Archivo de la categoría: urbana

categoría urbana

Grandes Reducciones: diez diagramas que cambiaron la planificación de la ciudad

 

«La Planificación se inserta en el mundo de fabricación de imagen de los artistas y publicistas. Algunas de estas imágenes son al mismo tiempo diagramas analíticos y fascinantes imágenes artísticas,  y si  los planificadores han optado más a menudo por una imaginería árida, estas siguen siendo imágenes, con todas las implicaciones ricas y complejas del término. Cada plan es acto de persuasión, argumento para una forma alternativa de vida que intenta reafirmar o convencer a una audiencia de esa alternativa.» — Andrew Shanken

F1Figura 1: El diagrama «Bahía o Río?» ayudó a a amalgamar  el apoyo popular para salvar la bahía en la década de 1960. Cortesía de Oakland Tribune

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Muchas de las ideas de mayor influencia en la forma de nuestras ciudades se han expresado por medio de diagramas simples, que se han convertido en condensaciones icónicas de valores específicos, agendas políticas e ideologías. Algunas se han convertido en imágenes icónicas, inspirando al mismo tiempo, la imitación, la elaboración y la crítica. Y son paradigma en el léxico visual del diseño y la planificación urbana.

Este número de The Urbanist y la exposición que lo acompaña en la galería del SPUR Urban Center, investiga la iconografía de la planificación de la ciudad y el impacto — para bien o para mal — de estas imágenes en la morfología de comunidades urbanas de los Estados Unidos. Como las nuevas tecnologías permiten nuevos tipos de visualización, nos detendremos para dar una mirada retrospectiva a la cultura visual del campo a través de diez de sus diagramas más influyentes, tratando de entender no sólo lo que los planificadores estaban pensando acerca de las ciudades, sino también cómo usaron el poder de la imagen, tanto para persuadir como para comunicarse.

Para los urbanistas, tal vez muchas de las imágenes en este tour ilustrado resulten instantáneamente reconocibles.  A otros pueden parecerles nuevas, o tal vez  familiares, ya sea porque han sido ampliamente reproducidas o por los mismos lugares ya familiares que han inspirado y conformado.

Miremos la Zoning Resolution de Nueva York de 1916. Tal vez algunos expertos planificadores conozcan bien sus ilustraciones originales. Unos cuantos más reconocerán las vívidas representaciones de Hugh Ferriss por su impacto en un algún lugar teórico o en la ciudad imaginaria en la película Metrópolis de Fritz Lang. Pero casi todos reconocerán los edificios del Chrysler y el Empire State y la inconfundible forma como la Ciudad Gótica”  de Batman que genera la norma.

Asimismo, la subdivisión en retícula municipal creada por la Land Ordenance de 1785, puede parecer historia antigua de la Oficina Federal de Tierras— hasta que uno lo conecta a la visión aérea  del Medio Oeste con su interminable grilla de milla cuadrada, una subdivisión de parcelas cuadradas con círculos de riego de pivote. Al volar por la noche sobre Chicago, Las Vegas o Phoenix, las implicaciones de este simple diagrama sobre la forma urbana se hacen claramente evidentes.

¿Qué es un diagrama?

El palabra “diagrama” (literalmente «representado por líneas» en griego) se refiere a cualquier explicación visual esquemática de una idea. Los diagramas se aprovechan de la diferencia de cómo nuestra mente procesa el lenguaje y cómo procesan las imágenes. Es así como  a menudo se ubican al lado de un argumento escrito o verbal para resaltar una idea particularmente importante.

Tablas, gráficos y mapas son todos diagramas y su sintaxis particular — de líneas, flechas y formas, a menudo mezclada con lenguaje — difiere de la representación ilustrativa de dibujos y fotografías.

Los diagramas parecen tener un poder especial cuando se trata de la representación del lugar, ya que son capaces de combinar ideas espaciales y no espaciales. Fotos y datos. Mundos reales e imaginarios. Ideas abstractas y propuestas concretas. Así, el diagrama se convierte en un espacio fértil para investigar la conformación de las ciudades.

¿Qué hace un diagrama?

El poder de un diagrama es reductivo: condensa una idea compleja en una declaración visual simple y potente. Su claridad resulta de omisión tanto como la inclusión, que a menudo se logra a expensas del carácter y la particularidad. Sin que les estorben las preocupaciones pragmáticas, los diagramas permiten la experimentación y el avance de la imaginación.

Desafortunadamente, los diagramas pueden convertirse en la base para la exclusión o la marginación. Las ilustraciones limpias y atractivas de la ciudad modernista, con sus abundantes espacios verdes y organización eficiente, por ejemplo, ayudaron a cimentar la idea de “limpieza de tugurios”  bajo los programas federales de renovación urbana de los años 50 y 60.

Pero afortunadamente, los diagramas logran cristalizar puntos de vista emergentes, encuadran retos y opciones bajo una nueva luz, como cuando el atractivo gráfico «Bahía o río?” del Oakland Tribune de 1961 ayudó a estimular nuevas e importantes protecciones para la bahía de San Francisco. Así mismo, el uso de mapas con figura y fondo por los diseñadores urbanos en los años setenta, expresó vívidamente la idea nebulosa-en ese entonces-del patrón urbano, poniendo en claro su valor en las decisiones de planificación. Una vez que una idea revolucionaria se afianza, sus imágenes a menudo se convierten en la nueva ortodoxia, volviéndose blanco de nuevas críticas y aseveraciones .

Mapas, planos y vista en planta

Cada mapa es un diagrama, en el sentido en que el mapa es una representación abstraída de algunas, pero no todas las facetas de un lugar. Esto es esencial: un mapa vial que mostrara también los detalles de los recursos de red eléctrica y mineral sería innecesariamente confuso.

La mayoría de los mapas comprime la curvatura de la tierra y su topografía en un plano bidimensional disminuyendo su rigurosidad, una abstracción tan frecuente que apenas lo notamos. Los artistas, por lo menos desde Robert Rauschenberg, han estado trabajando en “difuminar” este plano, más recientemente, las nuevas herramientas de diseño asistido por ordenador (CAD) y los  sistemas de información geográfica (SIG) han permitido a los diseñadores acercarse de forma  más dinámica. Sin embargo, vale la pena traer a colación, que incluso el truco-inimaginable antes- de “volar” casualmente a través de un paisaje tridimensional en la pantalla de computador, todavía pasa sobre una superficie plana. Nuestra nueva proeza técnica solo ha profundizado nuestra dependencia del espacio pictórico.

La palabra «plan» implica previsión y aspiración, no simplemente una representación de lo existente. A veces, mapas y planes convergen. La revuelta contextualista en el Urbanismo en la década de los 60 y 70 insistió en que una parte importante de la disciplina consistía en la cartografía analítica de las condiciones existentes, en contraste con las grandiosos esquemas del urbanismo modernista. El mapeo cognitivo de planificadores como Kevin Lynch y Donald Appleyard prefiguró la explosión de la cartografía alternativa y la visualización de datos ahora hecha posible por medios digitales. Las herramientas de cartografía—y su sistema de filtración tácita de la realidad—han sido radicalmente democratizadas y la cartografía se ha convertido en un discurso en cual artistas, activistas, “nerdos” de la tecnología y planificadores pueden afirmar sus propias visiones de lo existente y lo que debería ser.

Planos y mapas comparten un sistema visual llamado «icnografía» o simplemente «plan vista,» una abreviatura que representa cada punto como si el espectador estuviera directamente encima de él, mirando hacia abajo. Por supuesto, en cualquier vista aérea real, solamente un punto es visto de esta manera, todos los demás lo son en un ángulo oblicuo que aumenta con la distancia. La visión en plano es omnisciente, como la de un dios, pero también engañosa e ilusoria. Al mantener al espectador a una distancia cómoda, no sólo esconde la tercera dimensión sino también las cualidades dinámicas, temporales y sensoriales del lugar.

Figura 2: Ciudades ideales renacentistas inspiradas por Vitruvio (XV-XVI c). 1. Filarete, 2. Fra Giocondo, 3. Girolamo Maggi, 4. Giorgio Vasari, 5. Antonio Lupicini, 6. Daniele Barbaro, 7. Pietro Cattaneo, 8/9 di Giorgio Martini.

F2

Marten Kuilman

Plantillas utópicas

Períodos de gran agitación social y cultural a menudo han producido rachas de pensamiento utópico. De manera  sorprendente, las sociedades ideales suelen venir con su receta para una buena forma urbana, dándole cuerpo a los valores de sus proponentes, matizados  por las ansiedades de su circunstancia.

En la Italia del Renacimiento, artistas y diseñadores se unieron en una amplia afirmación humanista: que la sociedad podría y debería estar formada por ideales humanos. Rodeados por las enmarañadas calles medievales que los cercaban, se fascinaron con las ciudades ideales, imaginando espacios serenos y despoblados, sin tiempo y lugar real. Las herramientas de la perspectiva y el desarrollo de reglas abstractas de proporción y simetría convirtieron al espacio en objeto de estudio.

