Archivo de la categoría: crítica

Paz en sus tumbas (W.Drews) comentado a través de Italo Calvino

Paz en sus tumbas (W.Drews) comentado a través de  Italo Calvino

Junio 15, 2013

 

“..al instalar la fachada de vidrio el edificio siguió desnudo, y se vio que no tenía corazón.”

                                               Guillermo Swerd

El niño mira las dos ventanitas chuecas de la casita que acaba de dibujar, y las ventanas, convertidas en ojitos, le devuelven la mirada. Y a partir de ese momento se establece entre niño y ventana una relación vital y vitalicia.

“Seis propuestas para el próximo milenio” son el texto de cinco de seis conferencias que Italo Calvino iba a dictar en la Universidad de Harvard en 1985-86. En la segunda, La Rapidez, propone un extraordinario concepto: cuando un objeto aparece en una narración, se adueña de ella y se convierte en el principal personaje; el yelmo de Membrín, el cajón que llega a la isla de Robinson Crusoe, la espada mágica de tantos romances medievales, son ejemplos de este cambio de protagonismo.

Por ese hueco en la fachada el niño ve circular paseantes, desfiles y carros, y por allí mismo entra el sol tibio que lo despierta y le avisa que llegó la hora aburrida de ir al colegio. A veces el hueco se convierte en un agujero discreto que permite que entre un rayo de luz iluminando el humo producido por la estufa de leña. Otras veces se arma de vidrio, postigo y valor y se enfrenta al viento frío del páramo que lucha por entrar, o se adorna coquetamente con geranios y soporta con paciencia la serenata del amante trasnochado.

Muchas veces hice referencia al paralelismo de este concepto de Calvino en la vida de los que ejercemos el diseño de arquitectura. Y aquí es donde Willy Drews –con su poético racconto– viene a confirmar este paralelismo. Porque una puerta, una ventana, son precisamente los objetos mágicos de los que habla Calvino. Porque si no lo son…no sirven para nada.

El  dibujo del niño también tiene entre los dos ojitos, el equivalente a la boca: Es la puerta. La lámina de madera maciza le permite o le niega, siguiendo permisos maternales, salir a un mundo exterior lleno de sorpresas, y lo recibe acogedora cuando regresa a la tranquilidad de su mundo interior. La puerta marca el límite entre lo propio y lo ajeno, acoge complacida a los amigos y rechaza recelosa a los extraños. Se abre generosa cuando le dicen Sésamo ó distraída cuando deja pasar un enorme caballo de madera lleno de soldados.

He aquí el objeto mágico es tratado ¿o deberíamos decir maltratado? Como algo trivial, que se puede repetir como una nadería. ¿Podemos imaginar 100, 200 yelmos de Mebrín, decenas de cajones de Robinson, bolsas de espadas quizás invencibles….

Qué protagonismo tendrían en la narración? Un pequeño manantial en el desierto es mágico, una hilera de quiscos es solamente vulgar tendrían en la narración? En el desierto un pequeño manantial es mágico, una hilera de quioscos es solamente vulgar.

El niño crece y la ventana se transforma. El mal llamado “modernismo” la convierte en un gran rectángulo de vidrio que poco a poco se va comiendo la fachada hasta transformarla en una enorme superficie que termina invadiendo la totalidad de la pared, y desaparece el cobijo del muro y con él la intimidad.  Ahora el sol penetra incontrolable abrasando de calor los espacios en el verano, y el frio del invierno invade los antiguos ambientes confortables. La puerta, devenida en fría lámina de cristal, impide la comunicación deseada pero permite la visibilidad indeseada. Pero esto no importa. Se trata de estar a la moda, que exige vidrio por todas partes

 

¡Con cuanto descuido, con cuanta ignorancia son utilizados los objetos mágicos de nuestra  narración! Puertas, ventanas , muros  y orificios, remates y cornisas, transparencias, luces y sombras, que son mágicos en las manos de un Barragán, de un Alvar Aalto, se convierten en desperdicio, en un sinsentido lamentable cuando se los ve en las grandes torres, en los paramentos donde ya no existen esos mágicos orificios que eran ventanas, esos otros que marcaban el adentro/afuera, abriendo el misterio de lo que ocultaban…?

