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Sierras del Este – Arquitortura

Septiembre 18 – 2010

El texto a continuación presenta apartes de una diatriba de Lucas Ospina, publicada en La Silla Vacía como Arquitortura colombiana (diatriba arquitectónica). La selección se utiliza para destacar el conjunto Sierras del Este, al que uno de los comentaristas al texto de Ospina –que se presenta como un estudiante de arquitectura y que firma como eigenheit– tiene la caradura de objetar mediante una seguidilla de preguntas y una sugerencia: “¿Usted sabe cuánta gente vive en Bogotá? ¿Cuáles son las proyecciones de habitantes en Bogotá para el 2019? ¿Cuántas de esas personas que viven hoy no tienen casa? ¿Qué dice el Plan de Ordenamiento Territorial acerca del manejo de predios para evitar expansión?, bueno si no lo sabe, se lo dejo de tarea.”
Sin necesidad de hacer la tarea y esperando evitarle a Ospina la inútil labor, le respondo a eigenheit con una propuesta que a lo mejor lo lanza a la fama, por un camino más acorde con su «perfil».
Supongamos que las proyecciones para el 2019 fueran 15 millones, o 20 millones para el 2018, o 23.4 millones para el 2021, da igual. Si estudia arquitectura y cree que un argumento como éste justifica la arquitectura de estos edificios, le propongo pensar en un cambio de oficio y utilizar el argumento para la publicidad de la próxima equivocación de Davivienda, esta vez con los cerros de Bogotá; un patrimonio de la ciudad que no necesita estar declarado por la UNESCO o el IDPC y que olvidó mencionar en su retahíla, asumo que por andar distraído con alguno de los engatuses de última moda como la inmaterialidad del patrimonio gastronómico y los recorridos culturales; o el ya célebre eslogan según el cual la pobreza y el narcotráfico en Medellín están al borde de la extinción a punta de arquitectura; o también, el no menos célebre complejo según el cual el éxito se mide por la imagen que se tenga de nosotros en el exterior.

Juan Luis Rodríguez

ARQUITORTURA

Uno de los casos que mejor refleja la miseria a la que ha llegado la arquitectura es el de Sierras del Este en la Avenida Circunvalar con calle 61, un proyecto de: Inversiones Mendeval S.A., Arquitectura y Concreto S.A. (“Lo que soñamos Lo construimos”), Grupo INMB y Constructor Valor S.A. («Trabaja por la excelencia en arquitectura, ingeniería y construcción desde 1982») y Alejandro F. Schedling. Davivienda, la empresa que financia este estropicio, lo califica entusiasta en una valla callejera: “ Qué buen proyecto”.

Uno quisiera que todos estos arquitectos graduados en el “piratécnico” de la guachapanda o de la universidad del lobby y la cofradía, o todos esos ingenieros que se ahorran el arquitecto, dejaran de hacer “arquitortura” y dedicaran sus manitas creativas a la pintura, al video, al performance, a la multimedia, a la acuarela, y expusieran sus mamarrachadas en la inocua esfera pública del arte, en exposiciones temporales, efímeras, donde sólo los vea un curador o un curador urbano (una profesión muy apetecida por el lucro que genera pero sin valor ni valentía arquitectónica). Hay maneras de soportar el mal arte, de hacerlo llevadero, de ignorarlo, pero la arquitectura se vive día a día, y cuando es mala hace la vida miserable y sólo queda padecerla.

