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¿Dejar así?

Enero 14 – 2013

Para comenzar el año me propongo revisar qué pasó durante el anterior con algunas construcciones que incumplen las normas urbanísticas. Aventuro además un par de presagios de año nuevo, relacionados con las transgresiones a las que les auguro éxito; y con la única que creo que no lo tendrá: el Parque Bicentenario para los que insisten en no haber «violado» nada; el Parque de la Independencia para los que creemos que lo han «violado» todo.

Las pruebas están al alcance de cualquiera. Por lo general, basta un flexómetro para corroborar que la licencia legalizó algo que no debía, o que un curador, un constructor o los dos, hicieron trampa. Aun sin medir, en muchos casos basta contar ladrillos para corroborar que un muro que por norma no debía medir más de 1.50, tiene por lo menos el doble; o que un sótano al que hay que subir para entrar no es un sótano; o que si uno cuenta el número de pisos del edificio, por más que cuente y recuente, no le da lo que dice la valla de la curaduría.

En el Parque de la Independencia basta ir a visitar la obra de la 26 para percibir el mismo olor a alcantarilla. En este caso, sin embargo, no hay curador de por medio porque el proyecto comenzó sin aprobación. Y sigue sin «aprobación», aunque siempre tuvo la «autorización» del Ministerio de Cultura. Los implicados son varios pero la cadena empieza por el Ministerio, el cual todavía insiste en negar su responsabilidad por el visto bueno inicial que le dio al proyecto Parque Bicentenario. Lo hace probablemente bajo la convicción de que una mentira repetida con la suficiente tenacidad se convierte en verdad.

Antes de abordar esta apuesta a favor de la ciudad, veamos cinco ejemplos, también emproblemados, que probablemente pronto se desemproblemarán, en detrimento de la ciudad.

Fedegán

El edificio para la Federación Colombiana de Ganaderos que está en construcción en Teusaquillo –calle 37, abajo de la Caracas– fue aprobado por primera vez el 12 de agosto de 2009 y después de dos sellamientos por parte de la Alcaldía de la localidad –6 de diciembre de 2010 y 13 de junio de 2011– terminó el 2012 con una nueva licencia, concedida el 27 de agosto por un nuevo curador urbano -diferente al que concedió las dos anteriores y negó la tercera– para que Fedegán terminará el año como si hubiera recuperado la visa para los Estados Unidos.

Pasó lo predecible cuando surge un problema en este tipo y el asunto pasa directamente a una oficina de abogados o a un departamento de Jurídica. De ahí en adelante, cualquier acusación contra el Cliente se vuelve un asunto de vencer o morir, en manos de un hermeneuta experto en dilación de procesos que se ocupará, sistemática y pacientemente, de invalidar lo que le pongan al frente. Que faltó una fotocopia o una tilde; que no se puede demandar al curador como persona sino a la oficina que representa, o al revés; que el funcionario que hizo la medición no tiene un metro certificado por ICONTEC, o que se pasó un semáforo en rojo o que tiene una amante. Lo que sea, con tal de poner a rodar un Auto tras otro, que le añada otros seis meses al proceso; y luego otros seis, y seis más, hasta que el opositor se desespere; o se le venzan los términos; o quiebre.

Entre tanto, la estructura del edificio continúa teniendo los mismos tres metros adicionales de altura, y el sótano sigue sobresaliendo más de los 25 centímetros que permite la norma y más de los 1.50 metros que, por error, le autorizó la curaduría. Error porque en Teusaquillo no puede haber semisótanos.

Serranía de los Nogales

Los vecinos de los barrios Rosales y Patiasao optaron por no dejarse embestir por el conjunto de edificios Serranía de los Nogales -calle 79B con carrera 4- en el cual no sólo se retorcieron las normas en busca de metros cuadrados para la venta, sino que el conjunto se ubica en un lote cuyo uso fue cambiado, súbitamente, de Dotacional a Vivienda, un 28 de diciembre, tres días antes de que Luis Eduardo Garzón entregara la alcaldía.

En el predio funcionaba el Colegio Femenino de Colsubsidio. Al irse el colegio, el uso debía permanecer como institución. Evidentemente, si a un predio como este se le cambia de uso a vivienda, su valor sube automáticamente en miles de millones de pesos. Si estos excedentes hubieran llegado a las arcas del Distrito, y si el cambio de uso hubiera sido para mejorar el barrio, estaríamos hablando de un doble beneficio para la ciudad. Pero ni lo uno, ni lo otro.

En cuanto al manejo de las normas, los edificios de Serranía de los Nogales tendrán entre dos y tres pisos adicionales de altura, por cuenta de un recurrente acto de magia curatorial para terrenos con pendiente, que ubica los sótanos y semisótanos en los primeros pisos; y el antejardín, privatizado, varios metros por encima del andén. El «esguince jurídico» se hace aludiendo a el «nivel original» del terreno, cuando la norma está pensada para el peatón y se refiere con claridad al nivel por el que camina un peatón.

Portal de Calatrava

Un día me dirigía al cerro de la Conejera, y por cuenta de un hueco en la vía detuve el carro justo frente al conjunto Portal de Calatrava en San José de Bavaria –calle 183 con carrera 76–, una agrupación de ocho casas que todavía está en construcción. Al ojo, la comparación con los vecinos parecía otro ejemplo de «esguince». Tomé las fotos del caso, verifiqué las normas con ayuda de un arquitecto que ha trabajado en la urbanización y me animé a solicitar la mediación de la Comisión de Veeduría de las Curadurías Urbanas. Envié la carta el 3 de agosto del 2012. Me respondieron que estudiarían el caso y sólo volví a saber del proyecto a través de una foto enviada por un amigo desde un celular, en la que se ve una obra más avanzada y sin la valla de la curaduría.

Por intermedio del arquitecto que me ayudó con las normas, logré contactar a un vecino, al que le pedí tomar el relevo con la reclamación, pensando que buena parte de lo tedioso ya estaba hecho. Su respuesta es un testimonio de porqué los transgresores se pasean tan cómodos por la ciudad: “Uno no sabe quién esté haciendo eso ni quiénes puedan haber comprado, así que mejor no meterse en problemas”. Omertá, le dicen a esto en Italia.

La norma inicial de la urbanización exigía aislamientos laterales de 10 metros. La de hoy sólo exige la mitad pero este conjunto cubrió el 100% del aislamiento con marquesinas. No he visto los planos pero probablemente al área se le denomina «zona húmeda y a las marquesinas «pérgolas».