 

Este implacable “modernismo” ha acabado con puertas y ventanas. Con ellas desaparecen también los románticos que añoramos la perdida comunión entre lleno y vacío, y la necesaria distinción entre adentro y afuera. Nunca más volveremos a palpar la tibia sensación de la madera y descubrir con deleite y respeto las huellas del artesano desaparecido.

Siempre en el mismo ciclo, Calvino define la exactitud en el lenguaje y denuncia “algo que es obvio” la falta de escrúpulos en el uso del lenguaje, que “…es utilizado en modo vago, casual, desprolijo. Lo que me produce un fastidio intolerante…”

 

Otra vez esta en paralelo con lo que vemos construir, el lenguaje constructivo desprolijo, ausente  de reglas, de estructuras, de orden que no sea una hoja cuadriculada…¡Que nos produce el mismo fastidio que a Calvino!

Puertas y ventanas han muerto, víctimas de la enfermedad terminal del vidrio incontrolado. Paz en sus tumbas.

 

Lo trágico es que las puertas y las ventanas han muerto de una manera baladí. Que se acabó el misterio, la narración y la sorpresa. Que quedado reducido a un minimalismo estúpido, que solo esconde la falta de idoneidad, de fantasía, de capacidad poética y de rigor.

No podemos, no debemos resignarnos a este desperdicio, a esta chatura, no debemos aceptar que estén muertas y que en paz descansen.

 

 

Giancarlo Puppo

 

Comparte este artículo:

Paz en sus tumbas

Junio 7, 2013

 

“..al instalar la fachada de vidrio el edificio siguió desnudo, y se vio que no tenía corazón.”

                                               Guillermo Swerd

El niño mira las dos ventanitas chuecas de la casita que acaba de dibujar, y las ventanas, convertidas en ojitos, le devuelven la mirada. Y a partir de ese momento se establece entre niño y ventana una relación vital y vitalicia.

 

Por ese hueco en la fachada el niño ve circular paseantes, desfiles y carros, y por allí mismo entra el sol tibio que lo despierta y le avisa que llegó la hora aburrida de ir al colegio. A veces el hueco se convierte en un agujero discreto que permite que entre un rayo de luz iluminando el humo producido por la estufa de leña. Otras veces se arma de vidrio, postigo y valor y se enfrenta al viento frío del páramo que lucha por entrar, o se adorna coquetamente con geranios y soporta con paciencia la serenata del amante trasnochado.

 

El  dibujo del niño también tiene entre los dos ojitos, el equivalente a la boca: Es la puerta. La lámina de madera maciza le permite o le niega, siguiendo permisos maternales, salir a un mundo exterior lleno de sorpresas, y lo recibe acogedora cuando regresa a la tranquilidad de su mundo interior. La puerta marca el límite entre lo propio y lo ajeno, acoge complacida a los amigos y rechaza recelosa a los extraños. Se abre generosa cuando le dicen Sésamo ó distraída cuando deja pasar un enorme caballo de madera lleno de soldados.

 

El niño crece y la ventana se transforma. El mal llamado “modernismo” la convierte en un gran rectángulo de vidrio que poco a poco se va comiendo la fachada hasta transformarla en una enorme superficie que termina invadiendo la totalidad de la pared, y desaparece el cobijo del muro y con él la intimidad.  Ahora el sol penetra incontrolable abrasando de calor los espacios en el verano, y el frio del invierno invade los antiguos ambientes confortables. La puerta, devenida en fría lámina de cristal, impide la comunicación deseada pero permite la visibilidad indeseada. Pero esto no importa. Se trata de estar a la moda, que exige vidrio por todas partes.

 

Este implacable “modernismo” ha acabado con puertas y ventanas. Con ellas desaparecen también los románticos que añoramos la perdida comunión entre lleno y vacío, y la necesaria distinción entre adentro y afuera. Nunca más volveremos a palpar la tibia sensación de la madera y descubrir con deleite y respeto las huellas del artesano desaparecido.

 

Puertas y ventanas han muerto, víctimas de la enfermedad terminal del vidrio incontrolado. Paz en sus tumbas.

