Es una pregunta a boca de jarro, que aprendí a hacer en reuniones sociales y hasta laborales para romper el hielo y extender una campaña, mejor una cruzada para rescatar el «Derecho a decir que NO».
Nos hemos acostumbrado a decir que SI a casi todo, nos da pena ofender a alguien diciendo que NO tenemos tiempo para atender su llamada, para ir a la reunión inútil del Comité, hemos perdido incluso ante los meseros que nos traen la sopa fría o salada, o ante los presidentes cuyas rémoras los consideran los únicos salvadores, nos da miedo decir que NO nos convencen las acciones y omisiones de los Alcaldes, que NO queremos más telebobelas de mafiosos y tetas siliconadas, y a toda hora terminamos asintiendo idiotamente, por que nos da pena decir que NO entendemos, o que NO sabemos y eso que tenemos a San Google a la vuelta de un click.
Y así como nos apena decir que NO, nos enfurece que alguien nos diga NO, lo consideramos un desafío y estamos dispuestos a casar peleas de trogloditas con el fin de imponer nuestras ideas, así sepamos que NO tenemos la razón o que puede existir otra solución; dibujamos planos para sintetizar nuestras propuestas arquitectónicas y se los enseñamos a analfabestias de la geometría descriptiva que son nuestros potenciales clientes (los del billete) y como el mejor culebrero y yerbatero, vendedor de específicos y de ilusiones los convencemos con adjetivos de valoración de espacios, flujos dinámicos, equilibrio de masas y volúmenes, cromatismo y elementos de control ambiental y social de que NO nos digan que NO y nos permitan desarrollar con todo su presupuesto y algo más la idea genial.
Alguna vez me pregunte si en los animales además de razas y familias existía un idioma universal, o si este se mantenía solo entre las especies, es decir que las gallinas francesas pueden hablar con las colombianas, que las chibchas se entienden con las llaneras, etc. por que para mí suenan igual, ponen un huevo y cacarean como los arquitectos, es una reacción universal, aunque lo hacen más cuando hablan del próximo proyecto (perdón huevo)
Como nadie me ha resuelto la duda de la universalidad lingüística de las gallinas y de la arquitectura, algunos arquitectos aparte de concebir espacios, de dibujar proyectos y construir obras les da por falta de oficio de convertir la sinapsis espacial en complicados axiomas de profundas vaguedades bien cacareadas, que como las palabras, fuera de contexto muchas veces, de los cantantes de rock, de los lideres espirituales y políticos o de los entrenadores de fútbol se elevan al mármol y se convierten en leyes universales como «más es menos» o «perder es ganar un poco»
Guillermo Fischer esta tratando de decir que NO, que NO entiende o NO comparte las propuestas de la sinapsis de Mesa, tranquilo ya somos más, sin embargo como bien lo anota Willy Drews el tema y el problema son distintos, es nuestro lenguaje universal gráfico incapaz de transmitir una idea espacial?
Un concepto tridimensional y funcional, requiere de la complicada transmutación en un axioma o en una frase de cajón?
Francisco Pardo Téllez
Arquitecto 4×4