La arquitectura de Medellín sigue mojando prensa. Esta vez es el parque biblioteca España que, según El Tiempo, requiere reparaciones que valen casi lo que costó el edificio. Agrega el periódico que “paradójicamente, ha ganado un sinnúmero de premios arquitectónicos”. Hay que reconocer que la biblioteca –tres rocas negras enormes casi en la cima del cerro– es impactante, y esos volúmenes cerrados que amenazan caer sobre la ciudad llaman –con razón– la atención de cualquier arquitecto, y lógicamente de cualquier jurado de bienales o concursos de arquitectura. Pero dejemos en paz la biblioteca, sobre la cual ya –bien y mal– se ha dicho mucho, y concentrémonos en las bienales y otros premios a obras arquitectónicas construidas.
Estos concursos premian –en teoría– los mejores edificios. Para mí los mejores edificios son no solo los que sobresalen por su arquitectura. Son los que mejor se adaptan a las condiciones del sitio, los que se implantan correctamente en el entorno, los que más aportan al bienestar de la comunidad, los que mejor funcionan para lo que fueron diseñados y los mejor construidos.
Pero: ¿se están teniendo en cuenta estas condiciones al adjudicar los premios? Por imposibilidad o por desinterés, los jurados no visitan las obras candidatas al galardón. Con el precario material que reciben –un puñado de fotos y planitos– no es factible captar las condiciones del sitio, su relación con el entorno, el funcionamiento, el efecto en la comunidad y la calidad de la construcción. Ni siquiera la arquitectura ni las características de sus espacios. El jurado solo se puede formar una imagen de los proyectos, y eso es lo que venimos premiando: imágenes de edificios.
Alguna vez propusimos con el arquitecto Carlos Morales que para la Bienal Colombiana de Arquitectura solamente se recibieran proyectos con diez años de construidos, tiempo suficiente para que demuestren que sus calidades, como las del buen vino, se conservan. Pero como las barras del coliseo exigen carne nueva, la idea no prosperó y se siguen premiando imágenes de edificios con la pintura fresca, y con frecuencia exponentes de una moda, como siempre pasajera.
Sea esta la oportunidad de renovar nuestra propuesta de la Bienal de los Edificios Maduros. Mientras tanto, y desgraciadamente, seguiremos premiando imágenes.
* Foto tomada de Plataforma Arquitectura; imagen © de Carlos de Riaño.
Pingback: Protestantes | torre de babel