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Coser la ciudad o herirla al intentar coserla

Septiembre 20 – 2013

El Parque de la Independencia surgió en Bogotá en 1910 con motivo de la celebración del Centenario de la Independencia, cuando ya la ciudad desbordaba su núcleo original y sus habitantes requerían de un espacio verde para la recreación y el contacto con la naturaleza. Allí se organizó la Exposición Industrial con varios pabellones, entre los que estaba el Kiosco de la Luz –construido por los hermanos Samper para mostrar las bondades y posibilidades del cemento–. Los pabellones fueron demolidos después, pero quedó el Kiosco como testimonio de esos eventos e ilusiones.

En los años 30 del siglo pasado, se levantó la Biblioteca Nacional frente al parque, y la integración que existió fue violentamente cortada por el paso de los viaductos de la calle 26, abiertos para unir el nuevo aeropuerto de El Dorado con el Centro Internacional y continuar hacia la estación del funicular de Monserrate. En los años 70, frente al parque se construyeron las Torres del Parque, uno de los proyectos de vivienda más significativos de la ciudad que, junto con las obras de complementación de caminos y escaleras de todo el parque, convirtieron el lugar en un sitio de gran valor ambiental y patrimonial, como fue luego reconocido por las autoridades.

El autor de las Torres, Rogelio Salmona, propuso reintegrar la zona del sur del barrio de Las Nieves con el Parque de la Independencia para reforzar el complejo cultural de la Biblioteca y el Museo de Arte Moderno y sus ampliaciones, además de realzar el edificio Embajador –otra obra emblemática de nuestra arquitectura moderna–. Salmona planteó una plataforma-puente que uniera las dos partes, idea que luego desarrolló el arquitecto Santamaría. Finalmente, Giancarlo Mazzanti diseñó un complejo de terrazas-puentes escalonados desde la carrera Quinta hasta la carrera Séptima, con algunas jardineras adicionales que propiciarían escondrijos, suciedad y posibles atracos, como también unas rampas que bajan de frente al parque y lo invaden de manera inaceptable.

Como el sistema Transmilenio requiere pendientes suaves y parejas, esto determinó la línea rasante de la vía que une los bajos de la Séptima con la parte alta y la llegada a Las Aguas, a la vez que los buses exigen una altura libre mínima de 5 metros, lo que elevó mucho esas terrazas-puente. Para los nuevos carriles del Solobus fue necesario ampliar la vía entre 8 y 10 metros, una franja que se cortó al parque y causó la tala de muchos árboles que han generado, con razón, mucho malestar en la comunidad.

Ver las terrazas hoy es encontrar una situación deplorable que exige pronta solución. Enumeremos las 5 terrazas-puente construidas y que permanecen en obra negra: la número 1 sería la del extremo oriental, frente al estacionamiento que está arriba del Museo de Arte Moderno; las terrazas 2 y 3 frente al Museo; y las terrazas 4 y 5 frente al lote para la ampliación del Museo y arriba del edificio Embajador. Falta construir la terraza 6 contra la carrera Séptima. Las terrazas 1 y 2 dejaron unos muros de alturas de 8 y 6 metros sobre el andén de la Biblioteca y el Museo, en tanto que desde el parque y desde el Kiosco de la Luz ya no se ve el Museo de Arte Moderno. ¡Una barbaridad!

Emumeración de las terrazas-puente

Enumeración de las terrazas-puente del proyecto en construcción
–foto aérea de la Revista Semana–

Las terrazas-puente

Vista de la terraza 1 hacia el Parque de la Independencia

Las terrazas-puente

Vista de las terrazas 1, 2 y 3 hacia el Parque de la Independencia

Ante esta situación, nos reunimos algunos arquitectos para buscar una salida: proponemos demoler las terrazas 1 y 2, las más elevadas, lo mismo que la número 5, la que está más cerca de la carrera Séptima, y mantener la 3 y la 4; o solo la 4. De esta manera, se tendría un puente ancho que integraría las dos mitades urbanas. Y como en ellas la altura sobre el andén es mucho menor –de 1.80 metros a 2.00 metros–, bajar al andén sur o al Parque de la Independencia es más fácil y se podría diseñar todo de manera sencilla y sensata. Aparte de las investigaciones jurídicas que se llevan a cabo y que deben continuar hasta llegar a las debidas sentencias de los jueces, se concluiría el proyecto para que la ciudad supere este impasse, para bien de los vecinos inmediatos que han luchado contra las agresiones al parque y para evitar que ese adefesio actual perdure no sabemos hasta cuándo.

 

Carlos NIÑO MURCIA, Arquitecto

Bajando a la playa

Modo urbano de bajar a la playa

 

Bajando a la playa

Modo vanguardístico de bajar a la playa

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El Biotopo del Biotipo

Septiembre 13 de 2013

            Ensayo de un ensayo

Dos de las características del siglo XXI son la globalización y los Tratados de Libre Comercio, entendidos como una manera de extender los tentáculos a otros países – y que ellos nos extiendan los suyos – para tratar de vender más y comprar menos. Para lograrlo es necesario vencer las barreras de comunicación existentes entre diferentes culturas, pero muchos ilusos piensan que estas barreras no existen. Creen que, precisamente por la globalización, todos compartimos la misma experiencia y que es posible hacer un By-Pass a la cultura y al lenguaje, y saltar directamente a la experiencia común para contactar otro ser humano.

Esta teoría está basada en la hipótesis de que si dos seres humanos están expuestos a la misma información, prácticamente los mismos datos están siendo  archivados en los dos cerebros en forma similar. Gran error. Cada cultura posee un sistema de filtros sensores propios que admiten unos datos y filtran otros, de manera que la experiencia que llega a la memoria de una persona después de pasar por este juego de filtros, es completamente diferente de la experiencia de otra persona, admitida a través de otros filtros. Este proceso de filtración implica que, en el caso del urbanismo y la arquitectura, ambientes urbanos y espacios arquitectónicos creados por sociedades diferentes para cubrir iguales necesidades, deben ser diferentes.

De estos ambientes, creados o alterados por el hombre, podemos aprender cómo personas distintas usan diferentemente sus sentidos. Sentidos que han sido amplificados artificialmente por el hombre aumentando el alcance y la especificidad de sus funciones: La rueda como extensión de las piernas, el teléfono y el internet como extensiones de la voz, la radio como amplificación del sonido, la televisión como prolongación de la vista, el computador como ampliación del cerebro, y el lenguaje y la escritura como vehículos para transmitir y convertir la experiencia en memoria.

Es decir, que el hombre se ha convertido en la única especie que ha podido, por si mismo, acelerar violentamente y por medios artificiales la evolución de su propio biotipo, con sus híper extensiones que están alterando la naturaleza. Esto coloca al animal humano en la peligrosa posición de un dios creador y destructor del mundo en que vive – su biotopo – con resultados desastrosos, sin importarle las generaciones venideras ni las otras especies que involuntariamente comparten con él este planeta. En otras palabras, el hombre ha creado una nueva dimensión, la dimensión cultural, cuya estructura de soporte es la memoria.

Pero la venganza de los dioses con los hombres por las extensiones de su organismo, no se hizo esperar, castigándolos con sus mismas armas: Mal cine, peor televisión, radio desesperante, agobiante Internet, esclavizantes computador y celular, y un castigo funesto para su propio hábitat: revistas de arquitectura arrogante y mediática para estudiantes y arquitectos jóvenes.

La relación entre el hombre y la dimensión cultural creada por él es de doble vía, en el sentido de que ambos se moldean el uno al otro. Como lo expresó Sir. Winston Churchill en su famosa frase; “Nosotros damos forma a nuestras ciudades y nuestras ciudades nos dan forma a nosotros”.

Sin embargo, para que se cumpla el postulado de Churchill, es necesario que el proceso de asimilación de cambios – en el caso del hábitat – por parte de la memoria colectiva, sea pausado, ordenado y genere su correspondiente retroalimentación. Este orden en el proceso ya no se cumple, pues mientras la memoria colectiva se transforma por la asimilación lenta y gradual de nuevos elementos tamizados a través de sus filtros culturalmente patronados, el hábitat se transforma por cambios rápidos, a menudo repentinos y caprichosos, causados por fuerzas externas a él (modas, nuevos materiales, normas locales).