Si la pobreza de la arquitectura y su fantochería es más que evidente en los palacetes que se erigen para la clases media y alta, poco se puede esperar de la llamada “vivienda de interés social”, ahí se confunde precariedad de medios y bajos costos con ausencia total de inteligencia e imaginación, son “soluciones de vivienda” que apenas cumplen con dar un techo, el resultado es nefasto: una culposa ecuación incapaz de concebir que los habitantes futuros de esos nichos puedan sentir placer sensorial alguno, como si sólo vivieran para parir, parir y parir y trabajar, trabajar y trabajar; es más, muchos de ellos laboran como “rusos” en los mismos panales que luego habitan por mera necesidad o trabajan como empleados de servicio en los hogares de los mismos “arquitontos” que los condenan a vivir en cajitas de cartón.
Si se trata de inversión el dinero parece que “está en el lugar correcto”, parafraseando el eslogan de la exitosa propaganda de Davivienda. Sierras del Este es un conjunto de tres torres cada una de 25 pisos y 421 unidades de vivienda que promociona así su arribismo: “ Vivir con altura no cuesta más” y vende el metro cuadrado de $2.250.000 a $3.200.000 y sus apartamentos de $235.000.000 a $750.000.000. Pero el “lugar correcto” de la inversión en Sierras del Este limita con su chambonada arquitectónica y hace de este proyecto toda una ironía. Todo un “davivienda”, como se llama a esos personajes risibles parecidos a los que salen en las mismas exitosas y premiadas campañas publicitarias de la empresa financiera, donde por ineptitud, estupidez, chicanería o infortunio de la vida, los protagonistas siempre están en el “lugar equivocado” y se usan como contraste moralizante para enfatizar la “corrección” que se quiere asociar a la imagen de Davivienda.

En una próxima campaña se podría invitar para un rol protagónico a alguien como el arquitecto Álvaro Ardila Cortés, el curador urbano número 2 que autorizó la construcción de Sierras del Este, él es otro “davivienda”, igual de inepto y pantallero al comentarista de fútbol de una serie reciente de comerciales exitosos que la empresa hizo en torno al mundial de fútbol. Sin embargo, puede que Davivienda tenga razón y Sierras del Este lo tenga “todo”, incluso arte: estas moles de ladrillo son un monumento a la codicia; tal vez por eso, vecino a Sierras del Este, se erige Kandisnky, otro falo altanero de ladrillo insuflado con el mismo viagra mercantil.

Las esculturales moles de Sierras del Este son el exacto opuesto de otro conjunto de torres. No, no se trata del ponqué blanco con gafas azules, más al norte sobre la misma avenida y empotrado en una cantera, donde dicen que vivirá Juanes o Shakira como si estuvieran en Cartagena o en Miami, un rechinante ejemplo del poco gusto de los que imponen el gusto, una mole más que desnuda la mendicidad espiritual del imaginario de nuestros pobres ricos. No, estas torres ejemplares se alzan más al sur, sobre la carrera quinta, son las Torres del Parque, de Rogelio Salmona: tres caracoles rojos y zigzagueantes con varias gamas y juegos de ladrillo, un placer progresivo para la vista, para sus habitantes y para el peatón.

Salmona imaginó, planeó, luchó y logró que las áreas de circulación privadas que rodean estos edificios estuvieran abiertas al público, el arquitecto diseñó un sueño de escalinatas que le regala un tiempo al peatón para pensar paso a paso en las subidas, bajadas y meandros de la vida, además, a pesar de tener licencia y presupuesto para construir más pisos y más apartamentos, el arquitecto, generoso, usó ese excedente para construir cielo y dejar circular el aire. La existencia de las Torres del Parque es la crítica más demoledora aSierras del Este, el talento de Salmona hace más que notoria la ineptitud y la codicia de los implicados en este esperpento, no sobra repetir sus nombres para que queden bien grabados en la historia universal de la infamia arquitectónica: Inversiones Mendeval S.A., Arquitectura y Concreto S.A., Grupo INMB y Constructor Valor S.A. y Alejandro F. Schedling, sin olvidar a Álvaro Ardila Cortés, el curador urbano que autorizó la licencia de construcción por 84.126 metros cuadrados de esta obra. Por cierto, ¿a más metros cuadrados autorizados más ganan los curadores?
Sierras del Este bloquea sin compasión —y sin dar nada a cambio— gran parte de la vista sobre los cerros, un patrimonio intangible de todos los bogotanos (¿dónde está el Alcalde de Bogotá?, ¿lejos? ¿en el Polo Norte? ¿en Sierras de la Anapo?¿Dónde está la Ministra de Medio Ambiente?¿entre el cerro?). Además, Sierras del Este, con sus tres torreones de lichiguez, a diferencia del caso de las Torres del Parque, ignora a los muchos peatones que tienen que circular obligatoriamente por esa pendiente, muchos de ellos estudiantes de una universidad vecina y habitantes de un barrio de otro “estrato” que atraviesan por su cuenta y riesgo la Avenida Circunvalar; todos ellos deben bajar y subir por una precaria trocha ante la mirada despectiva de estos claustros de hediondez visual enmarcados con firmeza en sus implacables cerramientos llenos de porteros y porterías: “pobres”, pensarán los mirones desde el encumbramiento seguro que les da su nuevo apartamento.