Las ciudades ideales renacentistas revelan algunos de los poderes fundamentales—y también algunas de las deficiencias—de esquemas de planificación. En primer lugar, al mismo tiempo son  todos los lugares y no son ninguno, en su visión de plano claramente  representan el espacio urbano, pero sin referencias geográficas, y por lo tanto, sin las limitaciones que impone el contexto en la construcción de ciudades reales. En segundo lugar, contribuyen a un discurso más amplio sobre los ideales sociales y cómo podrían manifestarse en la ciudad. Finalmente, proporcionan un cierto tipo de ADN formal, una plantilla reiteradamente expresada, modificada y reproducida tanto en el papel como en la tierra.

A veces se pretende  que un diagrama se tome literalmente. Tal es el caso de la “Ciudad Radiante”, declaración de urbanismo modernista de 1935 de Le Corbusier, también conocida como las  «Torres en el Parque». Tal como las Ciudades Jardín de Ebenezer Howard tres décadas antes, la Ciudad Radiante trató de remediar la congestión, la contaminación y la enfermedad de la ciudad industrial del siglo XIX, como dijo el planificador e historiador Robert Fishman, «inspirada por la perspectiva que una reconstrucción radical de las ciudades resolvería no sólo la crisis urbana, sino también la crisis social.»

Figura 3: Una vista aérea contemporánea de la ciudad de Palmanova (1593), un asentamiento militar italiano basado en un plan Vitruviano

F3

Google Earth

Para Le Corbusier, esto significaba erradicar los callejones oscuros y tuberculares de la vieja ciudad y reemplazarlos con filas de torres cruciformes ampliamente espaciadas, unidas con autopistas y ordenadas en sectores separados por su uso comercial, industrial y residencial. Aunque se puede leer la Ciudad Radiante como un manifiesto diagramático de principios de urbanismo, fue también una propuesta arquitectónica literal, la cual  fue tomada y aplicada al por mayor en un asombroso número de localidades, desde los suburbios de París hasta el centro de Chicago. Expresiones construidas de esta visión son prácticamente indistinguibles del esquema utópico, excepto por los desastrosos resultados de algunas de ellas. La simplicidad del diseño (la base de su atractivo y elegancia estética) es más como de diagrama y muy diferente a la ciudad.

Otras maneras de mirar

Algunos tipos de gráficos sugieren formas particulares de mirar  a la ciudad y así se prestan para miradas particulares más profundas. Por ejemplo, en 1909, Patrick Geddes utilizó el «transecto,» tomando prestado el lenguaje visual de un corte de arquitectura (una rebanada imaginaria a través del espacio, visto desde el lado) y lo desplegó como herramienta analítica sobre una escala mucho mayor, prestada de la ciencia ecológica. El esquema se adaptó perfectamente al propósito de Geddes, revelando como las condiciones del camino y contexto cambian a través del paisaje. Así, como una manera de representar y mirar el espacio, permite sensibilizar el contexto, para poder hacer un amplio examen de la situación urbana, regional y ecológica de un sitio.

Similarmente, el plano de Nolli (p.16), llamado así por el magistral mapa de Giambattista Nolli de Roma de 1748, sobresale  por la manera en que revela la forma en que edificios definen las calles y espacios, creando un patrón legible. En la década de 1960, los críticos del enfoque modernista a la forma urbana, utilizaron las convenciones gráficas del plan de Nolli para demostrar el valor de la definición espacial edilicia y los patrones urbanos tradicionales.

Diagramas cuantitativos

Aunque los urbanistas y formuladores de políticas urbanas usan datos y texto  para validar sus argumentos, Es a menudo la imagen la que se queda en la imaginación del público. Los diagramas pueden ser condensaciones de datos numéricos, como el «gráfico de palo de hockey» de Michael Mann, de las temperaturas medias históricas, cuya cristalización impactante de los efectos del cambio climático ayudó a poner el impacto climático en el núcleo del discurso de la planificación.

Diagramas prácticos

Varios de los diagramas presentados aquí son simplemente herramientas de planificación, diseñadas para obtener mayor claridad, no inspiración. Sin embargo mantienen una relación compleja con un específico conjunto de valores y premisas. La rejilla urbana, en uso desde la antigua Grecia, ha demostrado ser la geometría por defecto siempre que sea necesario un rápido y eficiente desarrollo urbano, tal vez la más famosa, la notoriamente impaciente Manhattan,

La ley federal de municipio y retícula de 1785, fue también básicamente mecánica, pero develó las preocupaciones subyacentes. La grilla rural sirvió para normalizar el asentamiento (o conquista) del Oeste americano incorporando el ideario Jeffersoniano: el que agricultores pequeños terratenientes fuesen la columna vertebral de su ideal de democracia. Después de que el Oeste fuese parcelado, Frank Lloyd Wright tomaría la cuadrícula rural como base para su Broadacre City, una utópica anti-metrópolis presentada por primera vez en 1932, que extendió el poblamiento a lo largo del interior estadounidense con casas en lotes de un acre.

En el caso del diagrama de retrocesos del Zoning Resolution de Nueva York de 1916, el propósito era ilustrar el nuevo código reglamentario. Este diagrama bosquejó un ambicioso nuevo poder gubernamental- no sólo la regulación del uso de la tierra sino también la forma construida. Pero su innovación más profunda fue accidental: el perfil profundamente evocador de los rascacielos de Nueva York en su cenit de los cincuenta.

Anti-Planes

Algunos diagramas son de resistencia. En la década de 1960, el Oakland Tribune publicó un diagrama que rastreó y simplificó grandemente un mapa del Army Corps of Engineers, proyectando el futuro nivel del relleno en la bahía de San Francisco si continuaban las tasas históricas de sedimentación. La imagen, que mostraba sólo un lamentable canal residual en el centro de la bahía, fue subtitulada «Bahía o río?» Expresión perfecta de la potencia de los diagramas, se convirtió en el grito de un movimiento liderado por Save the Bay, el cual marcó el comienzo las nuevas protecciones ambientales de gran alcance.

En la década de 1950, un grupo de radicales académicos, artistas y arquitectos europeos llamado la Internacional Situacionista surgió alarmado con los esquemas racionalistas de renovación urbana de los arquitectos modernistas. La ciudad, sostuvieron, se constituye desde lo profundo a través de la experiencia de los individuos. Cultivaron la resistencia a la frialdad de la ciudad moderna, mediante el juego, lo accidental y la deriva urbana. Acuñaron el término «psicogeografía» para describir este encuentro personal con el espacio urbano, ilustrado con evocadores mapas del proceso. Esta crítica de la planificación de arriba hacia abajo, seria tomada por otros movimientos de resistencia alrededor del mundo —Jane Jacobs y otros — que volvieron la espalda a las autopistas y buldóceres y se atrevieron a cuestionar la autoridad de los expertos. También dispuso las bases para una nueva cultura, ahora en plena flor, la del omnívoro deleite en la experiencia de la vida urbana.

Planes para el futuro

Un examen crítico de los suposiciones y narrativas de la planificación como disciplina son aspecto esencial de la práctica responsable y de una ciudadanía informada. Este examen revela algo de la fascinante relación histórica entre valores, ideologías y prácticas de planificación, mediada en este caso por su visualización. Pero, más importante, nos urge a examinar nuestras propias suposiciones e ideales sobre las ciudades y las maneras en que las imaginamos, las representamos y les damos forma.

[1] Ciudades Jardín

En 1902, Ebenezer Howard, un modesto taquígrafo e inventor amateur, publicó una de las más influyentes visiones en la historia del urbanismo, llamada Garden Cities of To-morow. En ella, Howard creó una serie de diagramas que ayudaron a establecer una nueva  ortodoxia en el urbanismo del siglo XX. La crisis detrás de la idea que Howard llamó «Ciudad Jardín»-la contaminación y la sobrepoblación de la ciudad industrial-está condensada en el título de un diagrama: «Un grupo de ciudades, sin humo ni tugurios»

Figura 4: De la serie de diagramas por Ebenezer Howard, «Un grupo de ciudades, sin humo ni tugurios,» ilustra la contaminación y la sobrepoblación de la ciudad industrial de principios del siglo XX.

F4

Town and Country Planning Association

Howard propone la descentralización de las ciudades industriales mediante la construcción en el campo, de una serie coordinada regionalmente de pequeñas Ciudades Jardín. Ligadas por ferrocarriles y canales, separadas por un cinturón verde permanente, las Ciudades Jardín ofrecían lo mejor de la vida tanto de la ciudad como del campo a sus 32.000 habitantes, incluyendo el empleo en fábricas y talleres, unos alquileres asequibles y abundante espacio abierto. La ciudad jardín se basaba en un radical programa de reforma económica, en el que asociaciones cooperativas serían las dueñas de la tierra, que seria alquilada a sus inquilinos, reinvirtiendo las ganancias en mejoras públicas.

