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Plagio y moral

Isaac Broid y Felipe Assadi hace poco participaron en el concurso para el Conjunto de Artes Escénicas de Guadalajara, con una propuesta que a todas luces es casi idéntica al proyecto de la Biblioteca de Santo Domingo Savio, de su amigo Giancarlo Mazzanti, proyecto que ya había sido objeto de debates por variadas causas, sobre todo, por su impresionante parecido al proyecto de concurso de David Chipperfield para el Centro multimedia de Hong Kong. La línea continúa y la falta de citación también.

I. Broid y F.Assadi: Conjunto de Artes Escénicas de Guadalajara, 2009
G.Mazzanti, Biblioteca Santo Domingo Savio, 2007
D.Chipperfield, Hong Kong University, concurso, 2003

Este doble parecido no dejaría de ser eso, un parecido, de no ser porque Broid y Assadi no dan explicaciones al hecho en su memoria del concurso; como no la dio Mazzanti en el suyo, en el que además “reutilizó” en lugar de “citar” la memoria de Chipperfield.

Evidentemente, con esta intencionada reutilización del proyecto de Mazzanti; me arriesgo a suponer que Broid nos quiere mostrar algo:

Que el repertorio formal de la arquitectura está agotado y que simplemente no queda más por hacer que reciclar. O bien, ¿será  mostrarnos –a quienes nos hemos quejado y a quienes les parece una queja injustificada– la validez ética en el campo de la arquitectura de retomar ideas proyectuales de otros autores y presentarlas como propias?

En principio, si se trata de demostrar que la arquitectura agotó sus temas, estaría de acuerdo con Broid-Assadi, más no estaría de acuerdo con que esto justifique la reproducción estilística de manera ligera, como es este caso, sin que haya una reflexión y maduración de las ideas, que de existir, le aportaría sin duda al desarrollo de la arquitectura.

Como parece que lo que vemos en la secuencia de Chipperfield, pasando por Mazzanti y terminado por ahora en Broid y Assadi, no se trata de la utilización de una tipología que implica evolución, sino más bien de un modelo, en los  términos clásicos de Quatremere de Quincy: “El modelo, entendido según la ejecución práctica del arte, es un objeto que debe repetirse tal cual es. El tipo es por el contrario, un objeto según el cual cada uno puede concebir obras que no se parecerán en nada entre sí. Todo es preciso y está dado en el modelo. Todo es mas o menos vago en el tipo…” [1], remitiendo de paso, los proyectos de Mazzanti y Broid al campo  del  zeitgeist,  o, a la frivolidad de la moda.

El utilizar la creación ajena sin reconocer la fuente es condenado actualmente por la sociedad capitalista, donde aparece el concepto de la propiedad privada, del cual se deriva el derecho a la propiedad intelectual; concepto inexistente en la antigüedad y que hace su aparición con la revolución industrial.

Se nos ha adoctrinado, como anota Stanley Fish de manera práctica en dos columnas publicadas en el New York Times :

“Estos últimos años ha existido un sinnúmero de asaltos a la noción de la originalidad, desde campos tan diversos como la teoría literaria, la historia, los estudios culturales, la filosofía, la antropología y las ciencias del Internet.

La autoria intelectual individual, como nos lo han dicho, es una invención reciente de una cultura burguesa obsesionada con el individualismo, los derechos individuales y el mito del progreso. Todos los textos son palimpsestos de textos anteriores; no ha existido  nada nuevo debajo del sol desde que Platón y Aristóteles, y ellos no eran nuevos tampoco; todo pertenece todos. En períodos anteriores las obras de arte fueron producidas en talleres por los equipos; el artesano principal pudo haberlos firmado, pero eran productos comunales. En algunas culturas, incluso valoran mas la imitación de modelos estándares que el trabajo que se destaque por la innovación. …” [2]

Aclara Fish que el problema del plagio atañe sobre todo al mundo académico, dado que para otros como  los científicos, historiadores o periodistas profesionales, el usar material ajeno sin acreditarlo es algo inconcebible. En cambio, en el campo de la música o la novela, la línea que delimita lo incorrecto y lo posible, comienza a ser difusa; y como añado yo, en el campo de la arquitectura es aun más borrosa.

Sin embargo, mientras en las artes plásticas, como en la música y la literatura la forma de calificar el plagio esta más o menos definida, en arquitectura aparentemente no existe una medida exacta para hacerlo, y esto es aprovechado de manera descarada por quienes lo ejercen. Tal vez la dificultad de establecer el plagio en arquitectura  se encuentre en la manera en que opera la arquitectura desde sus orígenes, en clara contravía del  concepto de propiedad intelectual capitalista.

En las sociedades primitivas el diseño arquitectónico hace parte de la cultura colectiva, y trabaja sobre  tipos arquitectónicos que van evolucionado con  la cultura de manera holística, así vemos en las tribus indígenas el edificar con cantos y rezos que trasmiten toda la información necesaria para este fin, sin que exista el concepto de autoría individual.

Si bien conocemos los nombres de los autores de las obras canónicas de la antigüedad clásica, es claro que trabajan bajo principios operativos proyectuales basados en el tipo como herramienta de diseño.

En la Roma clásica, el saber heredado de la cultura griega y los propios desarrollos romanos es compilado en códices como el de Vitruvio, que a su vez es reeditado por Felipe II en las Leyes de  Indias.[3]

En el Medioevo, el tipo llega a ser la manera principal de hacer arquitectura, y la aparición misma del Gótico el resultado de la obtención de conocimiento de una comunidad técnica por medio del ensayo y error, que termina por edificar un tipo arquitectónico novedoso.

En el Renacimiento se trabaja sobre tipologías y estilísticas clásicas

basadas en los antiguos códices romanos.

En el Barroco encontramos el renacer de la tratadística con sinnúmero de autores nuevamente operando con la tipología y una nueva estilística

En el siglo XVIII comienzan a aplicarse las normas que regulan la propiedad intelectual, como una consecuencia derivada de la propiedad material que genera capital.

El Movimiento Moderno, que paradójicamente buscaba una reforma social radical por medio de una arquitectura basada en la innovación como objetivo, construye una estilística comunal que buscaba significar la ruptura con la historia.

La dificultad para discernir y calificar el plagio en arquitectura yace como vemos en el carácter comunal de la creación arquitectónica a lo largo de la historia.

El plagio es un problema que atañe la esfera de la ética del individuo, dado que la moral colectiva no tiene claridad sobre lo que constituye plagio en el campo de la arquitectura.

Para Fish la investigación en la academia esta construida sobre la originalidad y el deseo de progreso del pensamiento “usted puede entonces decir que estas suposiciones y los resultados que se esperan –nuevas miradas, soluciones a problemas– serán destruidas si los estudiantes e investigadores toman la salida fácil y simplemente  copian algo que algún otro ha hecho ya.” [2]

En lo particular, y siguiendo a Fish, me tiene sin cuidado el problema moral de la copia en arquitectura, al fin y al cabo quien lo practica, más que todo, se engaña a sí mismo; mi preocupación está en el campo de lo profesional y académico.

El problema real, es que esta conducta no le aporta un ápice al crecimiento intelectual del individuo “que pierde una oportunidad para mejorar su habilidad de razonar o adquirir herramientas de habilidad”. [2]

Pero más grave aun es el daño que el plagio le hace a la arquitectura como epistemología, que al ser despojada de su capacidad de investigación y exploración pierde toda oportunidad de desarrollo intelectual.

En un medio en el que las revistas de decoración posan de arquitectura; las revistas de arquitectura posan a su vez de culturales; y las revistas culturales hacen lo propio posando de intelectuales, amén de las Bienales de Arquitectura, parecen encontrarse todas en plan de festejo del plagio, sólo resta que  quienes estamos vinculados a la academia, nos preocupemos por evitar esta práctica del reciclaje encubierto de vanguardia, como un asunto profesional; buscando que por lo menos en la academia se desarrollen nuevas soluciones y nuevas miradas, en busca de una arquitectura que resista el calificativo de vanguardia. En principio, todos estamos de acuerdo que se necesita una arquitectura contemporánea. No estamos de acuerdo con los procedimientos para lograrla, ni con los medios para publicitarla.

Guillermo Fischer

[1] Antoine Quatremere de Quincy, Dictionnaire historíque de l´Architecture, Paris, 1832
[2] Stanley Fish, Plagiarism Is Not a Big Moral Deal y The Ontology of Plagiarism: Part Two, new York Times, 2010
http://opinionator.blogs.nytimes.com/2010/08/09/plagiarism-is-not-a-big-moral-deal/
http://opinionator.blogs.nytimes.com/2010/08/16/the-ontology-of-plagiarism-part-two/
[3] http://revistas.ucm.es/ghi/02116111/articulos/QUCE8585120083A.PDF

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Sierras del Este – Arquitortura

Septiembre 18 – 2010

El texto a continuación presenta apartes de una diatriba de Lucas Ospina, publicada en La Silla Vacía como Arquitortura colombiana (diatriba arquitectónica). La selección se utiliza para destacar el conjunto Sierras del Este, al que uno de los comentaristas al texto de Ospina –que se presenta como un estudiante de arquitectura y que firma como eigenheit– tiene la caradura de objetar mediante una seguidilla de preguntas y una sugerencia: “¿Usted sabe cuánta gente vive en Bogotá? ¿Cuáles son las proyecciones de habitantes en Bogotá para el 2019? ¿Cuántas de esas personas que viven hoy no tienen casa? ¿Qué dice el Plan de Ordenamiento Territorial acerca del manejo de predios para evitar expansión?, bueno si no lo sabe, se lo dejo de tarea.”
Sin necesidad de hacer la tarea y esperando evitarle a Ospina la inútil labor, le respondo a eigenheit con una propuesta que a lo mejor lo lanza a la fama, por un camino más acorde con su «perfil».
Supongamos que las proyecciones para el 2019 fueran 15 millones, o 20 millones para el 2018, o 23.4 millones para el 2021, da igual. Si estudia arquitectura y cree que un argumento como éste justifica la arquitectura de estos edificios, le propongo pensar en un cambio de oficio y utilizar el argumento para la publicidad de la próxima equivocación de Davivienda, esta vez con los cerros de Bogotá; un patrimonio de la ciudad que no necesita estar declarado por la UNESCO o el IDPC y que olvidó mencionar en su retahíla, asumo que por andar distraído con alguno de los engatuses de última moda como la inmaterialidad del patrimonio gastronómico y los recorridos culturales; o el ya célebre eslogan según el cual la pobreza y el narcotráfico en Medellín están al borde de la extinción a punta de arquitectura; o también, el no menos célebre complejo según el cual el éxito se mide por la imagen que se tenga de nosotros en el exterior.

Juan Luis Rodríguez

ARQUITORTURA

Uno de los casos que mejor refleja la miseria a la que ha llegado la arquitectura es el de Sierras del Este en la Avenida Circunvalar con calle 61, un proyecto de: Inversiones Mendeval S.A., Arquitectura y Concreto S.A. (“Lo que soñamos Lo construimos”), Grupo INMB y Constructor Valor S.A. («Trabaja por la excelencia en arquitectura, ingeniería y construcción desde 1982») y Alejandro F. Schedling. Davivienda, la empresa que financia este estropicio, lo califica entusiasta en una valla callejera: “ Qué buen proyecto”.

Uno quisiera que todos estos arquitectos graduados en el “piratécnico” de la guachapanda o de la universidad del lobby y la cofradía, o todos esos ingenieros que se ahorran el arquitecto, dejaran de hacer “arquitortura” y dedicaran sus manitas creativas a la pintura, al video, al performance, a la multimedia, a la acuarela, y expusieran sus mamarrachadas en la inocua esfera pública del arte, en exposiciones temporales, efímeras, donde sólo los vea un curador o un curador urbano (una profesión muy apetecida por el lucro que genera pero sin valor ni valentía arquitectónica). Hay maneras de soportar el mal arte, de hacerlo llevadero, de ignorarlo, pero la arquitectura se vive día a día, y cuando es mala hace la vida miserable y sólo queda padecerla.

Si la pobreza de la arquitectura y su fantochería es más que evidente en los palacetes que se erigen para la clases media y alta, poco se puede esperar de la llamada “vivienda de interés social”, ahí se confunde precariedad de medios y bajos costos con ausencia total de inteligencia e imaginación, son “soluciones de vivienda” que apenas cumplen con dar un techo, el resultado es nefasto: una culposa ecuación incapaz de concebir que los habitantes futuros de esos nichos puedan sentir placer sensorial alguno, como si sólo vivieran para parir, parir y parir y trabajar, trabajar y trabajar; es más, muchos de ellos laboran como “rusos” en los mismos panales que luego habitan por mera necesidad o trabajan como empleados de servicio en los hogares de los mismos “arquitontos” que los condenan a vivir en cajitas de cartón.
Si se trata de inversión el dinero parece que “está en el lugar correcto”, parafraseando el eslogan de la exitosa propaganda de Davivienda. Sierras del Este es un conjunto de tres torres cada una de 25 pisos y 421 unidades de vivienda que promociona así su arribismo: “ Vivir con altura no cuesta más” y vende el metro cuadrado de $2.250.000 a $3.200.000 y sus apartamentos de $235.000.000 a $750.000.000. Pero el “lugar correcto” de la inversión en Sierras del Este limita con su chambonada arquitectónica y hace de este proyecto toda una ironía. Todo un “davivienda”, como se llama a esos personajes risibles parecidos a los que salen en las mismas exitosas y premiadas campañas publicitarias de la empresa financiera, donde por ineptitud, estupidez, chicanería o infortunio de la vida, los protagonistas siempre están en el “lugar equivocado” y se usan como contraste moralizante para enfatizar la “corrección” que se quiere asociar a la imagen de Davivienda.

En una próxima campaña se podría invitar para un rol protagónico a alguien como el arquitecto Álvaro Ardila Cortés, el curador urbano número 2 que autorizó la construcción de Sierras del Este, él es otro “davivienda”, igual de inepto y pantallero al comentarista de fútbol de una serie reciente de comerciales exitosos que la empresa hizo en torno al mundial de fútbol. Sin embargo, puede que Davivienda tenga razón y Sierras del Este lo tenga “todo”, incluso arte: estas moles de ladrillo son un monumento a la codicia; tal vez por eso, vecino a Sierras del Este, se erige Kandisnky, otro falo altanero de ladrillo insuflado con el mismo viagra mercantil.

Las esculturales moles de Sierras del Este son el exacto opuesto de otro conjunto de torres. No, no se trata del ponqué blanco con gafas azules, más al norte sobre la misma avenida y empotrado en una cantera, donde dicen que vivirá Juanes o Shakira como si estuvieran en Cartagena o en Miami, un rechinante ejemplo del poco gusto de los que imponen el gusto, una mole más que desnuda la mendicidad espiritual del imaginario de nuestros pobres ricos. No, estas torres ejemplares se alzan más al sur, sobre la carrera quinta, son las Torres del Parque, de Rogelio Salmona: tres caracoles rojos y zigzagueantes con varias gamas y juegos de ladrillo, un placer progresivo para la vista, para sus habitantes y para el peatón.

Salmona imaginó, planeó, luchó y logró que las áreas de circulación privadas que rodean estos edificios estuvieran abiertas al público, el arquitecto diseñó un sueño de escalinatas que le regala un tiempo al peatón para pensar paso a paso en las subidas, bajadas y meandros de la vida, además, a pesar de tener licencia y presupuesto para construir más pisos y más apartamentos, el arquitecto, generoso, usó ese excedente para construir cielo y dejar circular el aire. La existencia de las Torres del Parque es la crítica más demoledora aSierras del Este, el talento de Salmona hace más que notoria la ineptitud y la codicia de los implicados en este esperpento, no sobra repetir sus nombres para que queden bien grabados en la historia universal de la infamia arquitectónica: Inversiones Mendeval S.A., Arquitectura y Concreto S.A., Grupo INMB y Constructor Valor S.A. y Alejandro F. Schedling, sin olvidar a Álvaro Ardila Cortés, el curador urbano que autorizó la licencia de construcción por 84.126 metros cuadrados de esta obra. Por cierto, ¿a más metros cuadrados autorizados más ganan los curadores?
Sierras del Este bloquea sin compasión —y sin dar nada a cambio— gran parte de la vista sobre los cerros, un patrimonio intangible de todos los bogotanos (¿dónde está el Alcalde de Bogotá?, ¿lejos? ¿en el Polo Norte? ¿en Sierras de la Anapo?¿Dónde está la Ministra de Medio Ambiente?¿entre el cerro?). Además, Sierras del Este, con sus tres torreones de lichiguez, a diferencia del caso de las Torres del Parque, ignora a los muchos peatones que tienen que circular obligatoriamente por esa pendiente, muchos de ellos estudiantes de una universidad vecina y habitantes de un barrio de otro “estrato” que atraviesan por su cuenta y riesgo la Avenida Circunvalar; todos ellos deben bajar y subir por una precaria trocha ante la mirada despectiva de estos claustros de hediondez visual enmarcados con firmeza en sus implacables cerramientos llenos de porteros y porterías: “pobres”, pensarán los mirones desde el encumbramiento seguro que les da su nuevo apartamento.

Una realidad: tras el gran temblor que destruirá a Bogotá, la ciudad tendrá una nueva oportunidad para el ejercicio de la arquitectura, de la curaduría urbana, del urbanismo, de la crítica, por ahora hay que esperar, cada uno metido en su hueco.

Lucas Ospina

Artículo completo en:

Arquitortura colombiana (diatriba arquitectónica)

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El cliente

Como lo dijo el gran arquitecto norteamericano del  XIX, Henry Hobson Richardson, el primer principio de la arquitectura (trabajo o deber, hay varias versiones) es conseguir el encargo, en lo que insistió, décadas después, el húngaro Marcel Breuer: “Un pintor hace algo y entonces lo vende; un arquitecto lo vende primero y después lo hace” (Sargent, Profile of Marcel Breuer, c.1971). Los negociantes de propiedad raíz se dicen promotores para disimular, las escuelas de arquitectura se quedan si mucho en los usuarios, y los historiadores del arte los llaman mecenas. Pero poco se habla de los clientes pese a que reúnen en una sola persona (y sus familiares y amigos y asesores ad hoc) al promotor y el usuario, y a que el éxito de un arquitecto es convertirlos en mecenas que utilizaran asiduamente sus servicios.

Las Pirámides no existirían sin el faraón Zoser ni el templo de Hatshepsut sin la Reina. Ni el Partenón sin Pericles ni el Panteón sin Adriano. Ni Santa Sofia sin Justiniano ni Sainte Dennis sin el abate Suger ni San Pedro sin varios Papas. La Alhambra sin los reyes Nazaríes ni El Escorial sin Felipe II ni Versalles sin Luis XIV ni Brasilia sin Juscelino Kubitschek. Ni el centro Pompidou sin Pompidou. Y fueron las Capuchinas Sacramentarias del Sagrado Corazón de Jesús las que permitieron que Luis Barragán realizara su estupenda capilla de Tlalpan en Ciudad de México. Como dice Raúl Ferrera, su colaborador, en su libro sobre la misma, la presencia del cliente en el éxito de una obra arquitectónica es fundamental “para que se realice la belleza y la conjunción natural de todos los materiales que la producen”.

Son muchas las conjunciones de cliente y arquitecto que han dejado hitos de la arquitectura.  Eusebi Güell y Antoni Gaudi. El doctor Dalsace y Pierre Chareau. El padre Couturier, el doctor Curutchet y Pierre y Eugenia Savoie con Le Corbusier. Edith Farnsworth y Ludwing Mies van der Rohe (pese al pleito). Harry Gullichsen y Alvar Aalto. Jonas Salk y Louis Kahn. Frank Lloyd Wrigth y Edgar Kaufmann, quien auspició por insinuación de su hijo esa obra maestra que es la Casa de la cascada. O cuando el arquitecto es su propio cliente como en los Taliesin de Wright, la casa en Muuratsalo de Aalto, la de cristal de Philip Johnson, la de Barragán o la de Óscar Niemeyer o la de Rogelio Salmona, que si que supo cultivar sus clientes, o cuando otros arquitectos son los intermediarios como en algunas de sus obras maestras.

Es imprescindible en los clientes un mínimo de cultura y sobre todo sensibilidad a ambientes, espacios y volúmenes. Que sepan comunicar sus deseos y necesidades, sueños, expectativas y posibilidades, buscando del arquitecto una obra memorable. Como se ha dicho, que digan el “qué” e incluso que insinúen (respetuosamente) soluciones pero que dejen al arquitecto el “cómo”. Deben tener paciencia con él, y confianza en su idoneidad y experiencia. Por eso se dice que no se escoge un proyecto sino un arquitecto. Lo que les llevará a respetar sus ideas que les explicará con textos, dibujos y maquetas o animaciones enseñándoles arquitectura . Sin clientes no hay edificios, y aunque buenos arquitectos siempre hay, sin buenos clientes no hay buena arquitectura ni construir es placentero.

Benjamin Barney

publicado en El País, Cali 05/08/2010

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Sugerencia para Arcadia

Agosto 4 – 2010

Comento dos afirmaciones del artículo de Arcadia Los premios de la bienal. Arquitectura de la ciudad. Andrés Ramírez pasa revista a los premios entregados en la XXI Bienal Colombiana de Arquitectura.

1. «Qué bueno que ya estemos superando los discursos de estilo y de la búsqueda de identidad (por ejemplo, que una obra colombiana debe ser en ladrillo, y que todo aquel que proponga algo diferente se le acuse de plagio).”

Si alguien se atreve a publicar en una revista de circulación nacional la afirmación que una obra debe ser en ladrillo para que sea «colombiana»; y si se atreve, además, a sugerir que a quien proponga algo diferente se le acusa de plagio, debería por lo menos cuidarse de presentar su temeridad como un hecho cumplido.
El tema del plagio en arquitectura al que alude esta sentencia se refiere a la opinión del arquitecto Guillermo Fischer, según la cual hay edificios que se presentan como originales, pero que son en realidad una reedición de la vanguardia europea.
La imputación puede ser verdadera o falsa, y para ponerse a favor o en contra habría argumentos de sobra de lado y lado. Sin embargo, a nadie se le ha acusado de plagio por no hacer edificios en ladrillo; como a nadie lo eximiría de un eventual plagio, el hacer cosas «diferentes».

2. “Es un premio a un modelo de ciudad que entiende la arquitectura como un camino para reducir la enorme desigualdad que reina en las calles.”

La ingenuidad no se detiene. Por enésima vez, desde que se premió la Biblioteca España en la Bienal Iberoamericana por su capacidad para reducir la pobreza y combatir el narcotráfico -además de su reconocida y meritoria potencia icónica- reaparece la condescendiente idea, convertida en virtud arquitectónica. Según ésta, la desigualdad no se reduce mediante política, sociología y economía, sino a través de la revolucionaria arquitectura contemporánea. Un estribillo que pretende convertir en verdad una falacia mediante la cual la nueva arquitectura sería buena porque es nueva y porque establece nuevos paradigmas, mientras la otra, la que no es «diferente», es mala porque responde a viejos dogmas.
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Ligerezas de este tipo caen mal en medio de un ambiente contaminado por hechos como la reciente condena por plagio a Luz Mery Giraldo, una profesora experta en literatura, estigmatizada como tramposa por cuenta de la opinión de una estudiante confundida, quien también tomó a la ligera el tema de la proveniencia de las ideas y de cómo éstas se reconocen y discuten públicamente.

Como enunciados críticos, formulaciones como éstas equivalen, en mi opinión, a asegurar que mis tenis son mejores que los suyos porque son Adidas. Aun tratándose de una opinión firmada por un columnista, si Arcadia como institución cultural quisiera contribuir a la irresuelta discusión sobre el plagio, y de paso promover la arquitectura contemporánea, ojalá lo hiciera de manera sobria y analítica; dos adjetivos de los que carece por completo este florido exordio dedicado a la obra ganadora en la categoría de Proyecto arquitectónico en la recientemente juzgada Bienal colombiana de arquitectura.

Juan Luis Rodríguez

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Germán Téllez se refiere de otro modo al mismo problema de la pobreza crítica en la entrada:

http://torredebabel.info/blog.php/?cat=18

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OBSERVACIONES SOBRE LA CIUDAD ANÁLOGA


Matteo Agnoletto

Traducción de Nancy Rozo

Como en todas las ciudades existentes, también la città análoga de Aldo Rossi, una ciudad sin lugar ni tiempo, es el éxito de un largo proceso de gestación, que subyace en un acto de fundación y un intenso periodo de sucesivas estratificaciones, en este caso la naturaleza teórica y conceptual. Al enunciar los fundamentos de la teoría de la “ciudad por partes”, Aldo Rossi había renunciado a aceptar la peligrosa ruptura entre arquitectura y ciudad, y por consiguiente entre proyecto y realidad que a mediados de los años sesenta se instituía a través del trabajo de los radicales y el descubrimiento de la utopía, como una posible alternativa al funcionalismo y a la doctrina de los maestros del International Style.

La otra, contraria a la modernidad de la búsqueda rossiana -una tercera modernidad formulada con rigor disciplinar en las páginas de L’architettura della città2- reconoce en primer lugar el tejido urbano como un hecho independiente, irreproducible, heterogéneo y no clasificable en esquemas geométricos normatizados y absolutos. Observada como una “gran obra”, la ciudad es analizada en su variedad morfológica en cuanto resultado imprevisto de una combinación arbitraria y polivalente de arquitecturas individuales, medida ya sea en la dimensión espacial a través de sus “fragmentos” físicos constitutivos, o en la temporal con “los momentos diferentes” que contribuyeron a su periodización y a su exasperada conformación. El segundo asunto intrínseco filtrado con la teoría de la “ciudad por partes” fuera de cada modelo urbano unitario y preconstituido de derivación clásica. En el descarte entre el tradicional hábito de dibujar la ciudad limitada e identificada a través de una voluntad de forma – la forma urbis de Palmanova y de la Ville Radieuse- y la nueva visión moderna del mosaico de Rossi orientada hacia la concatenatio, el mensaje es a final de cuentas explícito: la ciudad no puede ser pensada en su totalidad o por fuera de una forma espacial cumplida. Esta pérdida de verdades totalitarias incluidas anteriormente en el modelo avala la recuperación de la pluralidad, privilegiando la complejidad en vez de la linealidad e introduciendo lo indeterminado en sustitución de la unidad metropolitana, de ascendencia hipodamea y gropiusiana. Traduciendo el conocimiento descubierto en Boullée al plano urbano, Aldo Rossi intuye que la ciudad, como no tiene una sola y obvia atmósfera, produce infinitas tensiones y nexos destruidos entre las cosas. Su estructura expresa muchos caracteres, algunas veces autoreferenciales, condicionando la comprensión, fundada sobre la diferencia de los hechos urbanos, construida sobre sectores morfológicos y alimentada por formas autobiográficas e inconscientes, tejiendo una relación insuperada entre forma e imagen indiferente de la función. Estas “partes”, además descomponibles en “piezas”, están clasificadas en elencos formales y predispuestas para ser colocadas en un orden alternativo y no previsto, a través del procedimiento aditivo. La puesta punto de la teoría de la “ciudad por partes” es para Rossi un expediente didáctico que se revelará en grandes actuaciones operativas desde allí a años después, especialmente por organizar la estructura de sus estudios, impuesta sobre el análisis urbano y sobre códigos relacionales que construyen la ciudad, tomados y aplicados en el proyecto. La persistencia y las permanencias urbanas deducidas por Poëte y Levedan, los elementos primarios y fijos de los monumentos y las tramas continúas de la residencia, “piezas de ciudad” unidos a la experiencia, refundan los procesos compositivos con los materiales provenientes de la ciudad, volviendo vana cada tentativa de mera ilusión y gratuita creación. En l’architettura della cittá este paso de la pura teoría a la aplicación proyectual aparece sin resolver, ni puesto de manifiesto. Si en el libro más conocido de Aldo Rossi, la teoría analítica todavía es un razonamiento acerca de la problemática de la arquitectura explicada siguiendo el planteamiento del tratado más que del manual, la acción para conseguir la obra, necesita de un mayor grado de precisión y profundización epistemológica. Tal acción se obtiene con la tesis paralela de la città analoga, que de escritura se transforma en dibujo y después en proyecto, estableciendo las bases para una metodología de la composición avanzada, coherente con las propias premisas y estructurada sobre principios artísticos y tipológicos consolidados.

Las ideas iniciales relacionadas con el tema de la analogía aparecen de manera difusa en libros colectivos y con más frecuente periodicidad en los primeros Quaderno azzurri al final de los años sesenta, intensificándose en el octavo (VIII), del 10 de julio de 1971, en los días en los que se desarrollaba con Gianni Braghieri el proyecto del Cementerio de Módena, admirable opción por los mecanismos análogos, cuando Rossi escribe: “Sistematización de los apuntes para la città analoga, dudas sobre la ejecución o conclusión de este libro- La città analoga como la acción paralela”3. En 1973, simultánea a las primeras impresiones y a las afortunadas traducciones de L’architettura della città, aparece en el colofón de las ediciones Franco Angeli, indicada como “próxima a salir” en la colección de libros dirigida por Massimo Scolari, un texto esperado de Aldo Rossi, titulado La città analoga4, “una especie de proyecto, de obra directamente de tendencia […] no siendo todavía un libro de proyectación como había intentado, sino un libro con mayores indicaciones con respecto a la arquitectura de la ciudad”. El anuncio fue hecho en Architettura Razionale, volumen que recoge las contribuciones a la Sección encargada a Aldo Rossi por la XV Trienal de Milán y momento de identificación de la Tendenza5. Durante esa misma muestra en Milán6, Arduino Cantàfora representa la sugerencia de Rossi, en el lienzo prospectivo de la città analoga: mezclando arquitecturas rossianas con edificios anónimos, monumentos urbanos y citas afectivas a proyectos de Behrens, Loos, Boullée, Hiberseimer – lenguajes entre lenguajes– la ejemplificación pictórica de Cantàfora declara la intención del maestro. El gran óleo es la primera traducción gráfica del concepto rossiano, todavía empírico y en fase de perfección, que aplica explícitamente la técnica combinatoria de las visiones fantásticas de Canaletto, de algunos pintados por William Marlow y John Soane, de los cuadros pintorescos y del paisaje inglés que suman arquitecturas de diferente estilo y aparentemente pertenecientes a tiempos diferentes al del núcleo de la composición. La complejidad de los contenidos propios de las temáticas y de las operaciones que justifican la città analoga permite que se relacione sin cambios con la historia. Saliendo del laberinto de la improvisación y de la casualidad, satisfacen el haber seleccionado el terreno cierto de la consciencia, la trama plural preseleccionada por Rossi distingue la poética de la monotonía perfectamente lineal, repetitiva y estática de cierta arquitectura similar en la que se basan Giorgio Grassi y Vittorio Gregotti, transformándola fácilmente en reconocible. Además de las referencias al naturalismo7, al pintoresquismo, al surrealismo de Breton, la città analoga se traduce en simulacro expresivo de la ciudad informal, reflejando sus reglas, basada en hechos urbanos de la realidad más que en las ilusiones de las ideas, el antimodelo que asegura la decadencia de los instrumentos racionalistas de control urbano, una especie de contramanifiesto al pensamiento de los intérpretes del Movimiento Moderno, alegoría según la definición de Manfredo Tafuri, pero también metáfora y similitud en continuidad con los caprichos del setecientos distinguiéndose de los collages y de los ensamblajes de las vanguardias8. Se propone como exacto corolario de la teoría de la “ciudad por partes”, teniendo en cuenta el anillo de la conjunción entre teoría y practica, la planta de la cittá análoga se convierte en solución operativa que permite extraer simultáneamente de la historia y la realidad de las ciudades invariantes formales y signos semánticos, para recomponer y restituir una nueva convivencia por medio del proyecto. Los tiempos de la ciudad son los que deben ser comparados en el mismo plano, extrayendo de proyectos autobiográficos y de la arquitectura del pasado, las partes y las zonas de la cittá analoga, en su definitiva pero no última representación veneciana. La città analoga, como todas las ciudades reales, tiene misterios y contradicciones, aceptando entre sus mallas agitadas las interferencias electrizantes entre la inadvertible presencia de la iglesia de Ronchamp y las fantasías piranesianas, entre la fuente de Segrate y la línea serpenteante del jardín schinkeliano, entre una sinécdoque de la Gallaratese y los fragmentos de la ciudad de Cesariano, expresando las secuencias temporales de la historia, privada de jerarquía de valor, dejando a la memoria personal y colectiva los criterios de selección. La correspondencia instaurada entre los términos de la realidad y del proyecto justifica también la manipulación de las formas por medio de la imagen, evitando la arbitrariedad y la invención, en favor del empleo de situaciones conocidas y ya dadas. La limitatio lingüística de los elementos utilizados por Rossi es igualmente empleada en los proyectos y fijada en los innumerables bocetos elaborados como diseños paralelos, posteriores o integrados en la investigación proyectual, de las heliografías de la Venecia análoga a las coloridas series de composiciones urbanas con monumentos y de las Geometrías de la memoria, derivados de los contenidos de la cittá analoga. La conjugación de formas extraídas de la ciudad y la transferencia de los objetos a un entorno complementario de arquitectura para hacerle participes de nuevos eventos determina un conjunto de composiciones articuladas, que se basan en la técnica de la naturaleza muerta adoptada en la pintura, retomando las colecciones de objetos de Giorgio Morandi, las visiones metafísicas de Giorgio De Chirico y los paisajes industriales de Mario Sironi. De tal modo que, las repeticiones lexicales, el choque formal, la adición de los elementos de un ábaco construido apriori establecen el método que soporta magistralmente resumido en la tavola veneciana, la superficie lisa sobre la cual se apoyan los emblemas de la ciudad y síntesis de la que emerge inconscientemente el mundo en el cual se actúa, sin que los actores de la arquitectura mediática lo comprendan. Este collage muestra con claridad el pensamiento insistente que Rossi ya había anunciado seis años atrás, a propósito de una lectura de la ciudad de Padova: “Yo creo que el modo más serio para actuar en la ciudad, o para entenderla, que no es muy diferente, es el de medir entre la ciudad real y la cittá analoga, que esta sea la proyección auténtica de la ciudad”9

La incomprendida inactualidad de Aldo Rossi es de naturaleza estilística e iconográfica, sustancialmente ignorando la implicación de su pensamiento respecto al debate contemporáneo. Observando su arquitectura, se encuentra insistentemente un fondo preciso, coincidente con la ciudad real como lo prueban muchos de sus dibujos. La arquitectura corriente no exige este fondo, del cual puede paradójicamente cortarse, desarrollándose por gestos autónomos respecto a la presencia de la ciudad y colocándose entre sus espacios intersticiales con superficial indiferencia. La actual cultura dominante no busca raíces en el palimpsesto urbano: por una parte está atenta a una mímesis natural y orgánica con el paisaje, por otra parte se libera de la realidad mediante espectaculares acrobacias formales. Los principios y las metodologías inherentes a la città analoga introducen algunos mecanismos compositivos verificados por diversos autores de diferente escuela y formación, permanecieron inalterados y compactos hasta el inicio de los años noventa, después de la preocupante crisis en la que todavía se encuentra la arquitectura de la ciudad. A diferencia de las actuales técnicas proyectuales, la forma de Aldo Rossi no es singular ni única, ni modificable y mutable. A la fijación y al recurso de los tipos rossianos se opuso la aleatoriedad y la improvisación de las formas contemporáneas. En realidad, una rama de la arquitectura actual muestra el éxito de una cierta actitud que hunde sus raíces, más o menos deliberadamente, en la misma narración, sin embargo el resultado madurado aparece débil respecto a sus ambiciosas premisas y vaciado por su coercitiva fuerza teórica y critica. El razonamiento del edificio en sí, sobre la arquitectura que construyéndose autónomamente busca una adhesión a la ciudad se desvanece con la caída de la confirmada falta de esta relación. La arquitectura se transforma en una figura inefable, forma inconclusa y no más vector capaz de interactuar con la estructura urbana. Entre la experiencia de esta tercera modernidad, velozmente indagada en sus casos mas emblemáticos, emergen trazos de una inesperada continuidad, ante la que parece oportuno relajarse.

En la anexión identificada por Rossi para extinguir la distancia invisible entre el sentido del proyecto de la arquitectura y la ciudad, entendida como escenario de su aparición obligatoria, la cittá analoga concreta como necesaria fórmula resuelta de la ciudad consolidada. En la dimensión analógica fue recogida la existencia de la forma original, pero no originaria, de la ciudad, perdida con la toma del poder de las manifestaciones contemporáneas que dejaron de lado la teoría urbana. Respecto a esta ausencia, sus resonancias se transmiten enparalelas posiciones proyectuales que no se desvían del pensamiento rossiano, de tal modo que los espectros se alejan de su temida e irrecuperable interrupción. De la misma manera se justifica la crisis con respecto a la que evaluar las incomprensibles formas que ignoran esta relación entre ciudad, proyecto y realidad. Las sedimentaciones radicadas en la historia de un método fundado sobre la reescritura de los elementos preescogidos y sobre la asociación de las partes se encuentran desde la época Romana: Villa Adriana, el Palacio de Diocleciano en Spalato, ciertos encausti pompeyanos son fracciones de ciudad articuladas, concebidas a través de combinaciones de estructuras tipológicas y formales predefinidas. El mismo enfoque de episodios privado de reglas ordenadoras aparece en los grabados del puerto de Alicarnasso de las ediciones del tratado de Vitrubio, ejemplificando el alma de la ciudad antigua como artful confusion para retomar una aguda definición de Manfredo Tafuri. El valor de la forma en sí de la arquitectura particular, vista y restituida individualmente, contribuye a indicar la sustancia de la ciudad como resultante de la arquitectura, estableciendo en la soledad de las formas el legado de los sistemas urbanos. Pero respecto a la analogía débil de las texturas usadas por Robert Castell en el rediseño de las villas romanas, de los desmembramientos actuales de Piranesi en el Campo Marzio, residuo de una ciudad pensada por fragmentos y gobernada por la pura invención de sus alusivas arquitecturas, o de la ciudad—selva de Milizia, que ve renacer la casa primitiva en el contexto caótico y desordenado de la estructura urbana entre una muestra de estilos tomados y usados libremente, la ciudad de Rossi no convive con el sueño del arquitecto, contrariamente buscando una coexistencia entre “cosas” verdaderas y “cosas” imaginarias con el fin de traducir y explicar las técnicas con las cuales se compone espontáneamente la ciudad visible. Un paso que se dilata a la Propuesta arquitetónica para el este de Roma firmada por Carlo Aymonino con Costantino Dardi para la Trienal de 1973, construida mediante el emparejamiento de la autocitación de arquitecturas ya diseñadas y la dislocación de artefactos extraídos de la historia e instalados en la periferia romana. El proyecto de Aymonino, el primero en solucionar a nivel proyectual las técnicas de la città analoga, se mantiene en un realismo crítico operativo atento a los fenómenos urbanos, ubicados en el espacio como lugares centrales caracterizados por un reconocimiento morfológico específico y un nuevo uso de los ejemplos seleccionados. El trabajo por medio de la citación y de la desterritorialización del original es el mismo que algunos años mas tarde verifica James Stirling para Roma interrotta (1978). Aportando creaciones temáticas a la planta del setecientos de Nolli, Stirling ve en el nuevo contexto prototipos y formas de proyectos propios resistematizados con el método “con—texturologico—associativistico”. Entre el Tevere y el Gianicolo, la colosal mezcla de las obras stirlingianas procede por reiteración y adaptación de los propios objetos encontrados, ya aparecidos en otras situaciones, dialogando de cerca con Colin Rowe, que con Collage City subraya algunas cualidades urbanas que la città analoga había evidenciado: la acumulación de los signos, la aparición del lleno a expensas del vacío, la acumulación formal, el valor puntual de la arquitectura singular son los principios de esta tercera modernidad terminada ulteriormente por Oswald Mathias Ungers con la “estrategia de los lugares complementarios” y la “ciudad archipiélago”. Lasumatoria de los conjuntos urbano y el montaje tipológico de Ungers reescriben con fragmentos la ciudad compuesta, confluyendo en la idea de la “ciudad en la ciudad”, magistralmente refigurada en la planta de las manzanas urbanas de Berlín discutida en la Sommerakademie en 1978 y en el proyecto complementario de Kulturforum. Tal descomposición documentada con el desmontaje y el sucesivo reagregarse de las piezas, se ramifica directamente por los dispositivos que preside al paradigma de la cittá analoga. Halando los propios razonamientos iniciales del proyecto de Berlin de Ungers, en el cual está personalmente involucrado, Rem Koolhaas habla de “una versión actualizada de un paisaje de Caspar David Friedrich —selva teutónica atravesada por las carreteras de Arizona— en sustancia una segunda Suiza”.

Con estas referencias dispares y con las contaminaciones entre hechos distantes en el tiempo y el espacio, evocados a la manera de Proust y ensamblados en un nuevo proyecto, Koolhaas dirige ese proceso compositivo que se perpetuará en las páginas de S, M, L, XL ilustrado con los diagramas para la Exposición Universal de París y en la enunciación de la teoría de la tabula rasa. Un proceso extremamente complicado y verificado en sus intermedias y agitadas demostraciones avanzadas con las hipótesis para la ciudad de Melun-Senart y el parque de La Vilette. En este último ejemplo, la teoría de la “ciudad por partes” es una vuelta cartesiana a través de la reunión de las “fasce” (franjas) temáticas empleadas como dispositivos formales. La idea de congestión y de la densidad presente en los bocetos de Rossi es declaradamente interpretada y amplificada por la cultura proyectual patrocinada por Rem Koolhaas. No por casualidad, Cohen habla de la metrópolis de OMA como de una “sorprendente composición de repertorio a partir de un collage de proyectos heteróclitos” y del montaje de los episodios singulares a través de “scripts impredecibles” empleando un “proceso de descontextualización” de ciertas arquitecturas transformándolas en nuevas e inéditas “unidades”. Koolhaas, continua Cohen, “rinde homenaje a la dimensión experimental de proyectos consignados por la historia […] que restituye una oportunidad operativa”. Mientras Rossi prefiere limitase a los arquetipos arcaicos de la historia -primeros elementos irreducibles- y a las formas encontradas y descritas en su vida -formas de afecto, ligadas a la memoria personal- el ventilador de las propias citaciones, desandando las impresiones probadas, Koolhaas se basa en el pasado reciente, saqueando el inventario formal producido por el Movimiento Moderno. Las formas son dispuestas sobre el plano de la ciudad de forma imprevista, sin una geometría organizadora, deslizándose a través de los dibujos de Rossi y llamando la plop architectura de Philip Johnson, por el cual los edificios se disponen en la ciudad como si fuesen “hechos caídos” casualmente. De la misma forma son reconducidas las abstracciones teóricas de las pinturas de Daniel Libeskind, los dibujos de ciudad de Franco Purini, los emplazamientos urbanos de John Hejduk para el área de Prinz-Albrecht-Palais en Berlín (1984), el Atlantis de Leon Krier (1987), las recientes Patchwork Metropolis de Willem Jan Neutelings, el After Sprawl de Xaveer de Geyter, el complejo residencial Toolenburg-Zuid de Steven Holl. En este sentido, en la heterotopía sostenida por la cittá analoga, la devastación de la sintaxis que tiene unidas las cosas ylas formas es aceptada como dato de hecho incontestable. La diferencia consiste en el diálogo convincente realizado por Aldo Rossi con esta situación, recurriendo a la teoría y a las reglas de la realidad para garantizar el suceso, mientras el pensamiento contemporáneo se pierde en la producción trabajada de imágenes. Sobreentendiendo los cuatro hombres del desierto puestos por Rossi al centro de la tavola de la cittá analoga encaminados a pie hacia un horizonte iluminado cuyo objeto no es desconocido, la arquitectura contemporánea decide recorrer senderos oscuros, cuando la vía hacia la ciudad conocida ya está trazada, demostrándose segura ante quien la ha querido devorar sin arrogante presunción.

 

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TRANSFORMACIÓN Y PERMANENCIA: LA CONTEMPORANEIDAD DE ALDO ROSSI


Ana Tostões

Traducción de Liliana Ruíz

En 1966, cuando Aldo Rossi publicó La arquitectura de la ciudad, activó un poderoso e profundo mecanismo de gran impacto en la cultura arquitectónica. Personaje del mundo de la arquitectura y de la cultura, Aldo Rossi promueve la refundación de la disciplina arquitectónica, elaborando una propia metodología que alcanza una amplia repercusión internacional. La búsqueda de una continuidad en la arquitectura fue uno de los elementos principales de su acción y el argumento que me interesa tratar. Este artículo tiene como objetivo analizar e interpretar la consecuencia de los textos de Aldo Rossi, a través de La arquitectura de la ciudad, y por tanto de la teoría que realizó de tal modo que se entendiera su repercusión en el tiempo y en el espacio.

Arquitectura en continuidad

La contemporaneidad de Aldo Rossi está en la conciliación con el pasado que introduce en la cultura arquitectónica, seguido por lo que significó la ruptura que resultó del radicalismo de las vanguardias de principios del siglo XX. Esta visión de la arquitectura como continuidad pacífica entre arquitectura contemporánea y arquitectura del pasado, aunque se entiende cómo pasado el reciente Movimiento Moderno, introdujo un elemento nuevo en el siglo XX: el valor de una larga permanencia. Este sentido de durée crea una relación con el pasado pero al mismo tiempo con el futuro en cuanto sugiere una metodología de trabajo. De este modo, crítica e historia vienen a ser considerados instrumentos de proyecto.

Siguiendo la línea de enseñanza de Ernesto Nathan Rogers, Rossi desarrolló y profundizó en tres temas claves para la construcción de la cultura arquitectónica del futuro: 1) la importancia del contexto, ya sea que se trate de las pre-existencias ambientales o ya sea del paisaje urbano; 2) el papel crucial de la historia de la arquitectura y, desde este punto de vista, el deber de continuar la enseñanza de los maestros antiguos y modernos; 3) el carácter central de la discusión sobre las tradiciones en la ciudad europea y la idea de monumento.

1) La defensa de la tradición hecha con rigor y con un espíritu progresista creó un dato nuevo: una obra dirigida a la tradición y al contexto en el cual se insertaba era más moderna que una obra que siguió acríticamente un estilo internacional. Este postulado negó la dicotomía entre la tradición y la modernidad que el esquematismo moderno había formulado. Esta dicotomía se volvía inútil porque la esencia de la creación moderna volvía a basarse en la reinterpretación de la tradición. A su vez, la tradición era entendida como un orden que llega a otro orden, más amplio y nuevo, a través de la crítica racional(1).

2) La relación privilegiada con la historia es considerada como un mecanismo disciplinar. Rossi enfrenta y reconoce los maestros de todas las épocas. Sin preconceptos fue capaz de entender y descubrir el valor de las contribuciones tan diferentes de Loos o de Mies, Boullée o Violet-le-Duc, o del turinense Antonelli. Le interesaron Adolf Loos y Mies van der Rohe porque fueron (entre los modernos) los que establecieron mejor la continuidad de la arquitectura con el propio pasado. Es decir que lo que le seducía de la personalidad de Loos era su ser como arquitecto capaz de crear una relación entre las grandes cuestiones: la cultura local, el artesano, la historia, el teatro y la poesía. Mies fue el único capaz de concebir las arquitecturas y los objetos cotidianos que trascienden tiempo y función.

3) La continuidad critica inherente al contexto defendido en el cuadro moderno de los años cincuenta, integra el contexto urbano y da lugar a la difusión de las ideas expresadas en La arquitectura de la ciudad. Esta posición coloca la cultura del lugar, el concepto del genius loci, desarrollado por Norberg Schulz2, al centro del proyecto urbano. La arquitectura va a encontrarse entre los bienes culturales del hombre y es percibida como la posibilidad de creación de lugares significativos3. La cultura del lugar promueve el estudio de la tradición tipológica y formal de cada contexto. En la defensa de un nuevo formalismo, basado tanto en principios de renacimiento como en el racionalismo italiano de los años veinte y treinta, Rossi define la ciudad como un conjunto de “artefactos urbanos”.

Siguiendo los principios compositivos de los arquitectos de la Ilustración, Rossi crea una obra total y sorprendentemente moderna, proponiendo una morfología urbana basada en el contexto histórico, sobre un número limitado de tipos de edificios, y sobre lo que llamó una “arquitectura autónoma” de formas geométricas abstractas, que evocan recuerdos y memorias accionadas por medio de la analogía. La valoración del monumento resulta una pieza fundamental para definir la imagen y el carácter de la ciudad e implica una visión de la ciudad radicalmente diferente a la del Movimiento Moderno(4). Expresando la voluntad de evocar los monumentos como definición de la memoria de la ciudad, el pensamiento de Rossi (y también su arquitectura) demuestran que el objetivo de la arquitectura de la segunda mitad del siglo era querer estabilizar una comunicación entre la arquitectura y las personas, que se pueda alcanzar a través del instrumento de la memoria. Así la memoria, de la tradición de la historia, puede ser un instrumento, el medio para restablecer la capacidad comunicativa y cultural de la arquitectura. Transformándose, de este modo en un método creativo para el diseño contemporáneo.(5)

El proceso científico

La arquitectura es concebida como un proceso de conocimiento. La necesidad de orden y de conocimiento científico junto con la voluntad de crear mecanismos claros de actuación a partir de la crítica y de la historia, alimentan la visión de un proceso científico adaptado a la arquitectura. La arquitectura de la ciudad es un momento de síntesis con un objetivo muy claro: la comprensión científica de la ciudad como hecho construido, el estudio de sus leyes de formación, de sus procesos de transformación, de la permanencia de su significado.

Rossi enriquece la herencia de los tratados urbanos (Marcel Poëte, Pierre Lavedan) con la introducción del proceso científico. Demostrando la posibilidad de trabajar con rigor y objetividad, ha desarrollado el concepto de la ciencia aplicada a la arquitectura, demostrando la importancia del conocimiento objetivo como soporte del proyecto.(6)

La arquitectura de la ciudad tuvo una influencia y un papel representativo similar al de los tratados de la época clásica. Con el objetivo de entender la arquitectura en relación con la ciudad – la gestión política, la memoria, las reglas, el trazado, la estructura catastral– el acercarse a las cuestiones sobre la morfología urbana y la tipología constructiva han constituido la base científica para el análisis y la actuación en la ciudad distinguiendo aristotélicamente dos elementos bases en la ciudad: la esfera pública y la privada. La consideración ya sea del monumento como edificio o espacio público que surge puntualmente en la ciudad promovido por diversos esfuerzos colectivos, ya sean las áreas residenciales, o la habitación que forma el tejido básico de la ciudad pensada a partir de la lógica de la repetición, han adquirido una enorme importancia en cuanto han constituido un instrumento de base para la intervención en la ciudad.

La “critica tipológica” y la “analogía” son expresiones de un proceso en acción que, como la ciudad, se construye sobre algunos puntos fijos y que como esa se modifica sobre sus propios trazos.

La analogía acompaña la investigación rossiana entendida como una facultad de la imaginación estimulada por el estudio lógico-analítico: solo la imaginación exalta los conocimientos fragmentarios y la estructura de los elementos dispersos. La ciudad analógica surge como una operación lógico- formal que, utilizando el mecanismo de la memoria, es capaz de mostrar a través de la imagen la esencia de las ciudades.

Memoria y nostalgia: una profesión poética(7) (Tanto racional como inconsciente)

Rossi mira el trabajo como una descripción de las cosas y de nosotros mismos. En la escena de esta fascinación por el tiempo, la Autobiografía científica (1981) constituye una recreación de su mundo de formas, objetos y sensaciones. Como si fuese costumbre decir, el uso de la memoria se basa en la analogía, una operación lógico-formal que define este carácter científico, lógico, histórico, urbano y público. Pero también un carácter biográfico, poético, fantasioso y personal.

Rossi quiso tomar el hilo del tiempo y de la tradición usando sus textos para mantener esta continuidad en el tiempo. Como el Tratado del Renacimiento (la síntesis, fijada al tiempo, de una historia) revela los valores de la antigüedad clásica, reformulando, rehaciendo, recreando Rossi retoma esta reformulación en un modo contemporáneo colocando (como hicieron Alberti y Palladio) teoría y practica al mismo tiempo. Los textos no pueden ser separados del diseño y la arquitectura. Las obras en poco tiempo se vuelven modelos, referencias reproducibles que refuerzan su pertinencia, su capacidad de funcionar como signos transmisibles y reconocibles.

La máquina de la memoria evoca otras arquitecturas y refiere a otros lugares y situaciones. Rossi insiste en la idea que “los lugares son más fuertes que las personas, el ambiente más fuerte que el evento”(8). Es esta posibilidad de permanencia que vuelve el paisaje o a las cosas construidas superiores a las personas. El pensamiento lógico y científico, el deseo de rigor, se enriquece con los datos de la memoria y de la nostalgia, así se profundiza el pensamiento lógico a través del pensamiento analógico.(9)

Conclusión o paradoja de Rossi

Rossi ha buscado superar una arquitectura de la transformación, de la ligereza y transparencia para recuperar la memoria de la ciudad. Una ciudad formada por un repetitivo tejido residencial y una singularidad representada por los monumentos. Una arquitectura capaz de recuperar el sentido público del monumento, basado en la lógica morfológica de los estilos cultos y monumentales y lejos de la lógica productiva, más funcional que monumental y cerca a la lógica de la repetición y adición de la habitación. La primera paradoja es que en su búsqueda de las reglas y orden trabaja con el collage, con un componente simbólico, con la libertad del objet trouvé. Dirigiendo la dimensión inconsciente hacia la producción poética, Rossi agrupa la dimensión racional y la inconsciente, la que se escapa del dominio estrecho de lo racional. Su búsqueda de razón y orden(10) está hecha sin dogmas, es heterodoxa y antiescolástica. En esto se encuentra su complejidad y universalidad.

El concepto de partida de La arquitectura de la ciudad es la crítica hecha al funcionalismo ingenuo sobre la estela de la contribución de Adorno.(11) La cuestión del valor dogmático del Movimiento Moderno y de su ruptura muchas veces simplista con la tradición ha estimulado en Rossi un modo científico de contestar el principio moderno que hace corresponder esquemáticamente forma y función: “ la forma perdura y preside la construcción de tal modo que las funciones se modifican constantemente”.(12)

En la coherencia de esta reflexión de Rossi se encuentra la segunda paradoja. Fue gracias a la apertura del camino de la historia y de la memoria que fue posible crear las condiciones para una nueva mirada dirigida también a la moderna tábula rasa con la historia y con el lugar. Esta visión permite mirar las obras de referencia del Movimiento Moderno como parte de una memoria que es importante preservar. Una “lección” que ha rescatado la memoria, incluyendo la historia presente, la de hoy. Una lección que ha visto en el concepto de transformación un motor del proyecto (13), que repone el tiempo de larga duración en la arquitectura y en el pensamiento arquitectónico. Que reintegra la memoria, del teatro de la memoria, la objetividad sistemática y científica del teatro científico, y que de este modo ha conseguido repercusión internacional como un teatro del mundo (14). Científico porque es analítico y objetivo, poético, fantasioso y nostálgico, este proceso mental ha construido una visión de la arquitectura pensada en la continuidad.

Notas

1 A. Rossi, Il concetto della tradizione nell’Architettura neoclassica di Milano, Societá, 1956.

2 Véase C. Norberg Schulz, Genius Loci, Electa, Milán 1999.

3 La arquitectura contemporánea portuguesa, denominada “Escuela de Porto” está en deuda con estos principios que guiaron un desarrollo conceptual iniciado en los años cincuenta con Tavora, pero también con Teotonio Pereira, en el sentido más realista, y que fueron hechos internacionales por la figura y las obras de Siza Vieira.

4 Pero que integra algunas contribuciones de los años cuarenta alrededor de Gideon como alternativa de la idea de ciudad racionalista basada en la concepción mecanicista y reductora, expresada en la Carta de Atenas, pero también en algunas experiencias llevadas a cabo como las de Neue Frankfurt, el monumento no existía de acuerdo con el lado épico y heroico de las vanguardias.

5 La noción de transformación de la inspiración en elementos concretos del lugar, será fundamental por ejemplo para la evolución de la arquitectura portuguesa, véase el caso del edificio del banco de Oliveira de Azemeis de A. Siza.

6 La historia pasa a ser disciplina base en la información del proyecto, como en el análisis que pasa a ser considerado la historia como fuente para la definición de los criterios. La historia es percibida como parte de este proceso científico a través de la lectura en “longue durée” que confirma, desde el Renacimiento, que la creatividad arquitectónica se crea a partir de la historia.

7 Vease K. Frampton, Poesía y transformación, en Álvaro Siza, profesión poética, Electa, Milán, 1986.

8 Se refiere a Collage Autobiografía científica de Max Planck, autor de la física moderna 9 Y es precisamente cuando insiste en la analogía y en la fuerza de la memoria que

Rossi se aleja de la tradición realista de Ernesto Nathan Rogers.

10 Y por esto aparece continuamente catalogado de forma simple como neoracionalista sin referencia a la complejidad de su obra.

11 T.W. Adorno, Minima Moralia e depois Théorie esthétique, Klincksieck esthétique, Paris 1995 [1974]

12 Cifr. Autobiographie Scientifique

13 C. Martí Aris, La cimbra y el arco, Caja Arquitectos, Barcelona 2005

14 El Teatro del Mundo construido para la Bienal de Venecia en 1979. Se trataba de un artefacto que navegaba sobre una embarcación desde el lugar en el cual había sido montado hasta su parada efímera en la Dogana creando “evocaciones y ecos de las arquitecturas que durante el viaje entraban en su campo de acción” ibid.

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