Bienal se reunió en Santa Fe. De él hacía parte, como era costumbre, un invitado internacional que aportaba su refrescante ignorancia del medio, y su desconocimiento de pequeñas rencillas o preferencias parroquiales a un juzgamiento imparcial. Pero esa ignorancia se traducía a menudo en incomodas preguntas que lo convertían en una piedra en el zapato, como sucedió en esta oportunidad.

La primera pregunta de Piedra-en-el-zapato fue: Todos sabemos que la buena arquitectura se caracteriza por conservar su calidad durante toda su vida útil. Por qué no exigen entonces que los proyectos participantes tengan más de diez años de construidos, para evitar que se premie la arquitectura de moda que con el tiempo se ve ridícula y obsoleta? Después de un tiempo prudencial de dudas y carraspera, alguien explico que, como en el Coliseo, las tribunas exigían sangre nueva. Entonces – continuó preguntando Piedra-en-el-zapato – por qué no establecen la categoría de “Toda una vida” para el mejor proyecto de todos los tiempos, independiente de su edad. Sería interesante verificar cuales de estos proyectos fueron premiados en su momento en Bienales, y cuales rechazados. El presidente del jurado ordenó hábilmente un cambio de tercio y para iniciar el juzgamiento, leyó el tema de la Bienal: “Arquitectura y comunidad”.

Nuevamente Piedra-en-el-zapato metió el dedo en la llaga y preguntó: En una pasada Bienal el tema fue “Construyendo valor con la poética del lugar”. En Colombia los arquitectos diseñan durante dos años con base en un tema, los siguientes dos años con base en otro tema y así sucesivamente? No diseñan, como en todo el mundo, analizando simultáneamente todos los factores que conforman un proyecto? El proyecto ganador es aquel que acierta el tema de la siguiente Bienal y diseña con base en él?. El mismo alguien que antes carraspeó y después contestó que las tribunas exigían sangre nueva, aclaró que no importa, que no te preocupes, que finalmente el tema del tema es un anzuelo publicitario que no se tiene en cuenta al momento de juzgar, que esto lo puedes comprobar con las actas anteriores, que tranquilo, que ahora sí a lo que vinimos, que a juzgar.

Después de largas sesiones se adjudicaron los premios a los mejores proyectos de siete de las ocho categorías. Cuando más tarde se conocieron los resultados, no hubo comentarios ni protestas, posiblemente por:

–       La Bienal fue bien juzgada.

–       A los arquitectos no les interesa

–       A los que les interesa, les da pereza escribir.

–       A los que les interesa y no les da pereza escribir, nadie les para bolas.

Faltaba juzgar la última categoría: Vivienda de Interés Social. Nuevamente el dedo de Piedra-en-el-zapato se metió en la llaga: Por que llaman en Colombia de ”Interés Social” a la vivienda económica, si en el resto del mundo toda la vivienda es considerada de Interés Social?. Como nadie, ni siquiera el alguien de siempre, supo que contestar, continuaron el juzgamiento y declararon desierto el premio.

Entonces Piedra-en-el-zapato gastó sus últimos cartuchos y metió en la llaga los dedos que le quedaban: He visto que en anteriores oportunidades también han declarado desierto el premio de esta categoría: Es que los arquitectos colombianos no son capaces de diseñar una buena vivienda económica?  Es que el tema no es importante? Es que no es rentable? Es que el jurado no sabe del tema o es demasiado exigente?.

En este momento un hecho insólito interrumpió el incomodo silencio. El plano de una sencilla casita se desprendió de la pared y cayó boca arriba mirando al jurado con sus dos ventanitas a manera de ojos, como diciendo mírenme por favor. Habían pasado por alto esta vivienda elemental, recatada, adecuada al entorno, con posibilidades de crecer y adaptarse a las necesidades cambiantes de la familia, de fácil y económica construcción. Los jurados se miraron.