Una realidad: tras el gran temblor que destruirá a Bogotá, la ciudad tendrá una nueva oportunidad para el ejercicio de la arquitectura, de la curaduría urbana, del urbanismo, de la crítica, por ahora hay que esperar, cada uno metido en su hueco.

Lucas Ospina

Artículo completo en:

Arquitortura colombiana (diatriba arquitectónica)

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El vacío del diseño


David Dillon


El siguiente es un extracto de un texto del crítico norteamericano David Dillon, recientemente fallecido, tomado de una alocución dirigida al Concejo de Ejecutivos del Componente Arquitectónico en Richmond, Virginia en Agosto del 2008. Su validez y vigencia para el medio profesional y gremial colombiano es total y por tal razón debería ser divulgado en la Bienal Iberoamericana a tener lugar en Medellín. La traducción de GERMÁN TÉLLEZ, Hon. F. AIA, fue hecha sobre el editorial de Robert Ivy, F.AIA, publicado en el número de Julio 2010 de la revista Architectural Record. Si la situación en los Estados Unidos es como la analiza David Dillon, qué se podría pensar de la que existe en Colombia?.


“…existe un enorme vacío de crítica o comentarios serios sobre diseño, en el cual la arquitectura, el arte más público de todos, está perdiendo contacto con su público – con su base de clientela, si se quiere – y tiene cada vez menos influencia sobre el planeamiento y diseño de nuestras comunidades.

Para reafirmar lo obvio, los periódicos norteamericanos están en una modalidad reductiva , con sus utilidades y su franja del mercado publicitario en radical disminución. Una de las áreas en mayor peligro es la del cubrimiento del arte y la arquitectura. Este cubrimiento está siendo marginado o eliminado a través del país…

Esto es desastroso pues los críticos periodísticos son la primera línea del cubrimiento arquitectónico, siempre más a tiempo y con frecuencia de manera más comprensiva que en las revistas de diseño. Los periódicos son donde el público obtiene la mayor parte de su información sobre arquitectura y también sobre planeación urbana, desarrollo comunitario, conservación de vecindarios y otros temas sobre los cuales se preocupa. Las fuentes electrónicas de información no pueden  ni comenzar a llenar esta brecha, lo que significa que la conversación se ha detenido sobre la mayoría de estos temas de importancia vital. El diálogo y el debate han cedido su lugar a un silencio ensordecedor.

Sin embargo, no creo ni por un segundo que el público no se preocupe ya por la arquitectura y el urbanismo o que estos se hayan tornado en temas propios de escasos círculos de tertulia. Observen la proliferación de comités de revisión de proyectos y planeación que han surgido en todo el país…Que esto indique que el público se apasiona por el diseño o está mortalmente asustado de lo que los arquitectos le podrían hacer a ellos, es un asunto muy diferente.

Lo que está haciendo falta en todas partes es un lenguaje común y un esquema compartido de referencias para hablar sobre estos temas. Los arquitectos y el público habitan mundos muy diferentes cuando se trata de identificar y analizar los asuntos que realmente importan en nuestras comunidades.

La revista ARCHITECTURAL RECORD, para la cual he escrito durante 15 años, recientemente entrevistó a seis críticos a escala nacional respecto de qué era lo más importante para los residentes en cada región del país. Casi sin excepción, los temas claves fueron públicos y cívicos – vivienda a costo accesible, planeamiento regional, acceso a transporte público, conservación de vecindarios y zonas históricas, congestión urbana, crecimiento urbano desordenado y espacios abiertos. La Arquitectura con A mayúscula, como sería, por ejemplo, a lo que están dedicados ahora Rem Koolhaas o Frank Gehry, a duras penas quedó en el último lugar de la lista (subrayado del traductor). Lo que equivale a decir que hay una gran desconexión por ésta época entre lo que hacen los arquitectos y publican las revistas y lo que el público hace o lo que realmente capta su interés.

Correctamente o no, el público percibe que la profesión es mayoritariamente indiferente a sus preocupaciones. Piensa que los arquitectos están interesados principalmente en la arquitectura como un arte, la arquitectura como un negocio o en defender la autonomía de la profesión, que ha sido ya mayormente entregada o despilfarrada, al paso que se ven a sí mismos como guardianes del dominio público y de los elementos sociales y comunales de la arquitectura y el diseño urbano.

Admito que esta es una división simplista, pero la brecha de comunicación es real  y los arquitectos y los periodistas llevan mucha de la responsabilidad por haber creado esa zanja, así como en la tarea de cerrarla. …debemos revivir el diálogo con el público sobre los temas de diseño. Arquitectos y revistas de arquitectura están buscando ahora caminos para recuperar influencia y ganar autoridad, que no es lo mismo que poder.

Poder es la capacidad de lograr que algo ocurra o no ocurra u ocurra de modo diferente. Autoridad es otra cosa. Autoridad significa que su trabajo es leído, se le escucha, se habla sobre este y se le presta atención. Influencia o autoridad no vienen de detener en seco el proyecto X  sino de lograr una gradual agudización de las percepciones comunales respecto de buena calidad de diseño y por ello mismo, elevar el nivel de las expectativas públicas sobre lo que es aceptable y lo que no lo es.

La gran crítica Ada Louise Huxtable dijo alguna vez que el público conoce sus derechos respecto de la ley o la seguridad social o la salud y está al día en todo aquello a lo cual tiene derecho cívico. Pero no sabe nada de aquello a lo que tiene derecho en arquitectura, diseño urbano o políticas del medio ambiente. El trabajo principal de una buena revista de diseño es el de ayudar a educar al público respecto de sus derechos en estos asuntos, pues en fín de cuentas su mejor aliado es un público ilustrado y preocupado y su más poderosa arma es la habilidad para poner la opinión pública al servicio del buen diseño.”         

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Medellín, capital de la arquitectura de vanguardia de segunda mano

Julio 4, 2010

El proyecto ganador en el concurso para la ampliación del Museo de Arte de Medellín,  proyecto de 5-51 Supersudaca Perú, tiene una sorprendente  semejanza  con el proyecto de Herzog & de Meroun para la ampliación del Tate en Londres: un apilamiento de cajas rectangulares,  anexadas  al volumen lineal de las antiguas plantas industriales. Los interesados pueden apreciar la similitud en las imágenes de ambos proyectos, que incluyo a continuación:

5-51 supersudaca Perú

Herzog & De Meuron, Tate 2

El proyecto escogido en este concurso es el de mayor impacto mediático, siendo desechadas propuestas originales de mayor valor arquitectónico, y por consiguiente, menos arquitectura-espectáculo, como las de Alejandro Aravena, Juan Herreros, Rafael Iglesias y  Enrique Norten.

La intención de seleccionar un proyecto de carácter mediático queda corroborada con el otorgamiento del segundo puesto para el escandalosamente ruidoso proyecto de Izaskun Chinchilla.

Izaskun Chinchilla

El resultado de esta premiación  resulta absolutamente lógico, dada la participación en el jurado de Lorenzo Castro y Camilo Restrepo, quienes pertenecen al grupo arquitectónico mediático que produce la mayoría de proyectos públicos en Medellín, y que se autocalifica de vanguardia.

Alejandro Aravena (Elemental)

Rafael Iglesias

Juan Herreros

Enrique Norten

Desde  el éxito turístico del Guggenheim de Bilbao, y de los proyectos en Paris de la época Mitterrand, hacer espectáculo con la arquitectura es una operación estratégica de la política para hacerse visibles y «vender» una ciudad mundialmente.

Nuestra versión tercermundista de esta práctica es aún más sofisticada, ya que no solamente se logra construir íconos arquitectónicos que generan turismo, sino que al adjudicarle una dedicación social se logra un mayor reconocimiento en los medios internacionales.

Esta practica implica hacer proyectos cuya fortaleza está en la imagen y en su capacidad de ser mediatizada ampliamente; desgraciadamente, en la gran mayoría de proyectos de este tipo en nuestro medio, al priorizar la imagen externa, se sacrifica la calidad ambiental de sus espacios, y quienes tienen que sufrir las regulares condiciones de estos espacios, amén de su carencia de sostenibilidad, son las mismas clases desprotegidas a quienes desvergonzadamente se les publicita su beneficio.

Las beneficiarias reales de esta operación de mercadotecnia político-arquitectónica, son las imágenes de políticos y arquitectos.

Esto me lleva a preguntar: ¿cómo representar de manera adecuada, seria, profunda y contundente las transformaciones que se están dando en otras ciudades como consecuencia de acciones sociales y de mejoramiento de los contextos más deprimidos? ¿cómo lograrlo sin caer en la frivolidad, en la moda, en el gesto fútil y pasajero?

Tal vez la respuesta está en el mismo concurso: la arquitectura pura y dura como la de Aravena, Herreros, Iglesias y Norten es una muestra de que lo que es posible, arquitecturas que hablan de ellas mismas, sin llegar a la triste solución de reciclar arquitecturas foráneas de vanguardia, y las cuales celebran los medios como si fueran el colmo de la creatividad y la originalidad.

Con este hecho, Medellín ha terminado por contener la más interesante colección de piezas de arquitectura no originales, inspiradas en piezas de vanguardias foráneas previamente  publicitadas.

Hacer un tour de estos edificios, tal vez sea una buena oportunidad para quienes se interesan en la arquitectura de vanguardia y quieran ahorrarse unos pesos y poder conocer varias piezas de arquitectura mediática en boga en solo lugar. Incluyo para los interesados la lista de proyectos para este tour en Medellín, acompañados por su símil foráneo:

-Biblioteca España en Santo Domingo Savio, Medellín, Giancarlo Mazzanti

Centro Multimedia City University Hong Kong-David Chipperfield (proyecto)


-Estadios para Juegos Suramericanos en Medellin-Giancarlo Mazzanti, Felipe Mesa

Ciudad de la innovación ,Navarra-Kohle, Oiza y Araujo


-Plaza Mayor, Medellín -Giancarlo Mazzanti, Daniel Bonilla.

Museo Universitario de Alicante-Alfredo Paya


-Plaza Mayor, Medellín ,Auditorio-Giancarlo Mazzanti, Daniel Bonilla.

Aula  Magna Universidad Central de Venezuela, Caracas-Raul Villanueva, Alexander Calder


-Parque Explora-Alejandro Echeverri

Casa PR 34, Mexico D.F. – RojkindArquitectos


Guillermo Fischer


Imágenes:
Concurso MAM, Medellin: Revista av proyectos numero 035
Herzog de Meuron
http://www.dezeen.com/2007/04/01/tate-modern-2-by-herzog-de-meuron/

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Arquitectura ¿sostenible? en las periferias de Bogotá y Medellín

Junio  26 – 2010

El instituto Cité de l’Architecture concedió recientemente un premio a Giancarlo Mazzanti por la sostenibilidad de sus edificios. Desde una concepción “técnica” de la sostenibilidad, el jurado reconoce algo que los edificios no tienen. Desde una supuesta concepción “social” de la sostenibilidad, el jurado celebra algo que no le corresponde a los arquitectos: que en Colombia, en lugar de museos para atraer el turismo como el Guggenheim de Bilbao, se hacen edificios para resolver problemas sociales, desde unas políticas para la cuales una arquitectura de primera calidad se ha considerado fundamental.

Reporta Enrique Atonal que: “el arquitecto franco colombiano Giancarlo Mazzanti recibe este martes, en París, el Premio internacional de arquitectura sustentable. Se trata de un [premio] que entrega anualmente el instituto Cité de l’Architecture y que recompensa a cinco arquitectos contemporáneos por sus innovaciones a favor de la defensa del medio ambiente, de las energías renovables y en la edificación de una sociedad más ética.” Por su parte, el propio arquitecto le explica a Atonal que: “El premio me lo dan, básicamente por el trabajo ético, civil y social en que concierne a proyectos de arquitectura actual. Tiene que ver con proyectos como la Biblioteca de España en Santo Domingo Savio en Medellín; y con colegios y preescolares en la periferias de Bogotá: proyectos en zonas con problemas, deterioradas y con bajos ingresos; proyectos institucionales que transforman sectores de la comunidad”[1]

Al comparar lo que se entiende por sostenibilidad en cada caso, o el periodista reporta unos componentes que el premio no tiene, o el arquitecto olvidó mencionar los componentes técnicos relacionados con el premio, o al jurado le pareció suficiente una concepción según la cual un supuesto énfasis sobre “lo social” bastaba para resaltar el gran acontecimiento de que en Colombia se está promoviendo y construyendo arquitectura de primera calidad, como parte de unos programas contra la pobreza y la desigualdad.

La arquitectura premiada es “icónica” y como tal de alta visibilidad y recordación. Esa fue la intención proyectual, ese fue el motivo por el que ganó el concurso, ese el motivo por el cual se ha publicado en más de un centenar de revistas internacionales, y sobre todo, esa es la causa del orgullo que los usuarios de barrio y los habitantes de Medellín sienten por este singular y meritorio edificio. Al fin y al cabo, la producción de formas con capacidad emblemática y simbólica siempre ha sido un objetivo para ciertos arquitectos, y un mérito artístico para la mayoría de los críticos. Pero los programas de desmarginalización de barrios con la colaboración de arquitectura de primera calidad podrían funcionar con opciones estéticas opuestas al protagonismo “icónico”, como la eventual invisibilidad “orgánica” o “mimética” de un edificio. En cualquier caso, se trataría de decisiones estéticas tomadas por un arquitecto, en respuesta a programas de mejoramiento social que responden a unas políticas culturales.

Hasta hace poco, este tipo de edificios, cuando se hacían, quedaban en manos de empleados oficiales sin la capacidad para tomar decisiones estéticas tan importantes como la de construir un ícono o un anti-ícono; y mucho menos con la capacidad intelectual para realizarlos. Pero cuando un jurado premia a un arquitecto por los méritos de un programa social y político, y a un edificio por unos méritos técnicos que no tiene, comete el error de incumplir una premisa que parecería elemental: que si un edificio se ha de premiar por su sostenibilidad social, debería cumplir con una mínima excelencia técnica.
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Entre los inventores de la sostenibilidad que son los economistas, hay moderados, radicales e intermedios, pero mandan por lo general los que generan mayores índices de desarrollo económico, más dividendos en la bolsa y más impuestos para las administraciones nacionales y locales. El concepto preferido de los ganadores había sido tradicionalmente el Desarrollo económico, a secas; pero esta concepción del desarrollo se volvió motivo de escándalo cuando se aceptó que en su versión cruda actuaba como un depredador silencioso: una especie de Jekyll en los bancos y un Hyde en la atmósfera que algún día nos dejará sin qué respirar ni qué comer, a todos.

Mediante cálculos y proyecciones propios de su oficio, los economistas llegaron a la visión apocalíptica según la cual la situación planetaria será in-sostenible, relativamente pronto. Aceptaron la obligatoriedad de introducir en sus cálculos el equilibrio de los sistemas dinámicos, o la homeostasis, y del cartesianismo tradicional de sus representaciones se convirtieron al neoeuclideanismo para producir una imagen como la del célebre triángulo que se utiliza para explicar en qué consiste la sostenibilidad.[2]

El triángulo implica que la eficiencia y el crecimiento no son suficientes para obtener riqueza, sino que para lograr estabilidad se requiere tener en cuenta “lo social” y “lo ambiental”. Lo social, compuesto por la pobreza y la cultura; y lo ambiental, compuesto por los recursos naturales, la biodiversidad y la basura, incluida la nuclear. Implica también que a largo plazo, por mucho dinero en el banco, acciones en la bolsa o cosas en la casa, nadie va a poder vivir en el gigantesco basurero que la economía cruda venía promoviendo. En cambio, si la economía fuera sostenible, a todos nos iría mejor.

Imposible no estar de acuerdo. Pero quedan dilemas de improbable solución a la vista, por ejemplo: “¿Qué pasará a largo plazo con el medio ambiente, si un gran número de personas no puede satisfacer actualmente sus necesidades domésticas básicas? Si no se tiene acceso al agua potable y se necesita leña para hervir el agua, ¿se preocupa uno por la deforestación? O si se tiene que manejar o viajar una gran distancia para ir a trabajar todos los días, ¿estaría uno dispuesto a mudarse a otra ciudad o a cambiar de trabajo para no contaminar el aire con los gases de escape del vehículo?”[3]

Desde hace décadas la arquitectura también reconoce unos dilemas propios que recientemente se han vuelto tema de primera página. Los arquitectos, conscientes del despilfarro energético y los altos índices de huella de carbono generados por ciudades y edificios, se han ido convenciendo de que la arquitectura debería también ser sostenible. Sin embargo, estar conscientes no implica que se haga “algo” o se sepa qué hacer. De momento, vamos en creer que se trata de “algo” muy importante y que, en efecto, algo se debería hacer. Con miras a saber qué hacer, un premio como el reciente debería alegrarnos por la implicación de tener en casa un experto mundial en el tema. Sin embargo, el premio no se debe a que los edificios mencionados sean ejemplos mundiales en utilización de recursos o reducción de huella de carbono, sino a que éstos son ejemplos de Sostenibilidad social.
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En otro informe periodístico, Amira Abultaif Kadamani emula un encomio para la biblioteca España formulado anteriormente por Miquel Adriá, según el cual los sicarios se reemplazaron por orquídeas.[4] Para Kadamani: “Haber logrado que el antiguo fortín inexpugnable de los sicarios de Pablo Escobar en los 80 se convirtiera en atracción turística y orgullo para los habitantes de Santo Domingo Savio, barrio de la Comuna Uno de Medellín, más que una hazaña fue un hito”. Conservando la lógica de la oración, diría Kadamani que debido a la arquitectura de un arquitecto, el barrio ya no es un fortín de sicarios sino una atracción turística; y aunque esto suene a hazaña, no lo es porque es un hito. Este tipo de argumentación mediante la cual un edificio se convierte en un soldado que combate el narcotráfico y la guerrilla, equivale a reafirmar la parodia según la cual si hay dos personas y dos pollos, y una de las dos se come los dos pollos, se incrementa el consumo per cápita del país, la pobreza disminuye y el PIB aumenta. Se trata obviamente de un argumento en el que de una premisa no se sigue la otra, a pesar de que todo el aparato publicitario dedique a ello sus mejores estrategias. Y aún si el PIB engorda, por más que la falaz conclusión se repita cien veces, alguien se queda sin pollo.

Más allá de replicar la falacia de Adriá, Kadamani le pregunta a Mazzanti ¿Qué es la arquitectura bioclimática? Responde Mazzanti que la arquitectura bioclimática consiste en: “recoger el agua lluvia, utilizar las condiciones ambientales exteriores para generar corrientes de aire y ventilación en vez de usar aire acondicionado. Pero creo que el tema debe ir mucho más allá, y eso implica una forma diferente de entender la sociedad y el medio ambiente. La sostenibilidad no consiste sólo en mejorar las condiciones energéticas, en no tumbar árboles o en ponerle pasto al techo de un edificio. Eso es bastante ingenuo.”[5] Parecería entonces que la definición deja de ser ingenua cuando se incorporan “lo social” y “lo ético”; con lo cual no habría problema si con ello no se sacudieran unos y otro, de “lo técnico”. En realidad, la respuesta minimiza los aspectos técnicos del tema, del mismo modo que las estadísticas falsean los resultados del consumo de pollo, y del mismo modo que lo hace el jurado para poder premiar “lo social”.

Mediante el olvido voluntario de la “defensa del medio ambiente y las energías renovables”, el jurado parece afirmar, una vez más, el valor icónico de los edificios y el valor de los proyectos de inclusión social mediante los cuales las alcaldías de Bogotá y Medellín han resuelto monumentalizar la periferia y dignificar la vida de los habitantes marginales. Asumiendo que cualquier organización está en su derecho de premiar al que le parezca, ¿nos equivocamos al no entender que el premio a la sostenibilidad es para las alcaldías de Bogotá y Medellín por la inclusión social, llamada para el caso sostenibilidad social; y nos equivocamos al creer que la sostenibilidad arquitectónica es apenas un disfraz inventado por el jurado para justificar el premio a unos edificios que además de importantes considera emocionantes? O ¿se equivoca el jurado al olvidar la diferencia entre una imprecisamente llamada arquitectura social y una eventual arquitectura sostenible, preocupada, en principio, o por principio, en resolver asuntos relacionados con el consumo energético, la utilización de materiales y el mantenimiento de un edificio?

En mi opinión, se equivoca el jurado. Impresionado tal vez por fotos y hechos como que si un edificio ha sido publicado más de un centenar de veces, “por algo tiene que ser”, se olvida que uno no come yerba sólo porque “millones de vacas no pueden equivocarse”. Se olvida también que la sostenibilidad arquitectónica tiene unos componentes mínimos como los definidos por un estándar como el LEED; un reconocido sistema internacional para medir técnicamente la sostenibilidad a partir de variables como ahorro de energía, eficiencia en el consumo de agua, reducción de emisiones de CO2, mejoramiento de las condiciones ambientales interiores y sensibilización en el manejo de recursos y desperdicios.[6] Se olvidan de todo, tal vez, porque como ya es frecuente con estos jurados, no conocen los edificios y los juzgan como proyectos de taller o de concurso, a partir de imágenes y discursos.

Juan Luis Rodríguez

NOTAS

1 http://www.espanol.rfi.fr/americas/20100511-el-arquitecto-colombiano-giancarlo-mazzanti-recibe-premio-en-francia

2 http://ioc3.unesco.org/icam-lac/images/upload/enfoqdesarrollosostenible.pnghttp:

//www.google.com.co/images?hl=es&q=desarrollo+sostenible&um=1&ie=UTF-8&source=univ&ei=T08ATLiBOIP68AamkoHwDQ&sa=X&oi=image_result_group&ct=

title&resnum=7&ved=0CEQQsAQwBg

3 http://www.worldbank.org/depweb/spanish/sd.html

4 http://www.elpais.com/articulo/arte/sicarios/orquideas/elpepuculbab

/20080621elpbabart_8/Tes

5 http://www.eltiempo.com/culturayocio/credencial/

arquitectura-hay-que-deshacerse-de-la-arquitectura-del-miedogiancarlo-mazzanti_77292051

6 http://www.usgbc.org/DisplayPage.aspx?CMSPageID=1988

LEED is an internationally recognized green building certification system, providing third-party verification that a building or community was designed and built using strategies aimed at improving performance across all the metrics that matter most: energy savings, water efficiency, CO2 emissions reduction, improved indoor environmental quality, and stewardship of resources and sensitivity to their impacts.

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