Este desequilibrio ha causado una ruptura entre hábitat y cultura, que se refleja en una arquitectura anodina y ajena a su contexto cultural, de fácil utilización  en cualquier ciudad, y de gran economía  en términos de consumo de imaginación y creatividad.

Hemos logrado comercializar la “Arquitectura Instantánea” que se destapa, se disuelven dos construcciones insulsas en un pedazo cualquiera de ciudad, y se produce un paisaje urbano anodino que obliga a mirar el último sello del pasaporte para saber en qué lugar del mundo nos encontramos. Hemos logrado reemplazar la memoria colectiva por modelos repetitivos internacionales elementalmente burdos, y evitarnos el fatigoso esfuerzo de pensar.

No es factible crear un marco urbano adecuado, un biotopo consecuente con las necesidades específicas de un grupo humano determinado, por fuera de su propia dimensión cultural.  Es imposible para el hombre despojarse de su propia cultura pues esta penetra en su sistema nervioso y determina la forma como percibe el mundo.  La mayor parte de la cultura permanece oculta y fuera de nuestro control y aún cuando pequeños fragmentos lleguen a volverse conscientes, son difíciles de cambiar, porque ellos constituyen experiencias muy arraigadas y personales.  No es posible actuar en una forma significativa, sino a través de la cultura propia de cada grupo social.

Llegamos entonces a una novedosa conclusión: “Será preciso adaptar adecuadamente los edificios a las necesidades y a las diferentes condiciones de las personas que han de habitarlos”. Esta frase la pronunció Vitrubio en el siglo primero antes de Cristo, lo cual demuestra que el tiempo, como el mundo, es redondo.

 

WILLY DREWS

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Cambios

Septiembre 9, 2013

Como insistió Rogelio Salmona, hacer arquitectura aquí es un acto político. En contra no apenas de la corrupción, el clientelismo y la violencia, con que los políticos se roban las ciudades en las narices de todos, lo que demanda el voto en blanco sistemático, sino en contra de la incultura de nuestra cultura. De la cultura arquitectónica y por ende de las ciudades, justamente el escenario de la cultura, como dijo Lewis Mumford.

Pero no solo tenemos poco tiempo para cambiar no apenas nuestras instituciones gremiales, como lo la SCA,  la ACFA  y el CPA, sino y en primer lugar las escuelas de arquitectura, ahora sumidas en buscar una acreditación que poco acredita, diversificándolas, traspasando los limites de la experiencia pasada desde que se crearon: abriéndolas de nuevo bien, como propuso Germán Téllez hace años.

Escuelas que de nuevo tengan “maestros”, arquitectos reconocidos que practican el oficio, y no apenas con estudios de posgrado (de los que antes carecían casi todos). Que haya talleres verticales con cada uno, se visiten y estudien con el Neufert paradigmas locales y se hagan viajes de estudio en el país y el exterior. Que cuenten con bibliotecas idóneas, laboratorios de clima, estructuras y construcción, y talleres de maquetas.

En ellas, además de mejores arquitectos, habría que educar urbanistas, diseñadores, constructores,  historiadores, críticos y enseñar arquitectura como cultura general, que tanta falta para que trascienda su costoso espectáculo actual, pues sin buenos clientes no hay buenos edificios. Lo demuestra que casi no hay templos feos pues los dioses son los mejores clientes: son ricos, esplendidos y no molestan con nimiedades.

Profesionales que entiendan que lo mas importante de los edificios que es que completen calles de ciudades que ya existen y que siempre son viejas, componiendo, que no diseñando, como insistía Salmona, edificios construibles con economía y habitables con significado, emoción y confort, incrementado la calidad de vida de sus usuarios, y de los ciudadanos, que no pueden evitar su presencia en las ciudades.

Procurando que la gente trascienda su existencia mejorándola con ciudades emocionantes pero funcionales, y alargándola con edificios sanos, seguros y confortables. Traspasando los límites de su experiencia cotidiana mientras los recorren y habitan. Arquitectura ya no para dioses y reyes por la gracia de dios, y sus tumbas, sino para que hombres y mujeres corrientes sean los ciudadanos plenos de cualquier ciudad, villa o lugar.

Ciudades que son el escenario de su cultura, que ahora es de la vida y no apenas de la muerte o de lo que no existe, a lo que se consagró hasta hace poco el maravilloso Ars Sacra de occidente, pero que ya es todo el mundo. Ciudades que ayuden a salvar la naturaleza que siete mil millones de personas insisten en destruir colectivamente, sin trascender, mientras tratan de sobrevivir individualmente como si eso fuera posible.

Uruk fue hace seis milenios la primera, mayor y mas esplendida ciudad de Mesopotamia, influenciando todo el Oriente Próximo a través de la primera red de colonias de la historia. Allí se inicio la gran arquitectura con los Zigurats. Pero ahora en lugar de que cada ciudad sea una obra de arte levantada poco a poco en el tiempo y el espacio,  se cayó en la obsolescencia programada del edificio de penúltima moda.

Benjamin Barney Caldas

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Grandes Reducciones: diez diagramas que cambiaron la planificación de la ciudad

 

«La Planificación se inserta en el mundo de fabricación de imagen de los artistas y publicistas. Algunas de estas imágenes son al mismo tiempo diagramas analíticos y fascinantes imágenes artísticas,  y si  los planificadores han optado más a menudo por una imaginería árida, estas siguen siendo imágenes, con todas las implicaciones ricas y complejas del término. Cada plan es acto de persuasión, argumento para una forma alternativa de vida que intenta reafirmar o convencer a una audiencia de esa alternativa.» — Andrew Shanken

F1Figura 1: El diagrama «Bahía o Río?» ayudó a a amalgamar  el apoyo popular para salvar la bahía en la década de 1960. Cortesía de Oakland Tribune

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Muchas de las ideas de mayor influencia en la forma de nuestras ciudades se han expresado por medio de diagramas simples, que se han convertido en condensaciones icónicas de valores específicos, agendas políticas e ideologías. Algunas se han convertido en imágenes icónicas, inspirando al mismo tiempo, la imitación, la elaboración y la crítica. Y son paradigma en el léxico visual del diseño y la planificación urbana.

Este número de The Urbanist y la exposición que lo acompaña en la galería del SPUR Urban Center, investiga la iconografía de la planificación de la ciudad y el impacto — para bien o para mal — de estas imágenes en la morfología de comunidades urbanas de los Estados Unidos. Como las nuevas tecnologías permiten nuevos tipos de visualización, nos detendremos para dar una mirada retrospectiva a la cultura visual del campo a través de diez de sus diagramas más influyentes, tratando de entender no sólo lo que los planificadores estaban pensando acerca de las ciudades, sino también cómo usaron el poder de la imagen, tanto para persuadir como para comunicarse.

Para los urbanistas, tal vez muchas de las imágenes en este tour ilustrado resulten instantáneamente reconocibles.  A otros pueden parecerles nuevas, o tal vez  familiares, ya sea porque han sido ampliamente reproducidas o por los mismos lugares ya familiares que han inspirado y conformado.

Miremos la Zoning Resolution de Nueva York de 1916. Tal vez algunos expertos planificadores conozcan bien sus ilustraciones originales. Unos cuantos más reconocerán las vívidas representaciones de Hugh Ferriss por su impacto en un algún lugar teórico o en la ciudad imaginaria en la película Metrópolis de Fritz Lang. Pero casi todos reconocerán los edificios del Chrysler y el Empire State y la inconfundible forma como la Ciudad Gótica”  de Batman que genera la norma.

Asimismo, la subdivisión en retícula municipal creada por la Land Ordenance de 1785, puede parecer historia antigua de la Oficina Federal de Tierras— hasta que uno lo conecta a la visión aérea  del Medio Oeste con su interminable grilla de milla cuadrada, una subdivisión de parcelas cuadradas con círculos de riego de pivote. Al volar por la noche sobre Chicago, Las Vegas o Phoenix, las implicaciones de este simple diagrama sobre la forma urbana se hacen claramente evidentes.

¿Qué es un diagrama?

El palabra “diagrama” (literalmente «representado por líneas» en griego) se refiere a cualquier explicación visual esquemática de una idea. Los diagramas se aprovechan de la diferencia de cómo nuestra mente procesa el lenguaje y cómo procesan las imágenes. Es así como  a menudo se ubican al lado de un argumento escrito o verbal para resaltar una idea particularmente importante.

Tablas, gráficos y mapas son todos diagramas y su sintaxis particular — de líneas, flechas y formas, a menudo mezclada con lenguaje — difiere de la representación ilustrativa de dibujos y fotografías.

Los diagramas parecen tener un poder especial cuando se trata de la representación del lugar, ya que son capaces de combinar ideas espaciales y no espaciales. Fotos y datos. Mundos reales e imaginarios. Ideas abstractas y propuestas concretas. Así, el diagrama se convierte en un espacio fértil para investigar la conformación de las ciudades.

¿Qué hace un diagrama?

El poder de un diagrama es reductivo: condensa una idea compleja en una declaración visual simple y potente. Su claridad resulta de omisión tanto como la inclusión, que a menudo se logra a expensas del carácter y la particularidad. Sin que les estorben las preocupaciones pragmáticas, los diagramas permiten la experimentación y el avance de la imaginación.

Desafortunadamente, los diagramas pueden convertirse en la base para la exclusión o la marginación. Las ilustraciones limpias y atractivas de la ciudad modernista, con sus abundantes espacios verdes y organización eficiente, por ejemplo, ayudaron a cimentar la idea de “limpieza de tugurios”  bajo los programas federales de renovación urbana de los años 50 y 60.

Pero afortunadamente, los diagramas logran cristalizar puntos de vista emergentes, encuadran retos y opciones bajo una nueva luz, como cuando el atractivo gráfico «Bahía o río?” del Oakland Tribune de 1961 ayudó a estimular nuevas e importantes protecciones para la bahía de San Francisco. Así mismo, el uso de mapas con figura y fondo por los diseñadores urbanos en los años setenta, expresó vívidamente la idea nebulosa-en ese entonces-del patrón urbano, poniendo en claro su valor en las decisiones de planificación. Una vez que una idea revolucionaria se afianza, sus imágenes a menudo se convierten en la nueva ortodoxia, volviéndose blanco de nuevas críticas y aseveraciones .

Mapas, planos y vista en planta

Cada mapa es un diagrama, en el sentido en que el mapa es una representación abstraída de algunas, pero no todas las facetas de un lugar. Esto es esencial: un mapa vial que mostrara también los detalles de los recursos de red eléctrica y mineral sería innecesariamente confuso.

La mayoría de los mapas comprime la curvatura de la tierra y su topografía en un plano bidimensional disminuyendo su rigurosidad, una abstracción tan frecuente que apenas lo notamos. Los artistas, por lo menos desde Robert Rauschenberg, han estado trabajando en “difuminar” este plano, más recientemente, las nuevas herramientas de diseño asistido por ordenador (CAD) y los  sistemas de información geográfica (SIG) han permitido a los diseñadores acercarse de forma  más dinámica. Sin embargo, vale la pena traer a colación, que incluso el truco-inimaginable antes- de “volar” casualmente a través de un paisaje tridimensional en la pantalla de computador, todavía pasa sobre una superficie plana. Nuestra nueva proeza técnica solo ha profundizado nuestra dependencia del espacio pictórico.

La palabra «plan» implica previsión y aspiración, no simplemente una representación de lo existente. A veces, mapas y planes convergen. La revuelta contextualista en el Urbanismo en la década de los 60 y 70 insistió en que una parte importante de la disciplina consistía en la cartografía analítica de las condiciones existentes, en contraste con las grandiosos esquemas del urbanismo modernista. El mapeo cognitivo de planificadores como Kevin Lynch y Donald Appleyard prefiguró la explosión de la cartografía alternativa y la visualización de datos ahora hecha posible por medios digitales. Las herramientas de cartografía—y su sistema de filtración tácita de la realidad—han sido radicalmente democratizadas y la cartografía se ha convertido en un discurso en cual artistas, activistas, “nerdos” de la tecnología y planificadores pueden afirmar sus propias visiones de lo existente y lo que debería ser.

Planos y mapas comparten un sistema visual llamado «icnografía» o simplemente «plan vista,» una abreviatura que representa cada punto como si el espectador estuviera directamente encima de él, mirando hacia abajo. Por supuesto, en cualquier vista aérea real, solamente un punto es visto de esta manera, todos los demás lo son en un ángulo oblicuo que aumenta con la distancia. La visión en plano es omnisciente, como la de un dios, pero también engañosa e ilusoria. Al mantener al espectador a una distancia cómoda, no sólo esconde la tercera dimensión sino también las cualidades dinámicas, temporales y sensoriales del lugar.

Figura 2: Ciudades ideales renacentistas inspiradas por Vitruvio (XV-XVI c). 1. Filarete, 2. Fra Giocondo, 3. Girolamo Maggi, 4. Giorgio Vasari, 5. Antonio Lupicini, 6. Daniele Barbaro, 7. Pietro Cattaneo, 8/9 di Giorgio Martini.

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Marten Kuilman

Plantillas utópicas

Períodos de gran agitación social y cultural a menudo han producido rachas de pensamiento utópico. De manera  sorprendente, las sociedades ideales suelen venir con su receta para una buena forma urbana, dándole cuerpo a los valores de sus proponentes, matizados  por las ansiedades de su circunstancia.

En la Italia del Renacimiento, artistas y diseñadores se unieron en una amplia afirmación humanista: que la sociedad podría y debería estar formada por ideales humanos. Rodeados por las enmarañadas calles medievales que los cercaban, se fascinaron con las ciudades ideales, imaginando espacios serenos y despoblados, sin tiempo y lugar real. Las herramientas de la perspectiva y el desarrollo de reglas abstractas de proporción y simetría convirtieron al espacio en objeto de estudio.

Las ciudades ideales renacentistas revelan algunos de los poderes fundamentales—y también algunas de las deficiencias—de esquemas de planificación. En primer lugar, al mismo tiempo son  todos los lugares y no son ninguno, en su visión de plano claramente  representan el espacio urbano, pero sin referencias geográficas, y por lo tanto, sin las limitaciones que impone el contexto en la construcción de ciudades reales. En segundo lugar, contribuyen a un discurso más amplio sobre los ideales sociales y cómo podrían manifestarse en la ciudad. Finalmente, proporcionan un cierto tipo de ADN formal, una plantilla reiteradamente expresada, modificada y reproducida tanto en el papel como en la tierra.

A veces se pretende  que un diagrama se tome literalmente. Tal es el caso de la “Ciudad Radiante”, declaración de urbanismo modernista de 1935 de Le Corbusier, también conocida como las  «Torres en el Parque». Tal como las Ciudades Jardín de Ebenezer Howard tres décadas antes, la Ciudad Radiante trató de remediar la congestión, la contaminación y la enfermedad de la ciudad industrial del siglo XIX, como dijo el planificador e historiador Robert Fishman, «inspirada por la perspectiva que una reconstrucción radical de las ciudades resolvería no sólo la crisis urbana, sino también la crisis social.»

Figura 3: Una vista aérea contemporánea de la ciudad de Palmanova (1593), un asentamiento militar italiano basado en un plan Vitruviano

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Google Earth

Para Le Corbusier, esto significaba erradicar los callejones oscuros y tuberculares de la vieja ciudad y reemplazarlos con filas de torres cruciformes ampliamente espaciadas, unidas con autopistas y ordenadas en sectores separados por su uso comercial, industrial y residencial. Aunque se puede leer la Ciudad Radiante como un manifiesto diagramático de principios de urbanismo, fue también una propuesta arquitectónica literal, la cual  fue tomada y aplicada al por mayor en un asombroso número de localidades, desde los suburbios de París hasta el centro de Chicago. Expresiones construidas de esta visión son prácticamente indistinguibles del esquema utópico, excepto por los desastrosos resultados de algunas de ellas. La simplicidad del diseño (la base de su atractivo y elegancia estética) es más como de diagrama y muy diferente a la ciudad.

Otras maneras de mirar

Algunos tipos de gráficos sugieren formas particulares de mirar  a la ciudad y así se prestan para miradas particulares más profundas. Por ejemplo, en 1909, Patrick Geddes utilizó el «transecto,» tomando prestado el lenguaje visual de un corte de arquitectura (una rebanada imaginaria a través del espacio, visto desde el lado) y lo desplegó como herramienta analítica sobre una escala mucho mayor, prestada de la ciencia ecológica. El esquema se adaptó perfectamente al propósito de Geddes, revelando como las condiciones del camino y contexto cambian a través del paisaje. Así, como una manera de representar y mirar el espacio, permite sensibilizar el contexto, para poder hacer un amplio examen de la situación urbana, regional y ecológica de un sitio.

Similarmente, el plano de Nolli (p.16), llamado así por el magistral mapa de Giambattista Nolli de Roma de 1748, sobresale  por la manera en que revela la forma en que edificios definen las calles y espacios, creando un patrón legible. En la década de 1960, los críticos del enfoque modernista a la forma urbana, utilizaron las convenciones gráficas del plan de Nolli para demostrar el valor de la definición espacial edilicia y los patrones urbanos tradicionales.

Diagramas cuantitativos

Aunque los urbanistas y formuladores de políticas urbanas usan datos y texto  para validar sus argumentos, Es a menudo la imagen la que se queda en la imaginación del público. Los diagramas pueden ser condensaciones de datos numéricos, como el «gráfico de palo de hockey» de Michael Mann, de las temperaturas medias históricas, cuya cristalización impactante de los efectos del cambio climático ayudó a poner el impacto climático en el núcleo del discurso de la planificación.

Diagramas prácticos

Varios de los diagramas presentados aquí son simplemente herramientas de planificación, diseñadas para obtener mayor claridad, no inspiración. Sin embargo mantienen una relación compleja con un específico conjunto de valores y premisas. La rejilla urbana, en uso desde la antigua Grecia, ha demostrado ser la geometría por defecto siempre que sea necesario un rápido y eficiente desarrollo urbano, tal vez la más famosa, la notoriamente impaciente Manhattan,

La ley federal de municipio y retícula de 1785, fue también básicamente mecánica, pero develó las preocupaciones subyacentes. La grilla rural sirvió para normalizar el asentamiento (o conquista) del Oeste americano incorporando el ideario Jeffersoniano: el que agricultores pequeños terratenientes fuesen la columna vertebral de su ideal de democracia. Después de que el Oeste fuese parcelado, Frank Lloyd Wright tomaría la cuadrícula rural como base para su Broadacre City, una utópica anti-metrópolis presentada por primera vez en 1932, que extendió el poblamiento a lo largo del interior estadounidense con casas en lotes de un acre.

En el caso del diagrama de retrocesos del Zoning Resolution de Nueva York de 1916, el propósito era ilustrar el nuevo código reglamentario. Este diagrama bosquejó un ambicioso nuevo poder gubernamental- no sólo la regulación del uso de la tierra sino también la forma construida. Pero su innovación más profunda fue accidental: el perfil profundamente evocador de los rascacielos de Nueva York en su cenit de los cincuenta.

Anti-Planes

Algunos diagramas son de resistencia. En la década de 1960, el Oakland Tribune publicó un diagrama que rastreó y simplificó grandemente un mapa del Army Corps of Engineers, proyectando el futuro nivel del relleno en la bahía de San Francisco si continuaban las tasas históricas de sedimentación. La imagen, que mostraba sólo un lamentable canal residual en el centro de la bahía, fue subtitulada «Bahía o río?» Expresión perfecta de la potencia de los diagramas, se convirtió en el grito de un movimiento liderado por Save the Bay, el cual marcó el comienzo las nuevas protecciones ambientales de gran alcance.

En la década de 1950, un grupo de radicales académicos, artistas y arquitectos europeos llamado la Internacional Situacionista surgió alarmado con los esquemas racionalistas de renovación urbana de los arquitectos modernistas. La ciudad, sostuvieron, se constituye desde lo profundo a través de la experiencia de los individuos. Cultivaron la resistencia a la frialdad de la ciudad moderna, mediante el juego, lo accidental y la deriva urbana. Acuñaron el término «psicogeografía» para describir este encuentro personal con el espacio urbano, ilustrado con evocadores mapas del proceso. Esta crítica de la planificación de arriba hacia abajo, seria tomada por otros movimientos de resistencia alrededor del mundo —Jane Jacobs y otros — que volvieron la espalda a las autopistas y buldóceres y se atrevieron a cuestionar la autoridad de los expertos. También dispuso las bases para una nueva cultura, ahora en plena flor, la del omnívoro deleite en la experiencia de la vida urbana.

Planes para el futuro

Un examen crítico de los suposiciones y narrativas de la planificación como disciplina son aspecto esencial de la práctica responsable y de una ciudadanía informada. Este examen revela algo de la fascinante relación histórica entre valores, ideologías y prácticas de planificación, mediada en este caso por su visualización. Pero, más importante, nos urge a examinar nuestras propias suposiciones e ideales sobre las ciudades y las maneras en que las imaginamos, las representamos y les damos forma.

[1] Ciudades Jardín

En 1902, Ebenezer Howard, un modesto taquígrafo e inventor amateur, publicó una de las más influyentes visiones en la historia del urbanismo, llamada Garden Cities of To-morow. En ella, Howard creó una serie de diagramas que ayudaron a establecer una nueva  ortodoxia en el urbanismo del siglo XX. La crisis detrás de la idea que Howard llamó «Ciudad Jardín»-la contaminación y la sobrepoblación de la ciudad industrial-está condensada en el título de un diagrama: «Un grupo de ciudades, sin humo ni tugurios»

Figura 4: De la serie de diagramas por Ebenezer Howard, «Un grupo de ciudades, sin humo ni tugurios,» ilustra la contaminación y la sobrepoblación de la ciudad industrial de principios del siglo XX.

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Town and Country Planning Association

Howard propone la descentralización de las ciudades industriales mediante la construcción en el campo, de una serie coordinada regionalmente de pequeñas Ciudades Jardín. Ligadas por ferrocarriles y canales, separadas por un cinturón verde permanente, las Ciudades Jardín ofrecían lo mejor de la vida tanto de la ciudad como del campo a sus 32.000 habitantes, incluyendo el empleo en fábricas y talleres, unos alquileres asequibles y abundante espacio abierto. La ciudad jardín se basaba en un radical programa de reforma económica, en el que asociaciones cooperativas serían las dueñas de la tierra, que seria alquilada a sus inquilinos, reinvirtiendo las ganancias en mejoras públicas.

Es difícil no leer los convincentes diagramas circulares de  Howard como planes, aunque se sostuviera deliberadamente lo contrario. Las Ciudades Jardín parecían emerger como satélites completamente formados (y pintorescamente llamados), su utópico paisaje inglés inundado con instituciones sociales progresistas (como los «hogares para desamparados») y empresas rurales productivas. Casi un siglo más tarde, el tratamiento gráfico de perlas circulares incrustadas en una cadena de infraestructura de tránsito sería reutilizado por los planificadores que impulsaban el desarrollo urbano orientado al tránsito.

Aunque Howard y sus seguidores iniciaron dos ciudades jardín, Letchworth y Wellwyn, los aspectos industriales y colectivistas del esfuerzo languidecieron. Pero el concepto espacial de descentralización integralmente planeada mediante el establecimiento de nuevas poblaciones con una escala y carácter mas humano fué profundamente influyente, y los diagramas de Howard son ampliamente admirados hoy en dia. En la década de 1920, la idea de Howard encontró una recepción entusiasta en la Regional Planning Association of America, que buscaba la forma de solucionar la congestión en el área de Nueva York. Los líderes del EPR incluyendo Lewis Mumford, Clarence Stein y Clarence Perry, adoptaron la idea de descentralización a través de comunidades planificadas en cinturones verdes permanentes.

Figura 5: La Ciudad Jardín Americana: la «unidad de barrio” de Clarence Perry, una versión de la visión de Howard – modificada para el auto privado (1929) «

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[2] Las Torres en el parque

Los arquitectos modernistas, entre ellos, el más notorio, Charles-Édouard Jeanneret (conocido como Le Corbusier), ofrecieron  un enfoque diferente a la congestión, la enfermedad y la contaminación de la ciudad industrial. Tan  reverenciado por sus edificios magistralmente poéticos como vilipendiado por sus ambiciosos esquemas de planificación urbana, Le Corbusier sigue siendo un titán polarizante del siglo XX.

A partir de la década de 1920, Le Corbusier desarrolló una serie de ciudades ideales racionalistas, que afirmaba podrían  resolver los problemas urbanos a través de la aplicación de métodos científicos con poderosos equipos de expertos. Trabajando con el CIAM (en francés, «Congreso Internacional de Arquitectura Moderna»), creó la carta de Atenas, el manifiesto para la ciudad moderna.

La visión de Le Corbusier de la «Ciudad Radiante» (también dllamada «Torres en el parque») dispuso grandes torres separadas para proveer a los residentes igualdad de acceso a la luz, aire y al espacio abierto. El espacio verde en el medio estaría disponible a todos, incluso pasar por debajo de edificios levantados sobre pilotes cual zancos.

Mientras la ciudad tradicional funcionó sobre una mezcla desordenada, la Ciudad Radiante buscó el orden a mediante la separación. Así, supermanzanas exclusivamente peatonales estarían rodeadas de autopistas con intercambiadores que eliminaban los cruces e intersecciones. Los usos de la tierra serian radicalmente compartimentados, con sectores claramente separados, dedicados a vivienda, oficinas, industria y gobierno.

La Ciudad Radiante y la visión modernista que condensaba tuvieron un fuerte impacto en la planificación y construcción de ciudades en el siglo XX. Su promesa de luz, aire y espacio abierto daban respuesta directa las preocupaciones prevalecientes sobre los tugurios abarrotados, y su separación y racionalización del uso de la tierra y el tráfico prometía proteger a las personas de las amenazas de la contaminación y los automóviles.

Se convirtió en la plantilla predominante para la vivienda pública y para los planes de reconstrucción urbana en general, incluyendo los esfuerzos estadounidenses de «limpieza de tugurios», bajo los programas federales de renovación urbana. Con gran fanfarria, se abrieron proyectos de vivienda pública en todo el país, sólo para sucumbir a un sombrío cóctel de aislamiento económico, inversión insuficiente y a los defectos intrínsecos de su diseño físico. Los parques se convirtieron  en estacionamientos o sombrías tierras de nadie. Los servicios básicos escasearon, y al estigma de ser aislado en un mundo separado se unieron los cambios estructurales de la industria que abandonaron a miles de familias de clase trabajadora concentradas en enclaves, por ejemplo, en 1972, apenas 18 años después de su culminación, los proyectos de Pruitt-Igoe en St. Louis fueron dinamitados, convirtiéndose en símbolo del fracaso del urbanismo modernista.

Figura 6: La “Ciudad Radiante” de Le Corbusier»» (1935) fueron hechas con un conjunto de  torres separadas para proveer a los residentes con igualdad de acceso a la luz, aire y al espacio abierto.

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De «La Ciudad Radiante» Le Corbusier (1933).

Figura 7: En 1947, la Ciudad Radiante llega a la Western Addition de San Francisco. A lo largo de los Estados Unidos, las ideas de Le Corbusier proporcionan la plantilla de diseño para la «limpieza de tugurios,» la renovación urbana y la vivienda pública.

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Figura 8: El Public Land Survey System (1785) divide la tierra de los Estados Unidos al oeste del río Ohio en «municipios» y «secciones» en una cuadrícula de repetición, para después formar patrones de asentamiento.

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United States Bureau of Land Management

 

[3] La Grilla Rural

Con la Land Ordinance de 1785, el Congreso creó el sistema público de encuesta sobre la tierra, en el que las tres cuartas partes del territorio de Estados Unidos podían ser encuestadas, distribuidas y vendidas . Comenzando al oeste del río Ohio, el sistema estableció una retícula de municipios de seis millas cuadradas a lo largo del interior del país, ignorando por completo la geografía natural. Cada municipio estaba compuesto por 36 secciones de una milla cuadrada. Fue uno de los actos más influyentes de la planificación espacial en la historia humana.

El Land Ordinance resolvió varias cuestiones apremiantes para la joven nación. En primer lugar, proporcionó un mecanismo de recaudación de fondos para el gobierno federal, que tenía limitados poderes de imposición de impuestos y una profunda deuda de guerra revolucionaria. En segundo lugar, su simplicidad facilitó una solución rápida y ordenada del territorio recién conquistado al minimizar los conflictos por reclamos de tierras. Y en tercer lugar, ayudó a realizar la aspiración de su patrocinador, Thomas Jefferson, que Estados Unidos debería ser una nación de pequeños terratenientes agricultores.

Figura 9: Arriba, una sección del modelo de  la utopía antiurbana de Frank Lloyd Wright, Broadacre City (1932–59).

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Frank Lloyd Wright Foundation Archives (The Museum of Modern Art | Avery Architectural & Fine Arts Library, Columbia University, New York). Frank Lloyd Wright Foundation, Scottsdale, AZ

El diagrama del municipio, repetido miles de veces, estableció un patrón (lo que los geógrafos llaman el «catastro») que daría forma a todo de ahí en adelante. La haciendas se erigieron en medio de sus parcelas cuadradas, así que raramente se formaron pueblos. Las fronteras del estado y del condado fueron líneas rectas.  Los caminos se hicieron a lo largo de los límites de la parcelas, y el desarrollo urbano se produjo en incrementos seccionales, produciendo la característica rejilla de calles arteriales de una milla cuadrada, visto hoy en día en ciudades como Phoenix, Chicago y Las Vegas.

A principios de 1930, Frank Lloyd Wright comenzó a trabajar en un plan utópico denominado Broadacre City, cuya innovación consistía en estar inspirado y construido sobre las dimensiones del municipio y la subdivisión en retícula. Al otorgar a cada familia un acre y dispersarlos a lo largo del interior estadounidense, con la idea que las ciudades desaparecerían, para ser reemplazados por un híbrido de ideología Jeffersoniana e ingeniería social Corbusiana.

[4] La grilla de calles

«El origen de los planes de parrilla se remonta al menos a los campamentos romanos. El fundamento de la retícula como una duradera y atractiva forma urbana se basa en cinco características principales: orden y regulación, orientación en el espacio y a elementos, simplicidad y facilidad de navegación, velocidad de diseño y adaptabilidad a las circunstancias. «— Patrick Geddes

Figura 10: El Commissioner’s Plan de 1811 para Manhattan intentó regularizar los patrones de calles erráticas de la ciudad mediante la aplicación de una rejilla consistente.

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Geography and Map Division, Library of Congress

El plan de parrilla se ha utilizado para trazar ciudades desde que el arquitecto, urbanista y matemático Hipodámo planeó la colonia griega de Mileto alrededor de 450 A.C.. reaparecería a lo largo de la historia urbana cuandoquiera se necesitase construir ciudades rápidamente y pudiesen ser planeadas de antemano. Se repetiría en las antiguas capitales imperiales de China, en los campamentos militares de las legiones romanas y en los bastiones medievales desde cuales los europeos lanzaron sus cruzadas. Pero su apogeo fue en la Iluminación, desde el tardío siglo XVI hasta los principios del XIX, cuando la filosofía racional, la conquista imperial y la explosiva expansión económica hicieron de la cuadrícula el patrón urbano por defecto en muchos entornos. La retícula encarna una concepción cartesiana, racional del espacio, pero sus virtudes son su simplicidad, escalabilidad y pragmatismo. Es fácilmente examinada y puede ser subdividida en parcelas regulares que son fácilmente construidas. También es modular, así que nuevos distritos pueden agregarse cuando la ciudad crece.

La forma alcanzó su apoteosis en el Commissioner’s Plan de1811 para la ciudad de Nueva York, que pretendía regularizar el desarrollo de Manhattan (y su batiburrillo de rejillas que se chocaban) hacia el norte de la calle Houston. La aplicación implacable de la rejilla es especialmente notable por lo que se omite: la diagonal de Broadway, que antecedía el plan y que resistió su eliminación; y la topografía natural de colinas y afloramientos rocosos de la isla, que fueron parcialmente demolidos, aunque sobreviven en algunos lugares; y  por supuesto Central Park, que se crearía más tarde, proporcionando un romántico y curvilíneo contrapunto a la retícula y una bonanza económica a las propiedades adyacentes.

Pero la retícula tenía sus desventajas, su racionalidad implacable hizo que los escépticos del siglo XIX comenzaran a idealizar las callejuelas con recovecos y perspectiva perdida del pasado. En la década de 1950, se colocaron enormes extensiones suburbanas de cul de sacs, y las virtudes de la grilla fueron olvidadas.

Figura 11:  La rejilla de calles de San Francisco ignora las colinas de la ciudad, los humedales y la costa, todos los cuales son visibles en este mapa de 1852.

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David Rumsey Map Collection

Las figuras 12 y 13: El antiguo castrum romano, (a la izquierda), un campamento militar reticular, se convirtió en base para los planes de asentamientos futuros, incluyendo Florencia, Italia (a continuación).

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Figura 13  Google Earth

[5] La Megaregion

El pensar sobre regiones urbanas se ha centrado principalmente en la idea del centro de la ciudad y su periferia, ya sea una hinterland agrícola o un anillo de comunidades dormitorio. De hecho, la idea que los retos importantes podrían— y deberían — abordarse a escala regional (los nueve condados del área de la Bahía, por ejemplo) ya a principios del siglo XX se había convertido en una importante corriente del pensamiento en planificación.

En la década de 1960, sin embargo, el sociólogo Jean Gottmann describió «un nuevo orden en la organización del espacio habitado,» en una escala mucho más allá de las definiciones convencionales de región. Su libro de 1961, Megalópolis, describió la aglomeración urbana conformada por Boston, Nueva York, Filadelfia, Baltimore y Washington D.C., que exhibía una integración económica, geográfica y cultural considerable. La idea resultó profética, la megalópolis (también conocida como  «megaregion» o «región megapolitana») se ha convertido en un fenómeno cada vez más rotundo y prevalente en la era global.

Las Megarregiones son conglomerados urbanos-libremente integrados-de 10 millones de personas o más, con una forma física indistinta, que contienen una amplia gama de usos de la tierra, condiciones demográficas y un complejo conjunto de relaciones económicas internas. Ninguna métrica puede definir una megaregion, pero su lógica se manifiesta en una serie de características comunes: la superposición del mercado del trabajo y la vivienda, la integracion de  sus industrias clave, sistemas de transporte, contexto ecológico y puntos de vista culturales. Esta nueva unidad trae consigo un nuevo imperativo: tener marcos institucionales y políticos con una perspectiva megarregional.

El informe de SPUR del 2007, La  Megaregion del Norte de California, describe un área con un núcleo que se extiende desde San Francisco, hasta Sacramento, Modesto, Monterey y Lake Tahoe, y cuya esfera de influencia incluye tanto Fresno y Reno. Utiliza una variedad de métricas y propone varias iniciativas políticas para hacer frente a los desafíos en una escala megarregional.

Figura 14: El innovador  libro de Jean Gottman: Megalópolis (1961) argumentó que el noreste los Estados Unidos debia ser entendida como una sola megaregion urbana, complejamente integrada.

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De «Megalópolis» de Jean Gottman (1957)

Figura 15: En 2009, la the Regional Plan Association (RPA) designó 10 «megarregiones» en Estados Unidos, donde se espera ocurra la mayor parte del crecimiento en las próximas décadas.

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Regional Plan Association (RPA)

[6] El transecto

Un diagrama de transecto combina el lenguaje visual de un corte de arquitectura con un enfoque analítico prestado de la ciencia de la ecología. Revela cómo cambian las condiciones a través de un paisaje, sugiriendo la importancia del contexto tanto a las comunidades naturales como a las construidas.

La técnica fue construida hace más de 200 años por el geógrafo prusiano Alexander von Humboldt, quien utilizó un transecto para diagramar la biogeografía (el estudio de la distribución de especies, organismos y ecosistemas en el espacio geográfico a través del tiempo geológico) de la Patagonia de océano a océano. En 1909, el planificador escocés y sociólogo Patrick Geddes dibujó su influyente Valley Section-un transecto que mostró cómo las maneras de vida, o «ocupaciones naturales», surgieron de su contexto geográfico. Su énfasis en las industrias extractivas como la caza y la explotación minera – su forma de pensar- tuvo una profunda influencia sobre el regionalismo y la conciencia ambiental que se convirtieron en una poderosa fuerza en la planificación del siglo XX. El arquitecto paisajista Ian McHarg también desplegaría el transecto como una herramienta analítica en su influyente libro de 1969 “Diseño con la Naturaleza”, que estableció el marco para el uso generalizado  hoy en día de los sistemas de información geográfica (SIG).

Figura 16: 1909 Valle sección de Patrick Geddes demostró cómo las maneras de vida o » ocupaciones naturales» como la minería o la caza, surgieron de su contexto geográfico.

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Center for Applied Transect Studies

Figura 17: En 1999, Andres Duany creó el » transecto urbano rural,» que identificó una serie de condiciones desde el núcleo urbano a la naturaleza salvaje y propuso que las políticas de planificación cambiaran como las densidades varían.

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 Andres Duany, DPZ

[7] Forma de escultura

Muchas de las herramientas de planificación de la ciudad fueron creadas con el fin de regular los excesos de la ciudad industrial del siglo XIX, incluyendo el desarrollo no regulado, conjuntos habitacionales superpoblados y usos industriales nocivos. Como muchos códigos de planificación tempranos, la Zoning Resolution de la ciudad de Nueva York de 1916 había establecido una zonificación euclidiana que regulaba el uso, definiendo zonas residenciales, comerciales e industriales. Pero a diferencia de muchas de esas leyes, regulaba también la «envolvente del edificio», o el volumen permisible que podría ocupar una edificación. Esto como respuesta a los rascacielos de acero previos, no reglamentados tal como el edificio Equitable de 1914, que enfureció a sus vecinos por el bloqueo de la luz, el aire y las visuales. La zonificación fue parte de una era de planificación con un amplio programa progresivo que incluyó la reforma de la vivienda y la construcción de códigos de seguridad y contra incendios.

Figura 18: Representaciones de Hugh Ferris de la metrópolis del mañana (1922) probaron las implicaciones de la ley de zonificación de 1916, pero también definieron un nueva estética urbana.

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De «“The Metropolis of Tomorrow” de Hugh Ferris (1929)

La nueva ley permitió un “paramento de calle » proporcional a la anchura de la calle próxima, encima esta altura era necesario que el edificio se retranqueara y cupiera dentro de un «plano de exposición del cielo» que permitía al menos algo de luz alcanzar el nivel de la calle. Este enfoque sustractivo de diseño urbano se adapto bien a las intensas presiones de crecimiento de Manhattan de principios del siglo XX. En 1922, un dibujante arquitectónico llamado Hugh Ferriss decidió ilustrar las implicaciones de la nueva ley. Sus atmosféricos carboncillos fueron misteriosamente predictivos de la Manhattan que emergería en las décadas posteriores, una metrópolis de la edad de máquina,que poblarían innumerables libros de cómics y películas.

Esta  aproximación a la regulación de la forma construida se convertiría en herramienta ortodoxa en la planificación de ciudades. El plan del centro de San Francisco de 1985 incluyó ambos límites, el retroceso y la altura de torre (más tarde reemplazados por regulaciones de la sombría proposición K) para asegurarse de que el sol alcanzaría espacios abiertos.

Figura 19: En esta vista aérea de la ciudad de Nueva York, es claramente visible el impacto de la resolución sobre la forma construida en la década de 1930.

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Figura 20: La ley del retroceso de la ley de zonificación de 1916, reguló el uso de la tierra y definió las zonas comerciales, residenciales e industriales en la ciudad de Nueva York.

New York city building zone resolution, restricting the height a

[8] El mapa de Nolli

El mapa de 1748 de Giambattista Nolli de Roma fue un hito importante en la cartografía. Presentó toda la ciudad a vista de escala en vista de plano  (o «icnografia») – con cada punto como si fuese visto directamente desde encima. En ese tiempo, las vistas urbanas solían ser perspectivas aéreas imaginadas-vistas de pájaro-que no eran técnicamente rigurosas.

El Impacto de la mapa Nolli en el diseño urbano y la planificación surge de su convención gráfica: como diagramas de figura sobre la tierra, los edificios aparecen como masas oscuras, con las calles y el  espacio abierto en blanco. El propósito— ahora una técnica analítica común — es revelar el patrón característico de calles y edificios que subyace en la forma urbana.

Las relaciones de figura-fondo o forma-vacío que ilustran estos diagramas fueron acaloradamente impugnados en el siglo XX. En patrones urbanos tradicionales como la Roma de Nolli, calles y espacios abiertos generalmente se leen como primer plano, definidos como espacios urbanos por los edificios del fondo. Los arquitectos modernos invierten esta relación, poniendo los edificios como objetos de primer plano, ambientados en el espacio como fondo, por lo que estos tienden a ser mal definidos. A partir de la década de 1970, diseñadores urbanos como Colin Rowe volvieron al plano de Nolli para  ilustrar las cualidades que se estaban perdiendo y para abogar por el uso de patrones tradicionales.

Figura 21: El mapa de Giambattisti Nolli de Roma (Nuova Pianta Di Roma) de 1748, presentó toda la ciudad a escala, con cada punto como si fuese visto directamente desde encima.

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Biblioteca de la Universidad de California Berkeley

Figura 22: El tratado fundamental Allan Jacobs Great Streets (1993) lleva el análisis de la figura el suelo a un nuevo nivel, al mostrar  50 mapas de ciudades alrededor del mundo en una milla cuadrada, dibujados en la misma escala. Cuatro ejemplos.

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De Allan Jacob «Great Streets» (1993)

[9] La ciudad de abajo hacia arriba

En la década de 1950, un grupo de académicos radicales, artistas y arquitectos europeos llamado la Internacional Situacionista se alarmó crecientemente por los esquemas racionalistas de renovación urbana de los arquitectos modernistas. Barrios antiguos estaban siendo demolidos y reemplazado con limpios y ordenados edificios institucionales. Aunque los situacionistas simpatizaban con el programa social radical propugnado por el modernismo, sentían que amaban las particularidades poéticas de las ciudades y las bohemias demimondes que ocupaban fueron amenazadas por el frío absolutismo del modernismo. Se dispusieron no solo a resistir los excesos del capitalismo burgués, sino también a la tiranía del programa de la forma urbana de la modernidad, aunque fuese progresista en su motivación.

Figura 23: La Guide Psychogeographique de Paris de Guy Debord (1957) registra la «deriva” un observador  a través de los ambientes y emociones de Paris.

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Voor de Psychogeographique Rijksbureau Guía de Guy Kunsthistorische aparte (RKD)

Los Situacionistas instaron a otro tipo de resistencia, por medio del juego, lo accidental y el estar profundamente en sintonía con las cualidades experienciales de la ciudad. Acuñaron el término «psicogeografía» para llegar a la forma en que la ciudad fue creada, no por arquitectos y planificadores, sino por la suma de la experiencia y el significado individual . Para ellos encontrar la ciudad era crear la ciudad. La «Guíe psychogéographique de Paris» de Guy Debord diagrama un conjunto particular de deriva por la ciudad, con su ruta cortada y pegada de un mapa ilustrativo popular.

La idea de que la ciudad se constituye a través de las experiencias de sus residentes también surgió en la práctica de la planificación como una corriente analítica de diseño urbano, que buscaba nuevas formas de entender los diferentes matices de la vida de la ciudad. Desde el Massachusetts Institute of Technology, Kevin Lynch desarrolló un sistema de «mapeo cognitivo», en el cual sujetos mapeaban la ciudad de memoria. Los resultados de una muestra que fuera considerable podrían agregarse, revelando las características más memorables o «imagen» de la ciudad. Este nuevo énfasis en la experiencia y la memoria de los residentes urbanos fue parte de una reorientación importante de la planificación de la ciudad, apartándose de las transformaciones  radicales urbanas y hacia un enfoque más contextual, de participación ciudadana.

El énfasis situacionista en el experimento, el juego y la casualidad ha encontrado una nueva voz en el ámbito público del siglo 21. A menudo descrito como «urbanismo táctico», intervenciones urbanas como la de Critical Mass, Sunday Streets y Burning Man han borrado las fronteras entre arte, juego y activismo, cada uno tomando la ciudad y sus posibilidades como tema y afirmando el valor de lo efímero lo experimental en el discurso cívico de hoy en día .

Figura 24: La «imagen de la ciudad» de Boston fue compilada y creada por Kevin Lynch con el aporte de muchas personas en «The Image of the City» (1961).

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De Kevin Lynch, «»The Image of the City» (» (1960)

Figura 25: En “Infinite City: A San Francisco Atlas,” (2010) la escritora Rebecca Solnit creó retratos únicos de San Francisco de decenas de mapas temáticos (e imaginarios) como ésta, «Reyes y reinas».

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Rebecca Solnit University of California Press

[10] El palo de Hockey

Mientras que la mayoría de los esquemas presentados aquí fueron creados por planificadores y arquitectos, pocos han tenido tanto impacto en la práctica y el fundamento de la planificación como  el «Palo de hockey,» de Michael Mann, que combina varias fuentes de datos conectados (como los núcleos de hielo y los anillos de los  árboles) con registros recientes, para mostrar el aumento dramático en las temperaturas del hemisferio norte en la era industrial. Apodado por su forma, este famoso gráfico apareció en “Una Verdad Incómoda”, de Al Gore, y aunque ha estado bajo escrutinio por los escépticos del cambio climático, su validez científica ha sido repetidamente confirmada.

La amenaza del cambio climático global y el papel que desempeñan los asentamientos humanos se ha convertido en idea central en la organización de  la planificación y la arquitectura. Sencillamente dicho, las personas que viven en las ciudades consumen menos energía y emiten menos emisiones de carbono per cápita que sus contrapartes suburbanas. Las eficiencias fundamentales de ciudades — peatonabilidad, acceso al  transporte, casas pequeñas, menos coches y una más eficiente infraestructura —los hacen una herramienta crítica para reducir nuestro impacto en el clima. La forma y ubicación del crecimiento urbano se convierten en factores críticos en nuestro clima futuro. Un crecimiento más denso, bien integrado con el transporte y otras comodidades, ayuda a reducir nuestra huella de carbón y el crecimiento disperso y  descoordinado lo empeora. Muchos otros factores—como la salud pública, la vida cívica, la preservación de espacios abiertos y un acceso más equitativo a los servicios básicos (como parques y transporte)—también se benefician de este tipo de «crecimiento inteligente», y los planificadores vinculan a menudo el argumento del clima a las otras prioridades.

 

Este argumento se ve reflejado en las políticas como el  Bill 375  del Senado de California, aprobado en 2009, que intenta mejorar la integración del transporte y el uso de la tierra, vinculando el presupuesto del transporte a patrones de crecimiento más sostenible. Está en proceso de ser implementado y su impacto está por verse.

Figura 26: El transcendental (y polémico) «palo de hockey» de Michael Mann fue uno de los primeros en mostrar cómo las temperaturas de la tierra han estado aumentando rápidamente en los últimos tiempos.

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Figura 27: La forma y ubicación de crecimiento son factores críticos en nuestro clima futuro. Como revela este mapa de la Metropolitan Transportation Commission, el mayor crecimiento en el área de la bahía está ocurriendo en las zonas suburbanas dependientes del automóvil  en los bordes de la región.

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 Metropolitan Transportation Commission

 

SOBRE LOS AUTORES

Benjamin Grant  es Gerente del Programa de Diseño Urbano y Espacio Publico del SPUR

La exposición Grandes Reducciones y su publicación fueron posible gracias a una beca del National Endowment for the Arts (NEA).

Agradecimientos especiales a Peter Bosselmann, Noah Christman, John Ellis, Andy Shanken, Daniel Solomon, Joshua Switzky, Michael Teitz, Jeffrey Tumlin y Jennifer Warburg.

Tomado de :

 THE URBANIST edición 518 • noviembre de 2012

traducción de Guillermo Fischer

 

 

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Arquitectura, técnica y ética

Agosto 6, 2013

Como dice Josep Maria Montaner “toda sociedad que progresa necesita del saber técnico y artístico que aportan la arquitectura, el urbanismo y el paisajismo…” (El País, Madrid 04/07/2013 – 00:02 CET). Pero usado para resolver los problemas de los edificios y las ciudades y no para crear iconos fatuos y caros, insiste. Que mejore la calidad de vida de las personas utilizando los recursos de manera sostenible, con arquitectos que están al servicio de la sociedad y no de su vanidad y sus honorarios.

Muchos factores han convertido a la arquitectura de moda de las últimas décadas en despilfarradora y poco atenta a la sociedad, y todo, incluida la vivienda, se ha convertido en arquitectura espectáculo. Y desafortunadamente las estructuras de acero han permitido que casi todo sea construible, desde rascacielos y edificios  que adopten cualquier forma, por arbitraria que sea, hasta aparatosos voladizos innecesarios.

Que una parte de un edificio público flote en el aire, sin apoyos, puede ser estéticamente atractivo, pero funcional y constructivamente es discutible y tiene un costo económico, dice Montaner. Pero, habría que precisar, con frecuencia son no bellos sino espectaculares, y apenas si son un único hito urbano. ¿Qué tal París con mas de una Torre Eiffel, o mas de un Centro Pompidou, o mas de un Arco de la Défense? O, por lo contrario, se necesitan que sean muchos, como los rascacielos de Manhattan.

De otro lado, como sostienen Michael Mehaffy y Nikos Salingaros (Why Green Often Isn’t, 2013) algo extraño está pasando con muchos de los llamados “edificios sostenibles”. Cuando se hacen evaluaciones posteriores se demuestra que son menos eficientes de lo que se afirmaba. En algunos casos, incluso han desempeñado un peor desempeño que los edificios más antiguos. ¿Cómo puede ser que la búsqueda de sostenibilidad resulte finalmente en lo contrario? se preguntan Mehaffy y Salingaros.

Un problema recurrente en el enfoque sostenible, dicen ellos, es que no se cuestiona el tipo de construcción subyacente. El resultado es a menudo que lo ganado en un área se pierde en otras, o aparecen consecuencias inesperadas. O apenas se añaden componentes “verdes”, como  sistemas mecánicos más eficientes o un mejor aislamiento en los muros. Incluso cuando se obtiene un éxito parcial se dejan intacta la forma. O, por lo contrario, como pasa aquí, se hacen formas que parecen “bioclimáticas”.

Los edificios pasivos deben permitir a los usuarios ajustarlos a las condiciones climáticas, por ejemplo, al abrir o cerrar ventanas o persianas, para conseguir la luz natural y el aire requeridos. Estos diseños pueden ser mucho más precisos en la adaptación a las circunstancias, ya que cuentan con diversos sistemas que cumplen más de una función, como los muros de carga que a través de su masa conforman aislamientos térmicos e impiden el paso de calor.

Además deben ser reconfigurables fácilmente, o convertidos a nuevos usos con modificaciones económicas. Como dicen Mehaffy y Salingaros deben ser de usos múltiples, no diseñados estrictamente para un usuario específico, ni que responden formalmente una moda. Y, como lo señalan, lo más importante es que trabajan en conjunto con otros para lograr beneficios a pequeña y gran escala para las ciudades. Una nueva edilicia, hubiera dicho ahora Bruno Zevi (Architectura in nuce, 1964).

Benjamin Barney Caldas

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Tres modelos de ciudad

Junio 11, 2013

JANE JACOBS

NUEVA YORK 1961. – Publicación de “MUERTE Y VIDA DE LAS GRANDES CIUDADES AMERICANAS” de Jane Jacobs, urbanista orgullosamente autodidacta – solo tomó un curso de extensión universitaria en la Universidad de Columbia –, quien basó sus conocimientos en la observación de la vida de su barrio, Greenwich Village en Nueva York. Sostenía que la presencia en la calle era la esencia de la vida y la seguridad urbanas, y que las ciudades eran mejores para el medio ambiente que los barrios residenciales periféricos arborizados. Se opuso a los proyectos inmobiliarios a grande escala, y fue partidaria de la diversidad de usos en edificios de poca altura donde los habitantes pudieran controlar visualmente las calles, garantizando en esta forma una mayor seguridad. Para generar suficiente tráfico callejero, y la aparición de restaurantes y comercios estimulantes, recomendaba una densidad mínima de 250 viviendas por hectárea. Fue considerada la gran gurú del urbanismo durante 50 años y sus teorías tuvieron una amplia aceptación, hasta que en 2011 apareció Edward Glaeser, su contradictor.

EDWARD GLAESER

BOSTON 2011.- Publicación de “EL TRIUNFO DE LAS CIUDADES” de Edward Glaeser, profesor de economía de Harvard. Opina que Jacobs, por vivir y observar barrios de edificios bajos, no conoció suficientemente la vida de barrios de edificios altos: ej. Manhattan, donde él creció. Es partidario de subir las densidades con torres pues aumentar la oferta inmobiliaria, hace bajar los precios. Segun Glaeser, mantener los edificios bajos como propone Jacobs, no permite el acceso de los menos ricos. ”Restringir la oferta en cualquier parte dificulta que la ciudad pueda satisfacer la demanda, lo que hace que los precios aumenten en todas partes”. “El coste que conlleva limitar la construcción es que las áreas protegidas se hacen más caras y más excluyentes “. “Limitar la construcción de edificios de gran altura no es una garantía de que un barrio vaya a ser interesante y heterogéneo, pero si garantiza en cambio que los precios sean elevados”.
Acepta la construcción de rascacielos, pero reconoce que “los precios aumentan en forma sustancial en los edificios ultra altos, digamos de más de 50 plantas”. “Las relucientes torres de nuestras ciudades son un indicio de la grandeza de que es capaz el género humano, pero también de nuestra arrogancia y presunción”. Opina que “Hay quienes prefieren edificios bajos, y otros edificios altos. La ciudad debe ofrecer las dos posibilidades”. Glaeser reconoce que los terrenos para la construcción de rascacielos tienen que tener solucionados los sistemas de transporte, tanto público masivo como privado, pero no menciona la nueva área de parque necesaria para mantener una proporción adecuada de espacio público por habitante. Finalmente acepta que “Por Por desgracia, no existe ninguna forma sencilla de equilibrar los beneficios de ofrecer un espacio más deseable con el deseo de conservar un casco antiguo bonito.”

GUSTAVO PETRO

BOGOTA 2013. –Radicación en el Consejo de Bogotá del Proyecto de Acuerdo por el cual se modifican excepcionalmente las normas urbanísticas del Plan de Ordenamiento Territorial –POT – , presentado por el alcalde Gustavo Petro. Algunas de las propuestas del proyecto:
Unificación de normas, asumiendo igualdad de características, vocación y accesibilidad en el Centro Ampliado, desconociendo las Unidades de Planeamiento Zonal existentes que reconocen la diversidad de sectores, y conservan la morfología y el uso de los barrios.
Densificación de una buena parte del Centro Ampliado con base en torres de altura libre (Glaeser) pero sin solución de accesibilidad en transporte privado y público masivo, y con retrocesos escalonados de las torres, siguiendo la ordenanza de Nueva york de 1916. Las cargas urbanísticas exigidas impiden el abaratamiento de los costos que permitiría el acceso de los más pobres al centro ampliado (Glaeser).
Mezcla de usos (Jacobs) pero en forma indiscriminada y sin un plan ordenador.
Desestimulo al uso del automóvil particular- recomendando no construir estacionamientos – sin contar con un plan eficiente de transporte público integrado que lo remplace.
Ubicación de espacio público y equipamientos a juicio de los desarrolladores, sin un programa previamente establecido.
Normas que favorecen el desarrollo del Centro Ampliado, dejando la periferia a la mano de Dios.

El peor de los mundos posibles es el modelo de Petro. Y mientras discutimos la aprobación de un desastre anunciado, Bogotá sigue creciendo desordenadamente al ritmo impuesto por promotores y constructores. En el norte de la ciudad se están demoliendo edificios de cinco pisos para remplazarlos por otros que doblan su altura. Y en consecuencia el doble de habitantes, con el doble de automóviles, tratará de circular por las mismas vías destrozadas y cada vez más saturadas. Somos espectadores impávidos del desarrollo de un modelo de ciudad que desconocemos. Es hora de definir el modelo de ciudad que queremos. Y actuar en consecuencia para tratar de hacerlo realidad.

WIlly Drews

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