Es difícil no leer los convincentes diagramas circulares de  Howard como planes, aunque se sostuviera deliberadamente lo contrario. Las Ciudades Jardín parecían emerger como satélites completamente formados (y pintorescamente llamados), su utópico paisaje inglés inundado con instituciones sociales progresistas (como los «hogares para desamparados») y empresas rurales productivas. Casi un siglo más tarde, el tratamiento gráfico de perlas circulares incrustadas en una cadena de infraestructura de tránsito sería reutilizado por los planificadores que impulsaban el desarrollo urbano orientado al tránsito.

Aunque Howard y sus seguidores iniciaron dos ciudades jardín, Letchworth y Wellwyn, los aspectos industriales y colectivistas del esfuerzo languidecieron. Pero el concepto espacial de descentralización integralmente planeada mediante el establecimiento de nuevas poblaciones con una escala y carácter mas humano fué profundamente influyente, y los diagramas de Howard son ampliamente admirados hoy en dia. En la década de 1920, la idea de Howard encontró una recepción entusiasta en la Regional Planning Association of America, que buscaba la forma de solucionar la congestión en el área de Nueva York. Los líderes del EPR incluyendo Lewis Mumford, Clarence Stein y Clarence Perry, adoptaron la idea de descentralización a través de comunidades planificadas en cinturones verdes permanentes.

Figura 5: La Ciudad Jardín Americana: la «unidad de barrio” de Clarence Perry, una versión de la visión de Howard – modificada para el auto privado (1929) «

F5

[2] Las Torres en el parque

Los arquitectos modernistas, entre ellos, el más notorio, Charles-Édouard Jeanneret (conocido como Le Corbusier), ofrecieron  un enfoque diferente a la congestión, la enfermedad y la contaminación de la ciudad industrial. Tan  reverenciado por sus edificios magistralmente poéticos como vilipendiado por sus ambiciosos esquemas de planificación urbana, Le Corbusier sigue siendo un titán polarizante del siglo XX.

A partir de la década de 1920, Le Corbusier desarrolló una serie de ciudades ideales racionalistas, que afirmaba podrían  resolver los problemas urbanos a través de la aplicación de métodos científicos con poderosos equipos de expertos. Trabajando con el CIAM (en francés, «Congreso Internacional de Arquitectura Moderna»), creó la carta de Atenas, el manifiesto para la ciudad moderna.

La visión de Le Corbusier de la «Ciudad Radiante» (también dllamada «Torres en el parque») dispuso grandes torres separadas para proveer a los residentes igualdad de acceso a la luz, aire y al espacio abierto. El espacio verde en el medio estaría disponible a todos, incluso pasar por debajo de edificios levantados sobre pilotes cual zancos.

Mientras la ciudad tradicional funcionó sobre una mezcla desordenada, la Ciudad Radiante buscó el orden a mediante la separación. Así, supermanzanas exclusivamente peatonales estarían rodeadas de autopistas con intercambiadores que eliminaban los cruces e intersecciones. Los usos de la tierra serian radicalmente compartimentados, con sectores claramente separados, dedicados a vivienda, oficinas, industria y gobierno.

La Ciudad Radiante y la visión modernista que condensaba tuvieron un fuerte impacto en la planificación y construcción de ciudades en el siglo XX. Su promesa de luz, aire y espacio abierto daban respuesta directa las preocupaciones prevalecientes sobre los tugurios abarrotados, y su separación y racionalización del uso de la tierra y el tráfico prometía proteger a las personas de las amenazas de la contaminación y los automóviles.

Se convirtió en la plantilla predominante para la vivienda pública y para los planes de reconstrucción urbana en general, incluyendo los esfuerzos estadounidenses de «limpieza de tugurios», bajo los programas federales de renovación urbana. Con gran fanfarria, se abrieron proyectos de vivienda pública en todo el país, sólo para sucumbir a un sombrío cóctel de aislamiento económico, inversión insuficiente y a los defectos intrínsecos de su diseño físico. Los parques se convirtieron  en estacionamientos o sombrías tierras de nadie. Los servicios básicos escasearon, y al estigma de ser aislado en un mundo separado se unieron los cambios estructurales de la industria que abandonaron a miles de familias de clase trabajadora concentradas en enclaves, por ejemplo, en 1972, apenas 18 años después de su culminación, los proyectos de Pruitt-Igoe en St. Louis fueron dinamitados, convirtiéndose en símbolo del fracaso del urbanismo modernista.

Figura 6: La “Ciudad Radiante” de Le Corbusier»» (1935) fueron hechas con un conjunto de  torres separadas para proveer a los residentes con igualdad de acceso a la luz, aire y al espacio abierto.

F6

De «La Ciudad Radiante» Le Corbusier (1933).

Figura 7: En 1947, la Ciudad Radiante llega a la Western Addition de San Francisco. A lo largo de los Estados Unidos, las ideas de Le Corbusier proporcionan la plantilla de diseño para la «limpieza de tugurios,» la renovación urbana y la vivienda pública.

F7

Figura 8: El Public Land Survey System (1785) divide la tierra de los Estados Unidos al oeste del río Ohio en «municipios» y «secciones» en una cuadrícula de repetición, para después formar patrones de asentamiento.

F8- RURALGRIDtownship

United States Bureau of Land Management

 

[3] La Grilla Rural

Con la Land Ordinance de 1785, el Congreso creó el sistema público de encuesta sobre la tierra, en el que las tres cuartas partes del territorio de Estados Unidos podían ser encuestadas, distribuidas y vendidas . Comenzando al oeste del río Ohio, el sistema estableció una retícula de municipios de seis millas cuadradas a lo largo del interior del país, ignorando por completo la geografía natural. Cada municipio estaba compuesto por 36 secciones de una milla cuadrada. Fue uno de los actos más influyentes de la planificación espacial en la historia humana.

El Land Ordinance resolvió varias cuestiones apremiantes para la joven nación. En primer lugar, proporcionó un mecanismo de recaudación de fondos para el gobierno federal, que tenía limitados poderes de imposición de impuestos y una profunda deuda de guerra revolucionaria. En segundo lugar, su simplicidad facilitó una solución rápida y ordenada del territorio recién conquistado al minimizar los conflictos por reclamos de tierras. Y en tercer lugar, ayudó a realizar la aspiración de su patrocinador, Thomas Jefferson, que Estados Unidos debería ser una nación de pequeños terratenientes agricultores.

Figura 9: Arriba, una sección del modelo de  la utopía antiurbana de Frank Lloyd Wright, Broadacre City (1932–59).

F9-3cBroadacreCity

Frank Lloyd Wright Foundation Archives (The Museum of Modern Art | Avery Architectural & Fine Arts Library, Columbia University, New York). Frank Lloyd Wright Foundation, Scottsdale, AZ

El diagrama del municipio, repetido miles de veces, estableció un patrón (lo que los geógrafos llaman el «catastro») que daría forma a todo de ahí en adelante. La haciendas se erigieron en medio de sus parcelas cuadradas, así que raramente se formaron pueblos. Las fronteras del estado y del condado fueron líneas rectas.  Los caminos se hicieron a lo largo de los límites de la parcelas, y el desarrollo urbano se produjo en incrementos seccionales, produciendo la característica rejilla de calles arteriales de una milla cuadrada, visto hoy en día en ciudades como Phoenix, Chicago y Las Vegas.

A principios de 1930, Frank Lloyd Wright comenzó a trabajar en un plan utópico denominado Broadacre City, cuya innovación consistía en estar inspirado y construido sobre las dimensiones del municipio y la subdivisión en retícula. Al otorgar a cada familia un acre y dispersarlos a lo largo del interior estadounidense, con la idea que las ciudades desaparecerían, para ser reemplazados por un híbrido de ideología Jeffersoniana e ingeniería social Corbusiana.

[4] La grilla de calles

«El origen de los planes de parrilla se remonta al menos a los campamentos romanos. El fundamento de la retícula como una duradera y atractiva forma urbana se basa en cinco características principales: orden y regulación, orientación en el espacio y a elementos, simplicidad y facilidad de navegación, velocidad de diseño y adaptabilidad a las circunstancias. «— Patrick Geddes

Figura 10: El Commissioner’s Plan de 1811 para Manhattan intentó regularizar los patrones de calles erráticas de la ciudad mediante la aplicación de una rejilla consistente.

F10-4NYCCommissionerGrid

Geography and Map Division, Library of Congress

El plan de parrilla se ha utilizado para trazar ciudades desde que el arquitecto, urbanista y matemático Hipodámo planeó la colonia griega de Mileto alrededor de 450 A.C.. reaparecería a lo largo de la historia urbana cuandoquiera se necesitase construir ciudades rápidamente y pudiesen ser planeadas de antemano. Se repetiría en las antiguas capitales imperiales de China, en los campamentos militares de las legiones romanas y en los bastiones medievales desde cuales los europeos lanzaron sus cruzadas. Pero su apogeo fue en la Iluminación, desde el tardío siglo XVI hasta los principios del XIX, cuando la filosofía racional, la conquista imperial y la explosiva expansión económica hicieron de la cuadrícula el patrón urbano por defecto en muchos entornos. La retícula encarna una concepción cartesiana, racional del espacio, pero sus virtudes son su simplicidad, escalabilidad y pragmatismo. Es fácilmente examinada y puede ser subdividida en parcelas regulares que son fácilmente construidas. También es modular, así que nuevos distritos pueden agregarse cuando la ciudad crece.