Lares 78

Hice a título propio la solicitud a la que acabo de referirme porque tenía confianza en la Comisión de Veeduría de las Curadurías Urbanas. Conocía el caso de los propietarios del edificio los Cerezos, a quienes la Comisión les había respondido que “sí”, que el edificio vecino a los Cerezos, el Lares 78 –calle 78 con carrera 9– “violaba” por lo menos una norma. Como el «concepto» de la Comisión no es suficiente para revocar una licencia o destituir un curador, se dirigieron a Planeación y ahí se toparon con Jurídica, que es como toparse con la Iglesia.

La respuesta de Planeación deja las cosas donde comenzaron. El documento empieza por despilfarrar quince o veinte páginas en tecnicismos de diversa índole, sumados al abuso empalagoso del adverbio “respetuosamente” y a un sinnúmero de frases interminables en las que si uno hace una pausa para respirar, pierde el hilo. Hasta que llega al clímax del último párrafo, en el que se confirma que si bien el Lares 78 “sí” viola las normas, como no se puede probar que en la violación haya habido mala fe, nada se puede hacer. Y firma el Obispo.

A pesar de la desazón, a los residentes les alcanzó el impulso para consultar una firma de abogados experta en el tema. La respuesta resultó peor que el sainete del comunicado de Planeación, pues les dijeron que «claro, con mucho gusto» pero que consideraran que el proceso podría tomar varios años, que no había ninguna garantía y que les iba acostar varios millones. Traducido, les dijeron: mejor olvídenlo.

Rosales 75

La idea que ahora tengo de cómo se mueven estos asuntos entre curadores, constructores, funcionarios y abogados salió de un cruce entre los casos que he mencionado y el peritaje que un Juzgado Administrativo le solicitó a la Universidad Nacional, para el cual fui designado como el Perito. Y acepté. Se trataba de una demanda contra el edificio Rosales 75 –carrera 4 con calle 75– por “violación” de normas. Después de revisar los quince o veinte AZ que constituyen el expediente, me pareció evidente que el edificio Rosales 75 incumplió varias normas, en especial tres, sobre las que presenté un informe de once páginas, el 21 de febrero de 2012. Concluyo en el informe que el edificio construido incumple las normas relacionadas con sótanos y semisótanos, antejardines y espacio público, y altura del edificio en pisos. Además, que una de las faltas es responsabilidad del constructor, otra del curador y otra de los dos.

Cuando daba el caso por olvidado, recibí un par de cuestionarios remitidos por el Juzgado, con preguntas de dos abogados defensores diferentes. Ninguna pregunta se ocupaba de mostrar que mis razonamientos fueran falaces o incorrectos. En las respuestas tuve que repetir varias veces, esta vez mediante un informe de veintiún páginas, presentado el 11 de septiembre, que la “capacidad científica” para entender un problema de estos depende de una comprensión de la norma y del conocimiento de lo que miden las diferentes partes de un edificio como “hecho construido”. Y que todo lo que se requiere por parte de un «experto» es constatar las incongruencias entre los planos y el «hecho construido».

En el informe no lo dije, porque como perito no me correspondía ir más allá de analizar evidencias y concluir sobre las mismas, pero considero que todas las inconsistencias son intencionales y no se pueden realizar sin un segundo juego de planos. Son lo que en Colombia algunos aceptan como Gajes del oficio y que otros las conocemos mejor como Avivatadas.

Vaticinios

Con Fedegán, empezamos el 2012 con una obra sellada por segunda vez y lo terminamos con un proyecto aprobado por tercera vez. Si tuviera que apostar, lo haría porque la Federación ganará y terminará su Frankenstein, esencialmente por agotamiento y hastío de los opositores. Podría ocurrir que la Alcaldía de Teusaquillo vuelva a sellarla, pero “alguien” lo tiene que solicitar y lo más probable es que quienes se animen a volver a empezar un nuevo proceso, estarán cada vez más agotados, hastiados o quebrados.

Con Serranía de los Nogales y Rosales 75, también apostaría a favor de que ganarán, sin perder un sólo metro cuadrado de ventas, aunque seguramente les costará una buena plata en abogados. Además de plata, puede que les tome tiempo; y si no es durante el 2013, será el siguiente, o el siguiente… Incluso, me atrevo a insinuar que si nos descuidamos con los predios en Extinción de dominio que maneja Estupefacientes, podría llegar a pasar algo similar a lo que ya sucedió con el Colegio de Colsubsidio. Por ejemplo, que el próximo 28 de diciembre, el predio de la excasa de Rodríguez Gacha en la Cabrera se convierta en el sitio perfecto para el nuevo centro comercial de Pedro Gómez y Compañía. Con el precedente del excolegio, es mejor ser precavidos.

Con Portal de Calatrava y Lares 78 ni siquiera hay caso. Nadie los ha demandado y aparte de mí creo que ya nadie habla al respecto.

Parque de la Independencia

El proyecto de un parque que conmemoraría el bicentenario de la independencia se dio a conocer al público a través de la prensa, el 20 de julio de 2010. La autorización del Ministerio se produjo oficialmente una semana después, el 27 de julio de 2010, a través de un documento dirigido al Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, IDPC. A pesar de insistir que se trató apenas de un «concepto técnico», el documento dice con claridad que se trata de una autorización: “Referencia: Autorización proyecto Parque Bicentenario localizado en inmediaciones de varios inmuebles declarados Bienes de Interés Cultural del Ámbito Nacional”.

Además de negar la autorización, el Ministerio insiste en defender que “no tenía competencia” para decidir sobre el Parque de la Independencia porque el Parque no era un Bien de Interés Cultural, BIC. Es cierto que no era un BIC, aunque ahora sí lo es, mediante una declaración hecha a posteriori, como parte del intento por invisibilizar el problema. También es cierto que el Parque siempre ha sido parte del Área de influencia de las Torres del Parque, que sí es un BIC, lo cual es suficiente para que cualquier intervención en el Área de influencia del BIC cuente, necesariamente, con la “autorización” del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural.