Para relatar el sorprendente final de la historia, plagio a José Manuel Marroquín, ese poeta-presidente que por andar rimando pendejadas (como uno) regaló un país. Al menos eso cuentan la historia y las novelas históricas:

Y aquella casita si

Para sorpresa del gremio

(cosa es de volverse loco)

No pudo ganar tampoco

El tan codiciado premio.

 

Mr. Stone-in-the-shoe dijo good by y abordó el avión con la esperanza de never volver a ser invitado como jurado de la Bienal Colombiana de Arquitectura.

Willy Drews

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Comentarios sobre Arquitectura IMPONENTE

Diciembre 11-2010

Miguel Mesa dedica su columna “Una cosa más” (Revista Arcadia 63) al tema de la arquitectura IMPONENTE. Se sorprende de que lleguemos a preferir “lo abstracto sobre la vida de la cosa, lo que tiene valor de cambio (cálculo, mesura) sobre lo que tiene valor de uso (animación, función)”. La arquitectura “imponente, lo es casi con seguridad porque se ha impuesto a algo o a alguien”, lo cual la hace antipática “Se trata de arquitecturas más estilísticas y enfrascadas que oportunas o vitales”. “Las arquitecturas imponentes son esas que parten la ciudad, la anulan y son signos de inequidad”.”Pero los edificios imponentes son impotentes: no saben nada de la geografía, el clima o el urbanismo. Edificios herméticos que aterrizan impávidos en la calle y se mantienen con aire acondicionado en el trópico”. Hasta aquí Miguel.

Seamos justos, Miguel. La verdadera arquitectura imponente (que la hay) no es culpable de que le adjudiquen el criticado adjetivo; nace sin pretensiones y su calidad, el cumplimiento de la función para la cual fue creada, la estética resultante de la ética de su diseño y la aceptación y cariño de sus usuarios durante años (ojalá muchos) la convierten, sin quererlo, en imponente. Es el caso del Partenón, el Taj Majal, Santa Sofía, la Torre Eiffel, la Opera de Sídney, y otras más, no muchas, que se convierten además en obras emblemáticas de una ciudad o un país.

Nos referimos entonces a esa arquitectura mediática que nace del arquitecto pedante, la enaltece la revista de moda, y finalmente el público borrego califica automáticamente de imponente. Es esa arquitectura nouvelera, hadidnutil, koolhaastiada, gehrympactante que se destaca por ser la más ostentosa, o la más cara, o la más alta, o la más absurda, o la del mayor voladizo innecesario. Son los falsos positivos de la arquitectura.

Pero hay días en que somos tan móviles, tan móviles,… que nos damos cuenta de que el hecho de que un edificio en forma de supositorio afecte la silueta de Barcelona, no lo convierte en imponente. Y empieza el derrumbe de esa falsa arquitectura.

Entretanto las ciudades crecen albergando no solamente los edificios prepotentes, sino también aquellos que se acomodan discretamente en el paisaje urbano respetando la historia, la geografía, la cultura y las características del entorno, conformando espacios acogedores y socializantes. Es esa arquitectura aaltodenada, jacobsencilla, sisaccesible, salmonamable, moneoportuna, que se agradece poco y se publica con desidia para la inmensa minoría.

Milan Kundera afirma en “El arte de la novela”: “Antaño, yo también consideré que el porvenir era el único juez competente de nuestras obras y de nuestros actos. Sólo más tarde comprendí que el flirteo con el porvenir es el peor de los conformismos, la cobarde adulación del más fuerte. Porque el porvenir es siempre más fuerte que el presente. El es el que, en efecto, nos juzgará. Y por supuesto sin competencia alguna.”

Creo en Kundera y, aunque sin competencia, confío en que el porvenir, ese juez duro e insobornable, sepa distinguir entre la buena arquitectura que produce mejores ciudades, y la falsa imponente que las deslumbra por un día.

Willy Drews

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