La forma alcanzó su apoteosis en el Commissioner’s Plan de1811 para la ciudad de Nueva York, que pretendía regularizar el desarrollo de Manhattan (y su batiburrillo de rejillas que se chocaban) hacia el norte de la calle Houston. La aplicación implacable de la rejilla es especialmente notable por lo que se omite: la diagonal de Broadway, que antecedía el plan y que resistió su eliminación; y la topografía natural de colinas y afloramientos rocosos de la isla, que fueron parcialmente demolidos, aunque sobreviven en algunos lugares; y  por supuesto Central Park, que se crearía más tarde, proporcionando un romántico y curvilíneo contrapunto a la retícula y una bonanza económica a las propiedades adyacentes.

Pero la retícula tenía sus desventajas, su racionalidad implacable hizo que los escépticos del siglo XIX comenzaran a idealizar las callejuelas con recovecos y perspectiva perdida del pasado. En la década de 1950, se colocaron enormes extensiones suburbanas de cul de sacs, y las virtudes de la grilla fueron olvidadas.

Figura 11:  La rejilla de calles de San Francisco ignora las colinas de la ciudad, los humedales y la costa, todos los cuales son visibles en este mapa de 1852.

F11-4aBrittonAndRey

David Rumsey Map Collection

Las figuras 12 y 13: El antiguo castrum romano, (a la izquierda), un campamento militar reticular, se convirtió en base para los planes de asentamientos futuros, incluyendo Florencia, Italia (a continuación).

F12-F13

Figura 13  Google Earth

[5] La Megaregion

El pensar sobre regiones urbanas se ha centrado principalmente en la idea del centro de la ciudad y su periferia, ya sea una hinterland agrícola o un anillo de comunidades dormitorio. De hecho, la idea que los retos importantes podrían— y deberían — abordarse a escala regional (los nueve condados del área de la Bahía, por ejemplo) ya a principios del siglo XX se había convertido en una importante corriente del pensamiento en planificación.

En la década de 1960, sin embargo, el sociólogo Jean Gottmann describió «un nuevo orden en la organización del espacio habitado,» en una escala mucho más allá de las definiciones convencionales de región. Su libro de 1961, Megalópolis, describió la aglomeración urbana conformada por Boston, Nueva York, Filadelfia, Baltimore y Washington D.C., que exhibía una integración económica, geográfica y cultural considerable. La idea resultó profética, la megalópolis (también conocida como  «megaregion» o «región megapolitana») se ha convertido en un fenómeno cada vez más rotundo y prevalente en la era global.

Las Megarregiones son conglomerados urbanos-libremente integrados-de 10 millones de personas o más, con una forma física indistinta, que contienen una amplia gama de usos de la tierra, condiciones demográficas y un complejo conjunto de relaciones económicas internas. Ninguna métrica puede definir una megaregion, pero su lógica se manifiesta en una serie de características comunes: la superposición del mercado del trabajo y la vivienda, la integracion de  sus industrias clave, sistemas de transporte, contexto ecológico y puntos de vista culturales. Esta nueva unidad trae consigo un nuevo imperativo: tener marcos institucionales y políticos con una perspectiva megarregional.

El informe de SPUR del 2007, La  Megaregion del Norte de California, describe un área con un núcleo que se extiende desde San Francisco, hasta Sacramento, Modesto, Monterey y Lake Tahoe, y cuya esfera de influencia incluye tanto Fresno y Reno. Utiliza una variedad de métricas y propone varias iniciativas políticas para hacer frente a los desafíos en una escala megarregional.

Figura 14: El innovador  libro de Jean Gottman: Megalópolis (1961) argumentó que el noreste los Estados Unidos debia ser entendida como una sola megaregion urbana, complejamente integrada.

F14-5Megalopolis

De «Megalópolis» de Jean Gottman (1957)

Figura 15: En 2009, la the Regional Plan Association (RPA) designó 10 «megarregiones» en Estados Unidos, donde se espera ocurra la mayor parte del crecimiento en las próximas décadas.

2050_Map_Megaregions2008

Regional Plan Association (RPA)

[6] El transecto

Un diagrama de transecto combina el lenguaje visual de un corte de arquitectura con un enfoque analítico prestado de la ciencia de la ecología. Revela cómo cambian las condiciones a través de un paisaje, sugiriendo la importancia del contexto tanto a las comunidades naturales como a las construidas.

La técnica fue construida hace más de 200 años por el geógrafo prusiano Alexander von Humboldt, quien utilizó un transecto para diagramar la biogeografía (el estudio de la distribución de especies, organismos y ecosistemas en el espacio geográfico a través del tiempo geológico) de la Patagonia de océano a océano. En 1909, el planificador escocés y sociólogo Patrick Geddes dibujó su influyente Valley Section-un transecto que mostró cómo las maneras de vida, o «ocupaciones naturales», surgieron de su contexto geográfico. Su énfasis en las industrias extractivas como la caza y la explotación minera – su forma de pensar- tuvo una profunda influencia sobre el regionalismo y la conciencia ambiental que se convirtieron en una poderosa fuerza en la planificación del siglo XX. El arquitecto paisajista Ian McHarg también desplegaría el transecto como una herramienta analítica en su influyente libro de 1969 “Diseño con la Naturaleza”, que estableció el marco para el uso generalizado  hoy en día de los sistemas de información geográfica (SIG).

Figura 16: 1909 Valle sección de Patrick Geddes demostró cómo las maneras de vida o » ocupaciones naturales» como la minería o la caza, surgieron de su contexto geográfico.

F16-7TheValleySection

Center for Applied Transect Studies

Figura 17: En 1999, Andres Duany creó el » transecto urbano rural,» que identificó una serie de condiciones desde el núcleo urbano a la naturaleza salvaje y propuso que las políticas de planificación cambiaran como las densidades varían.

F17

 Andres Duany, DPZ

[7] Forma de escultura

Muchas de las herramientas de planificación de la ciudad fueron creadas con el fin de regular los excesos de la ciudad industrial del siglo XIX, incluyendo el desarrollo no regulado, conjuntos habitacionales superpoblados y usos industriales nocivos. Como muchos códigos de planificación tempranos, la Zoning Resolution de la ciudad de Nueva York de 1916 había establecido una zonificación euclidiana que regulaba el uso, definiendo zonas residenciales, comerciales e industriales. Pero a diferencia de muchas de esas leyes, regulaba también la «envolvente del edificio», o el volumen permisible que podría ocupar una edificación. Esto como respuesta a los rascacielos de acero previos, no reglamentados tal como el edificio Equitable de 1914, que enfureció a sus vecinos por el bloqueo de la luz, el aire y las visuales. La zonificación fue parte de una era de planificación con un amplio programa progresivo que incluyó la reforma de la vivienda y la construcción de códigos de seguridad y contra incendios.

Figura 18: Representaciones de Hugh Ferris de la metrópolis del mañana (1922) probaron las implicaciones de la ley de zonificación de 1916, pero también definieron un nueva estética urbana.

F18

De «“The Metropolis of Tomorrow” de Hugh Ferris (1929)

La nueva ley permitió un “paramento de calle » proporcional a la anchura de la calle próxima, encima esta altura era necesario que el edificio se retranqueara y cupiera dentro de un «plano de exposición del cielo» que permitía al menos algo de luz alcanzar el nivel de la calle. Este enfoque sustractivo de diseño urbano se adapto bien a las intensas presiones de crecimiento de Manhattan de principios del siglo XX. En 1922, un dibujante arquitectónico llamado Hugh Ferriss decidió ilustrar las implicaciones de la nueva ley. Sus atmosféricos carboncillos fueron misteriosamente predictivos de la Manhattan que emergería en las décadas posteriores, una metrópolis de la edad de máquina,que poblarían innumerables libros de cómics y películas.

Esta  aproximación a la regulación de la forma construida se convertiría en herramienta ortodoxa en la planificación de ciudades. El plan del centro de San Francisco de 1985 incluyó ambos límites, el retroceso y la altura de torre (más tarde reemplazados por regulaciones de la sombría proposición K) para asegurarse de que el sol alcanzaría espacios abiertos.

Figura 19: En esta vista aérea de la ciudad de Nueva York, es claramente visible el impacto de la resolución sobre la forma construida en la década de 1930.

F19-SCULPTINGChrysler_Building_Midtown_Manhattan_New_York_City_1932

Figura 20: La ley del retroceso de la ley de zonificación de 1916, reguló el uso de la tierra y definió las zonas comerciales, residenciales e industriales en la ciudad de Nueva York.