 

 

Willy Drews

 

Foto: Carlos Drews

Comparte este artículo:

Más arquitectura arrogante

Mayo 23 – 2013

Todo empezó con la Torre de Babel, cuando los hombres quisieron construir un edificio que llegara hasta el cielo. Dios – como todo lo sabe – entendía que los rascacielos eran engendro del demonio y como no quería que le rascaran su territorio, con una jugada habilidosa les mandó diferentes lenguas que terminaron por confundirlos y abandonar la idea.

El Consejo de Edificios Altos y Habitat Urbano define, en un lenguaje un poco pretencioso, el rascacielos como “Un edificio en el que lo vertical tiene una consideración superlativa sobre cualquier otro de sus parámetros y el contexto en que se implanta”. Inicialmente esta condición no fue tan clara, cuando a finales del siglo XIX el invento y desarrollo del ascensor y la bomba hidráulica hicieron posibles los primeros “rascacielos” en Chicago y Nueva York, de 10 y 20 pisos! Pero poco a poco el afán de explotar al máximo el uso de la tierra disparó las alturas y aparecieron destacándose en la silueta de Nueva York, el Empire State y el Chrysler Building con más de ochenta pisos. El entusiasmo por los rascacielos llevó a Frank Lloyd Wright a proponer, en 1956, el edificio de una milla de alto, que nunca se pudo hacer.

El virus de las alturas se propagó, lentamente en el siglo XX y rápidamente en el XXI, alentado por la ilusión de construir más metros en menos lote con la consiguiente economía en la incidencia del valor del terreno. Vana ilusión. La ineficiencia – que aumenta exponencialmente con la altura – debida al alto costo de la cimentación y excavación de sótanos, el sistema de transporte vertical que ocupa un alto porcentaje del área de los pisos, la costosa estructura y las complejas instalaciones hidráulicas, eléctricas y de comunicaciones, compensó esta economía y la descartó como justificación para construir en gran altura.

¿Por qué entonces se siguen construyendo rascacielos cada vez más altos, si la lógica demuestra que no son rentables? Porque la lógica en este caso no importa. Se construye por arrogancia, y para arrogantes. Se trata de tener, a toda  costa, el edificio más alto de la ciudad, el país, el continente o el mundo. Como si la calidad de la arquitectura se midiera por la altura, como el salto con garrocha. Y la vanidad ignora el costo, como en el caso del Burj Khalifa en Dubái, con 828 metros – la mitad del de Wright –  incluyendo el truco de una antena enorme y de discutible necesidad. Para recuperar costos y ganar fortunas, los promotores de Nueva York se han lanzado a los rascacielos de súper lujo, para quienes no necesitan hacer cuentas. Un apartamentico de 39 M2 en la torre 432 PARK en construcción, cuesta solamente $2.860 millones de pesos colombianos

¿Por qué no dejar que millonarios ostentosos gasten – o laven – su dinero en elefantes blancos, que otros millonarios ostentosos compran? Porque en muchos casos la vanidad y codicia de unos pocos la pagan la ciudad y sus usuarios (BD Bacatá), porque no se construye en el sitio más adecuado, sino en el más rentable para el promotor (BD Bacatá) , aunque el sector presente serios problemas de accesibilidad (BD Bacatá), y en lugar de aportar espacio público que mejore las condiciones del sitio (BD Bacatá)  contribuya a atraer población que aumente la congestión vehicular (BD Bacatá) en una ciudad donde no existe un sistema de transporte masivo adecuado.

El próximo caso, a inaugurarse el año entrante, es el One World Trade Center en Nueva York, de 541 metros – incluyendo nuevamente la imperdonable súper antena – y 104 pisos, anunciado orgullosamente como el más alto de América.

El famoso once nueve de dos mil uno, partió en dos la historia de los Estados Unidos, al mostrarle que esas guerras que siempre habían peleado por fuera, estaban apareciendo en su patio. Obama juró venganza y  la gradería aplaudió. Había que cortarle la cabeza al monstruo – lo cual se hizo – y demostrar que la nación era invencible, construyendo un edificio igual o más alto que las torres destruidas, lo cual también se hizo. La arquitectura se convirtió, ya no solo en un objeto pedante y pretencioso, sino en un instrumento de revancha.

