Archivo de la categoría: opinión

Memoria y coleccionismo

 

Marino Narpozzi

Traducción de Rodrigo Cortés

“La arquitectura era uno de los modos de supervivencia que habían perseguido los hombres, una manera de expresar su esencial búsqueda de la felicidad. Esta búsqueda me conmueve aún en los hallazgos arqueológicos, en el barro cocido, en los utensilios, en los fragmentos donde la piedra antigua se confunde con un hueso … por eso gusto de los museos de paleontología y de pacientes reconstrucciones de pedazos sin significado …Ese cariño por el fragmento y por el objeto se dirige a cosas aparentemente insignificantes a las que otorgamos la misma importancia que se da, por lo común, al arte.

Mostraba, sin duda, un gran interés por los objetos, los instrumentos, los aparatos, los utensilios. En los ratos que pasaba en la gran cocina de S., junto al lago de Como, dibujaba durante horas y horas, cafeteras, pucheros, botellas. Me gustaban especialmente, por sus extrañas formas, las cafeteras esmaltadas en azul, verde, rojo; eran unas especie de miniatura de las fantásticas arquitecturas con las que me iba a encontrar después”

Aldo Rossi, Autobiografía científica

Aunque en las obras de madurez de Aldo Rossi resuenan, más que en otras, las sugerencias de lugares       geográficamente muy alejados, continúan manifestando un carácter fuertemente unitario. Se prestan, menos que las anteriores, a la ambigüedad de sentido y se presentan más bien como “un sólido bloque de realidad suficiente en sí mismo aunque abierto a innumerables sentidos que todo lo disuelve y lo afecta”.

Hay una tensión mítica que se manifiesta en estas arquitecturas y que alcanza a penetrar una realidad más rica bajo la realidad objetiva, como aclara la comparación que recoge Pavese del mito con la imagen del nadador: la confusa presencia de este último en el agua se manifiesta en vórtices, espumas y afloramientos.

Es precisamente esta dimensión simbólica reencontrada de la arquitectura la que permite unir experiencia autobiográfica y experiencia colectiva, insertando los edificios en una tradición que la mayoría reconoce como propia.

De aquí el descubrir y el recordar al mismo tiempo las cosas que nos circundan, pues nunca vemos las cosas la primera vez, sino siempre lasegunda y, en cuanto recuerdo, comienzan a vivir solamente a partir de esa segunda vez. Son una realidad enigmática y familiar siempre en trance de realizarse y nunca descubierta. El asombro que se renueva cada vez, junto al recuerdo de la maravilla con que se han visto una vez por todas los lugares de la juventud, convive en Rossi con el mito de una Italia padana en su condición inicial de ciudad que irrumpe en la campiña y de campiñas que entran en la ciudad, de un paisaje conformado por la niebla que entra en el galería de la Plaza del Duomo en Milán, filtra la luz en San Andrés en Mantua anulando su condición de interior, casi foro, plaza; una niebla que torna indefinidos los confines físicos de los edificios.

El verdadero lugar natal, escribió Yourcenar, es aquel donde por primera vez se ha posado una mirada consciente sobre nosotros mismos

El día que en la adolescencia se descubre que el conocimiento y los encuentros hechos en los libros eran los de nuestra infancia, con el asombro de que lo que hemos visto y oído en la vida era lo mismo que mueve y enciende las elevadas fantasías de los libros, se ha descubierto y asido un mundo que es nuestro mundo.

No se admira un paisaje antes de que el arte, la poesía, una simple palabra, nos hayan abierto los ojos; así, los lugares de la vida vuelven siempre a la memoria. En ellos sucedieron cosas que los han vuelto míticos, no objetos reales entre muchos; no aquel prado, sino la idea misma de todos los prados posibles y con la que todos los prados habrán de confrontarse siempre; no aquel río, sino el río; no aquellas casas en hilera de la periferia milanesa, sino la casa con galería. Formas primordiales en las que el valor mítico consiste en la unicidad del acontecimiento de su aparición, en la cual alcanzan valor absoluto, inmueble y, por lo tanto, perennemente reinterpretable; en suma, simbólicas.

Estos acontecimientos irremplazables retrotraen sobre sí todas las vicisitudes cotidianas que asumen valor sólo como reflejo o repetición. Asumir fórmulas precisas tomadas en préstamo para reducir a la claridad los propios mitos, significa nada distinto que reconocer en ellos un absoluto que, solo si se asume como revelación vital antes que poética, puede despertarse en nosotros; así, de vez en cuando crece alrededor de la vieja estructura una nueva forma imprevista y distinta de la que el artista se esperaba.

La prehistoria de los edificios es el argumento más delicado de su historia en cuanto obra construida; no se puede proceder sino por medio de indicios, señales intermitentes que pueden ser sub o sobreestimadas. Componer estos fragmentos en un orden análogo al que se va revelando a medida que el trabajo avanza (de la idea inicial a la construcción final) es el desafío y el riesgo que cada crítico corre intentando recomponerlo; no puede sino venir a la mente la reflexión de Borges, en Evaristo Carriego, que caracterizó como paradoja evidente la voluntad de despertar en otro individuo recuerdos y consideraciones pertenecientes a un tercero.

 

Realizar con toda tranquilidad esta paradoja es, de hecho, la voluntad inocente de quien intenta reconstituir el flujo de anotaciones, sordas oposiciones de elementos contrastantes, resistencias de las técnicas y del oficio que han dado vida a una obra; son gestos y hechos de la vida registrados en un archivo mnemónico ajeno, por más poco comunicables que nos sean.

Queda la obra construida, de la que los dibujos constituyen solamente una porción pequeña de su vida ulterior; y que se manifiesta como excedencia con respecto a las intenciones de origen del autor, insertándose en una multiplicidad de relaciones de las que la pequeña historia de la arquitectura y la sicología del proyectista presentan solamente un reflejo.

La unidad de la obra está justo en el estratificarse de esta multiplicidad de relaciones en un cuadro estructurado con un orden momentáneo y convencional, que hace sí que algunos fragmentos recortados de su cuerpo de origen entren al espacio técnico de la composición. La descripción de estos fragmentos, el traer a la luz las vacilaciones que han precedido a su colocación, junto al asombro por el descubrimiento de nuevos significados no previstos al principio, solamente puede ser abarcada si a la exactitud filológica se une la pasión del coleccionista. Éstos, de hecho, anulan las distancias cronológicas entre los objetos singulares, sometiéndolos a una trasfiguración y contemporáneamente a una recuperación a través de una figura compleja que hace emerger el significado de las cosas mismas. Esta manera de proceder, que Walter Benjamin expresó en sus escritos de forma ejemplar, difiere de aquélla del historiador tradicional que ordena los documentos en sucesión temporal separando lo que deviene normativo en la sucesión de lo que es considerado irrelevante.

Esta postura no puede ser sino asistemática, por cuanto procede de la autenticidad y de la unicidad del objeto examinado y por lo tanto no puede sino oponerse a cada tentativa de establecer series, encadenamientos mecánicos que dan por descontada la referencia a una unidad externa al objeto mismo: la del espíritu del autor.

Ponerse en el punto de vista del coleccionista es quizás la manera más correcta para analizar la actividad proyectual de Aldo Rossi.

Para Rossi, como para otros artistas modernos, la conciencia de la pérdida de autoridad del pasado y la fractura con la tradición son irreparables; de aquí la necesidad de confrontarse con el pasado buscando nuevos caminos; se podría hablar de un coleccionismo de la memoria. La lengua ha demostrado sin posibilidad de equivocación que la memoria no es tanto el instrumento de exploración del pasado, cuanto su teatro. Las imágenes arrancadas de su antiguo contexto se presentan como bustos en la galería del coleccionista.

Si se quisiera establecer un paralelo entre esta manera de proceder de Aldo Rossi en sus dibujos y un género pictórico se podría, con ciertas precauciones,

acercarlos al género de la naturaleza muerta. Esto, no sólo por la familiaridad que Rossi ha demostrado siempre con este género -baste recordar los muchos dibujos que yuxtaponen fragmentos de arquitecturas y de objetos cotidianos-, sino también por una afinidad estructural y más profunda, el mismo carácter analítico experimental que domina las composiciones de naturaleza muerta domina también estos dibujos. En la base de ambos está un conjunto de intereses extra artísticos que no pueden sino escoltar un gran interés por las cosas y los objetos hacia este ámbito. La naturaleza muerta, como ha escrito Meyer Schapiro, recorriendo brevemente la historia en su escrito Las manzanas de Cézanne, está en gran parte constituida por objetos, sean naturales o artificiales, que están subordinados al hombre, objetos al alcance de la mano que dependen de una acción intencional: reclaman el poder sobre las cosas al fabricarlas y utilizarlas, son instrumento y también producto de la capacidad de los deseos y de los pensamientos del hombre. Asociados a un estilo que explora paciente y minuciosamente la apariencia de las cosas cercanas a nosotros, luces, reflejos y sombras, los objetos de las naturalezas muertas nos hacen tomar conciencia del juego sutil entre percepción y artificio en la representación. Este tipo de representación constriñe al pintor a una mirada prolongada que revela aspectos nuevos y elusivos en objetos inmutables. Lo que puede aparecer in primis como lugar común puede devenir misterio en el curso de esta contemplación, una fuente de asombro.

La naturaleza muerta sobre la mesa es un ejemplo de algo muy definido pero, al mismo tiempo, continuamente recolocada y recolocable a voluntad en la realidad y, por lo tanto, conectada íntimamente con la idea de libertad del tema y de las cosas.