New York city building zone resolution, restricting the height a

[8] El mapa de Nolli

El mapa de 1748 de Giambattista Nolli de Roma fue un hito importante en la cartografía. Presentó toda la ciudad a vista de escala en vista de plano  (o «icnografia») – con cada punto como si fuese visto directamente desde encima. En ese tiempo, las vistas urbanas solían ser perspectivas aéreas imaginadas-vistas de pájaro-que no eran técnicamente rigurosas.

El Impacto de la mapa Nolli en el diseño urbano y la planificación surge de su convención gráfica: como diagramas de figura sobre la tierra, los edificios aparecen como masas oscuras, con las calles y el  espacio abierto en blanco. El propósito— ahora una técnica analítica común — es revelar el patrón característico de calles y edificios que subyace en la forma urbana.

Las relaciones de figura-fondo o forma-vacío que ilustran estos diagramas fueron acaloradamente impugnados en el siglo XX. En patrones urbanos tradicionales como la Roma de Nolli, calles y espacios abiertos generalmente se leen como primer plano, definidos como espacios urbanos por los edificios del fondo. Los arquitectos modernos invierten esta relación, poniendo los edificios como objetos de primer plano, ambientados en el espacio como fondo, por lo que estos tienden a ser mal definidos. A partir de la década de 1970, diseñadores urbanos como Colin Rowe volvieron al plano de Nolli para  ilustrar las cualidades que se estaban perdiendo y para abogar por el uso de patrones tradicionales.

Figura 21: El mapa de Giambattisti Nolli de Roma (Nuova Pianta Di Roma) de 1748, presentó toda la ciudad a escala, con cada punto como si fuese visto directamente desde encima.

F21

Biblioteca de la Universidad de California Berkeley

Figura 22: El tratado fundamental Allan Jacobs Great Streets (1993) lleva el análisis de la figura el suelo a un nuevo nivel, al mostrar  50 mapas de ciudades alrededor del mundo en una milla cuadrada, dibujados en la misma escala. Cuatro ejemplos.

F22

De Allan Jacob «Great Streets» (1993)

[9] La ciudad de abajo hacia arriba

En la década de 1950, un grupo de académicos radicales, artistas y arquitectos europeos llamado la Internacional Situacionista se alarmó crecientemente por los esquemas racionalistas de renovación urbana de los arquitectos modernistas. Barrios antiguos estaban siendo demolidos y reemplazado con limpios y ordenados edificios institucionales. Aunque los situacionistas simpatizaban con el programa social radical propugnado por el modernismo, sentían que amaban las particularidades poéticas de las ciudades y las bohemias demimondes que ocupaban fueron amenazadas por el frío absolutismo del modernismo. Se dispusieron no solo a resistir los excesos del capitalismo burgués, sino también a la tiranía del programa de la forma urbana de la modernidad, aunque fuese progresista en su motivación.

Figura 23: La Guide Psychogeographique de Paris de Guy Debord (1957) registra la «deriva” un observador  a través de los ambientes y emociones de Paris.

F23-9Situationist

Voor de Psychogeographique Rijksbureau Guía de Guy Kunsthistorische aparte (RKD)

Los Situacionistas instaron a otro tipo de resistencia, por medio del juego, lo accidental y el estar profundamente en sintonía con las cualidades experienciales de la ciudad. Acuñaron el término «psicogeografía» para llegar a la forma en que la ciudad fue creada, no por arquitectos y planificadores, sino por la suma de la experiencia y el significado individual . Para ellos encontrar la ciudad era crear la ciudad. La «Guíe psychogéographique de Paris» de Guy Debord diagrama un conjunto particular de deriva por la ciudad, con su ruta cortada y pegada de un mapa ilustrativo popular.

La idea de que la ciudad se constituye a través de las experiencias de sus residentes también surgió en la práctica de la planificación como una corriente analítica de diseño urbano, que buscaba nuevas formas de entender los diferentes matices de la vida de la ciudad. Desde el Massachusetts Institute of Technology, Kevin Lynch desarrolló un sistema de «mapeo cognitivo», en el cual sujetos mapeaban la ciudad de memoria. Los resultados de una muestra que fuera considerable podrían agregarse, revelando las características más memorables o «imagen» de la ciudad. Este nuevo énfasis en la experiencia y la memoria de los residentes urbanos fue parte de una reorientación importante de la planificación de la ciudad, apartándose de las transformaciones  radicales urbanas y hacia un enfoque más contextual, de participación ciudadana.

El énfasis situacionista en el experimento, el juego y la casualidad ha encontrado una nueva voz en el ámbito público del siglo 21. A menudo descrito como «urbanismo táctico», intervenciones urbanas como la de Critical Mass, Sunday Streets y Burning Man han borrado las fronteras entre arte, juego y activismo, cada uno tomando la ciudad y sus posibilidades como tema y afirmando el valor de lo efímero lo experimental en el discurso cívico de hoy en día .

Figura 24: La «imagen de la ciudad» de Boston fue compilada y creada por Kevin Lynch con el aporte de muchas personas en «The Image of the City» (1961).

F24

De Kevin Lynch, «»The Image of the City» (» (1960)

Figura 25: En “Infinite City: A San Francisco Atlas,” (2010) la escritora Rebecca Solnit creó retratos únicos de San Francisco de decenas de mapas temáticos (e imaginarios) como ésta, «Reyes y reinas».

F25-9dCognitiveMap2

Rebecca Solnit University of California Press

[10] El palo de Hockey

Mientras que la mayoría de los esquemas presentados aquí fueron creados por planificadores y arquitectos, pocos han tenido tanto impacto en la práctica y el fundamento de la planificación como  el «Palo de hockey,» de Michael Mann, que combina varias fuentes de datos conectados (como los núcleos de hielo y los anillos de los  árboles) con registros recientes, para mostrar el aumento dramático en las temperaturas del hemisferio norte en la era industrial. Apodado por su forma, este famoso gráfico apareció en “Una Verdad Incómoda”, de Al Gore, y aunque ha estado bajo escrutinio por los escépticos del cambio climático, su validez científica ha sido repetidamente confirmada.

La amenaza del cambio climático global y el papel que desempeñan los asentamientos humanos se ha convertido en idea central en la organización de  la planificación y la arquitectura. Sencillamente dicho, las personas que viven en las ciudades consumen menos energía y emiten menos emisiones de carbono per cápita que sus contrapartes suburbanas. Las eficiencias fundamentales de ciudades — peatonabilidad, acceso al  transporte, casas pequeñas, menos coches y una más eficiente infraestructura —los hacen una herramienta crítica para reducir nuestro impacto en el clima. La forma y ubicación del crecimiento urbano se convierten en factores críticos en nuestro clima futuro. Un crecimiento más denso, bien integrado con el transporte y otras comodidades, ayuda a reducir nuestra huella de carbón y el crecimiento disperso y  descoordinado lo empeora. Muchos otros factores—como la salud pública, la vida cívica, la preservación de espacios abiertos y un acceso más equitativo a los servicios básicos (como parques y transporte)—también se benefician de este tipo de «crecimiento inteligente», y los planificadores vinculan a menudo el argumento del clima a las otras prioridades.

 

Este argumento se ve reflejado en las políticas como el  Bill 375  del Senado de California, aprobado en 2009, que intenta mejorar la integración del transporte y el uso de la tierra, vinculando el presupuesto del transporte a patrones de crecimiento más sostenible. Está en proceso de ser implementado y su impacto está por verse.

Figura 26: El transcendental (y polémico) «palo de hockey» de Michael Mann fue uno de los primeros en mostrar cómo las temperaturas de la tierra han estado aumentando rápidamente en los últimos tiempos.

10NorthernHemisphereTemps Michael Mann

Figura 27: La forma y ubicación de crecimiento son factores críticos en nuestro clima futuro. Como revela este mapa de la Metropolitan Transportation Commission, el mayor crecimiento en el área de la bahía está ocurriendo en las zonas suburbanas dependientes del automóvil  en los bordes de la región.

F27

 Metropolitan Transportation Commission

 

SOBRE LOS AUTORES

Benjamin Grant  es Gerente del Programa de Diseño Urbano y Espacio Publico del SPUR

La exposición Grandes Reducciones y su publicación fueron posible gracias a una beca del National Endowment for the Arts (NEA).

Agradecimientos especiales a Peter Bosselmann, Noah Christman, John Ellis, Andy Shanken, Daniel Solomon, Joshua Switzky, Michael Teitz, Jeffrey Tumlin y Jennifer Warburg.