Espero que algún día volvamos a apreciar la arquitectura útil y bella pensada para el bienestar del hombre, por encima de esa arquitectura arrogante y ostentosa, producto de la vanidad, la codicia y  el revanchismo.

WILLY DREWS

Comparte este artículo:

POT Bogotá: Urbanismo sin dimensión humana

 

Gustavo Petro planteó en su campaña una Bogotá ecológica, en consecuencia con esta idea la propuesta del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial, contempla una ciudad densa, que protege su territorio natural, al tiempo que disminuye considerablemente las cargas que el transporte impone  sobre la naturaleza y aumenta el tiempo libre y la productividad de sus habitantes

Los ingredientes tradicionales en los POT han sido tres: Edificación, Movilidad y Espacio Publico. Ahora se añade un ingrediente descuidado en los anteriores: el Cambio Climático, el cual, de forma muy detallada ocupa una buena parte del documento, dejando de lado, sin sumar, el mayor logro de los anteriores POT, aspecto en el que Bogotá ha logrado reconocimiento mundial: el espacio publico, para muchos, el ingrediente más importante del POT, ya que es el crisol de la comunidad, el único lugar donde se «homogeneizan» las diferencias de clase y donde se construye el ciudadano igualitario. Una ciudad densa, sin espacio público de calidad, genera una ciudad sin vida comunitaria.

Era de esperar que una alcaldía progresista propondría un urbanismo ecológico y con dimensión humana. Por el contrario, al tema del espacio público se le dedican pocas páginas y a manera de cuadro informativo de la situación actual; sin embargo, es alarmante es que la creación y forma del espacio público no será el resultado de utilizar formas urbanas tradicionales, utilizadas desde hace milenios, que han sido pieza fundamental en la generación de civilizaciones, como son calles, plazas y parques.

En este POT, la creación de espacio libre recae en los aislamientos que se exijan al constructor a cambio de una altura mayor o densidad de construcción, cuyo resultado formal serán espacios residuales, inútiles para la reunión ciudadana, los cuales van a terminar siendo apropiados por los particulares o convertidos en muladares.

Se entiende por Espacio Público el lugar donde cualquier ciudadano tiene el derecho de estar y circular, ya que es propiedad pública- y que el Estado está en la obligación de proveer-opuesto al espacio privado, donde el acceso es restringido.

Los términos  de antejardín, cesión, aislamiento, retroceso,  no constituyen espacio publico, son simplemente distancias que se establecen entre edificios y vías,  su uso es claramente privado, ya que está claramente establecida la posibilidad de hacerles un cerramiento.

Paradójicamente, estos nombres  de  espacios abiertos provienen justamente del modelo urbano que el POT pretende acabar:  el suburbio de expansión descontrolada.

Ante la ausencia de un planteamiento general de estructura y dotación del Espacio Público, queda el espacio libre para el ciudadano en manos del más prosaico de los instrumentos de planeación: el aislamiento, consistente en los retrocesos que hacen los constructores a cambio de altura y densidad, como lo son los antejardines y las “cesiones”, restos informales dejados por la operación inmobiliaria: es esta una concepción en extremo neoliberal de ciudad, tanto que haciendo paráfrasis de la famosa cita de Schopenhauer “La arquitectura es una música congelada”, se podría decir que es «neoliberalismo Petrificado», valga la mayúscula, sorprendentemente hecho por una alcaldía que se supone progresista.

Aunque se plantean reservas ambientales en la periferia, como son las de Los Cerros orientales, el sistema hídrico del Rio Bogotá y las del Norte y Sur,  y que en la periferia de baja densidad se plantean algunos espacios públicos y parques, precisamente en el área central de la ciudad, donde se permite edificación de gran altura y estará densamente poblada, es notoria la ausencia de espacio público formal.

