Para algunos habitantes de otras latitudes, el trópico es una playa con palmeras y mulatas voluptuosas que bailan al compás de maracas y tambores. Pero la realidad es muy diferente.
El trópico o zona intertropical es la parte de la tierra donde los rayos solares inciden verticalmente, al menos una vez al año. Está comprendida entre el trópico de Cáncer y el de Capricornio y ocupa el 20% de la tierra emergida, y el 40% de la tierra útil para el hombre. La duración del día y la noche es muy similar a lo largo del año: 12 horas. Durante las horas de sol la temperatura sube, y durante la noche baja por irradiación. La mayor parte del África y Suramérica es tropical, lo mismo que toda Centroamérica, y parte de Norteamérica, Asia, Oceanía y Australia. Incluye territorios de 108 países, la mayoría tercermundistas con poca densidad de población (excepto Java), y alberga más del 35% de la población mundial y con el mayor índice de crecimiento.
Una de las características de la zona intertropical son las condiciones extremas de sus territorios: el desierto más grande después de la Antártida y el Ártico –el Sahara, con 9 millones de km2– y el más árido –Atacama–, los ríos más grandes –Amazonas, Congo, Ganges, Nilo– y selvas tropicales –incluyendo la Amazonía– que representan el 70% de los bosques existentes. Y altas montañas. Estos territorios a su vez se caracterizan por altos gradientes de temperaturas y humedades. En el desierto del Sahara los ríos son estacionales –excepto el Nilo– y los termómetros marcan temperaturas mínimas de -18oC y máximas de 58oC. El Atacama registra humedades relativas de 18% en el interior y 98% en el litoral.
Las selvas tropicales –situadas en Suramérica, Centroamérica, Asia, Melanesia, Madagascar, Indochina y noreste de Australia– tienen una temperatura media anual de entre 25 y 27 grados y la diferencia promedio entre el mes más frio y el más cálido es de 2oC. El elemento climático con mayor variabilidad anual es la lluvia y no la temperatura, y constituyen el mayor pulmón vegetal del planeta. La selva tropical más grande del mundo es la Amazonía, que pertenece a ocho países. En las áreas no selváticas o desérticas, el factor climático más importante es la altitud, que permite clasificar el territorio en seis pisos térmicos: Tierra caliente, Subtropical, Tierra templada, Tierra fría, Páramo y Helada.
El siglo XX se caracterizó por la internacionalización de la arquitectura. El Movimiento Moderno aterrizó sin desempacar en los países tropicales y se instaló para siempre desconociendo en muchos casos las condiciones climáticas de su entorno. Una tajada tan grande del mundo con condiciones tan especiales y diferentes exigía una arquitectura igualmente especial y diferente. A esta conclusión llegaron el arquitecto Bruno Stagno y su esposa Jimena Ugarte al llegar desde su austral Chile a la tropical Costa Rica. Y en 1994 fundaron el Instituto de Arquitectura Tropical. Como en toda nueva empresa, el primer problema a solucionar fue la financiación. Entonces los Stagno decidieron sostener el Instituto los primeros meses. Esos primeros meses ya suman veinte años.
Una inmersión seria y total en los temas de la arquitectura tropical condicionó los principales objetivos del Instituto, que sus fundadores describen como el estudio y análisis de la arquitecturay el urbanismo adaptados a las zonas de clima tropical y la promoción de una arquitectura de los recursos como alternativa a la costosa arquitectura inteligente o “high tech” y sus edificios ubicuos.
Se parte de la creencia de que la arquitectura contemporánea más adecuada para los países en desarrollo, más que una copia de los modelos foráneos, es esta arquitectura de los recursos que se nutre del ingenio y de los recursos particulares antes que de las costosas soluciones tecnológicas; es una arquitectura que rescata los valores culturales e históricos en nuevas propuestas contemporáneas como alternativa a la arquitectura acultural que afecta a la calidad de vida de todos, es indiferente a los aspectos sociales y culturales de cada sociedad y lugar, y que provoca la ausencia de identidad del territorio.
Entonces el Instituto se dedicó a organizar encuentros internacionales sobre arquitectura y urbanismo cada tres años con autoridades en la materia, publicar libros, revistas y artículos en revistas especializadas, promover la investigación, difundir y valorar el patrimonio de arquitectura tropical, estudiar las arquitecturas vernáculas y promover la reutilización de sus elementos característicos tales como grandes aleros, cubiertas inclinadas, patios, iluminación y ventilación natural, muros gruesos y ventanas protegidas; empleo racional del agua, manejo de las energías pasivas y uso de la vegetación no solo como elemento paisajístico sino como parte activa del control ambiental. Finalmente, formar y mantener una biblioteca para consulta de estudiantes, profesionales y académicos, que hoy cuenta con 3.000 volúmenes y es la mejor biblioteca especializada de América Central.
Voy a referirme a tres proyectos de los desarrollados por el Instituto: San José Posible, Floresta Urbana y RESET. El proyecto San José Posible consiste en la recuperación del espacio público de 16 manzanas en el centro de la capital de Costa Rica, y la peatonalización de la principal avenida del sector, con cableado subterráneo, adoquinado, arborización y mobiliario urbano. La obra es una realidad y se inaugura el próximo mes.
Floresta Urbana es el nombre de un plan de reforestación que pretende convertir a San José en un bosque urbano: una ciudad llena de árboles, con una rica biodiversidad, y parques como ejemplo de la exuberancia del trópico. Se trata no solo de mejorar el paisaje urbano sino también la calidad de vida de los habitantes de la capital. Floresta Urbana es un proyecto integral que busca reforestar la ciudad, llenando de diferentes especies parques, vías y espacios públicos. Solamente en los años 2007 y 2008, se sembraron 27.800 árboles.
En el año 1998 se implantó en los Estados Unidos el sistema de certificación de edificios sostenibles LEED. Esta certificación se basa en la normativa norteamericana y, aunque ha producido una saludable tendencia a mejorar la calidad de la arquitectura, la aplicación a los países tropicales no ha sido tan clara. Entonces, el Instituto de Arquitectura Tropical se dedicó a estudiar el sistema de certificación con estándares adecuados a los países de la región RESET (Requisitos para Edificaciones Sostenibles en el Trópico) priorizando la capacidad del diseño y el potencial de sostenibilidad que tiene la arquitectura. La normativa nace del oficio de la arquitectura y su capacidad para lograr soluciones viables y económicas donde las soluciones bioclimáticas primen sobre las costosas tecnologías. Se busca agotar el potencial del diseño antes de recurrir a la técnica.
La norma RESET fue donada por el Instituto al gobierno de Costa Rica, que ya la adoptó, y a la Unión Internacional de Arquitectos que la tradujo al francés y al inglés. La sigla RESET es muy pertinente pues nos sugiere a los arquitectos tropicales “reiniciar” el cerebro, borrar los prejuicios implantados por las modas y vicios de las arquitecturas importadas de otras latitudes, aceptar un cambio de conciencia que busque desempolvar nuestras raíces, reconocer los logros de los arquitectos locales que nos precedieron y la bondad de técnicas y materiales propios. El esfuerzo desinteresado y constante durante dos décadas de los esposos Stagno, nos ha abierto el camino hacia una arquitectura más nuestra y mejor. Y más tropical. Una vereda tropical.
* Casa Castilla (Pereira) de Willy Drews / © Javier García