Tomado de :

 THE URBANIST edición 518 • noviembre de 2012

traducción de Guillermo Fischer

 

 

Comparte este artículo:

Teatro Pedro Navajas

Agosto 1 – 2013

Hace unos meses dijimos que demoler la caja escénica del Teatro Colón para reemplazarla por una «más adecuada», equivalía a ponerle un portasuegras a un Renault 4 . En privado recibimos varios comentarios de indignación, de los cuales resaltamos dos: uno que sólo quería sentar protesta por lo inapropiado de la comparación, reclamando «respeto» para carro y teatro, prometiendo desarrollar el tema posteriormente; el otro se lamentaba por el uso de un lenguaje «ácido», advirtiendo también que cuando tuviera más tiempo respondería en detalle. En ambos casos nos quedamos esperando lo mismo: una defensa de la legitimidad patrimonial para demoler la caja escénica del teatro y una justificación para haberlo hecho sin Plan Especial de Manejo y Protección, PEMP. Ante la falta de respuestas y aprovechando la cercanía de la legitimación final de la operación, a través de un concurso organizado por la Sociedad Colombiana de Arquitectos que concluye el 8 de agosto, reiteramos la comparación y proponemos otra para la igualmente desmedida intervención que salió a concurso.

Antes, aclaremos que demolido lo que hay que demoler y construido lo que hay por construir, el Ministerio por fin habrá sacado adelante su doble sueño de una sede para la Sinfónica de Colombia y un Centro de producción teatral “autosostenible”. Sería magnífico que así fuera, aunque sabemos que el teatro y la música clásica tienen subsidios estatales, precisamente porque no son actividades culturales masivas y eso dificulta su autosustento. También sabemos que un teatro para 900 personas era un teatro pequeño, incluso en 1892 cuando se inauguró. Para no abusar del R-4, lo grande es tan ajeno al Colón como a una Minimorris.

No dudamos que el nuevo complejo cultural quedará muy bien hecho y con las mejores especificaciones disponibles. Después de tanto tiempo con el teatro cerrado y de tanta plata invertida, es lo menos que se puede esperar. Técnica aparte, la sede para una orquesta y la sostenibilidad de una empresa cultural no pertenecen a las mismas columnas contables. El teatro bien podía ser sostenible, o insostenible, con o sin sede para la orquesta; y ésta bien podía tener una sede de primera categoría en cualquier parte de la ciudad. Si al exceso de buenas intenciones de carácter económico-cultural le sumamos el olvido de los aspectos urbanístico-arquitectónicos del patrimonio, esperamos que los concursantes y el jurado no se vayan a tragar entero el hecho de que lo que importa es hacer un «magnífico» edificio. La música, la danza, el teatro y demás son importantísimos, eso nadie lo cuestiona. Pero nosotros, y esperamos que jurado y concursantes también, nos ocupamos de la arquitectura.

Como patrimonio arquitectónico y urbano, basta conocer la forma en que el Ministerio de Cultura ha manejado la “conservación” del Colón, y ver la comodidad con la que la SCA se ha prestado para organizar el concurso sin cuestionar el proyecto, para afirmar que lo que están por hacer con el edificio del Teatro Colón y con el Centro histórico de Bogotá es un doble disparate: uno ya consumado con la demolición de la caja escénica -sin el debido trámite- y otro por consumarse como resultado del concurso.

En una competencia a la inversa, como concurso del mayor atropello patrimonial a la arquitectura bogotana sería digno de un segundo puesto, sólo superado por la demolición del Claustro de Santo Domingo, a finales de la década del 40. Con la diferencia que la conservación de edificios era algo que no se usaba en esos tiempos, en los que no había Centro histórico ni organismos encargados de “protegerlo”.

 

Volumetría en las bases del concurso SCA

Volumetría en las bases del concurso SCA

 

Esta imagen, tomada de las bases del concurso, establece una altura cercana a 20 metros en la esquina de la calle 11 con carrera 6. Con excepción de la Catedral y del edificio Estela, estamos ante una altura tres y cuatro veces mayor que la de cualquiera de sus vecinos. Por contraste, uno de los vecinos, el Centro cultural Gabriel García Márquez, ha sido criticado por algunos porque no respeta las “tipologías” del sector; al tiempo que para otros es un modelo de inserción “contemporánea” en un Centro histórico. Basta imaginarse que el centro GGM tuviera el triple de altura, para comprender que el eventual debate hubiera nacido muerto, y que si la discusión sobre el GGM se mantiene se debe a que no es un exabrupto morfológico.

Incluso si los promotores del Colón como centro de producción teatral tuvieran la razón al justificar que es la «única» forma de «salvar» un edificio, que de no ser por semejante acción moriría de hambre, esto no legitima que el edificio y su contexto se puedan violentar. Como punto de partida se pudo decidir que era necesario un esquema de competitividad que respetara el viejo teatro, donde el edificio y su ampliación bien podían haberse quedado como una pieza urbana moderada y como un teatro pequeño, reacondicionado técnica y funcionalmente, sin perder su carácter, y sin que esto le quitara a la Sinfónica de Colombia la posibilidad de una sede adecuada en el lote disponible. No obstante, la ampliación del Teatro Colón y su plurifuncionalidad, difícilmente será algo diferente a un diente de oro para el Centro histórico.

Todo el que ha tratado de sacar adelante un proyecto en esta zona sabe que se necesita temple. Cuando un «cualquiera» se somete al Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, IDCP, para ponerse al lado de unas casas como las de la calle 11, sabe que le exigen un “empate” a nivel de la cornisa del vecino, otro a nivel de la cumbrera y una altura máxima relacionada con la manzana y el contexto. Y para el que se aventure a los «cambios de última hora», sabe que tiene que esperar otros seis meses para volver a «pasar por el comité». Y si de «vivo» se pasa un centímetro, lo multan y le sellan la obra. Lamentablemente esto no aplica para el Ministerio de Cultura que actúa como una “instancia superior del orden nacional” que según su visión de sí mismo no tiene porqué someterse a las exigencias de una institución distrital. De manera que por asuntos de quién manda aquí, la altura máxima establecida por el concurso no es la que le exigirían a cualquiera, sino la del edificio Stella -junto con el de la Universidad Autónoma de Colombia, los más altos de la manzana, que no tienen protección patrimonial y que son de cuando se podía hacer cualquier cosa- aplicada a todo el conjunto, incluido el empate con una «casucha sin valor» sobre la calle 11.

Existe la posibilidad de que los concursantes no caigan en la ingenuidad que sugiere el concurso, y que el jurado lo reconozca. No obstante, dadas las circunstancias, la única forma de cumplir con el programa sin poner a brillar el diente de oro sería enterrando más de la mitad de las dependencias, lo que obligaría a profundizar más el parqueadero, con lo cual la «autosostenibilidad» del teatro se vería comprometida antes de empezar. Por eso, el jurado, después de considerar la excelente calidad de los proyectos y sobre todo las bases del concurso…etc., etc…el resultado lo prevé cualquiera.

Aparte del enfoque cultural-administrativo, todo indica que Ministerio y SCA comparten ingenuidades arquitectónicas, y que tal como creen que por dentro nadie va a notar que demolieron -sin el debido trámite- la caja escénica porque «eso no se ve», por fuera pasará algo similar con el enorme volumen que estará «retrocedido» respecto al paramento de la calle 11, el cual tampoco «se nota». No se ve pero se sabe que primero demolieron la caja escénica y luego le fabricaron un PEMP para legitimarla. Tampoco se nota pero también se sabe que en conservación de centros históricos se evita el cambio de uso que reemplaza población permanente por población flotante, porque afecta negativamente la vida urbana del sector. Este último aspecto relacionado con el cambio de usos también es discutible, dado que así como se le puede quitar vida a una manzana o a una calle, la misma vitalidad, o más, se puede sustituir en la vecindad. Sin embargo, el cambio de escala en la esquina de la 11 con sexta, generará un triple impacto negativo que será evidente para cualquiera que pase por ahí, por la esquina del viejo barrio.

1. El empequeñecimiento de los edificios aledaños, dejando el mensaje de que manda el que paga la cuenta.
2. La obstrucción de la visual de los cerros, resaltando sin quererlo el hecho de que el CGM entiende por lo menos que un edificio no es una isla.
3. La aparición de una nueva pieza urbana que esconde la emblemática Catedral de la ciudad, como si nadie se ocupara de estas cosas en un centro «histórico».

Por eso sugerimos que sean consecuentes con la actitud y le pongan de una vez un nombre acorde con el espíritu de la operación.

Guillermo Fischer
Juan Luis Rodríguez

 

Volumetría en las bases del concurso SCA

Volumetría en las bases del concurso SCA

 

Comparte este artículo:

Tres modelos de ciudad

Junio 11, 2013

JANE JACOBS

NUEVA YORK 1961. – Publicación de “MUERTE Y VIDA DE LAS GRANDES CIUDADES AMERICANAS” de Jane Jacobs, urbanista orgullosamente autodidacta – solo tomó un curso de extensión universitaria en la Universidad de Columbia –, quien basó sus conocimientos en la observación de la vida de su barrio, Greenwich Village en Nueva York. Sostenía que la presencia en la calle era la esencia de la vida y la seguridad urbanas, y que las ciudades eran mejores para el medio ambiente que los barrios residenciales periféricos arborizados. Se opuso a los proyectos inmobiliarios a grande escala, y fue partidaria de la diversidad de usos en edificios de poca altura donde los habitantes pudieran controlar visualmente las calles, garantizando en esta forma una mayor seguridad. Para generar suficiente tráfico callejero, y la aparición de restaurantes y comercios estimulantes, recomendaba una densidad mínima de 250 viviendas por hectárea. Fue considerada la gran gurú del urbanismo durante 50 años y sus teorías tuvieron una amplia aceptación, hasta que en 2011 apareció Edward Glaeser, su contradictor.