Y justamente aquí, donde  se plantea la renovación urbana, es donde se torna más preocupante la propuesta, ya que  la herramienta fundamental probada en urbes que han tenido renovación urbana exitosa, ha sido el hacer más atractivo el centro que el suburbio periférico, mediante la creación de espacio publico; aquí  sucede todo lo contrario, simulaciones que expertos urbanistas han hecho, muestran que el área libre  (privada y publica) por ciudadano en proyectos alta densidad con el POT actual es de 4,0 m2 por ciudadano, al aplicar las normas del nuevo  POT, en las zonas de renovación de alta densidad, este bajaría a un escalofriante 1,3 m2 por habitante.

Paradójicamente, se suele ubicar al ex alcalde Enrique Peñalosa en el otro espectro político,  cuya política de espacio publico inclusivo, ante este POT, aparece como extremadamente progresista.

Este es un POT que no construye sobre lo construido, y hace tabula rasa no solamente  en el tema del espacio público, tema del que este articulo se centra, sino en el otro ingrediente ligado: la edificación, cambiando radicalmente  la forma en que la ciudad ha crecido en las últimas décadas.

Las demás urbes del planeta no hacen planes donde se “patea el tablero” como en este, sino que cuidadosamente se detectan las tendencias tanto malignas como benignas del desarrollo urbano  y se van haciendo pequeños y cuidadosos ajustes a las normas que aseguren un desarrollo continuo en la  mejora en la calidad de vida de sus habitantes.

Aparentemente todo esto surge que quienes están detrás de la articulación del POT en Planeación Distrital,  han optado por una volumetría a lo “New York” de los años cincuenta, con edificios escalonados en altura, y se han inspirado en una normativa de aislamientos del año 1961,  la cual fue abandonada  ante los gravísimos  problemas ocasionados en la conformación del espacio publico en NY, muestra de esto han quedado los conocidos “alleys” , callejones que en toda película de acción que se respete, matan a alguien.

Steven Holl ha construido el Shenzhen un edificio denominado “Horizontal Skyscraper”, ya que tiene el mismo largo que la altura del Empire State, demostrando de manera pragmática  como con edificios bajos horizontales se puede lograr  densidades iguales a los verticales, pero con una grandísima diferencia: prácticamente toda el área del lote es restituida como espacio publico en el primer piso y en cubierta, con  una calidad de vida, dada la proximidad a lo verde,  que no es comparable  a los tugurios verticales que proliferan en China y países en expansión económica.

 

El espacio público no puede ser el resultado aleatorio del mercado inmobiliario; debe ser planeado acorde a una ciudad que cuadruplicará su densidad de población por metro cuadrado, Es patente  la ausencia de  un equipo de urbanistas  y arquitectos de gran experiencia y prestigio en la formulación de este POT , todavía estamos a tiempo de hacer que los saludables principios sobre los cuales se basa, sean articulados y diseñados  por un equipo de urbanismo de gran calado, como se merece una urbe de este tamaño y complejidad.

 

 

Guillermo Fischer

 

Nota: una version «editada» apareció en el periódico El Espectador del día 12 de mayo del 2013

 

Comparte este artículo:

Clima, arquitectura y práctica profesional

 

Mayo 2, 2013

 

Como lo dice el arquitecto mexicano Luis Gabriel Gómez Azpeitia, Director de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Colima, la arquitectura bioclimática es “un conjunto de elementos arquitectónicos, constructivos, mecánicos y de paisaje, capaces de transformar las condiciones del espacio habitado (interior o exterior) en tal medida que contribuyan al bienestar termofisiólogico del ser humano, utilizando preferentemente energías pasivas”. En esta proposición, aclara él, “las condiciones se refieren al clima, y el bienestar termofisiológico a la biología. Por eso es bioclimática.” Y el DRAE  recientemente consagró el termino (De bio- y climático) como un adjetivo: “dicho de un edificio o de su disposición en el espacio: que trata de aprovechar las condiciones medioambientales en beneficio de los usuarios. Viviendas bioclimáticas. Urbanismo bioclimático”. Y, por extensión, aunque no lo precisa el diccionario de la Academia, arquitectura bioclimática, con lo que estaría aparentemente finiquitado el asunto.

