Celebro que se reviva el acta de la Bienal del 64 porque me parece ejemplar como declaración de un jurado serio. No es que los demás hayan sido irresponsables sino que, en muchos casos, así lo han parecido. Como ejemplo a seguir, creo que la parte más relevante de este documento del 64 está en el razonamiento mediante el cual se justifica no otorgar el premio, al aclarar que, en El Polo, “la marcada tendencia escultural y la complicación de plantas y fachadas le resta[n] significado como un modelo general de solución”. En esta sentencia se ve que quienes la firmaron sabían lo que andaban buscando –un modelo general de solución– y, como no lo encontraron, se abstuvieron de darle un supuesto primer lugar.
Hay una versión más tranquila de la historia. Le pregunté a Francisco Pizano al respecto y me dijo, sorprendido, que él no recordaba haber negado ningún premio, sino haber resaltado un problema sobre un conjunto de edificios que sin duda «era muy bueno». Me reiteró que tenían muy claro la búsqueda de un ejemplo a seguir -pensando en la profesión y en el desarrollo de la ciudad- y que El Polo simplemente no era ese ejemplo. Añadió, además, que lo de la “complicación de plantas y fachadas” no era por enredado y mucho menos por malo sino por complejo. Por eso, por su dificultad para replicarlo, era difícil proponerlo como modelo.
En Pecados Bienales se le olvidó a Willy mencionar que hubo un segundo cenizario premiado, el del Gimnasio Moderno, y que esta vez la sinvergüencería del jurado y de la SCA llegó al cielo, pues primero trataron de darle el premio a la Biblioteca España y, como al parecer no se pusieron de acuerdo, acordaron repartir el primer puesto entre siete. Pero varios meses después, alguien descubrió que por estatutos esto no se podía y cambiaron el premio, y el acta, y se lo dieron a ninguno de los siete de la discordia –todos de Medellín– sino a uno de Bogotá, para no pelear. Con tan mala suerte que uno de los jurados dijo que él no se prestaba para esto y escribió una carta que publicó Escala.
Para poner orden en el sistema, hay dos posibilidades: una, que los jurados cumplan lo que les corresponde, para lo cual la SCA tendría que decir con claridad qué es lo que quiere lograr en cada ocasión y exigirlo. Como esto es poco probable, la segunda opción sería darle completa libertad al jurado y exigirle tan solo que escriba con claridad qué es lo que juzgó –como lo hizo el grupo del 64– de modo que con cada evento se promueva una discusión y un eventual avance para la profesión y la enseñanza.
Por si acaso, en caso de que la SCA quisiera hacer algo por la arquitectura a través de las Bienales, le tengo tres sugerencias.1. Que promueva una Bienal que se llame la Ciudad sin rejas, y que solo acepte entradas de edificios que, habiendo podido hacer una reja, no lo hicieron. 2. Que promueva otra Bienal en la que solo acepte Vivienda de desarrollo progresivo en altura, a ver si algún día logramos separar esta modalidad de vivienda de su hermano siamés, el lote individual. 3. Una versión modificada de la sugerencia-1 que promueva una tercera Bienal, para promotores, en la que solo se acepten conjuntos de edificios que no pertenezcan a la categoría del conjunto cerrado –Conjuntos abiertos se podría llamar. A ver si los que están llenando la ciudad de «grandes proyectos», entienden que con su participación nos están dejando como herencia la ciudad que estamos viendo crecer como una gran llaga.
* Imagen del conjunto residencial El Polo, tomada de Ciudad Viva.
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