EDWARD GLAESER

BOSTON 2011.- Publicación de “EL TRIUNFO DE LAS CIUDADES” de Edward Glaeser, profesor de economía de Harvard. Opina que Jacobs, por vivir y observar barrios de edificios bajos, no conoció suficientemente la vida de barrios de edificios altos: ej. Manhattan, donde él creció. Es partidario de subir las densidades con torres pues aumentar la oferta inmobiliaria, hace bajar los precios. Segun Glaeser, mantener los edificios bajos como propone Jacobs, no permite el acceso de los menos ricos. ”Restringir la oferta en cualquier parte dificulta que la ciudad pueda satisfacer la demanda, lo que hace que los precios aumenten en todas partes”. “El coste que conlleva limitar la construcción es que las áreas protegidas se hacen más caras y más excluyentes “. “Limitar la construcción de edificios de gran altura no es una garantía de que un barrio vaya a ser interesante y heterogéneo, pero si garantiza en cambio que los precios sean elevados”.
Acepta la construcción de rascacielos, pero reconoce que “los precios aumentan en forma sustancial en los edificios ultra altos, digamos de más de 50 plantas”. “Las relucientes torres de nuestras ciudades son un indicio de la grandeza de que es capaz el género humano, pero también de nuestra arrogancia y presunción”. Opina que “Hay quienes prefieren edificios bajos, y otros edificios altos. La ciudad debe ofrecer las dos posibilidades”. Glaeser reconoce que los terrenos para la construcción de rascacielos tienen que tener solucionados los sistemas de transporte, tanto público masivo como privado, pero no menciona la nueva área de parque necesaria para mantener una proporción adecuada de espacio público por habitante. Finalmente acepta que “Por Por desgracia, no existe ninguna forma sencilla de equilibrar los beneficios de ofrecer un espacio más deseable con el deseo de conservar un casco antiguo bonito.”

GUSTAVO PETRO

BOGOTA 2013. –Radicación en el Consejo de Bogotá del Proyecto de Acuerdo por el cual se modifican excepcionalmente las normas urbanísticas del Plan de Ordenamiento Territorial –POT – , presentado por el alcalde Gustavo Petro. Algunas de las propuestas del proyecto:
Unificación de normas, asumiendo igualdad de características, vocación y accesibilidad en el Centro Ampliado, desconociendo las Unidades de Planeamiento Zonal existentes que reconocen la diversidad de sectores, y conservan la morfología y el uso de los barrios.
Densificación de una buena parte del Centro Ampliado con base en torres de altura libre (Glaeser) pero sin solución de accesibilidad en transporte privado y público masivo, y con retrocesos escalonados de las torres, siguiendo la ordenanza de Nueva york de 1916. Las cargas urbanísticas exigidas impiden el abaratamiento de los costos que permitiría el acceso de los más pobres al centro ampliado (Glaeser).
Mezcla de usos (Jacobs) pero en forma indiscriminada y sin un plan ordenador.
Desestimulo al uso del automóvil particular- recomendando no construir estacionamientos – sin contar con un plan eficiente de transporte público integrado que lo remplace.
Ubicación de espacio público y equipamientos a juicio de los desarrolladores, sin un programa previamente establecido.
Normas que favorecen el desarrollo del Centro Ampliado, dejando la periferia a la mano de Dios.

El peor de los mundos posibles es el modelo de Petro. Y mientras discutimos la aprobación de un desastre anunciado, Bogotá sigue creciendo desordenadamente al ritmo impuesto por promotores y constructores. En el norte de la ciudad se están demoliendo edificios de cinco pisos para remplazarlos por otros que doblan su altura. Y en consecuencia el doble de habitantes, con el doble de automóviles, tratará de circular por las mismas vías destrozadas y cada vez más saturadas. Somos espectadores impávidos del desarrollo de un modelo de ciudad que desconocemos. Es hora de definir el modelo de ciudad que queremos. Y actuar en consecuencia para tratar de hacerlo realidad.

WIlly Drews

Comparte este artículo:

De lo transcendente a lo sostenible

Julio 4, 2013

Hombres y mujeres estamos determinados por dos instintos puramente animales, la sobrevivencia de cada individuo y la reproducción de la especie, y una pulsión puramente humana, la necesidad de trascender. Es decir, estar o ir más allá de algo, traspasando los límites de la experiencia posible, hacia su fin, término, remate o consumación, comportamiento que sólo se descarga al conseguir que permanezca.

Trascendencia que en todas partes y durante milenios, se busco, y con que éxito, mediante la gran arquitectura del mundo: templos para que la gente creyera en lo que no existe, y obedezca, palacios para que a “rey muerto rey puesto”, y la monarquía siga, y tumbas para que los poderosos gobiernen eternamente. Edificios levantados en el espacio y el tiempo, no para la vida ni para la muerte, sino para trascenderlas.

Pero con la arquitectura moderna se pasó de templos, palacios y tumbas, sedes para gremios e instituciones, óperas imponentes y palacetes para ricos burgueses, a una vivienda “digna” para todos. Como si las casas tradicionales, vernáculas o populares, pese a ser “pobres”, antes no lo fueran. Y ahora y aquí se promueven politiqueramente casas engañosamente gratis y sin ciudad, diseñadas por arquitectos que no lo son.

Pronto esa arquitectura, dizque para todos, se trivializó. A la vivienda se le quitó su importancia de siempre al volverla apartamentos, uno encima de otro, o casitas una al lado de la otra, en hileras interminables que acaban con el campo sin hacer ciudad o destruyéndola. Ni siquiera se salvaron los edificios públicos, que se volvieron puro espectáculo para promocionar ciudades con un trasnochado “efecto” Bilbao.

Quedaron las obras maestras que recopilo Sir Banister Fletcher y que visitamos como inhabitados parques temáticos, de las que hablan los profesores pese a que muchos ni siquiera las conocen, y menos aun las que están aquí justo al lado, las que no les interesan justamente por eso. Es que lo de afuera nos “mata” y así cada vez hay menos arquitectura buena pues nunca hubo tantos arquitectos ni tantos edificios malos.

Edificios responsables, mas que los carros, del mayor consumo de energía, para su iluminación y climatización, lo que en el trópico sin estaciones es insólito. Energía generada en muchas partes con combustibles fósiles que producen gases de efecto invernadero, que causan el cambio climático que amenaza el mundo, tal como lo conocemos, mientras los carros invadieron las calles de las ciudades fastidiándolas.

La arquitectura tiene, pues, una nueva meta en el horizonte: volver a ser lo que siempre fue la vernácula, la campesina o incluso la popular de las ciudades. Apropiada al clima y de ahí al paisaje, creando una nueva tradición, con nuevos profesionales, con mas ética que estética, que trascendiendo las modas y la especulación inmobiliaria, construyan ciudades sostenibles, contextuales, seguras, confortables y emocionantes.

Pero como la frivolidad y los negocios campean aquí, la arquitectura bioclimática (una redundancia pues siempre lo fue) se volvió una moda para muchos, mas negociantes que arquitectos. No les importa que los edificios sean acordes al clima, paisaje y tradiciones, como quería Le Corbusier, sino a las imágenes de moda de las revistas para ciudadanos que no lo son, con lo que fatalmente están ya pasados moda.

Benjamín Barney Caldas

Comparte este artículo:

Las ciudades colombianas

 

Junio 3, 2013

 

Las colombianas son contemporáneas y su problema es no ser ciudades. Como dice Sylvia Patiño de Cali, lo eran mas cuando eran pueblos. Sin mayores inconvenientes como tales, casi todas lo eran, aparte de Cartagena, Santafé o Popayán. Sus problemas crecieron con ellas: sobre población sin tradición urbana, y carencia de servicios, equipamiento, vías y transporte, mas contaminación, basuras, escasez de agua e inseguridad, y  amenaza de terremoto o inundaciones. Y por supuesto la creciente fealdad de su paisaje urbano y natural. Todo lo cual lleva a una iniquidad que supuestamente preocupa, pero no su origen en la falta de lo verdaderamente urbano arquitectónico.

Crecieron demasiado rápido y hoy son muy grandes y conurbadas con pueblos vecinos fuera de su jurisdicción. Ya Barranquilla y Cartagena tienen un millón de habitantes, Medellín tres y Bogota ocho, cuando hace un siglo apenas tenía trecientos mil y era la mas poblada. Hoy quince tienen mas, incluyendo a Buenaventura. En el valle del río Cauca, además de Cali, con tres, están Palmira y Tulúa, pero desapareció el tren y se abandonó su sistema de ciudades, que funciono tan bien durante la primera mitad del siglo XX. Y los recientes Planes de Ordenamiento Territorial, POT, no son a largo plazo y se modifican presionados por los propietarios del suelo urbano y sub urbano.

