Paternalista, comunista o clasista. Parece imposible tomar una posición frente a la decisión del alcalde Petro de construir viviendas prioritarias en sectores de alto standing y, al mismo tiempo, ser políticamente correcto. En La Silla Vacía, Semana, El Tiempo, El Espectador y El Colombiano aparecen notas, casi a diario desde el pasado 8 de noviembre, sobre el oportunismo y la radicalidad de los bogotanos. En la W radio opinan y dejan opinar.
Pregunté, a nombre de Torre de Babel, opiniones, comentarios, informaciones y sugerencias a varios urbanistas y arquitectos de Bogotá. Aunque fueron pocas las respuestas recibidas, son valiosas contribuciones a la discusión (si es que todavía existe tal).
¿Cómo resolver el problema de la falta de vivienda?
Camilo Santamaría es categórico y propone: los 4 lotes que el alcalde Petro ha seleccionado en el norte de Bogotá para construir Vivienda de Interés Social suman 4.959 metros cuadrados. En estos lotes, el alcalde mencionó que podría construir 372 viviendas de interés prioritario. Si se estima que el valor de la tierra en promedio de estos 4 lotes es de 10 millones por metro cuadrado, quiere decir que si el Distrito vende esta tierra, el valor que recibiría es de 50.000 millones de pesos.
Con ese dinero se pueden comprar 12 hectáreas útiles urbanizadas de tierra. Si se hace un cálculo de 400 viviendas por hectárea útil, se obtiene que el Distrito podría construir soluciones de vivienda para 4.800 familias. La pregunta que nos debemos hacer es: ¿es preferible resolver el problema de 372 viviendas en pequeños lotes ubicados en el barrio El Chicó? ¿O resolver el problema de 4.800 viviendas ubicadas en las localidades de Suba, Kennedy, Bosa o Usme?
Menos VIP y más ciudad
Juan Luis Rodríguez apoya las cuentas de Santamaría pero propone una solución diferente: el alcalde está dispuesto a mostrar que es un socialista y un humanista, de verdad. Lo que tiene que mostrar es que es un urbanista, de verdad, y resolver el sensato problema de “El derecho a la ciudad”, de una manera sensata.
Por ejemplo, entre la avenidas Caracas y la carrera 30 –NQS– y entre las calles 80 y 53 hay varios cientos de hectáreas con malas vías, mala dotación, malas construcciones y bajísima densidad. Pero con una inmejorable localización. Si esta área se renueva, tal como se está renovando el sector en el que se piensa humanizar la ciudad con viviendas sociales, la cantidad de personas que llegue a vivir en esta zona se podría triplicar o cuadruplicar. Con pobres, menos pobres y hasta con ricos envidiosos.
La mezcla de usos de personas y de formas de vida no se tiene que hacer a patadas. Lo que necesitamos son mezclas sociales y urbanas «virtuosas», planeadas con sentido urbanístico y en beneficio de la ciudad. Lo que le corresponde al alcalde es desarrollar la ciudad, no jugar al Zorro. Si la ciudad es dueña de grandes lotes en zonas donde los precios son como de Manhattan, que aproveche la oportunidad y los venda bien. Si se sigue alegando que el perímetro de la ciudad no se puede ampliar y que hay que densificar, con lo que vale cada uno de estos lotes se compra una manzana en la que podría ser la mejor zona de la ciudad, si alguien con el poder suficiente se lo propone.
Donde no podrían estar estos lotes sería en Suba, Kennedy, Bosa o Usme. Y menos en las playas del río Bogotá. A menos que haya un metro, o similar, para sacar a cada pobre beneficiario del moridero en el que le tocó ser un VIS o una Very Important Person.
¡Emberracaos!
Willy Drews recuerda su artículo en Torre de Babel, de noviembre 29 de 2012, sobre la plaza de La Hoja: el ministro [en ese momento] Vargas Lleras se inventó, como abrebocas populista de su futura campaña presidencial, su programa de cien mil VIP regaladas, y Petro, entusiasmado, le ofreció ocho lotes para construir 4.101 casas, uno de los cuales es el lote de la plaza de la Hoja. Para quienes no lo conocen, el lote en mención tiene una cabida de 3,7 hectáreas y está ubicado en la calle 19 con la avenida NQS. Es uno de los más costosos de propiedad del Distrito y estaba destinado al Centro Administrativo Distrital.
Una casa VIP en otro sitio de la ciudad vale 39 millones de pesos. El solo lote para cada casa, en el lote de La Hoja, ¡saldría costando alrededor de 300 millones! Regalar este lote es un ataque directo al patrimonio de Bogotá, y posiblemente un peculado o un detrimento patrimonial. ¿A alguien más le indigna que se dilapide el patrimonio de la ciudad, con fines electoreros? ¡Los bogotanos tienen motivos de sobra para ir más allá de la indignación! Para quienes no entendieron el mensaje de Hessel, se los traduzco a colombiano: ¡EMBERRACAOS!
NIMBY
Not In My Backyard: el viejo NIMBY aparece una vez más cuando se trata de cambios sustanciales en la habitabilidad y la cotidianidad de una ciudad. Nadie quiere que le modifiquen su entorno y mucho menos sin preguntar. Los NIMBIES creen firmemente que esos desarrollos que se plantean son necesarios para la sociedad en general pero que deben construirse lejos de ellos.
Cualquier propuesta que se haga, en cualquier localidad y en cualquier estrato, será duramente criticada y fuertemente rechazada por los habitantes de esa zona: sea en El Chicó, en Paloquemao o en Ciudad Bolívar. Por eso, bienvenida la imposición de Petro pero cuando sus intenciones se vuelvan serias. La solución del alcalde es a corto plazo si no se integra a la comunidad en el proceso y si no se desarrolla un plan de urbanismo que involucre más zonas de la ciudad, más usos (además de la vivienda) y más infraestructura. A Bogotá le hace falta una verdadera estrategia de renovación urbana y de inclusión económica; y a los gobernantes les hace falta pensar más allá de la minucia de la manzana y su estratificación.
El mayor problema del alcalde Petro es la falta de planeación (que, por lo visto, lo acompaña a diario: desde las basuras hasta la ineficacia para arreglar las vías de la ciudad con la famosa e inútil máquina tapa-huecos). Y se complica la historia cuando el gobierno local no cuenta con urbanistas responsables sino con oportunistas ansiosos por hablar de sostenibilidad y de justicia para meter a la fuerza las ocurrencias del dirigente.
* Imagen elaborada por Camilo Santamaría.