De esta libertad de las cosas respecto a un uso predeterminado y coactivo Hanna Arendt ha recogido la analogía que une al coleccionista con el revolucionario, en cuanto ambos se sueñan en un mundo no solo lejano y pasado sino incluso mejor, en el que los hombres son así desprovistos de lo que les es necesario, como sucede en el mundo cotidiano, donde las cosas están liberadas de la esclavitud de ser útiles. El coleccionista es animado por la esperanza de una liberación de los objetos que se debe alcanzar de manera complementaria a la de los hombres.

Los dibujos, las anotaciones gráficas que preceden o siguen la elaboración del proyecto, son analizados en un cuadro de relaciones más amplio y ponen en evidencia que, para Rossi, en la base de cada proyecto está siempre una búsqueda por establecer una unidad provisional entre las cosas: objetos y fragmentos de objetos varios diseminados en un lugar específico. Esto a través de un elemento catalizador que puede ser una sensación, una atmósfera percibida, un interés particular que el autor siente intrínsecamente ligado a las cosas mismas. Esta manera de conocer las cosas se funda en el descubrimiento de que, al unir así el elemento espiritual e intelectual y su aspecto material tan estrechamente entre ellos, se puede descubrir por todas partes analogías y correspondances, que se aclaran recíprocamente si sólo se coordinan de manera tal que al final haga superfluo un comentario

interpretativo. Las cosas que se combinan son las cosas observadas y reconocidas en la memoria porque es evidente que ciertas cosas serían impensables si fueran disociadas de la emoción con la cual fueron vividas, objetos y fragmentos de objetos que incorporan como una metáfora el lugar y el tiempo.

Esta recomposición se cumple al principio en la imagen unificadora de un nombre que es algo más que la simple destinación del uso; un nombre que reasume en sí los usos y los significados, la forma y los lugares. Se trata dar nombre a las cosas, la búsqueda que es también reminiscencia, confiarse a la tradición y por lo tanto a la forma en que estas palabras que dan nombre fueron transmitidas: municipio, teatro, escuela, cementerio, etc. Esta escritura, que a menudo aparece en los edificios dibujados, de un lado ponen los límites de la experiencia haciendo referencia a algo que ya existe, del otro, como habían señalado los arquitectos Iluministas, constituye la única posibilidad de decoración de un edificio, la más directa y precisa en la identificación del nombre con la forma.

En este modo de vincularse al pasado Rossi encuentra una confirmación de sus indagaciones sobre las ciudades venecianas, donde el carácter fragmentario de los monumentos da lugar a una síntesis no concluida como la padovana. Se trata de una suerte de corrosión interna de los elementos clásicos, de leer alteraciones de las proporciones canónicas, de un sentimiento de espera que se reencuentra en las metafísicas plazas de Italia, hasta conectarse con las búsquedas del surrealismo.

Para Rossi, el descubrimiento y la referencia al mundo clásico son influenciados por una manera de ver el mundo que en el Véneto alcanzó su expresión más alta, teniendo éxito en recoger la belleza formal y no ideológica del fragmento tomado en sí y de la ruina.

Comparte este artículo:

ROSSI Y BENJAMIN: DEL “ESPRIT DE SYSTÈME” AL MONTAJE DE FRAGMENTO


Victoriano Sainz Gutiérrez

Traducción de Fernando Arias

En la introducción a Para una arquitectura de tendencia Aldo Rossi sugirió que los textos de Walter Benjamin explicaban mejor sus pensamientos de lo que él mismo lo hubiera podido hacer. Me pregunté con insistencia sobre el significado de dicha afirmación, pero hasta ahora no me había decidido a proponer una respuesta. Diez años atrás, cuando trabajé sobre los posibles maîtres à penser del arquitecto milanés, excluí a Benjamin —y lo hice a propósito— para ocuparme de Gramsci, Lukács, Adorno y Lévi-Strauss que fueron puntos de referencia irrenunciables de la cultura de izquierda en los años 50 y 60(1). Aun hoy estoy sorprendido que no parezca apropiado incluir a Benjamin entre las fuentes intelectuales del pensamiento rossiano, pues reconozco que las similitudes entre los recorridos de los dos son numerosas.

Si bien las citas de Benjamin en los textos de Rossi se limitan a algunas pocas de La Infancia en Berlín(2), encuentro que la relación entre el filosofo alemán y el arquitecto italiano sea más profunda de lo que parece en primera instancia; me atreveré, de hecho, a decir que los dos pertenecen a lo que Henri Focillon denominó una misma familia afectiva, lo que conduce en un último análisis, a una forma mentis común. Por eso el estudio de esta relación puede ser una vía interesante para avanzar en la interpretación de la arquitectura rossiana.

Son múltiples las características útiles para ilustrar estas corrientes subterráneas que unen sus obras. Pienso, por ejemplo, en la relación que ambos proponen entre autobiografía e historia civil, al hecho que los dos sitúan a la ciudad como centro de gravedad de su propia obra, a la relevancia asumida por las raíces religiosas en la configuración de su pensamiento o al singular paso del espíritu sistemático en los primeros escritos a un espíritu fragmentario en la madurez. En particular quisiera ocuparme acá de este último aspecto, con el fin de mostrar el paralelo entre sus respectivas trayectorias intelectuales.

Walter Benjamin, entre las iluminaciones profanas y el montaje de fragmentos

Como Gershom Scholem ha subrayado, los primeros escritos de Benjamin respondían a la voluntad de construir un pensamiento que, a su manera, aspiraba a ser sistemático. Tanto su tesis doctoral como el trabajo para promoverse a la libre docencia pertenecen a aquel universo conceptual, si bien esos trabajos no se limitaban a desarrollar perspectivas que podemos definir como sistemáticas, se abrían al mismo tiempo a una temática más rica y compleja. En tal apertura, sin embargo, empezaba a instalarse algo que no tardaría en tomar cuerpo y que estaba destinado a conferir un corte  (17) absolutamente particular a la obra del filósofo berlinés. Me refiero a su renuncia a escribir un tratado sistemático de filosofía, para centrarse más en la producción de comentarios, aforismos y fragmentos.

Ya en el Prólogo de su ensayo sobre el teatro barroco alemán, Benjamin utiliza la imagen del mosaico para expresar la condición fragmentaria de su modo de pensar. Considerar los fragmentos como guías de un mosaico con los cuales construir su pensamiento será una constante en la escritura benjaminiana, que desarrollará sobre todo en su etapa materialista. Ahora directamente interesado como estaba Benjamin en no perder aquellos diversos niveles de significado que se esconden en la realidad —y que serían fácilmente apartados con la adopción de categorías marxistas— recurrirá a ellos con mayor profusión, ya sea mediante aforismos o citas. De hecho, el primer ejemplo del empleo sistemático del fragmento con aquella exacta propuesta metodológica es Camino con un único sentido, un libro que reúne una serie de “iluminaciones profanas” de inspiración materialista, teorizadas bajo la influencia de Aragon en su ensayo sobre el surrealismo de 1929. Con aquel libro de aforismos se inauguraba todo un ciclo en la producción benjaminiana que había tenido por final el incompleto Passagenwerk(El libro de los pasajes), del cual fue conservado una cantidad sorprendente de documentos, con numerosos fragmentos y citas recogidos en previsión de la escritura de la obra. Entre ellos se encuentra la siguiente anotación: “Este trabajo debe desarrollar al máximo grado el arte de citar sin comillas. Su teoría está íntimamente conectada con la del montaje”(3).

La técnica del montaje aquí se reorienta hacia el cine, del cual Benjamin se había ocupado en su célebre ensayo La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. El arte de “citar sin comillas” hace referencia a una manera de presentar el mundo objetual unido a la vida urbana de los pasajes, de las galerías comerciales parisinas; una manera de permitirle, gracias a una sucesión de iluminaciones, construir una interpretación de la superestructura cultural del siglo XIX, no tanto por medio de la formulación de un discurso conceptual y abstracto, sino por la dilucidación (explicación), en el París del ochocientos, del carácter expresivo de los primeros productos industriales, de las primeras máquinas, y también de las primeras grandes tiendas, de los anuncios publicitarios, etc.

En el segundo exposé para los Pasajes, Benjamin intentará articular la imagen derivada del montaje de los fragmentos con una nueva comprensión marxista de la historia. “La primera etapa de este camino —escribe— será asumir el principio del montaje en la historia. Erigir, de hecho, las grandes construcciones sobre la base de minúsculos elementos recortados netamente y con precisión. Descubrir, de hecho, en el análisis del pequeño momento particular el cristal del devenir total”(4). Aparece nuevamente aquí la idea de los fragmentos como partes de un todo, como piezas de un mosaico que es posible reconstruir a la luz del segundo (del instante) en el cual, y como fruto de un “despertar”, pasado y presente resultan unificados en la imagen dialéctica de un recuerdo. Se puede concluir, entonces, que el carácter fragmentario de(18) Passagenwerk (El libro de los pasajes) no se atribuye tanto a la muerte trágica de Benjamin, que no lo terminó, sino a la misma estructura de su modo de pensar, que tiende a aprehender el todo en las partes.

Aldo Rossi, de la racionalidad de los principios a la poética de los objetos

Algo similar se puede decir respecto del recorrido intelectual de Aldo Rossi. Después de haber buscado dar vida a una ambiciosa teoría sobre la ciudad como hecho físico en La Arquitectura de la ciudad, uno de los libros que más han influido en la cultura arquitectónica de la segunda mitad del siglo XX, Rossi tiene que afirmar después de todo, que era válido limitarse solo a la práctica de la profesión y, al máximo, ofrecer una descripción de la génesis de la propia obra: “En cierto punto de mi vida —escribe en la Autobiografía científicaconsideré el trabajo o el arte como descripción de las cosas y de nosotros mismos”(5).