Al Ministerio le ha ido bien hasta el momento encubriendo el error y reclamando que no puede “aprobar” porque no le compete. Es verdad que no le compete «aprobar» pero sí “autorizar”, que para el caso significa darle un visto bueno, que fue lo que hizo con ligereza y ahora niega con pasión. Al que no le ha ido bien es al Parque, pues ya le talaron innecesariamente más de cien árboles y tampoco le ha ido bien a la ciudad que está pagando los costos de improvisación. Todo porque el Ministerio, en lugar de corregir el error, decidió pasar el asunto a Jurídica, en busca de tiempo y olvido. Desafortunadamente para el Ministerio, apareció un colectivo de ciudadanos llamado Habitando el territorio que ni olvida ni se asusta. Y que con exiguos recursos se las ha arreglado para no dejarse empapelar.

Antes de terminar el 2012, en medio de las dilaciones y yonofuis de rigor, apareció repentinamente una nueva Comunidad interesada en “rescatar” el proyecto Bicentenario. Se trata de un grupo liderado por el abogado que maneja los litigios de Colpatria, apoyado por miles de ciudadanos, la mayoría empleados de Colpatria. Invocando la democracia, este Colectivo aspira convertir el problema de la obra inconclusa sobre la 26, en el capricho estético de unos enemigos del «progreso» que viven en las Torres del Parque.

Comienza el 2013, pues, con el Parque de la Independencia, o con el llamado Parque Bicentenario que se construye al lado y encima del Parque de la Independencia, con varias discusiones en curso: que si se termina parcial o totalmente; que si se termina según el último de los diseños o hay que esperar al próximo; que si se cambia o se deja el arquitecto; que si el nuevo encargado se elegiría a dedo o por concurso; que si se demuele y se deja la ruina o se hace un buen puente… Sea como sea, cualquier decisión al respecto debería estar precedida de los resultados de la investigación que adelanta la Contraloría.

Vaticinio

Concluidas las investigaciones y tomadas las medidas del caso, apostaría que la solución a la que se llegará será la demolición de las dos plataformas estacionadas frente al Museo de Arte Moderno y el Quiosco de la Luz. Creo esto porque sabemos que de cumplir las normas actuales al pie de la letra no sale necesariamente una Gran Ciudad, como sabemos también que antes que ponerse a cambiar estas normas hay que empezar por cumplirlas; y lo creo, sobre todo, porque considero que a diferencia del colectivo Habitando el territorio cuya intención desde el comienzo ha sido llamar la atención sobre las eventuales ilegalidades del proyecto Parque Bicentenario, la intención del nuevo Colectivo Colpatria parece ser el muy colombiano “vamos pa´lante” que acabará convirtiéndolos en escorpiones.

Veremos, pues, si el 2013 nos deja con que la intervención del nuevo colectivo sirvió para promover la Plaza de conciertos Colpatria en el Parque Bicentenario, o si termina ayudando a descarrilar el eventual Carrusel del Bicentenario en el Parque de la Independencia. Si logramos aclarar las cosas o nos quedamos en el colombianísimo “eso, deje así”.

Voto, además, porque a lo que se haga se le quite el innecesario nombre Bicentenario para dejarlo como lo que le corresponde: una prolongación del Parque de la Independencia.

 

Juan Luis Rodríguez

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¡INDIGNAOS!

Noviembre 29 – 2012

“Desafortunadamente, la historia da pocos ejemplos de pueblos que saquen lecciones de su propia historia.”

Stephane Hessel

En su libro “Indignaos” comenta Stephane Hessel que el motivo fundamental de la Resistencia Francesa fue la indignación. Afirma que “Cuando algo te indigna como a mí me indignó el nazismo, te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido.”  Y concluye: “A los jóvenes, les digo: mirad a vuestro alrededor, encontrareis los hechos que justifiquen vuestra indignación.”

Los  bogotanos no tienen que mirar muy lejos: con ojear los principales medios escritos, descubrirán la imagen de un rascacielos  que se anuncia como el  “proyecto inmobiliario más importante del país”: la torre BD Bacatá. Y si se informan de qué se trata, encontrarán seguramente un motivo que justifique su indignación. Y si además se enteran de las medidas que el gobierno de Petro anuncia, – y si Dios quiere después se arrepiente –  encontrarán más motivos.

Recuerdo de mi primera indignación.

En abril de 2011 aparece profusamente en Bogotá la propaganda de un rascacielos de 66 pisos – la torre BD. Bacatá – en la calle 19 con carrera 5, sitio con una movilidad y una infraestructura de servicios ya cercanas al colapso. Revisando las normas encontramos que, en contra de lo estipulado en ellas – y según mi buen saber y entender -, no se hizo plan parcial, no se cumplió con los aislamientos, no se cumplió con el titulo K de la norma NSR 98 referente a los medios de evacuación, y no se pagó impuesto de plusvalía. Aprovechando una solicitud de reforma de licencia, interpuse entonces un Recurso de Reposición ante la Curaduría 4 solicitando la revocatoria de la Licencia de Construcción. La curaduría resolvió “No reponer la modificación del acto administrativo MLC 11-4-0303 de 10 de mayo de 2012,” por lo cual interpuse un Recurso Subsidiario de Apelación ante la Secretaría Distrital de Planeación.

La respuesta de la SDP, contenida en la Resolución Nª 11-86 de septiembre 25 de 2012 fue contundente: “Los asuntos de tipo estructural, normativo y volumétrico aprobados mediante la Licencia de Construcción Nª LC 11-4-0303 del 2 de marzo del 2011, que no fueron objeto de modificación, no pueden ser motivo de estudio o pronunciamiento en esta oportunidad, por tratarse de un Acto Administrativo que se encuentra plenamente ejecutoriado” (subrayado mío). Y al final de la Resolución una frasecita demoledora:”con ella queda agotada la vía gubernativa.”

Esto quiere decir que si Petro vende o regala a un promotor inescrupuloso el Palacio Lievano, (lo cual es posible; ver más adelante el caso del lote de la Plaza de la Hoja)  y este consigue en forma “non sancta” con un Curador venal una licencia para instalar allí un burdel, esta licencia se convierte en un “Acto Administrativo plenamente ejecutoriado” contra el cual no se puede hacer nada, y el promotor podría sacar a sombrerazos a los funcionarios de la Administración Distrital. Que, pensándolo bien, no estaría mal.

Hasta aquí llegó el intento de que un proyecto invasivo y deteriorante cumpliera al menos con las normas, disminuyera así su impacto negativo sobre la zona y no sentara un precedente funesto para el centro de la ciudad. Tocó tragarnos ese sapo, y los que vienen. Ya se habla de otro rascacielos – Proyecto B- en el Centro Internacional, y una torre de 90 pisos- Proyecto Entre Calles – en la calle 19 con carrera 7. Y seguirán más…

¿Ya hay algún indignado?

Ahora mi segunda indignación.

Petro inició su programa de gobierno “Chamboneando”, que consiste en hablar primero y pensar después (columna “El evangelio según San Petro” Arcadia 77) con el tema de la movilidad. Lo primero que propuso fue destinar los terrenos reservados para la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO) a la construcción de colegios, y remplazarla por un tranvía que iría – haciendo tilín tilín – hasta Zipaquirá. Mientras tanto el tráfico en la ciudad es cada vez peor y los huecos se convierten en troneras. Lo único que se mueve es el proyecto del Metro que ha pasado varias veces de pesado a liviano, y se ha trasteado de la Avenida Caracas a la NQS, y  de esta a la carrera Séptima. Finalmente no sabemos si por la séptima pasará el metro pesado, el liviano, el Transmilenio pesado, el liviano o – la última propuesta – el simpático e ineficiente  tranvía que parece que ya no llega a Zipaquirá. Después anunció que cobraría peajes urbanos, en una ciudad donde no hay autopistas urbanas.

¿Hay mas indignados?

Y viene mi tercera indignación.

En este caso el  tema fue el agua. Un día decidió Petro no venderle mas a los municipios de la sabana el agua proveniente de los mismos municipios, ni a los nuevos edificios del sector Cedritos – un pedazo considerable del norte de Bogotá – pues después de años de densificar la ciudad se acaban de dar cuenta de que el alcantarillado es insuficiente y no permite su evacuación. A nadie se le ocurrió que si permitían más viviendas tenían que ampliar simultáneamente la infraestructura de servicios públicos.

¿Ahora si hay bastantes indignados?

Sigue la cuarta y última…por ahora!

La cuarta indignación tiene que ver con la Vivienda de Interés Prioritario VIP. De acuerdo con la resolución 1099 de 2012, los propietarios de 1185 lotes tienen que  desarrollarlos antes de un año, so pena de ser expropiados para VIP. Cuántos son aptos para este fin es una incógnita, y con que plata se van a pagar es la otra. Quien decida desarrollar su predio – según acuerdo 489 de 2012, por reglamentar – debe construir, durante el primer año, viviendas VIP por valor del 20% del lote, o cancelar dicho valor. El segundo año, el impuesto es del 30%. Es fácil deducir que este mayor valor lo pagarán finalmente los pobres compradores de vivienda, no los promotores que, como Jalisco, nunca pierden.

El ministro Vargas Lleras se inventó, como abrebocas populista de su futura campaña presidencial, su programa de cien mil VIP regaladas, y Petro entusiasmado le ofreció ocho lotes para construir 4101 casas , uno de los cuales es el lote de la Plaza de la Hoja.

Para quienes no lo conocen, el lote en mención tiene una cabida de 3.7 hectáreas, y está ubicado en la calle 19 y la avenida NQS .Es uno de los más costosos de propiedad del Distrito y estaba destinado al Centro Administrativo Distrital. Una casa VIP en otro sitio de la ciudad, vale treinta y nueve millones de pesos. El solo lote para cada casa, en el Lote de la Hoja saldría costando alrededor de trescientos millones!!

Regalar este lote es un ataque directo al patrimonio de Bogotá, y posiblemente un peculado o un detrimento patrimonial.

¿A alguien más le indigna que se dilapide el patrimonio de la ciudad, con fines electoreros?

Los bogotanos tienen motivos de sobra para ir más allá de la indignación! Para quienes no entendieron el mensaje de Hessel, se los traduzco a colombiano: EMBERRACAOS!!

Willy Drews

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Evacuar las aguas y el MES DE LA MADRE

Mayo 26 – 2012

¿Sabía Usted que en este momento no se puede construir en una buena tajada del norte de Bogotá? Aunque la carta de Hugo Germán Guanumen Pacheco a Claudia Marcela López Londoño se explica por sí sola, me permito resaltar algunos puntos, esperando que muchos otros se unan a mí en esta celebración tardía del Día de la Madre.

En la primera página se informa que “Los constructores y Urbanizadores tienen derecho al desarrollo de sus proyectos urbanísticos sin mediar concepto previo de capacidad instalada en la estructura de servicios públicos….sin embargo es responsabilidad de la EAAB-ESP informar que no es viable técnicamente la prestación servicios (sic) públicos domiciliarios de acueducto y alcantarillado …para el polígono definido entre la carrera séptima y la autopista norte entre la calle 116 y la calle 153.” En otras palabras, que sin un concepto previo, las Curadurías expiden las nuevas licencias; y solamente cuando solicite los servicios, Usted se entera de que, aunque tenga licencia, no puede construir pues no le conectan los servicios Públicos de Acueducto y Alcantarillado.

La segunda página se inicia con un párrafo más drástico: “La EAAB-ESP no cuenta en la actualidad con la capacidad instalada suficiente para recoger, transportar y disponer las aguas residuales de la población futura del sector Cedritos, según lo establece el Pot vigente.” Y más adelante concluye: “Los proyectos urbanísticos de redensificación urbana que superen ampliamente la población, el número de viviendas habitacionales (sic – ¿existen viviendas no habitacionales?) y/o los caudales de aguas residuales actuales, deberán presentar soluciones alternativas para el manejo del caudal de agua residual que exceda la capacidad actual.” Puesto que en este momento no existe la capacidad instalada, cualquier construcción supera los caudales actuales, y por lo tanto sus aguas servidas no pueden ser evacuadas. Pero no se preocupe. Usted tiene la opción de recoger, transportar y disponer por su cuenta las aguas servidas…hasta el rio Bogotá! El proceso con las aguas lluvias, es similar.

Desde hace medio siglo, todos los Planes de Desarrollo de Bogotá parten de la sana premisa que no se puede seguir invadiendo la sabana, y por lo tanto el crecimiento de la ciudad debe hacerse por densificación del área urbana. En consecuencia, se establecen normas que permiten una mayor altura y densidad, y lógicamente, un aumento de población que exige una mayor capacidad de los servicios. ¿No se les ha ocurrido a planificadores y administradores, que dicho servicios deberían crecer proporcionalmente? ¿No le estará pasando lo mismo al resto de la ciudad que se ha densificado? ¿Y si la ciudad no se puede extender ni se puede densificar, cual es la fórmula mágica para su crecimiento?

Si bien el día exacto ya pasó, el mes de mayo sigue siendo el Mes de la Madre. De modo que aprovechando estos últimos días, no olvidemos recordar a los planificadores que diseñan y reglamentan irresponsablemente el caos. Y a los administradores que lo aplican.

WILLY DREWS

 

 

 

 

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Cuentas bicentenarias

Marzo 29 – 2012

En Colombia llevamos varios años bajo una modalidad de contratación para grandes obras civiles, única en el mundo. En una primera ronda, se le da el contrato a la empresa que presente la mejor oferta, basada en un costo global estimado que se podrá “ajustar” durante el proceso. En segunda instancia, al “ganador” se le da la oportunidad de hacer sus propios diseños y presupuestos. Y en un tercer momento, se le extiende un tapete persa para ampliar y modificar costos, alcances y especificaciones, amparado en la maravilla jurídica del “otrosí”: una figura que le permite al “ganador” cambiar y al administrador ajustar, de manera que al final todo parezca en regla.

La obra del Transmilenio de la 26 se repartió en varios tramos, uno de los cuales le fue otorgado a Constructora Fase III, Confase. Como consta en los documentos entregados por la administración, el valor del contrato original era $213.890.249.965, pero con los adicionales ya incluidos, la nueva cifra para lo que costará la Fase III será $334.133.625.000. Tenemos entonces más de 120 mil millones en adicionales. Esta cifra supera incluso el 50% del valor del contrato inicial, el tope legal establecido por el mismo contrato para las “adiciones”.

El contrato incluye los trabajos de paisajismo en un sector del Parque de la Independencia, fragmento que ha sido bautizado como «Parque Bicentenario». Calculado con base en las tarifas de honorarios de la SCA, el diseño paisajístico (incluye zonas arquitectónicas y zonas verdes) para un parque con las características del Bicentenario podría llegar a costar 250 millones. Sin embargo, según el informe del Consorcio IML, interventores del Proyecto Bicentenario, por el diseño se pagarán $1.300.239.230, es decir, más de 1.000 millones de sobrecosto.

Asimismo, basado en los precios unitarios del IDU para construcción de espacio público, la construcción del parque podría llegar a costar, máximo, 11 mil millones; pero según la Adición No. 7 al Contrato de Obra No. 136 de 2007, la construcción costará 30.000 millones, es decir, otro sobrecosto, esta vez de más de 19.000 millones.

En sólo diseño y construcción para el Parque Bicentenario se destinaron como adicionales $31.300.239.230, lo cual equivale a $2.500.000 por metro cuadrado del Parque. Considerando que el costo del metro cuadrado de construcción de vivienda estrato seis, incluyendo honorarios profesionales, está en $1.900.000, ¿será que nos piensan enchapar el parque en oro? Y de no ser así, ¿quién se queda con la diferencia?

Suena escandaloso pero puede ser la falta de costumbre a pensar en grande que algunos padecemos. Sólo una investigación por parte de los organismos de control nos permitiría saber si estamos ante una versión local de ¿Quién Quiere ser Millonario?, o si todo no pasa de ser un malentendido.

Juan Luis Rodríguez

 

Los documentos de contratación referidos se pueden ver aquí:

http://parquebicentenariobogota.blogspot.com/2012/03/apartes-del-contratro.html

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Obsesión FÁLICA y ciudades cosmopolitas

Febrero 29 – 2012

El “publireportaje” de hace unos días en El Tiempo se supone que “entrevistaba” a uno de los promotores del edifico BD Bacatá, un rascacielos que de manera anómala se levanta en la Avenida 19 con Carrera 4ª. El «artículo» hace una convocatoria para asistir a una serie de conferencias en las cuales se explicarán las bondades del proyecto.

Estamos acostumbrados ya a la campaña y el gasto publicitario que estos promotores han invertido en muchos medios escritos y en la radio, pero hacía mucho tiempo no se veía una arrogancia del calibre que exhiben en el tal “publireportaje”. Tanto, que el problema no parece encajar dentro del ámbito de la arquitectura sino de la psiquiatría. Las afirmaciones en las que basan sus argumentos así lo sugieren.

Si bien son muchos los términos que podrían asociarse con la actitud que se trasluce en el “publireportaje” (mesianismo, megalomanía, egocentrismo, grosería, narcisismo, ignorancia, manipulación, etc.), me abstendré de utilizarlos por respeto a estos señores que no pasan de ser comerciantes internacionales, con afán de hacer un enorme negocio pasando por encima de todos y de todo. Y, además, pretendiendo descrestar incautos con argumentos casi infantiles. Por eso tan sólo me limitaré a comentar algunas de sus afirmaciones.

Afirma el “entrevistado” que: «Suele decirse en las facultades de arquitectura del país que hasta los años 70 en Bogotá se veía arquitectura «excepcionalmente buena» pero que desde entonces la buena arquitectura de la capital sólo se ve «excepcionalmente»…que “Quienes creemos en el tremendo potencial que tiene Bogotá como ciudad cosmopolita, vemos con dolor cómo la ciudad le ha dado la espalda a la arquitectura mundial por más de treinta años. La ciudad, que en todo este tiempo ha crecido desmesuradamente y sin planificación, hoy brilla por su estética pobre, desordenada, que poco tiene para proponer al debate urbanístico mundial.”…que «la Torre Colpatria se terminó en 1979, y que esto significa que ningún bogotano de menos de 34 años ha visto cómo se construye un edificio de altura en la ciudad: el único proyecto urbanístico que han podido ver, y que hoy muestran con orgullo en sus tarjetas postales, es un bus de Transmilenio.»…que «La capital se encuentra en deuda con la propuesta de proyectos arquitectónicos de vanguardia, que pongan a Colombia en el panorama urbanístico internacional. Uno de los principales obstáculos para lograrlo, ha sido la mentalidad provincial con la que ha solido concebirse la Bogotá del futuro.».

Y continúa el “entrevistado” con una declaración de amor a Bogotá, uno de cuyos sectores va a destruir con su obra. «Bogotá se encuentra nuevamente frente al reto de pensar en grande»…uienes amamos esta ciudad, vemos la llegada de una nueva ola de arquitectos jóvenes, dispuestos a pensar en una capital más cosmopolita e incluyente, que se sobreponga al retroceso que ha sufrido en los últimos años, luego del ligero avance que habían logrado unas pocas administraciones. En otras palabras, hoy los bogotanos tenemos de nuevo la oportunidad de soñar.» Y sigue el “entrevistado” con otra tanda de afirmaciones igualmente sesudas. Sin embargo, dejemos por ahora hasta este punto y comentemos algunos de los planteamientos.

En primer lugar, son muchas cosas suelen decirse en las facultades de arquitectura. Precisamente para eso son las universidades, para decir, discutir y debatir. Una de las muchas cosas que también “suelen decirse”, es que en España la arquitectura, hasta los años 80 era “excepcionalmente” buena, hasta que cayó en manos de especuladores y divas. A partir de ese momento se tornó en un gran negocio que sin consideración alguna ha acabado con presupuestos y con cientos de lugares, explotando la credulidad de quienes caen en sus cuentos, construyendo edificios innecesarios con el argumento de que son diseñados por “arquitectos internacionales”, quienes en muchos casos a su vez son simples negociantes consagrados como producto de consumo por revistas que se prestan a este juego. La verdad es que en las facultades de arquitectura se solía estudiar la buena arquitectura que se vio en España hasta los años 80. Sin embargo, creo más cierto decir que en este momento hay maravillosos arquitectos tanto en España como en Colombia. Son arquitectos que, en vez de afanarse por figurar en el mundo de la farándula y de especular con su quehacer, trabajan dentro de respetables cánones profesionales y éticos.

Debemos pedirle al “entrevistado” que, por favor, no sufra con tanto dolor, ni que recurra a la demagogia barata. Que entienda que existen diversos contextos, y que una persona medianamente educada los puede distinguir. Tal vez sería mas apropiado que el “entrevistado” entendiera que la capital no le ha volteado la espalda al mundo sino, por el contrario, es precisamente la solidez y coherencia de muchos años de arquitectura bogotana la que ha permitido defenderse de los embates y modas internacionales que los grandes promotores/negociantes quieren imponer a nivel mundial.

En cuanto a la planeación de Bogotá, sin duda, deja mucho que desear, y es muy fácil ser crítico de salón. Pero el “entrevistado” entenderá que una ciudad que, por las condiciones sociales que ha vivido el país, crece de manera incontrolable y con extrema rapidez, genera toda suerte de improvisaciones y urgencias que generalmente no pueden atenderse como se quisiera por razones distintas a la planeación. El “entrevistado” probablemente entenderá la diferencia entre manejar la planeación de una ciudad que duplica su población en pocos años, y una de esas maravillosas ciudades y capitales europeas cuya población no aumenta en siglos y que, en algunos casos, decrece.

Si el “entrevistado”, su empresa y su arquitecto son incapaces de siquiera diseñar la entrada a un estacionamiento, o de hacer propuestas para el sector que está lesionando para convertirlo en uno de los más caóticos de la ciudad, difícilmente tienen credibilidad sus opiniones sobre planeación a mayores escalas. ¿Dónde está el pudor?

Por otra parte, el “entrevistado” limita su concepto de ciudad cosmopolita a que existan edificios de altura como la torre BD Bacatá. Dudo que Londres o Paris sean cosmopolitas por el tamaño de sus edificios. Debería, en cambio, tratar de entender que existen muchos otros aspectos para establecer esa medición: la actividad cultural como el Festival Internacional de Teatro, la presencia de los más importantes músicos del mundo en sinnúmero de auditorios de primera línea con que cuenta la ciudad, los museos, las bibliotecas, el espacio público, el número de visitantes por año, la capacidad hotelera, los atractivos turísticos, etc., etc. Al igual que un viajero visita la Torre Eiffel, la Opera de Sydney, el Parlamento Inglés, o el Museo de Arte Moderno en Nueva York, podemos tener la certeza que la torre BD Bacatá en nada ayudará a que la capital sea cosmopolita, y que nadie vendrá a Bogotá a visitarlo a no ser que deseen ver un sector destruido por una lamentable y errada operación de especulación urbana.

Creo que la única aseveración cierta en todo el “publireportaje” es que la Torre Colpatria se terminó en el año 1979. Pero que ningún bogotano de menos de 34 años haya visto cómo se construye un edificio de altura en Bogotá, no parece tener importancia sino para quienes consideran que esa experiencia es fundamental para el desarrollo de una persona. Argumento igualmente baladí sería afirmar que los bogotanos de 50 años no han cenado con Penélope Cruz, o conocido a Mickey Mouse. ¿En que cambia la mentalidad de una persona si ve o no ve construir un edificio de altura? Mas demagogia….

Bajo ese concepto, los habitantes de Washington, de todas las edades, nunca han visto construir una torre de más de 15 pisos y se encuentran condenados a padecer una ciudad llena de inmensos espacios públicos, parques, museos gratuitos y universidades. Los habitantes de Roma también están en la más profunda tristeza por tener una ciudad sin torres como la BD Bacatá y, a cambio, tener que soportar grandes monumentos de la historia. Los verdaderamente afortunados y felices son los madrileños, quienes están sin empleo, protestan en las calles y muchos han decidido salir de su país para hacer negocios de todo tipo en otras partes del mundo. Pero, según el “entrevistado”, a pesar de ese negro panorama, los madrileños deberán regocijarse y estar satisfechos por cuanto han visto la construcción de 4 torres comerciales en los últimos años.

Pero el “entrevistado” insiste que la importancia de su obra se mide por la altura del edificio que insistentemente saca a relucir, y reduce el problema a una competencia absolutamente adolescente (el mío es mas grande que el suyo…!!). Por alguna razón que desconocemos, el “entrevistado” considera que una ciudad no es cosmopolita si no tiene edificios en altura, que un edificio no es emblemático si no es de altura, que un edificio de altura nos permite ingresar al club de la vanguardia de la arquitectura mundial, y que Bogotá se redirá con un edificio en altura que sea mayor a los que existen. Probablemente la Alhambra de Granada, la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena, el Instituto Salk en La Jolla, o el Parlamento de Berlín, por su falta de altura, carecen de importancia y no clasifican como edificios emblemáticos. Desconocemos la razón, pero todo parece concentrarse en una obsesión fálica en mente del “entrevistado”.

Y cuando se refiere a la “Arquitectura Mundial”, ¿a que se refiere? ¿Está incluyendo allí a la China y la India, que albergan casi la mitad de la población del planeta? ¿Tendrá en cuenta a África? ¿Y que decir de América Latina? O, dentro de su confusión y demagogia, es probable que la “Arquitectura Mundial” a la que se refiere se limita a Dubai y a aquellos edificios que los mercaderes y estrellas internacionales desarrollan en países ajenos a los suyos, destruyendo contextos urbanos, imponiendo modelos caprichosos y desarraigados de la cultura local, mercadeando productos que no les permiten llevar a cabo en sus países de origen

Hasta donde tengo presente, Colombia jamás ha competido por ganar un puesto en el ranking internacional de Arquitectura, ni ha buscado estar en la tal “vanguardia” (¿?) de la profesión. Hay excepciones, pero en términos generales, ha desarrollado arquitectura correcta, discreta, a veces modesta, de alta calidad, respetuosa de las normas y de la ciudad, sin afán de figuración. Es una arquitectura que ha hecho ciudad en vez de destruirla. Curiosamente, esa arquitectura colombiana tan desprovista de aspavientos y luces de relumbrón, contrario a lo que afirma el “entrevistado”, ha sido reconocida internacionalmente como excelente. Como resultado de este hecho, en Bogotá se produjeron proyectos como las Torres del Parque, la Biblioteca Virgilio Barco, las Torres Bavaria, los colegios y las bibliotecas distritales, el Museo Botero, la ciudadela Colsubsidio; todos proyectos correctos, respetuosos, y con un nivel de calidad que el ilustre “entrevistado”, por su curiosa obsesión, jamás logrará entender. Sus autores, y muchos otros, fueron o son todos arquitectos de calidad, como Rogelio Salmona, Germán Samper, Fernando Martínez, Guillermo Bermúdez, Daniel Bermúdez, Ernesto Jiménez, ninguno de los cuales ha pretendido establecer marcas mundiales o impresionar a incautos. Tan sólo han hecho buena, excelente, arquitectura.

Ahora el “entrevistado” trae a personas que considera importantes para dar una serie de conferencias dentro del ámbito de la Feria Inmobiliaria. Van nuestros respetos y bienvenidos sean. Curiosamente, con muchísima frecuencia vienen a Bogotá excelentes arquitectos de muy diversas partes del mundo a participar en ciclos de conferencias a las que le convendría asistir para entender qué es la arquitectura, qué es la ciudad y cual la responsabilidad ética de un promotor. Casi todos estos otros conferencistas se sorprenden sobre la manera como la ciudad ha podido mantener un carácter propio, una identidad, en medio de todas las presiones y modas internacionales. Esto, claro está, no lo percibe el “entrevistado”.

Pero, en fin de cuentas, el “entrevistado” vuelve a eludir lo fundamental de la torre BD Bacatá. No ha podido, o no ha querido, explicar con claridad cómo se obtuvieron licencias para un edificio que incumple múltiples normas, y cómo logró esa aprobación sin pagar la plusvalía correspondiente, sin hacer un plan parcial de desarrollo del sector y cómo responderá posteriormente por los problemas y riesgos que entraña un proyecto con estacionamientos inadecuados, ineficientes y muchos inutilizables, con vestíbulos de tamaños inadecuados, y por la congestión de trafico que generará en el sector. Tal vez para ese momento ya se hayan ido a otro país a agredir a otra ciudad.

Carlos Morales Hendry

 

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Pesadilla de talla mundial

Febrero 28 – 2012

Me parece siniestra la campaña publicitaria del “pegote” BD Bacatá, especialmente al haber contaminado como un virus letal el medio gremial o profesional de la planeación, el urbanismo, la construcción y (de última) la arquitectura en Bogotá. Todas estas, de virus nocivos ya tienen de sobra, para que ahora venga otro del extranjero para sumarse a los de origen local. Luego de conseguir sus tramposos objetivos pasando por encima o al lado de cuanta norma o noción reglamentaria encontraron en el camino, ahora atacan, como un cáncer importado, el ejercicio profesional y el modo de vida de miles de arquitectos y millones de habitantes de la capital colombiana, en un tono altanero, exclusivista y arrogante, cargado de alusiones humillantes y ofensivas para quienes no piensan como los jefes o responsables de la más grande “avivatada” de la historia urbanística de la capital colombiana. Los bogotanos somos, según estos patanes idealistas, una parranda de retardados mentales, incapaces de caer en cuenta de sus propias limitaciones, de haber menospreciado y “destruido” las inmarcesibles genialidades de Le Corbusier o de captar cómo se logra, con suficiente poder económico, pasar por sobre todo y sobre todos para hacer lo que se le venga en gana a alguien con el engañoso timo de que construir edificios más altos que otros es estar a tono con los tiempos actuales y a la moda con el resto de las catástrofes y crisis financieras “sostenibles” del mundo.

Me faltaba ver, en todos estos años, algo parecido a ese “suelto” afortunadamente relegado a la prensa electrónica. En el primer párrafo se nota claramente que su redactor (al menos en parte) es un colega al servicio de los intereses de los promotores del proyecto de marras, encabezados, si no recuerdo mal las informaciones veraces al respecto, por alguien con cuentas pendientes con la justicia española. Al citar el chisme generalizador sobre la arquitectura “excepcionalmente buena”, surgido en el ambiente de las facultades de arquitectura de “garaje” resulta claro que la propaganda debió reclutar algún “talento” arquitectónico bogotano para sumarlo al publicitario y darle así un aire “conocido” al asunto, al menos entre los arquitectos que se oponen, muy razonablemente, a este nuevo bodrio construido. Esta impresión se refuerza con la lectura de los siguientes párrafos, dignos de una perorata de algún defensor de oficio del capitalismo salvaje, en un círculo de simpatizantes en algún bar de moda, acompañada de unos cuantos tragos para dar más contundencia a las tonterías y tercios de verdades pronunciadas (o escritas). A las patadas con el idioma, el texto dice: (la mentalidad provincial) con la que ha solido concebirse…(el futuro de Bogotá…). Esto sería análogo al famoso bogotanismo “súbansen y corransen”. Lo de “solido”, tan cercano a “sólido”, es particularmente encantador. Y por ahí en el párrafo introductorio dice elegantemente “para que debatan…sobre la “nueva arquitectura en Bogotá”. Las irónicas comillas son significativas. ¿Será que todo lo anterior en la historia de la ciudad nunca fue nuevo?

No vale la pena discutir sobre si los bogotanos estamos o no en la obligación de poner a Colombia en el “panorama urbanístico internacional” mediante el subterfugio del pegote del BD BACATA Down Town, ni mucho menos “debatir” lo que, según el anónimo autor del “suelto” es ya un hecho cumplido (el edificio, “que ya está en construcción“, dice el texto). Ese no sería un debate sino una mordida por parte de los interlocutores, de un torpe anzuelo para convertirlos inesperadamente en colaboradores involuntarios a la publicidad y la justificación que tan ansiosamente buscan los autores del pegote. En mi indiferencia hacia los asuntos de la globalización profesional, sólo sabía de algunas obras de la firma ArchiTectonics, supuestamente fundada por una de las dos luminarias de la arquitectura mundial que se anuncian como profetas, apóstoles y redentores internacionales de la arquitectura bogotana (y colombiana, de paso), una como ideóloga y “debatista” y el otro como diseñador. Ignoro cuál sea la verdadera ortografía del nombre de la arquitecta que figura en el texto, unas veces con el apellido Dubbeldman y otras con el de Dubbledman. Es un enigma ese curioso interés de los promotores del proyecto de tener cierta opinión pública a su favor, de buscar una imagen placentera y bonachona para lo que es en el fondo un negocio crudo y una durísima prueba para el centro de la ciudad, en el curso de la cual alguien termina con los bolsillos llenos y le deja a la ciudad bastante menos de lo que los negocios del promotor Eiffel le dejaron a París, o los inversionistas Rockefeller a Nueva York.

¿Nadie se da cuenta de que todo esto, amén de inútil es sólo propaganda comercial justificativa de irregularidades, como lo fueron el aeropuerto de Eldorado y el parque del Bicentenario, un asunto de jugosos contratos y punto?. La arquitectura aquí carece totalmente de importancia. Sólo sirve para “chambonear” sobre cosas como la anchura de un vestíbulo de ascensores o la de un acceso a un monstruoso parqueadero.

No dejo de experimentar cierta desazón al ver a lo que hemos llegado. La pregunta publicitaria que arruinó todo para mí es: ¿es usted arquitecto de talla internacional? asista a nuestra convocatoria. ¿En qué consiste la “talla internacional”? ¿Será algo como las tallas S, M, L y XL? ¿Quién otorga o decide lo de la “talla internacional”? ¿Se obtiene en internet? ¿Si alguien en Bogotá tiene apenas “talla departamental” o “talla distrital” puede aspirar a debatir con Sergi Balaguer y Winka Dubbeldman sobre edificios de “talla mundial”? ¿Debo consultar con mi psiquiatra sobre un posible complejo de inferioridad causado por mi falencia tremenda de no ser “de talla internacional”?

El colmo de la arrogancia personal y profesional, además del atolondramiento conceptual es ese párrafo inicial en el que se anuncia pomposamente que la Torre BD (y no una empresa inversionista y constructora sino algo que aún no existe, ahí en la avenida 19) “busca arquitectos colombianos que hayan realizado proyectos de talla mundial para que debatan (sic) junto (no “contra” sino “junto”) a S. Balaguer y W. Dubbledman sobre la “nueva arquitectura en Bogotá”». La talla, nótese, ha pasado aquí de “internacional” a “mundial”. ¿O será lo mismo?

La medalla de oro al arribismo se la lleva sin duda el párrafo del texto que dice: Quienes creemos en el tremendo potencial que tiene Bogotá como ciudad cosmopolita, vemos con dolor cómo la ciudad le ha dado la espalda a la arquitectura mundial por más de treinta años….Al rodear su existencia de todo aquello que daría una sensación de cosmopolitismo, de nuevorriquismo desaforado, el narcotráfico y la mentalidad “traqueta” atacaron ese tremendo potencial que en efecto tiene el país colombiano, y lo llevaron a la dimensión mundial de los estupefacientes. El crimen cobró “talla mundial”. ¿Por qué no habría de cobrarla también la arquitectura colombiana, que, mal que bien, como está hoy, tiene un prestigio bien ganado fuera de nuestras fronteras pero sin obras de relumbrón vulgar ni posturas formales o dimensionales extremas. Y ante todo, sin piruetas reglamentarias de por medio? Que se haya logrado en Bogotá darle la espalda a una época aciaga de la arquitectura mundial no es un motivo de dolor sino de satisfacción. Es una postura auténtica, creativa, original y muy nuestra. Y desde ella podríamos preguntar, con clásico chauvinismo: ¿qué vienen a hacer aquí estos improvisados profetas de un futuro que ni les concierne ni les importa más allá de lo que se van a echar a sus bolsillos?

No sé qué pensar de la posibilidad que me brinda el autor de tan inquietante nota propagandística, al ofrecerme “…En otras palabras”, (¿las anteriores no servían?) hoy los bogotanos tenemos de nuevo al oportunidad de soñar… ¿Cómo, la Torre BD nos propone más pesadillas de las que ya tenemos? ¿Alguien quiere soñar con una ciudad como para Batman, llena de torres BD tétricas y oscuras?

P.D. Hecho el envió del presente texto, fue una sorpesa para mí ver la publicación en este mismo espacio de la «columna» de mi colega Willy Drews, con numerosas analogías y semejanzas temáticas. Ignoraba que ese texto estaba ya para ser publicado cuando envié el mío. Es con alguna sonrisa socarrona que tanto Willy como yo podemos señalar la coincidencia en el tema de la «talla» geográfica de los arquitectos colombianos y de la correspondiente a la obra de él y la mía.

Un ángulo problemático y polémico que no tratamos a propósito de la torre BD, o solamente lo hicimos a la tangente es éste, tomado de otro texto mío: parece que nos olvidamos de quienes en la Empresa de renovación y del Espacio Público, en las curadurías, en el IDPC les allanaron el camino a los aventureros de la Torre BD y por parte de quién. Los espejitos, se le puede decir a Willy Drews, vienen hoy acompañados de gruesos fajos de euros, haya o no crisis en España y otros países europeos. Quienes miran estos aconteceres desde lo alto de cargos oficiales en Colombia han estado desde hace mucho tiempo ahí y saben perfectamente bien qué está pasando con esta renovada conquista del medio financiero y urbano de Bogotá. Nos persigue el fantasma del continuismo destructor, demoledor, anarquizante, arquitectónico, urbanístico y planificador de la era Uribe. De la imagen de indiecito confundido que propone Willy Drews no se sabe si reír o llorar.

GERMÁN TÉLLEZ C.

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