Pero de otro lado, en el libro de Victor Olgyay (Hungría, 1910 – USA, 1970)  “Clima y Arquitectura en Colombia”, 1968 (Cali, Facultad de Arquitectura, Universidad del Valle), se habla es de un “método bioclimático para el diseño”. Libro en que este arquitecto, urbanista y profesor de la Universidad de Princeton, pionero del tema, amplió, para las circunstancias locales, su anterior trabajo “Design with Climate”,1963, a partir de un primer artículo sobre el asunto, «The temperate house», 1951. El libro comienza diciendo que “el problema de controlar el medio ambiente y de crear condiciones favorables para el desarrollo de los objetivos y actividades humanas es tan antiguo como el hombre mismo.” Un edificio bien diseñado, y no apenas “estilado”, como abundan ahora, puede conseguir un gran ahorro de energía e incluso llegar a ser totalmente sostenible, contribuyendo al bienestar general del ser humano, y no apenas al termofisiólogico. Es decir que presumiblemente fue el método de al menos buena parte de la arquitectura pre moderna, por lo que decir arquitectura bioclimática vendría a ser casi un pleonasmo, como lo es  llamar “piel” a las fachadas.

Confusión que no sería de mayor importancia si no fuera porque designar con estas palabras una arquitectura que con alarmante frecuencia no es ni bioclimática ni arquitectura, solo por que es de moda o apenas un plagio de la arquitectura que entre nosotros aun se publica y premia, es del todo una situación aberrante. Nuestras ciudades hoy en día dependen cada vez mas de esos arquitectos que se auto promocionan como tales de la mano de lo bioclimático pero ignorando nuestros climas, paisajes y tradiciones. Como dice Ariel Espino, si hay algo que ha impedido una arquitectura universal, es el clima, pues permanece mientras  lo demás permuta (La Prensa, Panamá 26/01/1995). Pero nos seduce tanto lo de afuera, y aquí lo norteamericano aun sigue siendo “in”, que seguimos poniendo vidrios y eliminado aleros en nuestros climas calidos y templados como si estuviéramos en Bogotá…y poniendo persianas allá. Y diciendo sustentable en lugar de sostenible, en contra de lo que sustenta el DRAE, y arquitectura bioclimática en vez de arquitectura apropiada al clima y de ahí propia.

 

Benjamin Barney Caldas

Comparte este artículo:

Las ardillas muertas

 

Ni en cojera de perro, ni en lágrimas de mujer, hay que creer.

Refrán popular

 

 

Un ritual de mis vacaciones en Costa Rica es visitar las últimas obras de arquitectura. Y lo usual es empezar por un paseo a pie por el condominio Loma Real. En esta ocasión el cortejo lo completaban dos hominidos (esposa y nieta) y dos canidos (Mota y Toby). El recorrido comienza en una rotonda rodeada de muros, con figuras de una lagartija y una salamandra en cerámica que anuncian conjuntos que llevan su nombre. Continúa por una calle recta flanqueada por árboles que la hacen sombreada y agradable al peatón, atraviesa un pequeño bosque y deja a la izquierda un parque con juegos de niños (que los ticos llaman “el play”).

 

Fue pasando el bosquecito que encontramos la ardilla muerta. Estaba al borde de la vía y tenía el cuerpo rígido, la espalda color marrón, la barriga blanca, la cola café y amarilla, los ojos abiertos y una boca que dejaba entrever dos dientes prominentes que en vida sirvieron para abrir nueces. No me pareció digno de una ardilla terminar su vida en las fauces de un perro, y decidí subir el cadáver a una rama fuera del alcance de dos bocas que ya se saboreaban. Tan pronto la puse sobre el árbol, la muerta dio un salto de esos que solo las ardillas vivas saben dar, y emprendió veloz carrera por el bosque seguida de cerca por Mota que, como la perrilla del poema de Marroquín, no la pudo alcanzar. Entonces agregué a la cojera de perro y a las lágrimas de mujer, las ardillas muertas. Y continuamos nuestro camino hacia la ladera donde se levanta orgullosa una de las últimas obras del barrio.

 

Se trata de una casa típica de la “arquitectura de imagen”, esa arquitectura superficial  que sacrifica funcionalidad, economía y adecuación al sitio, con tal de lograr una imagen atractiva que se parezca al “render” y garantice su publicación, un premio en un concurso o un reconocimiento en una bienal, y el consiguiente crecimiento del ego del autor y las arcas de los medios. La casa en mención está rodeada de un jardín donde la mano del hombre no ha sembrado nada vegetal diferente del “zacate” (prado). El único árbol ya existía en el lote. El salón mira desafiante al poniente y el cálido sol centroamericano atraviesa incontrolado la generosa fachada de vidrio. Es  fácil imaginar la ardiente temperatura dentro del acuario, o el gigantesco equipo de aire acondicionado y su consumo de energía que se considera un pecado mortal en los demás. No existe una pérgola amable con enredaderas o al menos un árbol frondoso que proteja el interior de los incómodos rayos solares. Ya no se usa el famoso “Brise Soleil” recomendado por Le Corbusier en los años cincuentas, cuando la protección del clima era un sentimiento natural y una práctica usual entre los arquitectos, sin que existiera el término “arquitectura bioclimática” ni se conociera su significado. Seguimos cacareando la ecología, la bioclimática y la sostenibilidad, y seguimos publicando y promocionando los proyectos que las ignoran, como ejemplos de buena arquitectura.

 

Veamos otro caso, esta vez en Colombia. En los principales medios escritos ha aparecido profusamente la propaganda engañosa de un proyecto que se construye en una playa del Caribe. Como para los expertos en mercadeo el español es una lengua muy pobre, toca recurrir a otros idiomas para ponerle nombres a los proyectos. Este se llama Two Towers. Aparece la imagen de un edificio en forma de barco, y debajo una información impactante: “Proyecto diseñado por la firma de arquitectos # 1 del mundo CHAPMAN TAYLOR”. Nadie me ha podido decir cómo ni cuándo se hizo el campeonato mundial de firmas de arquitectos, y que hizo Chapman Taylor para obtener semejante distinción. En todo caso no creo que haya sido por el proyecto en mención, con una fachada curva de vidrio – de moda – por los cuatro costados, como si el sol en el trópico fuera igual por los cuatro puntos cardinales, y un “adorno” inútil aparentemente en aluminio que le cuelga por la fachada. Arquitectura de imagen.

 

Desde que resolvimos olvidar la geografía no diferenciamos las características de llanos y montañas, bosques y desiertos, páramos y playas, y su influencia en la arquitectura. Y desdeñamos la historia, como si mirar analíticamente el pasado implicara un retroceso. Por eso nos hemos olvidado que las sombras de los aleros protegían a la vez a los peatones que recorrían las calles de nuestras ciudades coloniales y a las fachadas de las casas de la exposición solar; que los patios permitían una correcta iluminación y aireación de los espacios interiores; que los anchos muros de adobe aislaban las habitaciones del calor o el frio exterior; que el tamaño y diseño de las ventanas respondía a las necesidades de vista, asoleamiento y ventilación de los recintos; que el sol es un enemigo que se debe rechazar en los climas cálidos, y un amigo que se debe acoger con cariño en los climas fríos.

 

Hemos caído en un círculo vicioso, donde la calidad de la arquitectura está ausente: Las revistas de arquitectura de supermercado publican la arquitectura de imagen – de moda en el momento –  y propagandas engañosas. La gente compra las revistas, cree en las propagandas engañosas y pide la arquitectura de imagen; los arquitectos hacen esa arquitectura de imagen que la gente pide; las revistas publican  nuevamente la arquitectura de imagen que los arquitectos hacen, y vuelta a empezar. Con la esperanza de que algún día se reconozca la buena arquitectura, la respetuosa con el sitio, el entorno y el clima, la que considera las necesidades del usuario por encima de una imagen vendedora, completo el refrán popular y me siento a esperar el milagro.

 

Ni en cojera de perro, ni en ardillas muertas, ni en arquitectura de imagen, ni en propagandas engañosas, ni en lágrimas de mujer, hay que creer.

Refrán ampliado

 

 

WILLY DREWS

 

Casa en Costa Rica

Casa en Costa Rica

 

two towers

Comparte este artículo: