Mayo 23 – 2013
Todo empezó con la Torre de Babel, cuando los hombres quisieron construir un edificio que llegara hasta el cielo. Dios – como todo lo sabe – entendía que los rascacielos eran engendro del demonio y como no quería que le rascaran su territorio, con una jugada habilidosa les mandó diferentes lenguas que terminaron por confundirlos y abandonar la idea.
El Consejo de Edificios Altos y Habitat Urbano define, en un lenguaje un poco pretencioso, el rascacielos como “Un edificio en el que lo vertical tiene una consideración superlativa sobre cualquier otro de sus parámetros y el contexto en que se implanta”. Inicialmente esta condición no fue tan clara, cuando a finales del siglo XIX el invento y desarrollo del ascensor y la bomba hidráulica hicieron posibles los primeros “rascacielos” en Chicago y Nueva York, de 10 y 20 pisos! Pero poco a poco el afán de explotar al máximo el uso de la tierra disparó las alturas y aparecieron destacándose en la silueta de Nueva York, el Empire State y el Chrysler Building con más de ochenta pisos. El entusiasmo por los rascacielos llevó a Frank Lloyd Wright a proponer, en 1956, el edificio de una milla de alto, que nunca se pudo hacer.
El virus de las alturas se propagó, lentamente en el siglo XX y rápidamente en el XXI, alentado por la ilusión de construir más metros en menos lote con la consiguiente economía en la incidencia del valor del terreno. Vana ilusión. La ineficiencia – que aumenta exponencialmente con la altura – debida al alto costo de la cimentación y excavación de sótanos, el sistema de transporte vertical que ocupa un alto porcentaje del área de los pisos, la costosa estructura y las complejas instalaciones hidráulicas, eléctricas y de comunicaciones, compensó esta economía y la descartó como justificación para construir en gran altura.
¿Por qué entonces se siguen construyendo rascacielos cada vez más altos, si la lógica demuestra que no son rentables? Porque la lógica en este caso no importa. Se construye por arrogancia, y para arrogantes. Se trata de tener, a toda costa, el edificio más alto de la ciudad, el país, el continente o el mundo. Como si la calidad de la arquitectura se midiera por la altura, como el salto con garrocha. Y la vanidad ignora el costo, como en el caso del Burj Khalifa en Dubái, con 828 metros – la mitad del de Wright – incluyendo el truco de una antena enorme y de discutible necesidad. Para recuperar costos y ganar fortunas, los promotores de Nueva York se han lanzado a los rascacielos de súper lujo, para quienes no necesitan hacer cuentas. Un apartamentico de 39 M2 en la torre 432 PARK en construcción, cuesta solamente $2.860 millones de pesos colombianos
¿Por qué no dejar que millonarios ostentosos gasten – o laven – su dinero en elefantes blancos, que otros millonarios ostentosos compran? Porque en muchos casos la vanidad y codicia de unos pocos la pagan la ciudad y sus usuarios (BD Bacatá), porque no se construye en el sitio más adecuado, sino en el más rentable para el promotor (BD Bacatá) , aunque el sector presente serios problemas de accesibilidad (BD Bacatá), y en lugar de aportar espacio público que mejore las condiciones del sitio (BD Bacatá) contribuya a atraer población que aumente la congestión vehicular (BD Bacatá) en una ciudad donde no existe un sistema de transporte masivo adecuado.
El próximo caso, a inaugurarse el año entrante, es el One World Trade Center en Nueva York, de 541 metros – incluyendo nuevamente la imperdonable súper antena – y 104 pisos, anunciado orgullosamente como el más alto de América.
El famoso once nueve de dos mil uno, partió en dos la historia de los Estados Unidos, al mostrarle que esas guerras que siempre habían peleado por fuera, estaban apareciendo en su patio. Obama juró venganza y la gradería aplaudió. Había que cortarle la cabeza al monstruo – lo cual se hizo – y demostrar que la nación era invencible, construyendo un edificio igual o más alto que las torres destruidas, lo cual también se hizo. La arquitectura se convirtió, ya no solo en un objeto pedante y pretencioso, sino en un instrumento de revancha.
Espero que algún día volvamos a apreciar la arquitectura útil y bella pensada para el bienestar del hombre, por encima de esa arquitectura arrogante y ostentosa, producto de la vanidad, la codicia y el revanchismo.
WILLY DREWS
No creo que embestir en contra del concepto de Rascacielos como tal sea la solución ni mucho menos una verdad genérica. El problema radicaría, a mi manera de ver, en que se hagan rascacielos per sé solo por el hecho de ser un modelo más rentable y mas denso.
Existen casos de Rascacielos muy acertados para su uso, su lugar y su público.
De hecho, me atrevería a decir que la ciudad de Nueva York es El ejemplo de cómo esa tipología se ha estudiado y hecho funcionar de una manera muy interesante inventando maneras de espacio público, interconexiones en primeras plantas e ingeniando sistemas para acceso de iluminación con el escalonamiento de las torres en sus pisos superiores.
Hong Kong también es otro ejemplo digno de estudiar.
Lo grave de proyectos como BD. Bacatá es que de lo Malo y Dañino que será, nos está poniendo en contra de toda la arquitectura que ese proyecto representa y creo que es un error…Precisamente la tipología de Rascacielos es un tema muy amplio y ustedes arquitectos conocedores mas que nadie lo saben, que se debe estudiar muy de cerca, no es como proyectar una casa…que tal vez es lo que hicieron los de Bacatá, proyectaron una casa y le embutieron 70 pisos…?
Ese proyecto como muchos en el mundo actual, está concebido desde una lógica económica en que lo único que quiere lograr es dividendos y no se percatan del caos urbano que va a generar, que NOS va a generar.
Como ya lo hemos visto, BD Bacatá al igual que muchos de los proyectos que se proponen y propondrán para la famosa Renovación Urbana de Bogotá no se están pensando de manera que hagan un aporte a la ciudad ni están ubicados en lugares apropiados para que una tipología como la de rascacielos pueda funcionar y representar bondades para la ciudad.
Creo que Bogotá es una ciudad que necesita Rascacielos pero los lugares donde se emplazarían deben ser muy bien estudiados precisamente por todo lo que ellos conllevan.
Los edificios de gran altura pueden aportar muchos elementos interesantes a las ciudades y para una persona amante de las ciudades como soy, no debemos casarnos con una visión nostálgica que puede cegarnos a otras posibilidades que pueden ser acertadas e interesantes de estudiar de lo que propone este mundo moderno que nos tocó, lleno de tecnologías y excesos.
Una ciudad donde yo quisiera vivir como ciudadana y como arquitecta, es una ciudad que admita las diferencias y diversidades de personas, opiniones, al igual que de construcciones todas estas jugando un papel clave y auténtico, las habrán feas, surrealistas, interesantes, aburridas. Ojalá todas nos pudieran aportar algo y crear una ciudad mejor.
Como joven arquitecta bogotana, leo este blog religiosamente. Sin embargo, recomiendo cambiar el tono para poder leer artículos sobre cosas buenas y dejemos de criticar tanto.
No estoy de acuerdo con Mazzanti en millones de cosas, ni con BD Bacatá, ni con Petro en aún más cosas, ni con Jeff Koons ni con Damien Hirst pero joder…Con una crítica sobre el mismo tema es suficiente!
Propongo artículos de lo bueno que tenemos en arquitectura, de lo bueno que tenemos como ciudad, de las ideas que podemos aportar. De cosas interesantes que hayamos leido, de cosas curiosas o divertidas.
Eso también es una manera de criticar las porquerías que se están haciendo todos los días con el aval de nuestras famosas y poderosas curadurías y constructoras.
Perdón pero siento y presiento que una casa de un piso puede ser igual o peor de arrogante que un rascacielos de 80 pisos.
Y te quiero Willy jajaja
RESPUESTA A LAURA
Acuso recibo de tus dos regaños, y empiezo por aceptar que tienes razón. Parcialmente.
El primer regaño es por “embestir en contra del concepto de rascacielos…Existen casos muy acertados para su uso, su lugar y su público.”Argullo en mi defensa, señores del jurado, que yo escribí que “En muchos casos la vanidad y codicia de unos pocos la pagan la ciudad y sus usuarios”. Ese “en muchos casos” dejaba la puerta abierta para los ejemplos que tú consideras “muy acertados” y que yo en mi ignorancia desconozco.
Alista los dedos de la mano – con una es suficiente – que te voy a proponer un ejercicio: ¿Cuales y cuántos son esos rascacielos? ¿Alguno de ellos ha contribuido a mejorar la calidad de vida de sus vecinos o hecho de la ciudad una ciudad mejor, o buscado algo diferente que producir utilidades y descrestar calentanos? ¿Alguno de ellos era imprescindible, o al menos altamente recomendable? ¿Cuál de las ciudades rascacielistas – Panamá, Dubái, Hong Kong – es más agradable, o atractiva, o bella, o vivible que cualquiera de las no rascacielistas – Venecia, Florencia, Roma, Vancouver, Copenhague, Atenas, Heidelberg, París etc..? Incluyo a Paris en este grupo pues solo tiene un par de torres de segunda categoría en Montparnase y La Defense.
El segundo regaño es tu recomendación de “cambiar el tono para poder leer artículos sobre cosas buenas y dejemos de criticar tanto”. Acepto el regaño, y estoy de acuerdo contigo en la necesidad de escribir sobre cosas buenas- cuando las hay – pero te quiero explicar por qué siempre escribimos sobre las malas.
Yo siento que la obligación de Torre de Babel es tratar de evitar, parar, disminuir o al menos denunciar los atentados contra la arquitectura o la ciudad. Y generar polémica alrededor de estos temas. En ese sentido hemos denunciado los casos de Eldorado, BD Bacatá, Fedegan, Patiasao, POT, Arquitectura de imagen, Bienales de arquitectura, el plagio, Parque de la Independencia, Teatro Colon, Sierras del Este, Torre David en Caracas, etc… En algunos pocos casos (Parque de la Independencia) se ha logrado que la comunidad se despabile, y detenga la tragedia; en otros, la mayoría, solo hemos contribuido a hacer visible el problema y despertar el rechazo o al menos la inquietud sobre estos temas que a todos nos afectan.
Desafortunadamente, dentro de este contexto, los artículos divertidos, las alabanzas, y felicitaciones pasan a una segunda prioridad. Pero te prometo que en algún momento trataré estos temas. Nos interesa la opinión de arquitectos jóvenes como tú, y viejos como yo. Ojalá, querida Laura, sigas participando para – como dice Manzanero – “disfrutar algunas veces tus regaños”.
Willy Drews
Aunque no quiero entrar en la discusión y sus respectivos regaños.
Soy lector asiduo del blog, y creo en su labor de crítica y denuncia pero de igual manera creo que parte de hacer crítica es también resaltar la buena arquitectura, las buenas intervenciones, las buenas maneras.
Gracias.
Genial Willy! Me pusiste tarea! Estudiaré el tema de los rascacielos y apenas tenga algo decente prometo aparecer y no quedar mal con esa defensa al posible demonio jeje…