A mi juicio es evidente que tal trayectoria responde sobretodo al desplegarse gradual de la peculiar forma mentis del arquitecto milanés. Como en Benjamin, en el que las intenciones sistemáticas de la juventud se vieron reconducidas al “arte de citar sin comillas”, al montaje de fragmentos, sin que por esto se produjera fractura alguna en su pensamiento, así también entre el intento rossiano de refundación disciplinar emprendido en los años venecianos y la disolución de la disciplina en los primeros años 80 “hay una estrecha parentela”(6), que hunde sus raíces en el humus cultural del surrealismo, que tan importante fue para Benjamin, pero también para Rossi.

En la primera mitad de los años 60, el espíritu sistemático parecía orientar totalmente la obra de Rossi. Su meta era la construcción de una ciencia urbana que fuera la base de una actividad de proyectar arquitectura racionalmente fundada. De hecho, la búsqueda de la racionalidad de los principios, necesaria para afirmar la transmisibilidad del corpus disciplinar, estaba en la base de las tesis sostenidas en La arquitectura de la ciudad. Haciendo referencia a los motivos que habían guiado su escritura, afirmaba Rossi: “quería escribir un libro definitivo: me parecía que, una vez aclarado, todo iba a quedar definido (…) buscaba tras los sentimientos, leyes inmóviles de una tipología situada por fuera del tiempo. Los patios, las galerías, la morfología urbana cristalizaban en la ciudad con la perfección de un mineral. (…) Recorría a pie las ciudades de Europa para comprender su diseño y poder referirlo a un tipo. Como en un amor vivido con egoísmo, ignoraba a menudo sus sentimientos secretos y tenía bastante con el sistema que las gobernaba”(7).

Este sistema que gobernaba la forma de cada ciudad, el tipo urbano al cual podía ser referida, tenía cierta correspondencia con su estructura, para la lectura de la que Rossi recoge el análisis de la relación existente, en cada uno de los casos, entre la morfología urbana y la tipología edificatoria. Partiendo del estudio de esta relación, busca ir al fondo del análisis urbano como instrumento de conocimiento al punto que da una base racional al proyecto,(19) pero a medida que los estudios comienzan a transformarse en un instrumentos autónomo y autorreferencial sin relación inmediata con la arquitectura, el arquitecto milanés empieza a distanciarse de éstos análisis, de hecho se da cuenta de que en La Arquitectura de la ciudad palpitaban “motivaciones todavía más complejas”(8).

Así, en los años 70, la ciencia urbana deja la vía abierta a los proyectos de arquitectura sin la mediación de un esclarecimiento sobre el cambio de ruta, más allá del ambiguo y benjaminiano “estar deformado por los nexos con lo que me rodea”. Tal retirada de lo que podríamos denominar el frente urbanístico –con la consiguiente renuncia a desarrollar los principios enunciados en su libro programático- prescribía de forma clara en la trayectoria rossiana, la transición del esprit de système al montaje de fragmentos que caracteriza al procedimiento analógico desarrollado en aquellos años.

Pero no debemos llamarnos a engaños. También es cierto que Rossi ha sostenido siempre que el fundamento de la arquitectura está en su relación con la ciudad en cuanto hecho social por excelencia, no piensa Rossi nunca en la ciudad como sistema global gobernado por leyes susceptibles de definición científica, sino como una realidad física compuesta por partes, cada una de las cuales puede ser objeto de un proyecto de transformación en función de las necesidades del presente. En este sentido Rossi afirmaba que “hablar de la ciudad por partes (…) quiere decir simplemente considerar la inutilidad de un diseño complejo de la ciudad como si fuera la proyección sobre un plano horizontal de una abstracta forma compleja”(9), donde lo abstracto significa externo a la dialéctica de lo concreto.

La ciudad por partes se dirigía a un todo construido mediante fragmentos que podían ser considerados como hechos urbanos, en el sentido dado a este término en La Arquitectura de la ciudad. De aquí que no hubiera nada de extraño en el hecho que, sin haber modificado una línea del texto original, Rossi escribiera en el epílogo de la edición alemana: “Este libro es un proyecto de arquitectura”(10). Para el arquitecto milanés, buscar en la historia de la ciudad –por medio de la analogía- las referencias para el proyecto arquitectónico era su modo de hacer arquitectura urbana; pero entiéndase bien que este modo no es en ningún sentido una arquitectura historicista, sino de hecho una arquitectura del presente, por cuanto con el Jetztzeit benjaminiano, “la confrontación con la historia se entiende en función de las luchas presentes, y la historia misma es parte del presente”(11).

Para Rossi, la analogía es “una manera de entender en modo directa el mundo de las formas y de las cosas, en cierta manera de los objetos, hasta transformarse en algo inexpresable si no es por medio de nuevas cosas”(12). Tal pensamiento, que no se expresa tanto mediante las palabras o las ideas, sino a través de nuevas cosas no nace de la nada, sino que se apoya sobre imágenes del pasado, sobre recuerdos que son vistos bajo una nueva luz, que proviene de una fulguración instantánea, fruto de “sobreposiciones imprevistas” como (20) las que buscaba Breton en sus paseos por París. Por esto Rossi afirmó que en la definición de la analogía creía encontrar un sentido de la historia diferente al usual: la historia vista no como cita, sino como una serie de cosas, de objetos de afecto de los que se sirve el proyecto o la memoria.

Rossi y Benjamin, un mundo de particulares afinidades secretas

Entonces se puede establecer un cierto paralelo entre el procedimiento analógico rossiano y las “iluminaciones profanas” propuestas por Benjamin. De manera similar a como, para el filósofo de Berlín, la historia no se fragmenta en historietas o cuentos sino en imágenes, y estas, alcanzadas gracias a un recuerdo imprevisto son reconocibles solamente como haces de luz que brillan en el ahora del recordar, así también la arquitectura de Rossi encuentra en los fragmentos de la arquitectura del pasado el material con el que construye sus propios proyectos, mediante una operación analógica basada en la memoria involuntaria.

No se trata de considerar estas imágenes como una referencia culta que acompañaría a los diseños mediante las que se define poco a poco el proyecto, sino de aceptar las resonancias que despiertan en nosotros como punto de partida del proyecto, como origen de nuevos significados inesperados, origen que no puede ser expresado completamente a través de un proceso racional.

Como Benjamín, Rossi también practicó el “arte de citar sin comillas” en diseños y proyectos, montando repetidamente fragmentos de arquitectura y objetos cotidianos, a los que se siente particularmente unido y que repite de manera obsesiva porque –ha dicho- “es difícil pensar sin obsesiones”(13). Este montaje de fragmentos estaba destinado a volverse el nuevo principio formal de la ciudad análoga rossiana, como había pasado para el trabajo benjaminiano sobre los passages parisinos si hubiera llegado a su conclusión. El interés del filósofo berlinés por el cine, de donde viene la idea del montaje como el mecanismo que permite construir nuevas unidades semánticas con fragmentos diferentes, es compartido por el arquitecto milanés que en su presentación de la tavola La ciudad análoga hizo notar que “había pensado algo similar en la película Ornamento y delito hecha para la Trienal de Milán”(14).

El hecho es que si Benjamin vio en el montaje cinematográfico un medio capaz de unificar de forma nueva la fragmentación de la experiencia producida por la modernidad urbano industrial —y de aquí nace el entusiasmo manifestado por el cine como modalidad no—áurica del arte—, a Rossi le pasó algo similar con los objetos de afecto usados en sus proyectos, tal vez porque tampoco a él se le escapó que cuando la experiencia domina, en sentido estricto, ciertos contenidos del pasado individual tienen correspondencia, en la memoria, con otros del pasado colectivo. Por eso en la Autobiografía científica escribió: “Siempre, incluso formalmente, me ha interesado la posibilidad de usar pedazos de mecanismos cuyo sentido general en parte ya se ha perdido. Pienso en una unidad o en un sistema construido exclusivamente con base en (21) fragmentos reunidos: quizá tan solo un gran impulso popular podría darles el sentido de un diseño de conjunto”(15).

En un mundo como el nuestro, donde “los grandes hechos han prescrito”, en el que la sociedad se hace cada vez más de minorías, la arquitectura de Rossi no renuncia a la construcción de un nuevo sentido común. Y es propio de esta tarea que los fragmentos adquieran todo su valor, transformándose en material de la arquitectura; fragmentos que “la fantasía usará e inventará (…) como partes visibles de la unidad que busca” y que, en tal medida, “todavía expresan una esperanza”(16), la esperanza en una posible recomposición dentro de “un diseño general”. Por tanto en Rossi los fragmentos no son una simple amalgama de chatarra (rottami), si bien de alguna manera postulan un cierto orden, están dispuestos a una posible redención; los fragmentos son siempre de algo, refieren un todo tal vez perdido, cuya formas aun se recuerda.

Surge de nuevo así la idea benjaminiana según la cual el todo está por el fragmento (sinécdoque), porque finalmente el lenguaje está en capacidad de ser hablado solamente por lo que posee algo fragmentario. Aquella totalidad que es la ciudad está hecha también de fragmentos, de partes, y no es reductible a una sola idea, como habían pretendido algunas versiones del Movimiento Moderno y cierta cultura de la planificación urbanística; en lugar de ello, los fragmentos, y las partes que componen la ciudad, tienden a un diseño de conjunto: “Es tal vez este el sueño de la gran arquitectura civil; no la concordancia de lo discorde, sino la ciudad bella y ordenada por la increíble riqueza y variedad de sus lugares”. Por esto a Rossi le parece posible creer todavía en la ciudad futura como “aquella donde se recomponen los fragmentos de algo roto desde el origen: una ciudad libre en la vida personal y también en el estilo”(17).

 

Notas

1 Cfr. V. Sainz Gutiérrez, La batalla de la ideas. Ciudad, Arquitectura y Pensamiento en los escritos de Aldo Rossi, en “Thémata”, 19 (1998), pp. 153-186.

2 El fragmento más frecuentemente citado: “Yo aún así estoy deformado por los nexos con las cosas que me rodean. Como un molusco que vive en su concha, así yo habito en el siglo XIX, que está ahora delante inútil como una concha deshabitada. Me lo pongo en la oreja” (W. Benjamin, Infancia en Berlín, Einaudi, Turín 1973, pp 55-56).

3 W. Benjamin. Paris capital del siglo XIX. Los “pasajes” de París, Einaudi, Turín (1986) p 593.

4 Ibíd. Pp. 596-597. 5                  A. Rossi, Autobiografía científica, Pratiche, Parma, 1990, p.7

6 Ibíd., p. 103.

7 Ibíd., pp. 21-22

8 Ibíd., p. 8.

9 Compostela 1976, p. 20.

A. Rossi, Ciudad y proyecto, en Proyecto y ciudad histórica, COAG, Santiago

10 A. Rossi, Comentario a la edición alemana, en ídem, La Arquitectura de la ciudad, edición a cargo de D. Vitale, Clup, Milán 1987 (1982?), p. 273.

11  A. Rossi, Introducción, en Proyecto y ciudad histórica, cit. p. 15.

12 Ibíd.

13 A. Rossi, Autobiografía científica, p.40.

14 A Rossi, La ciudad análoga: tavola, en “Lotus Internacional”, 13 (1976), p. 7. “Mi única experiencia en el cine la tuve en la Trienal de Milán de 1973; pusimos al film el titulo del hermoso en sayo de Adolf Loos Ornamento y Delito. Era un collage de obras arquitectónicas y fragmentos de películas, en un intento por introducir el discurso de la arquitectura en la vida y, al mismo tiempo, verlo como fondo de las actividades del hombre” (A. Rossi, Autobiografía científica, cit., p. 90).

15 Ibíd., p. 15.

16 A. Rossi, Fragmentos, en A. Ferlenga, Aldo Rossi: arquitectura 1959-1987, Electa, Milán 1987, p.7.

18 A. Rossi, La ciudad análoga, en Lotus Internacional, 13, 1976, pgs. 5-8.

19 Cfr. A. Rossi, La ciudad análoga, cit., p. 226.

20 Cfr. A. Rossi, L’azzuro del cielo. Relazione del progetto peri l nuovo cimitero di Modena (El azul del cielo. Memoria del proyecto para el nuevo cementerio de Módena.), en Architettura italiana del Novecento, a cargo de G. Cucci, F. Dal Co, Electa, Milán, 1990. Pp. 226-7.

21 A. Rossi, Autobiografía científica, cit., p. 20. 22 Ver la descripción que Rossi hace en la Autobiografía (Cfr. Ibid., p. 17). 23 Cfr. ibid., p. 9.

24 M. Tafuri, Storia dell’architettura italiana. 1944-1985, Einaudi, Turín, 2002, p. 168.

Comparte este artículo:

La Teoría en el trazo. Rossi y Boullée, dibujos entra la razón y la memoria. Camilla Casonato

Camilla Casonato

 Traducción de Pablo Gamboa

La arquitectura dibujada

La arquitectura se hace pintura, óleo, pastel, témpera, cera, grabado, collage o tinta china, añadiendo, a la esencialidad de las formas, la densidad del color, el relato de los materiales, el comentario de las sombras.

La composición, la diagramación misma de la plancha es algo intencional y significativo.

Aún allí donde el dibujo es técnico y es un preludio a la construcción, se nota un estudio gráfico que implica una elección de contenidos. Es suficiente pensar en los dibujos para el concurso del Monumento a la Resistencia de Cuneo (1962), o aquellos, posteriores, para las casas en Zandobbio (1979), como en muchos otros de Aldo Rossi donde la arquitectura nace como línea para luego convertirse en forma plana: las fachadas, las ventanas, las plantas de cubiertas son cuadrados, rectángulos, triángulos, irrevocablemente desprovistos de cualquier acercamiento a lo constructivo, estas planchas evitan la similitud entre la forma y su traducción material. Sombras negras, duras, cortantes cubren la linealidad elemental del dibujo, produciendo una representación abstracta de los volúmenes, sin ninguna concesión mimética y con una evidente intencionalidad gráfica en los fuertes efectos de contraste luminoso.

Están también los bocetos, las numerosas perspectivas, las ambientaciones urbanas, los dibujos ricos en color y en inventiva, aquellos que nacen en las etapas de elaboración de los proyectos, en el momento de la enunciación de las ideas, o que existen per se, construcción ellos mismos, imaginarios destinados a permanecer sobre el papel, y que se vuelven objeto de la reflexión y de la historia de la arquitectura. Es en estos dibujos, en particular, que los arquitectos dibujantes revelan una mirada de pintores (1).

Es sobre todo la pintura de la generación de los maestros italianos que en esos años culminan su carrera artística y sus vidas(2), la que inspira las composiciones y las atmósferas de las arquitecturas dibujadas.

Las reglas, las escuadras de madera, las cajas coloreadas, las esferas pesadas, las botellas alargadas que pueblan las pinturas de De Chirico, Carrá, Morandi, describen un mundo en apariencia ordenado, un espacio pautado por objetos inmóviles y mudos, rigurosamente calados dentro de perspectivas estrechas, encerrados en arquitecturas que oscilan entre la verdad del detalle y el carácter artificial del conjunto (pensemos en la Ferrara de De Chirico). La pintura metafísica substrae los objetos de la banalidad, fijando la mirada indiferente que normalmente se reserva a las cosas conocidas, aprovechando la sugestión de la geometría, de la (2) elementalidad, del vacío, coloreando las plazas y los interiores de colores tierra, de ocres, de rojos intensos y sin embargo carentes de calor, creando espacios iluminados por una luz inerte que proyecta los cuerpos en unas sombras larguísimas, sombras melancólicas del atardecer.

En la ciudad, planos sin tiempo hechos de construcciones mínimas (arcadas lineales, fachadas despojadas, paredes desnudas), se abren sobre fondos urbanos en donde aparecen a veces citas de edificios históricos o edificios conocidos, o por el contrario los signos descarnados de una modernidad anónima (las chimeneas en la lejanía, los tanques de combustible).

Estos escenarios de una simplicidad enigmática son recurrentes en los dibujos de los arquitectos y en particular en los de Rossi, como una invitación a descifrar un mundo hecho de formas sólidas y elementales, de objetos familiares e innocuos, de una racionalidad buscada, exhibida, que sin embargo llama a la interpretación subjetiva, a la lectura emotiva.

Arquitectura, arte y razón

Esta oscilación entre la dimensión racional y autobiográfica, entre el fundamento lógico de la arquitectura y su naturaleza poética que se lee en los dibujos de Rossi, está en la base de las formulaciones teóricas que señalan el surgimiento de su interés por Boullée.

En la Introducción a la traducción del Essai sur l’art, Rossi insiste de manera programática en la relación entre lógica y arte (3). La construcción teórica del arquitecto del setecientos es propuesta con la intención explícita de hacer de ella un programa general, actual y transmisible. Un sistema lógico y autónomo, capaz de resolver el auténtico problema de la arquitectura, de identificar el resultado, suspendido entre el imprescindible fundamento racional y la irrenunciable expresión de la experiencia del artista, puesto qué “no existe arte que no sea autobiográfico”(4).

Como antídoto de la mediocridad de la arquitectura construida exclusivamente sobre una base lógica, Rossi propone “la instancia a romper la construcción racional desde su interior y plantear una especie de contradicción continua entre la enseñanza sistemática y las necesidad autobiográfica de expresión”(5).

Le es de ayuda el racionalismo “exaltado, emocional, metafórico” de Boullée. Rossi identifica, en la base de la teoría del arquitecto un principio externo, “una confianza (o fe) que ilumina el sistema pero desde afuera”(6), que sostiene la estructura lógica y, al mismo tiempo, sitúa las razones sobre otro plano al interior del cual lo vivido, el sentido y la emoción vuelven a jugar un papel fundamental.

Para conciliar la instancia artística con la necesidad, que es típica del Iluminismo, para dar fundamento científico y experimental a las reflexiones sobre lo bello, Boullée acude a ideas consolidadas en la Francia de la Enciclopedie: la observación de la experiencia conduce a la formulación de principios generales; la importancia del sentido se concilia de esta manera con la ambición a lo absoluto.

Analizando entonces el efecto que producen sobre nuestros sentidos los cuerpos “regulares” y los cuerpos “brutos”, el deduce, sobre la base de la correspondencia intrínseca entre la organización del cuerpo humano y las demás creaciones de la naturaleza, una reacción universal y objetiva a las formas, a las proporciones y a las relaciones entre las partes (7). La idea que la belleza no se consiga con la copia de las bellezas individuales y particulares de la naturaleza, sino mas bien dando vida a una creación conformada por partes y relaciones que capten la estructura profunda de lo real, está ya en Diderot(8), y Boullée la reelabora, orientando la reflexión sobre la experiencia de la naturaleza hacia soluciones mas “arquitectónicas”.

Boullée, y de igual manera Rossi aunque por contingencias históricas diferentes, es movido en efecto, por la exigencia de afirmar la pertenencia por derecho de la arquitectura al sistema de las artes, o mejor, en su caso, de las “bellas artes”, y de relacionar la disciplina solamente con el principio de la imitación de la naturaleza( 9).

Encontramos de esta manera, entre las páginas del Essai, descripciones inspiradas de las emociones generadas en el ánimo humano por bosques tupidos y selvas, por las diferentes estaciones de la naturaleza, por los grandiosos espectáculos que esta nos presenta, emociones de las cuales la arquitectura debe saber reproducir sus efectos y que debe entonces saber “poner en obra”.

“Encontrándome en el campo, caminaba por el límite de un bosque bajo la luz de la luna. (…) Los árboles dibujados sobre el terreno por sus sombras, me impresionaron profundamente”(10). El expediente retórico del relato que en el Essai introduce el tema de la arquitectura de las sombras, se convierte en la ocasión para Rossi de reflexionar sobre la relación entre la experiencia de las cosas y la transposición del bagaje de memorias, emociones, observaciones del artista respecto a su propia obra. “La arquitectura de las sombras nace de la experiencia directa, lógica y sentimental de la naturaleza”(11), escribe, y la variación de la luz se convierte en el motivo, en su lectura personal y participativa del texto, para volver a la reflexión sobre el tiempo, el tiempo atmosférico, que señala nuestra presencia frente a la manifestación de las cosas y el tiempo cronológico, que traza el recuerdo de las experiencias y las fija en memorias individuales y colectivas.

En los célebres dibujos de Boullée, la luz resbala, vibrante a lo largo de las inmensas superficies curvas, subrayando la perfección elemental de las majestuosas geometrías; la sombra recorta las fachadas proyectando un cuerpo sobre el otro, ritmando los volúmenes, articulando el relato de la composición, develando el juego de las proporciones. Las secciones revelan el mecanismo interno de las fuentes luminosas y muestran las diferentes caras que la arquitectura de manera sabia asume, si es aclarada por la jocosa luz del día, o por el contrario, cuando cae bajo el negro manto de la noche, hundiéndose en el invierno de la vida. Las planchas, potentes, en la sabiduría de la ejecución y en el dominio de la composición de la larga y sólida tradición académica, concentran la expresión teórica del maestro: allí podemos leer el ritmo racional de las formas, propio de la arquitectura de la revolución12, el sabio cuidado de las soluciones de la distribución, y el relato de la experiencia de la naturaleza puesta en obra por el hombre.(4)

 Memoria

Rossi es atraído por la manera en que el texto y el dibujo se sostienen y se integran en la obra del arquitecto francés, constituyendo un sistema eficaz y autónomo. Una lectura de sus dibujos, en relación con los textos que en esos años los acompañan, relaciona los temas del tiempo, de la experiencia y del rito en un entrecruzamiento de imágenes evocadas y de memorias, que unen indisolublemente la teoría y la figuración.

La luz para Rossi devela el tiempo, porque relata la experiencia del espacio y porque “corroe la materia”(13). En los dibujos, sin embargo, los colores brillantes, las sombras oscuras parecen señalar un tiempo abstracto que no tiene nada de pasajero y carnal. Incluso cuando la arquitectura se convierte en ruina y fragmento, Rossi mantiene una distancia lúcida y los cuerpos se quiebran con movimientos rígidos, no se desmoronan de manera romántica (pensemos en los volúmenes quebrados como juguetes rotos de la Architecture assassinée o a las secciones de columna truncadas de la plaza de la Alcaldía de Segrate).

Una evocación suave, dulce, nostálgica del pasado es asignada mas bien a los objetos conocidos y familiares que son recurrentes en sus bocetos, huellas pobres pero duraderas de las vicisitudes de los hombres, signos de una memoria personal y colectiva al mismo tiempo: las viejas tapicerías que aparecen; los papeles polvorientos con motivos florales que recuerdan las repisas revestidas con el cuidado de los viejos baúles, extendidas para servir de fondo a las composiciones: los íconos modestos de una religiosidad humilde y popular, colgados en fragmentos de pared. Están también los celebres objetos de cocina, repetidos , escondidos, arrimados, engrandecidos, sobrepuestos en la reiteración obsesiva y afectuosa de memorias infantiles confortables y domésticas. Alimentan el deseo de todo niño de procurarse los juguetes más queridos y fascinantes, los que prometen un mundo fantástico y lleno de posibilidades. Rossi “penetra” en sus poéticas cafeteras en forma de torre, dibujando secciones fantásticas con escaleras interminables que sugieren descubrimientos maravillosos. De la misma manera, en sus dibujos es recurrente la subida por el interior del San Carlone de Arona que Rossi lee como una máquina extraordinaria, teatral y paisajística(14). La estatua, imponente y ambigua, cuerpo, escultura hecha arquitectura, le comunica un sentido de potencia, de fuerza y de felicidad y la mano grande alzada del santo aparece a menudo como una presencia amigable y familiar en sus proyectos.

Rossi se conmueve frente a la belleza frágil de los papeles envejecidos que son portadores de la huella de la historia de los individuos, piensa en los dibujos de los arquitectos que a él le interesan, marcados por el tiempo, dibujos de colores en pastel, trazados sobre papeles ya amarillentos como si fueran viejos documentos.(15) Se lee, en esto, la idea que el papel mismo, la materia sobre la que el dibujo cobra forma, pueda traer consigo una historia, y tenga la capacidad de evocar recuerdos y atmósferas, como aquellas planchas realizadas sobre papel de reciclaje que escriben el proyecto sobre el relato de las cosas del día, impresos sobre una hoja de (5) periódico, que reconducen la arquitectura al tiempo colectivo y cronológico al que pertenece.

Puesto que tal vez “solo las destrucciones expresan completamente un hecho”16, son las casas abandonadas a lo largo de los jarillones del Po, con la taza rota, los juguetes rotos y la foto amarillenta(17), son los apartamentos destrozados por los bombardeos los que muestran, en tristes secciones en escala 1:1, los pequeños compendios de la cotidianidad interrumpida que Rossi evoca en sus relatos gráficos, describiendo el interior de los edificios, e inclusive de los objetos mismos, como viajes en las memorias individuales de cada uno y por lo tanto de todos. Son los signos modestos de la “vida privada que recorre los lugares y da un sentido a la arquitectura”(18), confiriéndole humanidad.

Cuando Rossi toca el núcleo mas profundo de la vida de los individuos con el proyecto para el cementerio de Módena, busca bases objetivas para construir una resonancia común entre quien habita o visita la arquitectura y lo que en ella se celebra. Para Boullée el sentido de esta correspondencia es, en cada caso, la elevación espiritual para el templo, la celebración conmovida de una gran ciencia para el cenotafio, la inmensa, antigua, extensión del saber para la biblioteca pública, y así sucesivamente; para Rossi en Módena, este sentido es la muerte como hecho colectivo y civil. El conoce el nudo sentimental que ata los individuos a la experiencia de la pérdida pero, conciente de “lo indecible” del hecho intimo y subjetivo, el arquitecto se ocupa de la dimensión civil de la muerte, construyendo “el espacio de la memoria de los vivos”(19).

La idea de una arquitectura vacía, abandonada y no concluida20, es encarnada por los sólidos compactos, de tonalidades intensas que campean imponentes sobre los dibujos del proyecto. De esta manera, el cubo sin techo, sin placas y sin marcos en las ventanas es la casa de los muertos, la casa de la vida interrumpida pero, a diferencia de la casa destrozada o de la casa pompeyana que son la memoria detenida en el tiempo, de la vida suspendida, esta encarna la negación del habitar, nace ya vacía de vida. Los dibujos con el cubo hueco, el tronco de cono que indica la fabrica desierta, el trabajo interrumpido, metabolizaron el sufrimiento del Milán preindustrial de Angelo Morbelli, y, dejando atrás la celebración sentimental, conservaron los grandes haces de luz y “las sombras tajantes (…) que parecen sacadas de un manual de teoría de las sombras”(21), llevando el naturalismo hacia una metafísica de los objetos que produce una mirada distante que crea un acercamiento a la idea de la muerte. El drama individual es absorbido por el sentido de lo colectivo.

En El juego de la oca, la famosa plancha que rodea con su recorrido improbable de un laberinto(22) los volúmenes monumentales de San Cataldo, se disuelve el sentido del control geométrico y visual del espacio. La dimensión bidimensional de los tableros de juego se repropone como una visión claustrofóbica de un entallado de plantas y fachadas que no tienen correspondencia, en la coexistencia desorientadora de los planos de proyección, en los continuos cambios de escala.

Rossi piensa en los grandes cementerios neoclásicos, cuyo eco retorna en las numerosas perspectivas a vuelo de pájaro que muestran la conexión (6)entre los volúmenes, la construcción osteológica del conjunto; de igual sabor iluminista y enciclopédico son los ábacos que encasillan los elementos del proyecto, disponiéndolos como en el espacio ordenado de la plancha de un manual.

El espacio roto

En el cementerio de Módena se lee, llevado a sus máximas consecuencias, el sentido de la arquitectura como lugar del rito, el rito que en los espectaculares tableaux de Boullée es puesto en escena como una experiencia colectiva exaltante, en torno a la que la arquitectura cobra forma. Las visiones pintorescas pobladas por una multitud dejan el paso a la soledad descarnada de las representaciones rossianas.

En los numerosos proyectos de teatros y escenografías, Rossi precisa su idea de arquitectura como condición de posibilidad de vida. Como en una escena que espera las innumerables variaciones del texto hecho espectáculo, la arquitectura predispone pocos elementos esenciales, anclas de la memoria que predisponen el desarrollo de los infinitos asuntos humanos. La maravilla infantil de una realidad ritual hecha de gestos fijados para siempre, repetidos eternamente, observados a través de la reja de la capilla del modesto Sacro Monte de Lario (23), se renueva en el teatro del dibujo, en le representación reiterada de estos “trozos” de construcción, de fragmentos de memoria, en la búsqueda de una integridad ya perdida irremediablemente.

La visión unitaria, límpida, serena, de los dibujos de la Ecole des beaux-Arts que recogen en una única, cierta, tradición de representación (y formal), el proyecto de lo nuevo, y el arrojo visionario de las experimentaciones iluministas se ha roto. La Escuela de Atenas de Rafael, citada por Boullée, que la “pone en obra” con su biblioteca pública, se convierte en un fragmento descompuesto, en una nueva evocación del trazo nervioso que Rossi hace en los estudios para la biblioteca de Seregno.

El espacio ordenado, continuo que mide la perspectiva del renacimiento, se ha convertido en un espacio fragmentado. Permanecen las grandes panorámicas de colores, pero los objetos aparecen solitarios, aislados, abstraídos, se diría que imposibles. Con frecuencia los puntos de vista se multiplican, rompiendo la analogía con la visión, los centros de proyección se alejan, perspectivas y axonometrías se confunden, las relaciones dimensionales abandonan toda referencia a la realidad y devienen jerárquicas , simbólicas, elementos de una geografía interior y sentimental, en las que las relaciones espaciales son topológicas e indican nexos mentales, contigüidad y continuidad que se dan en los lugares del pensamiento, en donde reina el tiempo contraído de la memoria.

Hay un sentido de pérdida, un gusto melancólico en el diálogo entre juego y desolación que se construye por medio de la geometría, los colores, las citas; emerge, finalmente, una insistencia en el trazo, despojado de cualquier finalidad decorativa, muchas veces inestable, cargado, que insiste en las repeticiones, en los achurados, que indican casi un proceder absorto en el hacerse del dibujo en el que toma forma un denso bagaje teórico , “en (7)la búsqueda del punto neurálgico en donde la memoria se logre hacer emerger en una verdadera epifanía de los signos”.(24)

Notas

1 Sobre el tema de la compleja relación entre arquitectos y pintores véase el famoso texto de G. Contessi, Arquitectos-pintores y pintores-arquitectos desde Giotto hasta la edad contemporánea, Dedalo, Bari, 1985.

2 De Chirico muere en 1978, su hermano Savino había muerto en 1952, Sironi en 1961, Morandi en 1964, Carrá en 1966.

3 A. Rossi, Introduzione a Boullée, en E. L. Boullée, Architettura saggio sull’arte, Marsilio, Padova 1967, nueva edición a cargo de A. Ferlenga, Einaudi, Turín, pp. XXIII-XLIIL.

4 A. Rossi, Introducción a Boullée, cit., p. XXXVI. 5 Ibid., p. XXIV. 6 Ibid., p. XXV.

7 “Gracias a la analogía que presentan con nuestras partes internas, las propiedades que emanan de la esencia de los cuerpos ejercen un poder sobre nuestros sentidos” (E. L. Boullé, Architettura. Saggio sull’arte, cit., p. 88.)

8 Cfr. D. Diderot, Trattato sul bello, n D. Diderot, Lettera sui sordomuti e altri scritti sulla natura del bello, Guanda, Milano, 1984, pp. 64-93. Ver al respecto el comentario a la edición a cargo de E. Franzini.

9 La referencia es al célebre texto de Ch. Batteaux, Le Belle arti ricondotte ad un unico principio (1746), tr. it. A cargo de E. Migliorini, Aesthetica, Palermo 1983.

10 E. L. Boullée, Architettura. Saggio sull’arte, cit., p. 88.

11 A. Rossi, Introducción a Boullée, cit., p. XXXVI

12 Para una comparación con ejemplos de la época, en Francia y en Europa, ver el conocido texto de E. Kaufmann, La Arquitectura del iluminismo (1955), Einaudi, Turín 1991.

13 A. Rossi, Introducción a Boullée, cit., p. XXXVIII.

14 A. Rossi, Autobiografía científica, Pratiche, Parma 1990, pp. 10-11.

15 Como los dibujos de Antonelli, “de una gran belleza, entre rosados y celestes que van más allá de la simbología. Como papeles notariales del pasado”. (R. Bonicalzi, Entrevista a Aldo Rossi. CLUA, Pescara, 1979, p. 7).

16 A. Rossi, Autobiografía científica, cit., p. 15. 17                  Cfr. Ibid. , p. 21. 18 A. Rossi, La ciudad análoga, en Lotus Internacional, 13, 1976, pgs. 5-8.

19 Cfr. A. Rossi, La ciudad análoga, cit., p. 226.

20 Cfr. A. Rossi, L’azzuro del cielo. Relazione del progetto peri l nuovo cimitero di Modena (El azul del cielo. Memoria del proyecto para el nuevo cementerio de Módena.), en Architettura italiana del Novecento, a cargo de G. Cucci, F. Dal Co, Electa, Milán, 1990. Pp. 226-7.

21 A. Rossi, Autobiografía científica, cit., p. 20. 22 Ver la descripción que Rossi hace en la Autobiografía (Cfr. Ibid., p. 17). 23 Cfr. ibid., p. 9.

24 M. Tafuri, Storia dell’architettura italiana. 1944-1985, Eina

Comparte este artículo:

Respuesta a la invitación de Escala

Julio 16 – 2010

Del 17 al 22 de mayo se juzgó en Bogotá la XXII Bienal Colombiana de Arquitectura, y el evento de premiación y presentación del libro se hará en Medellín del 11 al 15 de octubre. Se presentaron 500 obras o «proyectos» como se dice ambiguamente en el medio, de las cuales 138 entraron en competencia. Desde la revista Escala, David Eduardo Serna propone aprovechar la oportunidad de conocer anticipadamente los ganadores para hacer una “reflexión tranquila y meditada” sobre la arquitectura colombiana. Advierte Serna que si no hacemos esta reflexión «tendremos que atenernos» a versiones como la del editorial de Luis Fernández Galiano en AV Monografías, dedicada a Latinoamérica.[1]

Fernández Galiano dedica un encomio a la «floración exuberante» de arquitectura que anuncia una especie de tercera independencia:

…“Hoy, las Américas latinas celebran doscientos años de independencia conscientes de la unión inextricable de heroísmo y horror en las que al fin y al acabo fueron guerras civiles, y conscientes también de que el desenlace supuso el reemplazo de una dependencia política por otra económica que ha condicionado su destino ulterior, dibujando un panorama fragmentado que ha sido fermento de revueltas generosas, guerrillas sanguinarias y revoluciones agotadas…la América indígena y criolla se enriqueció con el flujo vital de los inmigrantes europeos hasta devolvernos nuestra imagen en un espejo, y ahora nos ofrece una floración exuberante de talento arquitectónico que aspira a medirse con los logros de su inagotable acervo de escritores….” [2]

Para Serna: “una introducción de este tipo antes que contribuir, ofende…si desde nuestra realidad no generamos crítica y opinión sobre nuestra producción… [nos] crearán panoramas desinformados y sesgados que se asumirán como verdaderos y correctos al ser difundidos masivamente”. Para Serna, «la SCA nos ha servido en bandeja de plata la oportunidad para contestar a esta caracterización, antes de la premiación de octubre”.

Acepto la invitación para des-endulzar el ambiente promovido por Fernández Galiano y para insistir -otra vez- sobre la necesidad de que la SCA, además de algo que hace muy bien como promover concursos, asuma el papel de promover una arquitectura más adecuada a las circunstancias nacionales, y menos preocupada por el aplauso internacional.[3]

Ofensa o contribución, la euforia de Fernández Galiano, aprovecha la circunstancia feliz del bicentenario para reformular un par de lugares comunes: primero, que se trata de una independencia política apenas sustituida por una dependencia económica, que llegan ya al doble siglo; y segundo, que hubo otro tipo de independencia, la literaria, que ya cumplió el medio siglo. A estos le agrega una nueva interpretación: que en la “América indígena y criolla” florece el talento, insinuando algo así como que la arquitectura en Colombia, por fin, rompió el Florero de Llorente.

El afán de AV Monografías no es nuevo y el reconocimiento extranjero tampoco. Fernández Galiano testimonia una sorpresa personal ante su recién descubierto nuevo mundo; sorpresa que para la SCA cumple la misma labor de cancillería que se autoimponen muchas instituciones nacionales para mejorar la imagen del país en el exterior. No obstante, celebrar que ahora sí, por fin, se superó el complejo de la identidad y el provincialismo de la localidad, para entrar a la contemporaneidad del mundo globalizado, no va más allá de reproducir el efecto liberador que los éxitos de un cantante o un deportista generan ocasionalmente sobre la imagen internacional de narcoparapaís.

Dejando a un lado la benigna imagen del editorial, consideremos el fallo. El propósito consiste en analizar lo que dice el jurado sobre porqué gana el que ganó, no en cuestionar o celebrar ganadores o perdedores, particularmente en la categoría Proyecto arquitectónico. Para comenzar, resalto tres aspectos que considero problemáticos:

-Primero, insiste el jurado en llamar “proyectos” a las obras de arquitectura. Dada la ambivalencia del término, esto sería normal, si los trataran más como cosas materiales y menos como imágenes y discursos. Pero como en eventos anteriores, las palabras del jurado de turno revelan un olvido recurrente: que con excepción de los planes de ordenamiento territorial cuya esencia proyectual es permanente, lo que se juzga en una categoría como la de Proyecto arquitectónico son obras, terminadas y habitadas.
-Segundo, insiste el jurado que la decisión fue “unánime”. Bien si lo fue, pero que un premio se dé por mayoría no lo invalida y tampoco es necesario dejar la impresión en el público que el premio no tuvo ni tiene discusión.
-Tercero, insiste también el jurado en un supuesto mérito por parte de los participantes en resolver problemas que van más allá de los “confines” de la práctica profesional: “el jurado, en particular sus miembros internacionales resaltan el evidente compromiso de los arquitectos colombianos para enfrentar y resolver situaciones más allá de los confines de la práctica profesional.” Debido tal vez a un espíritu de los tiempos, este primer valor resaltado el jurado no es arquitectónico sino que viene precisamente de un más allá que denomina los confines de la práctica profesional: “los proyectos ganadores ofrecen soluciones a problemas complejos de carácter social, político y cultural».

Los valores arquitectónicos de estos proyectos ganadores aparecen después: «al mismo tiempo realizan exploraciones formales elegantes utilizando materiales convencionales de forma innovadora logrando así una gran complejidad espacial.”

____________________

A partir de estas primeras afirmaciones, propongo deducir a posteriori, unos eventuales criterios de búsqueda mediante los cuales convocar a priori un futuro evento. Así, habría en estas declaraciones iniciales, tres criterios:

1. Buscar soluciones integrales en las que no sólo se resuelvan problemas arquitectónicos, sino además, problemas sociales, políticos y culturales:
2. Buscar innovaciones formales elegantes, por medio de materiales convencionales
3. Buscar complejidad espacial

Todavía en la introducción, anota el acta: “tanto los proyectos seleccionados para la muestra, como los proyectos ganadores, tienen un gran significado en todos los ámbitos de la práctica arquitectónica y estimulan el desarrollo de la arquitectura a nivel nacional y regional.” De esta nueva sentencia saldrían dos nuevos criterios:

4. Buscar un alto grado de significación en todos los ámbitos de la práctica
5. Buscar que las obras escogidas sirvan de estímulo para Colombia y Latinoamérica.

Después de la introducción, en la categoría Proyecto arquitectónico y justo antes de dar a conocer el ganador, continúa el acta: “el jurado, además de ponderar la calidad de los trabajos y la variedad de sus formatos, desea resaltar y reconocer la importancia que tiene la arquitectura en la transformación positiva del espacio colectivo, como lo demuestran muchos de los proyectos aquí presentados.” De acá se podría extraer otro criterio:

6. Buscar arquitectura que transforme positivamente el espacio colectivo

Luego, para los motivos específicos por los cuales se concede el primer premio al colegio Santo Domingo, el jurado explica que se trata de: “un proyecto excepcional y serio que se implanta acertadamente en el terreno para brindarle a la comunidad un lugar significativo de reunión. Sin sacrificar la seguridad necesaria en un edificio educativo, el proyecto se abre generosamente a su entorno inmediato de tal modo que el paisaje tan determinante se convierte, de manera positiva, en una parte fundamental de la experiencia diaria de los estudiantes de este plantel educativo. Por estas razones, el jurado, de manera unánime, concede a este proyecto, el primer premio en su categoría.” De esta sentencia saldrían tres nuevos criterios:

7. Buscar excepcionalidad y seriedad
8. Buscar generosidad con el entorno
9. Buscar lugares significativos para la comunidad

En resumen, entresacados de los motivos del jurado, estos nueve criterios se pueden conjugar y reagrupar en un conjunto de nueve búsquedas que podría servir como base para un futuro sistema a priori de reglas de juego:

1. Soluciones arquitectónicas que aborden problemas sociales, políticos y culturales.
9. Lugares significativos para la comunidad

2. Innovaciones formales que utilicen materiales convencionales
3. Complejidad espacial
7. Excepcionalidad y seriedad

4. Alto grado de significación en todos los ámbitos de la práctica

5. Ejemplos para Colombia y Latinoamérica

8. Generosidad con el entorno

Reagrupados temáticamente, hay dos criterios dominantes -el 1 y el 9- que pertenecen a un mismo grupo que relaciona arquitectura y comunidad. Considerando que se trata de criterios que explican la categoría Proyecto arquitectónico, y que hay otra categoría llamada Habitat y Vivienda Colectiva, parecería que la denominación Proyecto Arquitectónico privilegia los edificios de gestión y uso público, y la vivienda colectiva sobre la individual.

La SCA, en su calidad de “curadora” de la muestra tiene la libertad de definir estas prioridades, siempre y cuando sea clara. Y el jurado, en su calidad de “evaluador”, también podría hacerlo, siempre y cuando advierta con claridad que se trata de “opciones” y no de “hechos”. Lo que parece incorrecto es que un edificio parezca mejor que otro, o más proyecto arquitectónico que otro, porque presta un servicio público.

Los criterios 2, 3 y 7 pertenecen también a un mismo grupo en el que se buscan singularidad o novedad formal, complejidad espacial y materiales convencionales utilizados con elegancia. Para no malpensar creyendo que hay propuestas no-serias, la seriedad («un proyecto excepcional y serio») deberá entenderse como una redundancia circunstancial. Como se evidencia en el análisis anterior, la denominación Proyecto arquitectónico es problemática en la medida que se refiere a edificios de gestión y uso público, problema que no se soluciona creando una categoría para la gestión o el uso privado, sino ampliando o eliminando la categoría de Proyecto arquitectónico.

En este grupo, mediante los criterios relacionados con la forma y el espacio, se presenta un nuevo sistema de exclusiones y privilegios: se excluyen ahora, mediante el privilegio de lo complejo y lo excepcional, valores de signo contrario como lo convencional y lo simple. Desde luego, en ningún lugar dice que convención y simplicidad no se hubieran premiado, pero en la medida que se premian complejidad y novedad, se implica. Bastaría que como criterio se busque la Innovación, aceptando que ésta también se puede dar por la vía de lo simple y lo tradicional; eliminando prejuicios como que la innovación se relaciona con lo complejo o lo simple, o que innovar sólo es posible en lo formal. Además, abriendo las posibilidades en innovación hacia lo que el jurado denomina “todos los ámbitos de la práctica”.

El criterio 4 “Alto grado de significación en todos los ámbitos de la práctica”, aunque el acta no especifica cuáles son estos ámbitos, se puede asumir que involucra, como mínimo y además de lo formal, la construcción y la gestión. Para evitar la ambigüedad, bastaría definir con precisión, y desde luego a priori, las concepciones de ámbito y de innovación en arquitectura.

El criterio 5 “Ejemplos para Colombia y Latinoamérica”, se refiere a la posibilidad de que un ganador se convierta en punto de referencia dentro y fuera del país. Es cuestión de prioridades, pero bastaría con que la Bienal buscara generar modelos y pautas para las universidades y el gremio dentro de Colombia. Si a los extranjeros les parece bien, tanto mejor; pero bastaría que antes de un objetivo, esto se entendiera como una consecuencia afortunada.

Lo que sí podría constituirse en objetivo, y en consecuencia en criterio de valoración, sería que los ganadores se conviertan en modelos a seguir. Con un criterio como éste de por medio, por ejemplo, un miembro individual del jurado podría, desde sus preferencias personales, defender una obra de su agrado, al tiempo que podría ceder sin objeción, ante el argumento de otro jurado sobre una obra que, siguiendo los criterios establecidos, constituiría un mejor “modelo” para las circunstancias locales. Así, las circunstancias propicias podrían llevar a impulsar el uso de una tecnología de punta o de una tecnología tradicional; o por el contrario, llevar a favorecer un modelo de gestión que promueve cierto tipo de renovación urbana y evite otra. Y si el resultado coincide con un clamor o una necesidad regional, todavía mejor.

Por último, el criterio 8 “Generosidad con el entorno”, se refiere a lo que durante muchos años se llamó El lugar y que últimamente ha evolucionado, ampliándose hacia el Medio ambiente. De una arquitectura adjetivada como Arquitectura topológica o Arquitectura del lugar, hemos pasado a Arquitectura y medio ambiente. Desafortunadamente, el medio ambiente se enreda dentro de la miríada terminológica de Arquitectura sostenible, Arquitectura bioclimática y Arquitectura ecológica. La confusión, sin embargo, sólo significa que lo sostenible se divide en ecológico y bioclimático: lo ecológico relacionado con los procesos de producción de los edificios, y lo bioclimático con el funcionamiento y mantenimiento de los mismos.

Como criterio de juicio para una Bienal de arquitectura, se podría adoptar la generalidad del Medio ambiente, siempre y cuando, como en los análisis anteriores, las definiciones sean claras y se den por anticipado.

__________________

El acta del comité de selección que conformó la muestra final y redujo los participantes de 500 a 138, demuestra otros tipos de falta de claridad: en lugar de explicar qué se privilegia y excluye, el jurado de selección se muestra sorprendido por hechos como la poca participación en vivienda de interés social y la amplia participación en vivienda individual. También se sorprenden porque la vivienda parece no ser un elemento esencial del habitat: «En la categoría Vivienda Colectiva y Hábitat, [el jurado del comité de selección] resalta la limitada participación recibida en proporción a la magnitud de obras que se producen en el país, expresa su preocupación por la mínima participación de la vivienda colectiva de interés social y la muy limitada experimentación que se evidencia en el país. Es claro el contraste que se presenta con el panorama en el apartado de vivienda individual, en el cual hubo una amplia y diversa participación, con lo cual se deduce que en Colombia aún no se ha dado un paso que nuestras ciudades y la sociedad están esperando, para que la calidad de nuestros entornos urbanos, esté fundamentada también en la vivienda como elemento esencial del hábitat».[4]

La escasa participación en vivienda de interés social corrobora lo que ya se sabe: que los arquitectos están más a gusto contratados para hacer vivienda individual y vivienda para estratos medios y altos; además, que la vivienda para estratos bajos es una cenicienta dejada en manos de los urbanizadores informales.

Sobre esta ausencia de interés por el interés social, me expongo a sugerir una reformulación para que el lamento no se limite al clamor por la falta de vivienda para pobres, por ejemplo: el comité expresa su preocupación por la incompetencia de la SCA y de las universidades para lograr que el eufemismo de la vivienda de interés social sea un tema de primera línea en arquitectura. Si hubiéramos pasado por la modernidad y asimilado los problemas de urbanización y crecimiento demográfico; o si hubiéramos pasado por la contemporaneidad y los problemas de medio ambiente, este arcaísmo de la vivienda individual estaría guardado en los museos; y la SCA, el gobierno y las universidades estarían preocupados por la vivienda colectiva para todos los estratos. Y para la sorpresa del comité porque la vivienda no sea un elemento esencial del hábitat, sugiero también una reformulación: mientras algunos seguimos esperando que “algo pase” por dentro, la SCA continúa anhelando que desde afuera “nos” consideren importantes.

Entre tanto, el jurado de la Bienal continúa conformado por un grupo de invitados obligados a actuar a la vez como legisladores y jueces; formulando sobre la marcha unos criterios para justificar unas preferencias ambiguas que deambulan entre lo social, lo significativo, la innovación, lo complejo, lo excepcional y la generosidad con el entorno.

En últimas, mediante estas denominaciones y jerquizaciones, parecería que la SCA considera que un conjunto de viviendas de estrato alto es menos como arquitectura que un colegio público, porque no es “significativo” para una comunidad. O que un colegio no hace parte del habitat porque el habitat se reduce a la vivienda. Sea como sea, deberían aclararlo.

Si se quiere enfatizar la importancia de “lo social”, seguido de todo lo demás, tendría que haber dos categorías aparte, por ejemplo: Arquitectura por Gestión pública y por Gestión privada, haciendo explícito que una se privilegia sobre la otra; en este caso, la pública. Con lo cual, lo que en realidad se estaría separando sería lo antes se llamaba Servicios complementarios y ahora se denomina Equipamientos urbanos, de lo que antes se llamaba Vivienda y ahora se denomina Habitat.

___________________

El llamado de Escala propuso que una caracterización como la de AV Monografías requiere una respuesta para evitar “panoramas desinformados y sesgados que se asumirán como verdaderos y correctos al ser difundidos masivamente”.

Los nueve criterios acá identificados podrían servir a la SCA como punto de partida para constituir un sistema a priori de reglas de juego para la próxima bienal, exonerando al jurado de la tarea de inventar sus propios criterios, año tras año. Con los ajustes y complementos del caso, también le permitirían a la SCA asumir el papel de promover una arquitectura menos interesada en el aplauso de la comunidad internacional, y más preocupada por el descalabro interno de una ciudad –un habitat– cuya mayoría porcentual sigue siendo planeada, diseñada y construida, sin que a la SCA se le mueva un pelo.

Asumo que de responder, que nunca lo hacen, lo harían de manera “tranquila y meditada”, lavándose las manos y reclamando no hay nada que hacer, que la ciudad la dominan fuerzas superiores, que los arquitectos se ocupan de otras cosas. La misma nada que hicieron con Eldorado.[5]

Juan Luis Rodríguez

____________________

NOTAS

1. El artículo La Bienal ha sido juzgada…que inicie la Bienal y las actas de selección y premiación están en www.revistaescala.com
2. Otra vez porque ya lo hice en el artículo Medio ambiente e innovación. Criterios para la Bienal XXII, artículo publicado en Memorias, Vol. 2 Núm. 3, Pontificia Universidad Javeriana, 2009.
3. AV Monografías, LATIN AMERICA 2010, número 138, diciembre de 2009
4.http://www.revistaescala.com/attachments/345_Acta%20
comite%20de%20seleccion%20de%20la%20Bienal%20de%20Arquitectura%202010.pdf
5. http://esferapublica.org/nfblog/?p=6939

Comparte este artículo:

Medellín, capital de la arquitectura de vanguardia de segunda mano

Julio 4, 2010

El proyecto ganador en el concurso para la ampliación del Museo de Arte de Medellín,  proyecto de 5-51 Supersudaca Perú, tiene una sorprendente  semejanza  con el proyecto de Herzog & de Meroun para la ampliación del Tate en Londres: un apilamiento de cajas rectangulares,  anexadas  al volumen lineal de las antiguas plantas industriales. Los interesados pueden apreciar la similitud en las imágenes de ambos proyectos, que incluyo a continuación:

5-51 supersudaca Perú

Herzog & De Meuron, Tate 2

El proyecto escogido en este concurso es el de mayor impacto mediático, siendo desechadas propuestas originales de mayor valor arquitectónico, y por consiguiente, menos arquitectura-espectáculo, como las de Alejandro Aravena, Juan Herreros, Rafael Iglesias y  Enrique Norten.

La intención de seleccionar un proyecto de carácter mediático queda corroborada con el otorgamiento del segundo puesto para el escandalosamente ruidoso proyecto de Izaskun Chinchilla.

Izaskun Chinchilla

El resultado de esta premiación  resulta absolutamente lógico, dada la participación en el jurado de Lorenzo Castro y Camilo Restrepo, quienes pertenecen al grupo arquitectónico mediático que produce la mayoría de proyectos públicos en Medellín, y que se autocalifica de vanguardia.

Alejandro Aravena (Elemental)

Rafael Iglesias

Juan Herreros

Enrique Norten

Desde  el éxito turístico del Guggenheim de Bilbao, y de los proyectos en Paris de la época Mitterrand, hacer espectáculo con la arquitectura es una operación estratégica de la política para hacerse visibles y «vender» una ciudad mundialmente.

Nuestra versión tercermundista de esta práctica es aún más sofisticada, ya que no solamente se logra construir íconos arquitectónicos que generan turismo, sino que al adjudicarle una dedicación social se logra un mayor reconocimiento en los medios internacionales.

Esta practica implica hacer proyectos cuya fortaleza está en la imagen y en su capacidad de ser mediatizada ampliamente; desgraciadamente, en la gran mayoría de proyectos de este tipo en nuestro medio, al priorizar la imagen externa, se sacrifica la calidad ambiental de sus espacios, y quienes tienen que sufrir las regulares condiciones de estos espacios, amén de su carencia de sostenibilidad, son las mismas clases desprotegidas a quienes desvergonzadamente se les publicita su beneficio.

Las beneficiarias reales de esta operación de mercadotecnia político-arquitectónica, son las imágenes de políticos y arquitectos.

Esto me lleva a preguntar: ¿cómo representar de manera adecuada, seria, profunda y contundente las transformaciones que se están dando en otras ciudades como consecuencia de acciones sociales y de mejoramiento de los contextos más deprimidos? ¿cómo lograrlo sin caer en la frivolidad, en la moda, en el gesto fútil y pasajero?

Tal vez la respuesta está en el mismo concurso: la arquitectura pura y dura como la de Aravena, Herreros, Iglesias y Norten es una muestra de que lo que es posible, arquitecturas que hablan de ellas mismas, sin llegar a la triste solución de reciclar arquitecturas foráneas de vanguardia, y las cuales celebran los medios como si fueran el colmo de la creatividad y la originalidad.

Con este hecho, Medellín ha terminado por contener la más interesante colección de piezas de arquitectura no originales, inspiradas en piezas de vanguardias foráneas previamente  publicitadas.

Hacer un tour de estos edificios, tal vez sea una buena oportunidad para quienes se interesan en la arquitectura de vanguardia y quieran ahorrarse unos pesos y poder conocer varias piezas de arquitectura mediática en boga en solo lugar. Incluyo para los interesados la lista de proyectos para este tour en Medellín, acompañados por su símil foráneo:

-Biblioteca España en Santo Domingo Savio, Medellín, Giancarlo Mazzanti

Centro Multimedia City University Hong Kong-David Chipperfield (proyecto)


-Estadios para Juegos Suramericanos en Medellin-Giancarlo Mazzanti, Felipe Mesa

Ciudad de la innovación ,Navarra-Kohle, Oiza y Araujo


-Plaza Mayor, Medellín -Giancarlo Mazzanti, Daniel Bonilla.

Museo Universitario de Alicante-Alfredo Paya


-Plaza Mayor, Medellín ,Auditorio-Giancarlo Mazzanti, Daniel Bonilla.

Aula  Magna Universidad Central de Venezuela, Caracas-Raul Villanueva, Alexander Calder


-Parque Explora-Alejandro Echeverri

Casa PR 34, Mexico D.F. – RojkindArquitectos


Guillermo Fischer


Imágenes:
Concurso MAM, Medellin: Revista av proyectos numero 035
Herzog de Meuron
http://www.dezeen.com/2007/04/01/tate-modern-2-by-herzog-de-meuron/

Comparte este artículo: