Ya se cumplieron más de nueve meses de la caída del bloque 6 del proyecto de vivienda Space, y este embarazo no ha producido el parto esperado de la publicación de los resultados del estudio que, sobre las causas del colapso, está haciendo la Universidad de los Andes. La torre 5 ya fue demolida y se dice que en este mes se demolerán las torres 1 a 4. Se dice que hay otros proyectos pendientes a los que habrá que definir un posible refuerzo o demolición: Continental Towers, Asensi, Mantuá, Colores de Calasania, Punta Luna y Acuarela Norte.
En varias ocasiones he expresado mi preocupación por el desconocimiento de estos resultados por parte del gremio de la construcción, sin los cuales es imposible tratar de identificar las medidas que arquitectos, ingenieros y constructores podamos tomar para que semejante tragedia no se vuelva a repetir.
Ante la imposibilidad de tener tan necesaria información, solo se cuenta con lo que se dice en corrillos y medios de comunicación (periódico El Tiempo y revista Semana). Trataré entonces de identificar las posibles causas del siniestro con los se dice, analizando cada uno de los eslabones de la cadena de la construcción.
El primer eslabón es el Arquitecto Proyectista. Se dice que el proyecto no cumplía con las normas de evacuación. Como lo dije en otra oportunidad, los edificios no se caen ni por feos ni por incómodos ni por poco funcionales ni por incumplir normas arquitectónicas o urbanísticas. Se dice que el arquitecto es quien propone la estructura –lo cual es cierto– y esta debe ser clara, lógica y eficiente. Pero es el Ingeniero Estructural quien asume, al calcularla, la responsabilidad de su estabilidad. Si la estructura propuesta por el Arquitecto es absurda o inviable, el Calculista debe decirlo.
El segundo eslabón es precisamente el Ingeniero Calculista. Se dice que él tiene que cumplir rigurosamente con todas las normas vigentes. Pero según El Tiempo, peritos de la Fiscalía aseguraron que las vigas no tenían refuerzos para evitar que se doblaran(…). Además que estaban muy apartadas entre si lo que hacía más débil el esqueleto del edificio(…). La obra estaba prevista para 22 pisos y los cálculos y diseños se hicieron sobre ese plan. Sin embargo, finalmente se construyeron 26 pisos(…). Hubo deficiencias y errores en los cálculos realizados por los ingenieros. Es de suponer que si se aumentaron cuatro pisos, se recalculó la estructura. Pero si hubo Deficiencias y errores en los cálculos,como se dice, esta sería la causa más probable del derrumbe.
La Curaduría Urbana es el siguiente eslabón. Se dice en El Tiempo que según declaraciones del Curador, La Ley 400 de 1997 determina en su artículo15 que el solicitante de la licencia puede presentar la revisión estructural a cargo de un ingeniero especialista en estructuras, que ejerza esa revisión y en la cual el curador solo tiene que chequear que se cumplan estos requisitos de la revisión. Yo no tenía que hacer esa revisión porque ya estaba hecha por un profesional idóneo y calificado para tal fin. Si esto es cierto, el proyecto aprobado cumplía con todas las normas vigentes y el Curador demuestra su buena fe, y se dice que quedaría libre de toda culpa. En caso contrario –el Curador reconoce que no hizo la revisión– tendría que responder por negligencia.
Si el Constructor –siguiente eslabón– ejecutó los diseños recibidos con sus especificaciones asumiendo que estaban bien, aplicando sistemas constructivos adecuados y utilizando materiales que cumplieran con lo estipulado, la construcción no sería la responsable. Pero si no fue así, y –se dice en El Tiempo– los peritos entregaron un informe con más de mil fallas(…). La fiscalía encontró que el concreto usado no se había dejado secar el tiempo necesario para alcanzar su máximo nivel de resistencia,la construcción compartiría la culpa del siniestro con los cálculos estructurales.
Finalmente se dice que el último eslabón, el Promotor –Lérida CDO– no estaba enterado de las fallas en los cálculos y eventualmente en la construcción, lo cual lo convertiría de victimario en víctima. En este caso no tendría una responsabilidad penal, pero civilmente tendría que responder económicamente ante sus compradores por vicios ocultos en la venta de las viviendas, cosa que –se dice– está cumpliendo. Se dice, sin embargo, que una propuesta de reconocer $2.400.000 por metro cuadrado fue rechazada por los compradores.
Las conclusiones del estudio de la Universidad de los Andes, al establecer las causas del siniestro, definirán automáticamente al culpable, quien –sea quien sea– deberá responder ante la justicia por el homicidio culposo de las doce víctimas, por el peligro de muerte de los habitantes del Space y, eventualmente, de los otros proyectos que amenazan ruina. Sin embargo, no hay ninguna garantía de que el juicio será justo estando en manos de una justicia penal que –tal vez por ser ciega– a veces es demasiado laxa y otras veces exageradamente castigadora.
Como ejemplo de una condena injusta tenemos el caso aberrante del ingeniero Andrés Camargo, ex director del Instituto de Desarrollo Urbano de Bogotá. Fue condenado a cinco años de cárcel por fallas en las losas de las vías del sistema de transporte masivo –TransMilenio–, un problema que no involucra mala fe, ni peculados, ni víctimas fatales. Se dice que su único delito fue confiar en los informes de los técnicos y en las recomendaciones de una prestigiosa cementera.
El 12 de octubre se cumple un año de la caída del Space. ¿Cuándo entregará la Universidad de los Andes el famoso estudio? ¿Cuándo hará público la alcaldía de Medellín el informe? ¿Cuándo se pronunciarán los gremios de ingenieros y arquitectos de Medellín? ¿Cuándo se resarcirá a los damnificados? ¿Cuándo castigará la justicia a los culpables? Se dice que nunca.
El último: se dice que Colombia necesita una reforma a la justicia. Lo que requiere es una reforma a la injusticia.
* Imagen tomada de El Espectador.