Ciudades invadidas por carros y puentes en las últimas décadas, pero que no cuentan con andenes amplios y arbolados, pues se conservaron las reducidas aceras de antes, que eran para pocos peatones y proteger las fachadas del agua de los aleros y del paso de carruajes. Y desde luego una ciudad sin andenes es toda una contradicción, pues toda actividad urbana comienza y termina caminando. Como al usar un Sistema Integrado de Transporte Urbano, que en Colombia no son sistemas ni, en consecuencia, integrados. Aquí lo “contemporáneo” es, pues,  el desorden edilicio y del transito y transporte, que ahora llaman “movilidad” como si la palabra obrara el milagro.

Después de la Segunda Guerra Mundial lo europeo dio paso al American way of life: automóviles, suburbios, malls, aire acondicionado, iluminación permanente, congeladores y la obsolescencia programada de lo construido. Pero nuestros “ciudadanos”, notoriamente en Cali, parte de cuyo centro es todo un zoco, aun no tienen urbanidad. Pero si caímos pronto en el consumismo urbano, propiciado por la moda y la publicidad. Surgieron toda clase de comercios en las principales avenidas, invadiendo pórticos, antejardines y andenes, obligando a caminar muchas veces por las calzadas, como en los pueblos de donde vinieron la mayoría de sus nuevos habitantes.

“Ciuadadanos”, periodistas y autoridades solo ven lo económico o “social”, como si apenas contara lo que pasa, y no que pasa en ciudades y barrios, en sus edificios, calles, plazas y parques. Y ni hablar de su belleza, que se considera un lujo o se confunde con lo aparatoso,  mientras “desarrollo”, “moderno” o “progreso” significa acabar con el patrimonio. Solo queda enseñarles urbanismo y urbanidad, pero las escuelas de arquitectura guardan silencio y muchos de sus demasiados egresados están es al servicio del negocio inmobiliario. Además de nuevos programas de urbanismo, construcción e interiores, tendría que haber también arquitectura como cultura general.

 

Benjamin Barney Caldas

Comparte este artículo:

La bicicleta como medio de transporte urbano

Mayo 27 de 2013

El título de este artículo se refiere a uno de los por lo menos cuatro usos que se le pueden dar a la bicicleta, un record de hecho difícil de superar para un solo aparato y que paradójicamente es uno de los que más se habla pero menos se le da, por lo menos en Bogotá. Para la muestra, ojo a la frase con la que se inicia la página de presentación del sistema de cicloruras de la Secretaría de Movilidad: “Bogotá es un ícono[1] (sic) mundial por la promoción del uso de la bicicleta como modo de transporte alternativo”.  Nada, las postales que nos han enviado históricamente de la China, Holanda, Oxford y recientemente París entre otras decenas de ciudades del mundo desde hace décadas, no son reales, Bogotá es el “ícono mundial”.  Los otros  tres usos de la bicicleta son: la recreación, el deporte y como aparato terapéutico para oxigenar la sangre y fortalecer huesos y músculos principalmente.

Se dice que a los 121 kilómetros de ciclovía en Bogotá, salimos más de un millón de personas cada domingo y que cuando se hace  nocturna, la cifra se puede triplicar. Se afirma a la vez que los viajes regulares en las ciclorrutas bogotanas son cuatrocientos cincuenta mil, en los 350 kilómetros de ciclorruta de la ciudad, cifra que dicho sea de paso, sería conveniente verificar, teniendo en cuenta que con esta se trabaja desde hace más de diez años y son más las que he visto desaparecer por abandono, invasión de vendedores ambulantes o lo que es peor, decisión de la administración distrital, como es el caso de la ciclorruta de la Avenida del Dorado, que después de la construcción de la Troncal de Transmilenio, se vio recortada y fraccionada en varios de sus tramos, tal como le sucedió a la ciclovía dominguera de la misma avenida. Sin duda la que fuera más agradable y funcional de la ciudad. De todas maneras, si acaso se han pintado en la calzada vehicular (esta parece ser la política de la actual administración para el diseño de ciclorrutas) algunas nuevas vías ciclables, serán tan insignificantes que no aparecen en el mapa de ciclorrutas que tiene hoy la página web de la Secretaría de Movilidad, en éste, después de año y medio del cambio de alcalde, aún están los logos de la administración anterior, tampoco aparecen por supuesto, los recorridos suprimidos como el arriba mencionado, y, ni mucho menos los abandonados.

Aun cuando no conozco el sistema de medición ni tampoco logro imaginar cómo se hace el conteo de las personas que usan las ciclovías y las ciclorrutas, con optimismo quisiera creer en estas cifras pero confieso, me cuesta trabajo. En lo que tiene que ver con el uso de las ciclorrutas, haciendo una comparación con la cifra que se maneja para la ciclovía del domingo, de acuerdo con los datos del Distrito se estaría afirmando que por la ciclovía en un kilómetro (diez cuadras aproximadamente) pasan 1.644 personas por hora en las 5 horas que está abierta la ciclovía en cada kilómetro. Es alto pero es creíble, pues la ciclovía es tal vez una de las cosas que más queremos y más disfrutamos los bogotanos. Lo que sí queda más  difícil creer es que por la ciclorruta en la misma distancia veamos transitar 108 ciclistas por hora, calculando 12 horas de uso. Léase bien, en todos y cada uno de los 350 kilómetros de ciclorruta, estaríamos contando no menos de 108 personas cada hora. Con regularidad hago los 3 kmts que aproximadamente mide la ciclorruta de la carrara 13, una de las más transitadas?los debo hacer en 15 minutos, es decir que me encontraría en el camino con cerca de 80 ciclistas. Jamás. No pasan de 20 en todo el trayecto en hora pico, los conté varias veces para decir lo que aquí escribo.

Es triste, realmente triste ver que Colombia, el tal vez país del mundo de más grata recordación por los logros de nuestros ciclistas[2], con tantos problemas de movilidad y dificultades económicas de nuestros trabajadores, tan poco se utilice la bicicleta como medio de transporte.  En Bogotá, en donde un pasaje de bus cuesta en promedio $1.500.oo, un trabajador gasta no menos de $60.000.oo en sus 20 días laborales para desplazarse, es decir, cerca del 10% de sus ingresos totales mensuales, se hace urgente promover con seriedad y decisión el uso de la bicicleta como medio de transporte.  Lo tenemos todo, la cultura, las ciclorrutas que aun cuando descuidadas y subutilizadas, existen y por supuesto, las ganas de nuestra Secretaría de Movilidad de ser  un ícono mundial por la promoción del uso de la bicicleta como modo de transporte alternativo” Tenemos la marcada necesidad por múltiples razones. De descontaminación, de descongestión del tráfico y económicas principalmente. Con frecuencia leo en la prensa quejas del desordenado e incontrolable aumento de las motocicletas en nuestras vías, estoy seguro de que esto no pasaría si existieran opciones serias y reales de moverse en bicicleta. Lo que por supuesto disminuiría el número de accidentes. Se dice que montar en bicicleta puede ser peligroso, y tal vez lo sea en la medida en que haya más carros y más motos compartiendo la vía con los ciclistas, pero sí parafraseando a John Lennon, imagináramos una ciudad en donde solamente existieran medios masivos de transporte, agradables andenes para desplazarse a pie y cómodas vías para las ciclas, muy seguramente la accidentalidad sería mínima y sin duda con muy leves consecuencias.

Un medio de transporte saludable y lleno de estímulos, como el placer de vivir ese agradable sentimiento de libertad. Nada la dicha que siento mientras pedaleo y veo centenas de personas presas en sus carros y en los buses, mientras el tráfico está detenido.  Un medio de transporte que nos da la oportunidad de observar y participar de la vida de la ciudad.

 

Enrique Uribe

 



[1] DRAE icono o ícono.(Del fr. icône, este del ruso ikona, y este del gr. bizant. εἰκών, -όνος).1. m. Representación religiosa de pincel o relieve, usada en las iglesias cristianas orientales.2. m. Tabla pintada con técnica bizantina.3. m. Signo que mantiene una relación de semejanza con el objeto representado; p. ej., las señales de cruce, badén o curva en las carreteras. 4. m. Inform. Representación gráfica esquemática utilizada para identificar funciones o programas.

 

[2] Me acuerdo hace años de turismo en París, me senté con mi hermano en un café y al ver el mesero nuestras dificultades con el idioma, nos preguntó que de donde veníamos, le dijimos que de Colombia, el hombre con un agradable sentido del humor, dijo en francés que le alcanzamos a entender, mientras con la mirada buscaba por todas partes: “y, donde está la bicicleta? Donde dejaron la bicicleta?

 

Comparte este artículo: